(Primera parte de la traducción, realizada con permiso, de la trascripción del episodio nº 27 del podcast The Great Simplification, dirigido por Nate Hagens. Traducción de Manuel Casal Lodeiro.)
Estáis escuchando The Great Simplification, con Nate Hagens, un servidor. En este programa intentamos explorar y dar significado a lo que está sucediendo con la energía, la economía, el medio ambiente y nuestra sociedad. Con la participación de gente de ciencia, experta y líderes en sus campos, este espacio pretende contribuir a una comprensión a vista de pájaro de la manera en que encajan todas las piezas, hacia dónde nos dirigimos y lo que podemos hacer como sociedad y como individuos.
Una de las razones por las que lo bauticé como La Gran Simplificación es la constatación de que la larga trayectoria de sociedades humanas que resuelven sus problemas mediante la suma de más energía se va a revertir a lo largo del presente siglo. Disponer de más energía permite una mayor complejidad, y menos energía implica una simplificación de los procesos, de los estilos de vida y de las expectativas sociales y personales.
Hoy tengo conmigo a un renombrado arqueólogo, Joseph Tainter, a quien quizás se conoce mejor por su libro The Collapse of Complex Societies, donde dibuja la historia de la organización social humana y su acceso a excedentes energéticos. Joe y yo debatimos la diferencia entre complicado y complejo, los principales hallazgos de toda su carrera como investigador acerca de este asunto y sobre los posibles caminos que tenemos ante nosotros.
La cuestión que subyace a todo esto es: ¿cómo podrían las culturas humanas resolver o mitigar los problemas con menos energía excendentaria? Espero que disfrutéis y aprendáis de esta charla, otro diálogo fundamental con el profesor Joseph Tainter.
Joe Tainter ha sido profesor en la Universidad del Estado de Utah en el departamento de Medio Ambiente y Sociedad desde 2007, al frente del mismo entre 2007 y 2009. Su estudio acerca de los motivos por los que las sociedades colapsan le llevó a investigar en sostenibilidad, especialmente las cuestiones de la energía y la innovación. También ha realizado investigaciones sobre conflictos por el uso de la tierra y la respuesta humana ante el cambio climático. Es autor de varios libros, entre ellos The Collapse of Complex Societies y Drilling Down: The Gulf Oil Debacle and Our Energy Dilemma.
NG: Hola, Joe. Me alegra verte.
Joseph Tainter: Sí, a mí también.
NH: La última vez que te vi en la pantalla fue en la película de Jeff Bridges realizada por Susan Kucera en la que salíamos tú y yo. Y la última que te vi en persona —no sé si te acordarás— fue en 2006, en una conferencia sobre energía y medio ambiente, que organizábamos Max Christian y yo en Washington, D.C. Tú eras el conferenciante de última hora de la tarde junto con el gobernador Schweitzer. Y aquí estamos ahora, 16 años después, y el mundo sigue sufriendo de la misma ceguera ante la cuestión energética.
JT: Sí, y sin una solución a nada de eso. Al menos no una solución sencilla.
NH: Tú llevas un montón de tiempo reflexionando sobre estas cuestiones, escribiendo y dando clases. Tenemos mucho que tratar porque eres uno de los muchos iconos en este campo de los que he aprendido yo mismo y gente de mi entorno. ¿Cómo empezaste a interesarte personalmente en la energía y las sociedades complejas, el asunto del colapso? Escribiste tu obra The Collapse of Complex Societies en 1988, creo. Ya han pasado más de 30 años. ¿Cómo te empezaste a adentrar en esto?
JT: Bueno, mi bagaje es el de arqueólogo. Siempre he sido un enamorado de la arqueología y de la historia, del estudio del pasado. Y después está el hecho de que mi titulación es en Arqueología. Una de las grandes preguntas en la arqueología siempre ha sido cómo y por qué las sociedades humanas crecen desde los simples recolectores y cazadores, pequeños grupos enormemente móviles, hasta las grandes sociedades complejas que tenemos hoy día. ¿Cómo y por qué ha sucedido eso?
Es algo que siempre me ha interesado. Tal vez haya realizado unas pequeñas contribuciones a esa cuestión en mi propia investigación arqueológica en el Medio Oeste y el Sureste norteamericanos. Pero una de las preguntas que ha resultado más complicada de responder es por qué razón la sociedad compleja parece tender periódica u ocasionalmente hacia el colapso. Pensemos en los casos más famosos, como el colapso del Imperio Romano de Occidente, o el de la civilización clásica Maya.
