El pasado día 24 la reina Letizia participaba en el cierre de un seminario sobre comunicación del cambio climático, el XVI Seminario Internacional sobre Lengua y Periodismo, donde se habían discutido cuestiones como, por ejemplo, si era mejor utilizar el término «cambio», «crisis», «emergencia» o «amenaza» al referirnos al caos climático en los medios de comunicación. La reina, lejos de limitarse a una presencia fríamente institucional, sorprendió participando con las numerosas cuestiones que planteó a los expertos allí reunidos por las fundaciones FundéuRAE y San Millán de la Cogolla, con las que puso sobre la mesa temas como el tratamiento que realiza la prensa de ciertas figuras como Greta Thunberg, sacó a relucir los juicios contra activistas climáticos, como los que arrojaron «zumo» (así lo describió la reina) en las escalinatas del Congreso de los Diputados y que enfrentan por ello peticiones de cárcel por parte de la Fiscalía, y la necesidad de reducir el consumo, ejemplificándolo en el caso de la ropa low-cost.
Pero lo que más nervios pareció causar a una parte de los presentes (el director de la Real Academia de la Lengua tuvo un explícito gesto al ocultar por unos instantes su rostro entre las manos), en especial al ministro de Trasformación Digital, José Luis Escrivá, fueron sus comentarios en torno al Decrecimiento:
No sé si se ha tratado una cosa que voy a preguntar ahora, no sé si en este bloque vuestro o en los otros dos bloques […] lleva ya varias décadas esta teoría del Decrecimiento, desvinculado al PIB y a la inflación, y que creo que hay también… no sé si os suena el nombre de Turiel, del CSIC, Antonio Turiel, y otros: hay un catedrático en Valladolid, y otro catedrático en la [Universidad] Autónoma de Barcelona que hablan de esta nueva teoría […] lo que estás mencionando ahora tiene que ver con la energía… […] Hay bioeconomistas que están iniciando ahora ese camino, de estas teorías de que el desarrollo sostenible… ‘desarrollo’ y ‘sostenible’ ya no puede ser… Entonces hablan del Decrecimiento desvinculado a PIB y a déficit, para mantener… es decir, consumir menos, en definitiva, gastar menos energía, reducir drásticamente el consumo de energía, que como tú has dicho es el 60% de las emisiones, y de otras consecuencias en la biodiversidad y en el cambio climático. ¿Habéis tratado este tema o consideráis que no es adecuado?
Posteriormente, en una de las numerosas intervenciones a través de las cuales cuestionó a los presentes, la reina sorprendió también con una crítica a las expectativas de las renovables, constantando lo que es ya una apreciación social creciente, de que las renovables no son lo que nos están vendiendo (min. 54 aprox.):
Sobre el escepticismo también te iba a preguntar, y también ese descreimiento creciente, que en el mismo periódico están personas leyendo cuestiones sobre cambio climático pero luego leen los problemas que está habiendo, por ejemplo con lo de la energía eólica, que todo el mundo lo vincula. Entonces están viendo todos los problemas que está habiendo con los distintos fabricantes, no sólo españoles, con los molinos, con el tema también de la contaminación paisajística… hay hasta películas. Es decir, en la población, en la sociedad, en el ciudadano, no sé vosotros pero yo detecto que hay un cierto descreimiento en ese sentido. Es decir, ahora estamos todos enfocados en que hay que evitar el cambio climático, el calentamiento… la biodiversidad hay que conservarla, pero a la vez las renovables no están resultando como todos creían.
Posteriormente la reina sacó a relucir la cuestión de la moda «rápida» (ultrabarata y casi de usar y tirar), exponiendo con claridad la dificultad de plantear que la gente en peor situación económica opte por camisetas de 30 ó 15 euros en lugar de las de 1 euro que les ofrecen ciertas cadenas de moda. Después de algunas intervenciones de los presentes sobre el asunto, retomó la cuestión comentando que «[…] el consumo tiene implicaciones que van mucho más allá de lo que podemos debatir en esta mesa, lo que significa y cómo enfocamos ese descenso del consumo, qué significa ese decrecimiento, desvinculándolo de la inflación y del PIB», demostrando que considera obviamente necesario y de sentido común dicho decrecimiento y que sus dudas se centran en la dificultad de acometer este proceso de una manera adecuada y ordenada.
