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¿Es la bioeconomía una solución sostenible para el planeta?

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El 10 de febrero, representantes de 14 clústeres de bioeconomía de 11 Estados miembros de la Unión Europea firmaron un Memorando de Entendimiento (MoU) por el que se establece oficialmente la Alianza Europea de Clústeres de Bioeconomía (EBCA). El acuerdo supone un paso importante para fomentar la colaboración y la innovación en el sector de la bioeconomía. En España, concretamente, regiones como el País Vasco o Cataluña, están apostando fuertemente por esta transición hacia un modelo bioeconómico.

¿A qué se refiere la bioeconomía en ese contexto? Para la Comisión Europea, la bioeconomía abarca la producción de recursos biológicos renovables y la conversión de estos recursos y flujos de residuos en productos de valor añadido como alimentos, piensos, bioproductos y bioenergía (Ronzon & M’Barek, 2018). Ese modelo promete proteger el medio ambiente, lograr la neutralidad climática, evitar la sobreexplotación de recursos naturales y mejorar la biodiversidad al mismo tiempo que impulsa la economía creando empleos y riqueza (European Commission, 2018). Así, la bioeconomía, según sus promotores, aspira a salvar el planeta sin tener que renunciar a nuestro modelo económico actual.

Pero alguien podría preguntarse: ¿es posible conciliar todos estos objetivos? ¿Puede esa propuesta ser un motor de ambas cosas, conservación medioambiental y riqueza material? Estas preguntas no son exclusivas de la bioeconomía, sino que son muy similares a las que surgen al hablar de otros conceptos que aspiran a resolver los aparentes dilemas entre economía y ecología, como el desarrollo sostenible, el crecimiento verde o la economía circular. Nuestra respuesta (típica científica) es: depende de lo que entendamos exactamente por bioeconomía.

¿Es la bioeconomía beneficiosa o perjudicial para el clima y el planeta?

Reemplazar el uso de materiales no sostenibles por biomateriales puede y debe ser uno de los caminos hacia la neutralidad de carbono, especialmente a corto plazo. La producción de materiales a partir de biomasa vegetal emite la misma cantidad de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera (respiración) que se sintetiza a través de la fotosíntesis. Esto resulta en un balance cero, también llamado huella de carbono cero. Y la silvicultura es uno de los sectores que se espera que contribuya a la generación de estos biomateriales (CORDIS, 2017; Verkerk, 2022).

El carbono secuestrado en la madera puede ser utilizado para producir materiales de larga duración (por ejemplo, vigas y paneles para muebles o materiales de construcción), lo que puede ayudar a fijar carbono a largo plazo y por tanto a la mitigación del cambio climático. Sin embargo, la mayor parte de la biomasa plantada se usa y seguirá usándose para producir biomateriales con una vida mucho más corta (lo que supone una corta vida del beneficio en término de reducción de emisiones), como bioenergía, papel, resinas, adhesivos, pinturas, espumas multiuso (aislantes acústicos, embalaje, etc.) o nanocelulosa para microplásticos (European Commission, 2011). Además, existe una industria emergente de productos innovadores basados en biomasa forestal en diferentes etapas de desarrollo.

La síntesis de estos bioproductos también generaría diferentes problemas medioambientales. Por un lado, una enorme huella de carbono, ya que su producción requiere energía y la distancia entre el lugar de producción y el de consumo es cada vez mayor. Por otro lado, un enorme impacto ambiental, ya que una alta demanda de productos a corto plazo solo puede conseguirse mediante el aumento del área dedicada a plantaciones de árboles, en muchos casos sustituyendo las ya escasas áreas de bosques nativos, y la implementación de prácticas silvícolas muy agresivas con efectos negativos sobre la conservación del sumidero de carbono, la erosión del suelo, la salud de los bosques y su resiliencia (Curiel Yuste et al., 2023). Incluso si podemos adaptar las prácticas silvícolas para mejorar la productividad, los recursos naturales están lejos de ser infinitos (Richardson et al., 2023) y difícilmente podrán reemplazar toda la producción actual basada en combustibles fósiles y cemento.

Además, no debemos olvidar que una mayor eficiencia en las prácticas silvícolas puede conducir a una mayor demanda absoluta, contrarrestando cualquier reducción lograda en las presiones ambientales, como advierte la paradoja de Jevons, observada en otros ámbitos como la gestión del agua (Dumont et al., 2013; Sears et al., 2018) o la calefacción doméstica (Sorrell, 2009). Esto, añadido a que el desarrollo de la bioeconomía no necesariamente llevará a una reducción del consumo de los combustibles fósiles (Ayres, 2007), sugiere un futuro muy incierto y poco prometedor para el clima y los bosques en un escenario de bioeconomía.