Es un tema que me lleva tiempo interesando, un tema muy importante. Yo ya había escrito algunas cosas menores sobre ello, pero pensaba que no tenía aún suficiente información, en realidad, para escribir mis propias aportaciones al tema. Entonces, un día, fue en realidad en 1983 cuando comenzó este proyecto, estaba en mi despacho leyendo acerca de algo totalmente diferente. De hecho estaba con unas lecturas sobre ecología, relativas al forrajeo animal.
Los autores daban una explicación económica para el forrajeo. Y de pronto me di cuenta de que lo que estaban describiendo se podría aplicar también a la comprensión de la razón por la cual las sociedades colapsan. Tenía que ver con los costes y beneficios de los diversos tipos de estrategias.
La estrategia humana durante, quizás, los últimos 5.000 años, por lo menos, ha sido la de crecer en complejidad para resolver los problemas. Me di cuenta de que comprender por qué colapsan las sociedades —lo que quiere decir por qué de pronto pierden complejidad— era justo la otra cara de la moneda de comprender cómo y por qué aumentan su complejidad. Las ideas que desarrollé tienen que ver o se pueden aplicar tanto al incremento de la complejidad como al colapso. Esa es la respuesta, no muy breve, a tu pregunta de cómo acabé trabajando en este asunto.
NH: Simplemente por curiosidad… y vamos a adentrarnos luego en profundidad en todo lo que acabas de explicar… en tu primera etapa en la arqueología, has dicho que hiciste algún trabajo en el Medio Oeste. ¿Estuviste excavando en yacimientos arqueológicos o era más bien excavar en las bibliotecas en plan académico?
JT: No, estaba en la escuela de posgrado de la Universidad del Noroeste, que tenía un programa de campo en la parte baja del Valle de Illinois. Por aquel entonces había allí excavaciones en curso. Trabajé en un par de ellas. Pero como estudiante, no estaba al cargo de esas excavaciones, sino alguien del profesorado. Pero sí, hice trabajo de campo en el Medio Oeste.
NG: En otra vida, a mí me hubiera encantado hacer ese tipo de trabajo. Aquí donde vivo, en el norte de Wisconsin, bajaban los glaciares y puedes encontrar ágatas que tienen mil millones de años. Y también puedes encontrar estromatolitos y cianobacterias fosilizadas hace dos mil millones de años en los antiguos océanos. Creo que es fascinante poder tener en tus manos algo que estuvo vivo hace tantísimo tiempo. Siempre he tenido ganas de poder tocar un esqueleto de prehomínido o algo así. Pero, por supuesto, están todos bien protegidos en los museos.
Pero bueno, no sabía lo de que te habías topado con la teoría ecológica del forrajeo óptimo. ¿Podrías explicarnos… [porque] otra gente de ciencia y de la Academia utilizan diferentes términos, energía neta, TRE o retorno energético… [y] tú utilizas el término ganancia energética… podrías explicarnos qué es la ganancia energética y cuál es su importancia?
JT: Sí, por supuesto. Se necesita energía para conseguir energía. Lo que cuenta es cuánto consigues a cambio de lo que inviertes. Ahora, a esto nos podemos referir con una variedad de términos. Por ejemplo, ganancia energética. También retorno energético sobre inversión, o retorno energético sobre energía invertida. Es lo que se suele representar con el acrónimo [en inglés] EROI [NdT: en castellano se usa TRE, Tasa de Retorno Energético]. Suena como una palabra sacada del griego arcaico, pero de hecho se refiere a la situación a la que nos enfrentamos hoy día.
NH: El origen de esto está tomado de los animales, ¿verdad? Los animales tienen una recompensa y si no consiguen suficiente energía… tu escribiste acerca de las colonias de castores y la complejidad. Los seres humanos también somos animales, ¿no? Y construimos sociedades que gradualmente se van haciendo más y más complejas. Pero estamos sometidos a las mismas tendencias naturales y leyes naturales con respecto a la energía.
JT: Así es, correcto.
NH: [Vayamos con] tu libro, The Collapse of Complex Societies [El colapso de las sociedades complejas], escrito en 1988. ¿Puedes definir la palabra complejas en este marco, y en qué se diferencia complejo de complicado? Creo que hay mucha gente que confunde ambos términos.