Es decir, la ciencia nos dice que nos jugamos nuestra propia extinción pero el ministro quiere «rebajar el nivel de preocupación» y afirma que lo que lleva al Decrecimiento son «cosas que no sabemos», quizás negando así el Principio de Precaución, un principio inscrito en la legislación europea y que por tanto no debe ser pasado por alto por ningún gobierno de la UE. Según el ministro, desde los tiempos de Malthus (de quien da a entender que era «catastrofista», aunque básicamente su argumentación fuera correcta y sus predicciones fallaran por no tener en cuenta el efecto temporal que tendría la explotación de la energía fósil) hemos superado «dificultades enormes» del nivel del cambio climático o del agotamiento de los recursos, cosa que es totalmente falsa, porque jamás —y nos podemos remontar a los albores de la especie— nos hemos enfrentado a una amenaza de escala comparable al caos climático que pusimos en marcha precisamente en aquellos «tiempos de Malthus» (principios del s. XIX), por medio de la industrialización y de la persecución del crecimiento a toda costa. Quizás entre dichos «catastrofistas» incluya el Sr. Escrivá al Papa Francisco, al Secretario General de Naciones Unidas o al conjunto de investigadoras e investigadores del IPCC. Además, con sus palabras Escrivá se demuestra creyente en el postulado anticientífico de que se pueden reducir las emisiones que nos están empujando a la extinción de toda la vida sobre la faz de la Tierra, sin que el consumo decaiga, es decir, el mito del desacople entre PIB y energía. Es decir, se atreve a contraponer a las dudas de la reina Letizia legítimamente basadas en argumentos científicos, una creencia basada únicamente en la fe (hegemónica, eso sí) de la mayoría de la profesión (no científica) de la Economía (apenas una escuela económica entre muchas, la dominante del marginalismo neoclásico).

Ante la insistencia de la reina en plantearle la existencia de «esas teorías» del Decrecimiento, el ministro escaló su contundencia y le respondió: «Perdón si sueno un poco soberbio pero a mí me parecen, como profesional, como investigador, me parecen de una debilidad de fundamentos extrema. Quiero ser rotundo». Sin embargo su rotunda opinión no parece ser compartida por la Comisión Europea, cuando acaba de otorgar una financiación de diez millones de euros a uno de los equipos de investigadores mencionado por la reina (del ICTA de Barcelona con Kallis, Steinberg, Hickel y otros al frente), y anteriormente otro millón al equipo del Post-growth Innovation Lab de la Universidad de Vigo (liderado por Mario Pansera), o cuando financió avanzados modelos científicos, como el MEDEAS o el LOCOMOTION —desarrollados por investigadores punteros desde España, algo que debería conocer y poner en valor un ministro del gobierno español—, para poder planear una correcta Transición Energética en Europa y cuyas conclusiones apuntan sin lugar a dudas a la necesidad de decrecer, por poner sólo algunos ejemplos que demuestran que tal «debilidad de fundamentos» no es en absoluto compartida ni siquiera a nivel de instancias de gobierno europeas. Dichas instancias albergaron recientemente, por cierto, una conferencia internacional que hablaba sin ambages de decrecimiento y de poscrecimiento, conferencia que contó con alguien que suponemos conocido para nuestro digitalizador ministro, la presidente de la Comisión, la señora Ursula von der Layen. Lo que carece de fundamento parece ser, pues, la contundencia y la soberbia de Escrivá. ¿Nos quiere decir el Sr. ministro que la Comisión Europea está financiando con tal generosidad a cuatro pelagatos «catastrofistas», o será más bien que la más alta instancia de gobierno europea va reconociendo que la imposibilidad física de continuar con el crecimiento nos sitúa ante una terra ignota que urge explorar de la mano de nuestros mejores talentos científicos?
Dice que el decrecimiento «no es una teoría falsada, en términos de Kuhn». Bien, esa terminología no es de Kuhn, sino de Popper (vamos, que no es de los sesenta, sino de los treinta, para que nos hagamos una idea de lo al día que está el ministro). Además, para Popper, que una teoría «no esté falsada» no es en principio ningún problema (sí sería un problema, para Popper, que no fuera falsable; el problema real, dicho sea de paso, es el de especificar qué significa que una teoría sea o deje de ser falsable). En cualquier caso, estaría bien que Escrivá nos explicara a qué viene esta pontificación, este certificado de calidad científica en referencia al último grito en filosofía de la ciencia. Se trata de un detalle sin importancia, desde luego, pero da cuenta del nivelazo que se gastan por esos predios.
