Los conceptos de pago y agradecimiento nos resultan casi sinónimos, o al menos muy parecidos. Pero no: por el contrario, son más bien diferentes.
El pago
El pago está más conectado con la cantidad, con lo cuantificable y medible. Medible, como pueda ser lo crematístico o monetario. Es un concepto de mercado. Lo usan continuamente los agentes del mercado. Suele ser la entrega de una cantidad concreta de dinero, concedida como compensación a una mercancía o servicio representados en una cantidad medible: número de kilogramos de trigo, de litros de gasolina o de horas de trabajo.
El pago está sometido estrictamente, y solo, a intereses crematísticos, y situado en un plano de desafecto con las personas. Se atribuye a Henry Kissinger la frase de que “los Estados Unidos no tienen amigos, solo intereses”. El someter todo al pago tiende a crear el espolio de recursos naturales y un Cambio Climático suicida, y todo para lograr un crecimiento económico oligárquico global ilimitado[1]. Y lo hace a costa del decrecimiento infeliz de las masas, del espolio a las naciones ricas en recursos y del trabajo enajenado, que es trabajo forzado al estar sometido al pago salarial por encima de la elección libre del trabajo realizado.
El ofrecedor de trabajo (o patrón) en este neoliberalismo imperante, está en situación de mucho más poder que el trabajador asalariado enajenado. Esto es debido a que el patrón tiene los recursos, las máquinas y la financiación; y el trabajador enajenado sólo cuenta con su fuerza de trabajo. Esto supone una asimetría en cuanto a poder, el patrón posee mucho más poder, sobre todo si consigue tener a los trabajadores divididos, desunidos e incluso enfrentados en diferentes facciones. Estos enfrenamientos incluso los crea el propio patrón para logar una desunión constante. Organiza grupos armados violentos para crear un clima de enfrenamiento y de guerra.
El pago existe en el plano del desafecto con las personas. Necesita trabajo enajenado y espolio de los territorios. El pago rompe los vínculos de interdependencia y ecodependencia de la vida humana para conseguir los intereses.
La idea fuerte es esa de “Divide y vencerás”. El patrón, potenciador del crecimiento económico oligárquico global ilimitado, también fomenta la división entre los trabajadores: entre jerarquías dentro de una empresa, entre gremios diferentes, etc. También entre sectores sociales: entre distintas edades y generaciones, clases sociales, nacionalidades, razas, sexos, etc. Potencia la competitividad individualista en lugar de la cooperación y de la acción comunitaria. De esta manera el patrón consigue que las energías de protesta (que normalmente deberían ir dirigidas en contra de la dirección de las corporaciones que los explotan), deriven enfocadas en pelearse entre los distintos sectores sociales mencionados.
El patrón neoliberal es insaciable, no le basta con todas estas atrocidades. Además, en su relación de pago somete al trabajador enajenado para que realice un trabajo forzado (no libre, no elegido), después sigue apretando y consigue que este trabajo, además de forzado, empiece a ser cada vez más un trabajo precario y al final logra que aparezca el trabajo esclavo.
El agradecimiento
El agradecimiento, por el contrario, está más relacionado con la calidad, que es mucho más difícilmente cuantificable incluso prácticamente imposible de medir; pues se trata de un acto de sensibilidad, de relación humana que es inmedible. La crematística del pago resulta incompatible con que el patrón pueda llegar a comprender que pueda existir algo que sea inmedible materialmente a base de kilos, litros, horas. El patrón neoliberal tiene su mente completamente vacía de sensibilidad.
En el neoliberalismo global la crematística rentable está por encima de cualquier consideración humana. El funcionamiento productivista del crecimiento económico oligárquico global ilimitado tiene sus pensamientos incompatibles con la idea del sufrimiento humano. Por eso, es capaz de cometer el principal acto del terrorismo, que es la guerra ofensiva y la invasiva. Y precisamente por eso es capaz de cometer insistentemente actos de guerra como la actual, la mal llamada guerra palestino-israelí, puesto que ésta no se trata de una guerra, sino de una operación necro-política racista, de un mercadeo asesino, de un botín, de un saqueo, de un espolio, de una acción supremacista. Un gigantesco acto terrorífico en donde la consideración humana está completamente ausente.
En el agradecimiento no existen pagos ni compensaciones crematísticas medibles, cuantificables. En el agradecimiento no se paga por recibir un servicio, porque está relacionada con en el principio anarquista del apoyo mutuo y el comunitario, no cuantificables. Se trata de crear un mundo regido por unos bienes relacionales no cuantificables: los bienes comunitarios, que no se basan en la espera de un pago salarial enajenante, sino en el desinteresado (en cuanto a lo material, pero no en cuanto a lo humano) apoyo mutuo.
Como muy bien se dice en el libro El amanecer de todo (Una nueva historia de la humanidad) de David Graeber y David Wengrow: “El ‘agradecimiento’ me ha llevado al amanecer de todo»[2].
Y por otra parte:
El concepto de libertad, revelado por la crítica indígena como autonomía de la voluntad, convive en los antiguos pueblos libres amerindios, como lo son los Wyandot, en los cuales no existe ninguna contradicción entre libertad y ayuda mutua. Por el contrario, La libertad europea se encuentra conceptualizada como autonomía radical, vinculada ineludiblemente a la propiedad privada, sin necesidad de depender de otros seres humanos.
Notas
[1] Pienso que uno de los fracasos en la deseable difusión entre la opinión en general sobre la idea del decrecimiento es la ambigüedad cuando se habla de crecimiento con una sola palabra, pues sólo algunos economistas la reconocen en toda su complejidad, es decir en ver que se trata de un crecimiento económico, oligárquico, global e ilimitado.
[2] David Graeber y David Wengrow, El amanecer de todo (Una nueva historia de la humanidad), Alianza Editorial, 2015, p. 88.
Compañero Camarero
A propósito de su «crecimiento económico, oligárquico, global e ilimitado», siempre he dicho que eso del cambio climático es un gran eufemismo: es cambio climático capitalista.
saludos cordiales