JT: Pues la complejidad, tal como yo la abordo, tiene dos dimensiones, que yo denomino estructura y organización. La estructura de una sociedad y la organización de una sociedad. La estructura de una sociedad consta de todas sus partes, pedazos y cosas que la conforman. Esto puede incluir roles sociales, cargos o empleos, tecnologías, aspectos de nuestra economía, aspectos de nuestro modo de vida… Las cosas que usamos cada día.
Estas cosas son las que yo llamo la estructura de una sociedad. Pero para que esto conforme un todo funcional, para hacer que todo esto se convierta en una sociedad se requiere organización. La organización es lo que hace que las partes funcionen de una manera conjunta. La complejidad consiste en estructura más organización. Los incrementos en complejidad significan que la estructura y la organización han crecido. Que la sociedad se ha hecho más diferenciada, digamos, en sus roles sociales, en los puestos burocráticos, en las tecnologías…
A medida que todo esto aumenta, ese es uno de los aspectos del incremento en la complejidad. Pero también se necesitan incrementos en la organización para hacer que una sociedad compleja funcione. El incremento en la organización significa incrementar los controles sobre el comportamiento. Así que el comportamiento se constriñe y se canaliza en ciertas direcciones. Esto es lo que quiero decir cuando hablo de complejidad. Consiste en incrementos en la estructura y en la organización.
¿En qué difiere eso del término complicado? En la manera en que utilizamos el término, en que yo la utilizo y algunos de mis colegas la utilización, la complicación se referiría a un cambio en la estructura de una sociedad o de una actividad o una tecnología pero sin un cambio en la organización. Yo he empleado algunos sucesos para ilustrar esto en un libro que escribí con Tad Patzek hace unos años. En ese libro ilustraba el asunto con un episodio de las fuerzas armadas de los EE. UU. cuando llegaron al Norte de África en noviembre de 1942. Bien, cuando hicimos aquello era algo completamente nuevo para nosotros [los EE. UU.].
Nunca antes habíamos puesto en marcha una operación masiva militar como aquella al otro lado del océano. Ya desde el principio, es que ni siquiera sabíamos muy bien lo que estábamos haciendo. Un ejemplo de esto es que a medida que los elementos militares, el material militar, llegaba a los muelles en la Costa Este, se iba cargando sin más, al tuntún, en los barcos. Entonces, el antropólogo Julian Steward que estaba intentando describir la complejidad desde hacía muchos años, apuntó —y esto es lo que me llevó a interesarme por este ejemplo histórico— que para los desembarcos en África del Norte, embarcamos desde los EE. UU. 500.000 tipos diferentes de artefactos militares.
Fijémonos en la cifra: 500.000 tipos diferentes de artículos, cosas, artefactos. Esto podría incluir armas, uniformes, montones de otras cosas, botas, cascos… todas las cosas que necesitas para llevar a cabo una gran operación militar. Mandamos 500.000 tipos diferentes de cosas a África del Norte.
Puedes ver eso y decir: «Vale, eso es un sistema complejo». Pero no, no lo es. En realidad no es un sistema complejo, sino complicado, porque estaba desorganizado. Carecía de organización. Como acabo de decir, los cacharros se cargaban al azar en los barcos, que no es la manera en la que se supone que debes cargar un barco para una campaña militar. Los barcos se cargan en lo que se llama orden inverso, en el que los artículos que se van a necesitar de últimos se cargan los primeros. Y los que vas a necesitar primero nada más atracar, están justo en la cima, y los puedes encontrar a la primera. Como nunca habíamos hecho algo tan lejos como el Norte de África en 1942, pues nunca habíamos hecho propiamente una carga de equipamiento militar así. Los barcos se habían estado cargando al tuntún. Lo que esto significó fue que para encontrar cualquier cosa, simplemente había que descargarlo prácticamente todo. Este es un ejemplo de un sistema que era complicado, pero no complejo.
Lo que sí lo hubiera convertido en complejdo hubiera sido añadirle organización, la cual habría consistido en lo que se llama una carga de combate. Y esto es, en definitiva, lo que quiero decir con una diferencia entre complejo y complicado.
NG: Vale, o sea que la diferencia es que lo complejo requiere organización además de la estructura que ya existe. ¿Quiere decir esto que un sistema complejo es más eficiente con respecto a la energía?