Por tanto, según señala Arias, el ministro dijo lo contrario de lo que pretendía decir, pues «para Popper, una teoría no falsada es una teoría que tenemos motivos para aceptar». Su recurso a una terminología errónea le sirvió para fingir que usaba alguna clase de estándar de cientifidad, envuelto en el ropaje de su falacia de autoridad como «profesional e investigador», cuando el único argumento real que puso sobre la mesa fue que el Decrecimiento no es mayoritario entre los economistas, lo cual supone apenas un dato estadístico que no anula la validez de los postulados sobre los que interrogaba doña Letizia.
Finalmente, el comentario con el que el ministro zanjó su intervención criticando que el pesimismo económico «vende muy bien» en los medios, fue finalmente replicado con cierta sorna por la reina, que cabe recordar ejerció como periodista en numerosos medios antes de entrar a formar parte de la familia real, cuando se dirigió a sus ex-colegas presentes diciendo: «[…] no compréis cosas pesimistas». Pero precisamente uno de los papeles fundamentales del cuarto poder en una democracia consiste en denunciar los falsos optimismos y las políticas equivocadas de quienes nos gobiernan. Por si esto fuera poco, el momento histórico que vivimos a causa del caos climático —cuya excepcionalidad no se cansaron de señalar todos los participantes en el seminario de la Fundación del Español Urgente— convierte el papel de las y los periodistas en aun más trascendente que el de la propia gente de ciencia, tal como señaló el científico y divulgador Xavier Soler en una entrevista concedida en 2021 a la radio pública española.
Sin duda muchos nos quedaremos pensando en lo interesante que hubiese sido este diálogo abierto por la reina Letizia si en lugar de ser José Luis Escrivá el economista en la sala, hubiese sido su hasta hace poco compañero de Consejo de Ministros, Alberto Garzón, el representante del gobierno español que diese respuesta a sus inquietudes, o incluso la viceministra Teresa Ribera, quien pese a no ser economista —o quizás gracias a ello— demuestra una mejor comprensión de la amenaza existencial a la que nos enfrentamos.
Monárquicos, republicanos o libertarios, identificados o no con España, quienes nos dedicamos a la divulgación social de estas cuestiones no podemos por menos que alegrarnos al conocer estas preocupaciones de una figura de la relevancia mediática de Letizia Ortiz. Ser críticos con la institución de la que forma parte, y reconocer que no es precisamente un ejemplo de prácticas decrecentistas, no debe impedirnos darle las gracias por su contribución en la difícil tarea de romper un muro mediático en torno a un concepto que sigue siendo uno de los mayores tabúes en el debate político y social. Simplemente por haber hecho de ariete, por haber abierto una grieta más con sus pertinentes intervenciones en un acto público, ya merece nuestra enhorabuena. La reina no deja de ser también una ciudadana cuyos necesarios cuestionamientos son también los nuestros y los de sectores cada vez más amplios de la sociedad. Nadie puede negar la relevancia de que no sólo haya cuestionado el tratamiento mediático y judicial que se les da a las personas que realizan activismo por el clima (por nuestra supervivencia, en realidad, incluida la de sus hijas Leonor y Sofía), sino que también haya servido para dejar en evidencia la pseudociencia económica representada por ministros como José Luis Escrivá. Porque son ese tipo de (ir)responsables políticos quienes, con su expresa y negacionista falta de preocupación pese a las alertas de la abrumadora «mayoría de la profesión» científica y con su obcecación en el inviable continuismo de un modelo económico crecentista absolutamente dependiente de la quema continuada de combustibles fósiles, nos están dirigiendo a todos hacia un desastre irreversible.
[Artículo actualizado el 1 de diciembre para incluir la pregunta que la reina le realiza al comienzo de su intervención al ministro Escrivá, dando por supuesto que será «bioeconomista», y que el ministro le deja sin responder.]

¡Genial!
Excelente artículo, muy bien hilvanadas la secuencia de las intervenciones surgidas de la consulta de la reina Letizia, la que generó un cierto aire de evidente nerviosismo entre los asistentes de la sala. Es importante seguir escribiendo sobre decrecimiento para que este se inicie urbi et orbi de una buena vez porque estamos atrasadísimos.
Hace un tiempo tropecé con un artículo de 2022 de David Trueba en El País con motivo del fallecimiento de la reina Isabel II de Inglaterra. Venía a decir que el éxito de esa monarquía, la salvaguarda de la institución, era el situarse por encima de la polémica partidista, su neutralidad. Los gestos pseudoecologistas de su hijo, hoy Carlos II, no tiene parangón con la proyección ciudadana que de la monarquía ha hecho la reina Letizia al mojarse de verdad en este tema, que habrá dejado a más de uno preocupado, quizá a su marido, por haber descendido al barro de la realidad acuciante.