¿Cómo conseguir un modelo bioeconómico realmente sostenible y beneficioso para el clima y la biosfera?

Todo lo anterior parece indicar que conservar los ecosistemas naturales a largo plazo requeriría moderar nuestras expectativas sobre la producción de biomasa como sustituta de otros materiales. Sin embargo, esta moderación choca con las lógicas imperantes en un sistema económico cuyo imperativo es la acumulación de riqueza, y en el que los logros medioambientales (o sociales) son (cuando se dan) meros co-beneficios, nunca condiciones necesarias. Por eso, una bioeconomía atravesada por estas lógicas supone el riesgo de tener efectos contraproducentes sobre el clima y los ecosistemas.

¿Cómo, entonces, conseguir un modelo bioeconómico realmente sostenible? Proponemos de volver a la raíz del término bioeconomía, que fue propuesto por primera vez por Nicholas Georgescu-Roegen, renombrado matemático y economista mejor conocido por su obra La ley de la entropía y el proceso económico (1971). Ese nuevo concepto surgido de la unión entre biología, física y economía, demostró la insostenibilidad termodinámica del crecimiento perpetuo y sentó las bases de la disciplina de la economía ecológica.

Inspirados por esa propuesta, han surgido en las últimas décadas paradigmas económicos transformadores que consideran los limites biofísicas del desarrollo económico y anteponen la vida a la acumulación de riqueza (Ayres et al., 2001), tales como la economía del bienestar (Fioramonti et al., 2022), la economía del dónut (Raworth, 2017) o el decrecimiento (Kallis et al., 2025). La bioeconomía en su sentido original requiere más que la sustitución del origen de los materiales —de fósil a renovable—, requiere una redefinición completa del rol y de la escala de la economía dentro de la biosfera.

Pero estas transformaciones de la economía serán imposibles sin una democratización del proceso de toma de decisiones en la esfera económica. Argumentamos que, ante un modelo como el actual, orientado hacia la obtención de beneficios para una pequeña proporción de la población (Hickel & Sullivan, 2023), democratizar las decisiones de producción y de gestión de bienes comunes, como los bosques, garantizaría un aprovisionamiento de recursos suficiente para asegurar el bienestar de todas las personas dentro de los límites planetarios (Steinberger et al., 2024).

Las propuestas que abogan por una democratización de la esfera económica de la vida deben ser, por tanto, centrales en la propuesta de la bioeconomía. También es crucial recuperar su definición original y así evitar su distorsión en otro marco utilitarista, aunque más verde. Sostenemos que estas condiciones deben cumplirse para que el modelo de bioeconomía contribuya de forma significativa a una sociedad ecológica, pues de lo contrario corre el riesgo de reproducir los mismos problemas que aspiraba a resolver.

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[NdE: Artículo actualizado el 12/04/25 para corregir un par de referencias.]

Referencias:

  • Ayres, R. U. (2007). «On the practical limits to substitution». Ecological Economics, 61(1), 115–128. https://doi.org/10.1016/j.ecolecon.2006.02.011
  • Ayres, R. U., Gowdy, J. M., & Van Den Bergh, J. C. J. M. (2001). «Strong versus weak sustainability: Economics, natural sciences and consilience». Environmental Ethics: An Interdisciplinary Journal Dedicated to the Philosophical Aspects of Environment, 23(1), 155–168.
  • CORDIS. (2017). Los bioplásticos: Materiales sostenibles para construir una bioeconomía circular sólida en Europa. CORDIS | European Commission. https://cordis.europa.eu/article/id/400694-sustainable-materials-for-a-strong-and-circular-european-bio-economy/es
  • Dumont, A., Mayor, B., & López-Gunn, E. (2013). «Is the Rebound Effect or Jevons Paradox a Useful Concept for better Management of Water Resources? Insights from the Irrigation Modernisation Process in Spain». Aquatic Procedia, 1, 64–76. https://doi.org/10.1016/j.aqpro.2013.07.006
  • European Commission. (2011). Forestry in the EU and the world: A statistical portrait. Publications Office. https://data.europa.eu/doi/10.2785/13022
  • European Commission. (2018). Una nueva Estrategia en materia de bioeconomía para una Europa sostenible [Text]. European Commission – European Commission. https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/es/ip_18_6067
  • Fioramonti, L., Coscieme, L., Costanza, R., Kubiszewski, I., Trebeck, K., Wallis, S., Roberts, D., Mortensen, L. F., Pickett, K. E., Wilkinson, R., Ragnarsdottír, K. V., McGlade, J., Lovins, H., & De Vogli, R. (2022). «Wellbeing economy: An effective paradigm to mainstream post-growth policies?» Ecological Economics, 192, 107261. https://doi.org/10.1016/j.ecolecon.2021.107261
  • Hickel, J., & Sullivan, D. (2023). «Capitalism, Global Poverty, and the Case for Democratic Socialism». Monthly Review, 99–113. https://doi.org/10.14452/MR-075-03-2023-07_7
  • Kallis, G., Hickel, J., O’Neill, D. W., Jackson, T., Victor, P. A., Raworth, K., Schor, J. B., Steinberger, J. K., & Ürge-Vorsatz, D. (2025). «Post-growth: The science of wellbeing within planetary boundaries». The Lancet Planetary Health, 9(1), e62–e78. https://doi.org/10.1016/S2542-5196(24)00310-3
  • Moreaux, C., Oti, F. S. M., Yuste, J. C., Izquierdo, L. P., & Valero, M. E. (2023, November 23). «Por qué la bioeconomía debería tener en cuenta la conservación del suelo forestal». The Conversation. http://theconversation.com/por-que-la-bioeconomia-deberia-tener-en-cuenta-la-conservacion-del-suelo-forestal-216272
  • Raworth, K. (2017). «A Doughnut for the Anthropocene: Humanity’s compass in the 21st century». The Lancet Planetary Health, 1(2), e48–e49. https://doi.org/10.1016/S2542-5196(17)30028-1
  • Richardson, K., Steffen, W., Lucht, W., Bendtsen, J., Cornell, S. E., Donges, J. F., Drüke, M., Fetzer, I., Bala, G., von Bloh, W., Feulner, G., Fiedler, S., Gerten, D., Gleeson, T., Hofmann, M., Huiskamp, W., Kummu, M., Mohan, C., Nogués-Bravo, D., … Rockström, J. (2023). «Earth beyond six of nine planetary boundaries». Science Advances, 9(37), eadh2458. https://doi.org/10.1126/sciadv.adh2458
  • Ronzon, T., & M’Barek, R. (2018). «Socioeconomic Indicators to Monitor the EU’s Bioeconomy in Transition». Sustainability, 10(6), Article 6. https://doi.org/10.3390/su10061745
  • Sears, L., Caparelli, J., Lee, C., Pan, D., Strandberg, G., Vuu, L., & Lin Lawell, C.-Y. C. (2018). «Jevons’ Paradox and Efficient Irrigation Technology». Sustainability, 10(5), Article 5. https://doi.org/10.3390/su10051590
  • Sorrell, S. (2009). «Jevons’ Paradox revisited: The evidence for backfire from improved energy efficiency». Energy Policy, 37(4), 1456–1469. https://doi.org/10.1016/j.enpol.2008.12.003
  • Steinberger, J., Guerin, G., Hofferberth, E., & Pirgmaier, E. (2024). «Democratizing provisioning systems: A prerequisite for living well within limits». Sustainability: Science, Practice and Policy, 20(1), 2401186. https://doi.org/10.1080/15487733.2024.2401186
  • Verkerk, P. J. (2022). Forest products in the global bioeconomy. FAO; https://openknowledge.fao.org/handle/20.500.14283/cb7274en

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Biólogo, profesor de Investigación Ikerbasque en el Basque Centre for Climate Change (BC3) y especialista en ecología forestal. Ocupado con el estudio de la conservación de los bosques y la biodiversidad que albergan. Intentando entender el funcionamiento de los ecosistemas para ayudar a paliar el desmesurado y negativo impacto humano sobre la naturaleza y su capacidad de supervivencia.

Doctorando en el Basque Centre for Climate Change (BC3) y en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB). Formado en ecología, se centra actualmente en modelizar las interacciones entre el cambio climático y los sistemas terrestres. En paralelo, se ha dedicado a promover las ideas de la ecología social y del decrecimiento en distintos movimientos sociales y ecologistas.

Economista, investigadora y agricultora amateur, especializada en políticas de mitigación del cambio climático y divulgación científica. Ser madre le ha acercado al activismo climático y a posiciones más críticas con los sistemas de gobierno y económicos preponderantes.

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