JT: No. Este es uno de los retos, que los sistemas complejos tienden a tener costes metabólicos más altos. Esto es, que tienen costes energéticos mayores. Si haces la comparación adecuada entre los extremos opuestos, ¿qué costaba mantener una sociedad cazadora-recolectora hace 300.000 años? Si mides eso en términos de calorías, no son muchas. Es básicamente poco más que el metabolismo humano de un puñado, o puede que un par de docenas de personas.
Compara esto con los miles de kilocalorías que cada individuo en nuestra sociedad utiliza hoy día para mantener la complejidad. La complejidad siempre tiene un coste. Y al final, el coste es energía. Ahora bien, no nos damos apenas cuenta de esto en la actualidad. No se nos ocurre porque para nosotros, los sistemas complejos parece que son gratis. Pagamos por ello con los combustibles fósiles. Pero en el pasado, un incremento en la complejidad de una sociedad quería decir que la gente tenía que trabajar más duro, así que siempre había constricciones contra el crecimiento en términos de complejidad porque la gente se daba cuenta de lo que costaría esa complejidad. Que crecer a una sociedad más compleja sería costoso.
A medida que las sociedades antiguas se metieron en campañas de conquista y se fueron haciendo ellas mismas más complejas, empezaron a exigir más y más impuestos de su población de soporte, que básicamente estaría compuesta de campesinos. La complejidad tiene siempre un coste metabólico.
El incremento en la complejidad de una sociedad implica que se necesita más energía para soportar esa sociedad. Bien, en términos del largo plazo en la evolución de las sociedades humanas, esto nos lleva a una cuestión fundamental: ¿por qué las sociedades humanas siempre incrementan su complejidad? Si hacerse más complejos nos cuesta más, ¿por qué motivo no nos quedamos en simples grupos de cazadores-recolectores?
Bueno, pues la respuesta que yo he propuesto es que la mayoría de las veces, la complejidad se incrementa para resolver problemas. Dicho con otras palabras, podríamos desarrollar nuevas tecnologías para resolver un problema. Podríamos desarrollar nuevos tipos de estructuras sociales para resolverlo. Podríamos incrementar el tamaño de una burocracia para hacerlo. Podríamos hacer que el gobierno pusiese en marcha nuevos tipos de programas para resolver ese problema.
Todo esto son incrementos en la complejidad y es lo que se hace para resolver problemas. Así que el enfoque que utilicé para comprender la evolución de la complejidad en la historia humana y también los colapsos que a veces suceden en las sociedades humanas, se centró en la evolución de la complejidad como manera de resolver problemas.
NH: Permíteme enmarcar esto que dices en un contexto moderno. El ciudadano medio en los EE. UU. consume unas 2.000 calorías al día, pero nuestro [consumo] exosomático, o sea, la cantidad de energía que utilizamos fuera de nuestros cuerpos, está en torno a las 200.000 kilocalorías al día. Tenemos una varita mágica exosomática de casi 100:1 que podemos ver como una parte invisible de esta sociedad compleja. [NdT: Hagens usa indistintamente calorías y kilocalorías como términos equivalentes, porque está empleando en el primer caso el término nutricional «caloría», no el energético. Ese tipo de caloría, también llamado «gran caloría» o «caloría nutricional» se representa por la abreviatura Cal —con mayúscula— y equivale a 1.000 cal (energéticas) = 1 kcal.]
Pero lo que estás queriendo decir es que, dado que la mayoría de eso procede del subsidido que obtenemos por nuestra extracción de hidrocarburos fósiles y sólo pagamos el coste de su minería, y no el coste de creación ni la polución… eso, en el pasado, hubiera implicado un desincentivo para complejizarnos demasiado, porque sin disponer de los combustibles fósiles como subsidio, habríamos tenido que trabajar mucho más y habría habido un tope natural y un incentivo negativo a la hora de complejizarnos demasiado rápido porque habría significado que tendríamos que trabajar 80 horas a la semana y quedarnos sin ocio o música o narración oral o lo que fuera. Sin haber dispuesto de un premio gordo exosomático en forma de combustible con gran ganancia energética, había un tope natural al grado de complejidad que podíamos alcanzar, ¿es eso?
JT: Sí, es correcto. No habría habido mucho más de 2.000 calorías por persona al día. Eso no es el máximo que puede producir una sociedad agrícola, pero se le acerca mucho. En el pasado, el 90% de la población humana se dedicaba a la producción de energía, a través básicamente de la agricultura.