El republicanismo no se refunda con esta intervención, pero la figura de esta mujer gana enteros.
Gracias por la excelente exposición del artículo.
Hola.
El artículo me parece bueno y agudo.
Si nos remitimos al pensar de Hall (1993, Policy paradigms , social learning, and the state: The case of economic policymaking in Britain. Comparative Politics 25(3): 275-296) o al de Hubert Buch-Hansen y Martin B Cartensen (2021, Paradigm and the political economy of geopolitical projects: Green growth and degrowth compared. Competition & Change 0(0) 1-20), no cabe duda de que, muy a pesar de los inconvenientes que ponga el ministro Escrivá encima de la mesa, el papel que puede jugar la reina, no solo ahora, sino en un futuro que ya es casi presente, es importantísimo. Cambiar el paradigma existente del crecimiento continuo y sus consecuencias, harto conocidas por mucho que las pinten de verde, forma parte necesaria del juego.
Y de no ser así y admitiendo que su parecer se ajusta a lo que dice en el debate y que piensa, tal como se destaca en el artículo, que «[…] el consumo tiene implicaciones que van mucho más allá de lo que podemos debatir en esta mesa, lo que significa y cómo enfocamos ese descenso del consumo, qué significa ese decrecimiento, desvinculándolo de la inflación y del PIB», ¡qué triste y contradictoria debe ser para ella la vida que ha elegido!
(Y lo digo desde la experiencia propia, siempre ligada al mundo de la productividad, la competencia y el crecimiento)
Un abrazo
Efectivamente, es fundamental el papel que personas con un sentido crítico (dejando aparte su mayor o menor coherencia personal, cuestión que siempre es un proceso para todos nosotros, aunque unos nos situemos en un punto más previo y otros más avanzado, y allá pasos adelante y pasos atrás) y gran alcance mediático puede jugar (están jugando ya) en la batalla cultural. Muy significativamente, en La Ser llamaban a la reina por estas intervenciones «influencer cultural».
Y no sólo en la batalla «por el relato» decrecentista y para entender la Transición Energética de otra manera (la manera necesaria). También las simpatías que clara aunque implícitamente expresó por los y las activistas crucificadas por los medios o por la Fiscalía, tiene un gran valor, sobre todo en los procesos actualmente abiertos.
Desde aquí es necesario recordar el caso de Coline Fay #FreeColine, que se expone ahora mismo a una condena brutal en Senegal: https://rebellyon.info/Coline-Fay-militante-Francaise-25425
Todo apoyo es bienvenido, en definitiva, sobre todo cuando tenemos tanto en contra.
Creo que sería una magnífica idea que los organizadores invitasen a la reina Letizia al Congreso de Decrecimiento y Economía Ecológica que tendrá lugar en Pontevedra en junio del año que viene, incluso para que lo inaugure. Con independencia de lo que piense cualquiera de la monarquía, es innegable que su presencia aseguraría una presencia mediática que multiplicaría de manera muy importante la repercusión que sin ella podría alcanzar al evento. Y si lo que queremos es que durante esos días se hable de Decrecimiento en toda Galicia y en toda España, podría ser una baza inigualable: https://esee-degrowth2024.uvigo.gal
Más información sobre el caso Coline Fay:
Al hilo de tu reflexión, que el peón se convierta en reina ocurre a veces, pero si la reina se convierte en peón, entonces es un “acontecimiento”
En el peor de los casos ayuda a conjurar las contradicciones
En el mejor, el cambio de paradigma avanza
Muchas gracias por el texto, la completísima crónica del suceso con todos sus añadidos y explicaciones teóricas me ha servido mucho porque me saca del mero meme y me lleva a entender el asunto en su complejidad.
La cuestión que que a mí me asalta: qué pasará ahora ?
Es innegable la importancia de que alguien con una voz mediática tan potente como D Leticia se haya pronunciado sobre el tema d nuestro tiempo. Pero qué pasará ahora… Está claro que no se trata de una monarca convencional en ningún sentido y creo que en todos ellos es para bien. Su formación, su curiosidad intelectual e incluso su impredecibilidad, la convierten en mucho más que alguien cumpliendo protocolos.
Pero yo me pregunto si podrá volver a incidir públicamente en esta cuestión; si recibirá presiones de su entorno o si verdaderamente puede «mover» donde quiera
Creo que sería un gran momento para directamente invitar a la reina a todo tipo de eventos científicos en que se trate sobre el Decrecimiento…
Y también ofrecerle material de estudio para que pueda seguir. Me dio la impresión de que estaba realmente interesada en el asunto y si es así llegará un momento en que pensará lo que hemos pensado todos cuando nos hemos iniciado en esa temática: qué hacer, por dónde tiramos , qué hacer con más contradicciones vitales
(que siempre parece lo más difícil y sin embargo sí que tenemos mucho material para ofrecer, material que nos saca de la preocupación para centrarnos en ocuparnos de hacer lo que nuestro tiempo requiere.)
Esas herramientas son valiosas para todos nosotros porque nos ayudan a salir de la resignación, a tejer redes con otras personas, a asumir nuestras contradicciones e intentar minimizarlas en una vida más consecuente con lo que pensamos y sabemos….. Lo que intento decir es que todo eso a ella de manera individual también le servirá saberlo y sería bueno para todo el colectivo, precisamente por el altavoz que ella puede suponer para todas estas ideas y los beneficios tan enormes de que de pronto muchas personas que no sabían nada escuchen hablar del decrecimiento. El camino de un mundo más justo, que todos sabemos que pasa por reducir el consumo, implica la enorme necesidad de información buena en manos del mayor número de población posible.
Tiene castaña que sea quien es la que plantee que: … «‘desarrollo’ y ‘sostenible’ ya no puede ser». Si en una próxima reunión de vasallos pregunta si el capitalismo destrozará la tierra para el 2050, citando al grupo de científicos que recién lo han proclamado, quizás habrá que cambiar el chip republicano.
No estaría de más enviarle a Letizia algún ejemplar de la Revista 15-15-15. Por si se acepta la sugerencia: Dª Letizia Ortiz Rocasolano. Palacio de La Zarzuela. Carretera de El Pardo s/n. 28071 Madrid.
Gracias por la sugerencia, Antonio. Sí, la verdad es que quizás tenga interés por leernos.
Apuesto a que a la Reina no le apetece en absoluto que su hija Leonor viva en una España desértica, que es hacia lo que vamos, reine o no sobre dicho desierto. Reina o no, es una madre que ve tambalearse todas las certezas sobre el futuro de sus hijas.
No hay nada mas desigual, injusto e insostenible que la monarquía
Pero aquí la cuestión no creo que vaya exactamente sobre la institución en sí sino sobre la repercusión que puede tener en la opinión pública. Y cómo esa repercusión puede resultar tremendamente positiva para la difusión del verdadero tema de nuestro tiempo, el declive energético. Creo.
Pues para mi conseguir la República es por lo menos tan importante como combatir el cambio climático
Para que quieres una republica si estamos todos muertos
Hola!
Y qué tal invitar a D Leticia a una siguiente #Beyondgrowth?
Un abrazo
Creo que en este caso la cuestión no va de preferencias. Va simplemente de la conveniencia de que
se difundan las evidencias científicas que sustentan las ideas en torno al declive energético que pueden hacer todo algo más llevadero, desde la toma de conciencia a las acciones individuales e institucionales . No estoy de acuerdo en que sea tan importante lo de una república. Puedo entender que por ética y por estética para algunos puede resultar más que deseable,en el caso de la gente libertaria este cambio no significaría demasiado. En el asunto que nos ocupa sobre el decrecimiento lo más probable es que las las funciones del Estado vayan perdiendo fuelle.
No parece lo más importante lo de la jefatura del Estado. Más preocupante es la cultura conductual de la población, en que se puede o no cimentar el conocimiento que alberguemos y cómo lo manejemos a fin de adaptarnos a los cambios…
Además, aunque pueda simpatizar en parte con lo que dices, hay que tener en cuenta que el problema de la crisis civilizatoria, en que el caos climático es una pata más , es global. El asunto de la disrupción climática es un problema
físico, planetario, al que como animales culturales podemos hacer frente en muy buena medida alimentando los cambios en el estilo de vida que ayuden a mitigar el desastre y a construir el mundo nuevo. Una república en sí no garantiza el cambio cultural que necesitamos. Creo
La Sexta se une al revuelo mediático causado por la reina: ¿Qué plantea la teoría del decrecimiento económico que ha sacado a debate la reina Letizia? Responde Turiel
Como bien nos ha hecho ver Marcos Rivero, la pieza de la Sexta se trata de una tergiversación que quiere hacer pasar el Decrecimiento como «crecimiento verde».
Medios religiosos haciéndose eco de la polémica: https://www.religiondigital.org/opinion/COP28-reina-Leticia-decrecimiento-economico_0_2620237961.html