Esto quiere decir que sólo nos queda el 10% de la economía y de la sociedad para cosas tales como la educación, la formación, la especialización, el aprendizaje, el desarrollo de nuevas tecnologías, la innovación… Todo eso tenía que salir de algo así como el 10% de la población y también del 10% de nuestros presupuestos energéticos. Así que sí, el incremento en la complejidad requiere mayores costes energéticos per capita. Pero esto parece suceder regularmente por medio de la resolución de problemas.
NH: ¿Qué es primero? ¿Cuál es el huevo o la gallina en esta historia de la ganancia energética? ¿Es la complejidad? ¿Son los problemas o es el acceso a una ganancia energética?
JT: Ha habido ocasiones en la historia humana en las que el acceso a una ganancia energética ha permitido a las sociedades humanas hacerse más complejas. Y nos parece que esto es lo normal porque nos encontramos en un periodo de ese tipo en la actualidad, con nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
Es por eso que nos parece normal, que ha sido esa la norma en la evolución humana. Pero, de hecho, es sumamente anormal. Ha sucedido en la historia humana sólo unas pocas veces y nunca ha durado mucho tiempo. Podemos pensar en el caso quizás más famoso, cuando la gente se empezó a centrar en la agricultura intensiva, y eso les proporcionó a las poblaciones humanas una ganancia energética per capita a corto plazo.
Pero entonces la agotamos rápidamente al desarrollar comunidades sedentarias, al tener más hijos, al tener más descendencia que sobrevivía porque tenían más calorías con las que alimentar a más gente. Todo esto encaja en nuestro concepto de por qué pensamos que la complejidad ha aumentado en las sociedades humanas. Tenemos la tendencia a pensar de que ha crecido porque hemos trabajado más y hemos sido innovadores. Pero, de hecho, como ya he indicado, esas ocasiones son raras en la historia humana. La mayor parte del tiempo, a lo largo de la historia humana, la complejidad crece para resolver problemas.
NG: He visto un tuit de un amigo mío esta mañana, Paul Maidowski, en el que decía: «La evidencia empírica muestra que los individuos pueden tomar decisiones, pero no así las especies. Al final, una especie elegirá de manera irracional el camino hacia el acceso más fácil a la energía.» ¿Estás de acuerdo con esto o qué pegas le pondrías?
JT: Sugerir eso es muy simplista. Uno podría incluso cuestionar la idea de que los humanos tomamos decisiones. Hay un trabajo muy interesante en marcha sobre imágenes de la actividad cerebral y estudios del cerebro. Lo que está mostrando es que incluso la socialización más temprana provoca que se formen sinapsis en el cerebro humano siguiendo determinados patrones, que permanecen a lo largo de toda la vida del individuo. La formación de estas sinapsis condiciona lo que la persona va a ser, en quién se va a convertir, cómo va a pensar, qué valores tendrá.
Todo esto lleva a la cuestión siguiente: «Vale, entonces ¿qué grado de libertad de elección tenemos los humanos?» Hay un viejo debate entre naturaleza y crianza [nature vs. nurture]. ¿Estamos cableados a priori los humanos por la naturaleza, o nos convertimos en quiénes somos por medio de la crianza, la educación, la socialización?
Bien, pues los estudios de imágenes cerebrales están demostrando que, de hecho, esto es una falsa dicotomía. Nuestro cableado surge, en esencia, a edades muy tempranas. Referirse a la capacidad de decisión humana como una explicación para, digamos, la complejidad es sencillamente simplista.
NG: Estoy pensando más allá… o sea, que sobre esa observación, no es que crea mucho en el libre albedrío pero sí creo en el libre albedrío negativo [NdT: free won’t en el original, frente a free will; vendría a ser una especie de autoveto consciente], en que puedes usar tu inteligencia y neocórtex para hacer planes por anticipado y que se impondrán a tu respuesta emocional límbica de mamífero en ese momento. Yo mismo lo intento hacer, y tendré éxito, no sé, una de cada ocho veces o así.
Pero, de todos modos, creo que lo que trataba de trasmitir mi amigo estaba más en la línea del Principio de Máxima Potencia por el cual se autoorganizan los organismos y ecosistemas en la naturaleza, para acceder a los gradientes energéticos. O sea, que si existe una fuente de energía sin utilizar, alguna especie irá a recorrer ese camino. Aunque los individuos tienen una pequeña capacidad para rechazar ese camino. ¿Existen ejemplos en la historia de las sociedades humanas en que se hayan encontrado con el acceso a una gran energía y que no la hayan explotado completamente, que la hayan rechazado o se hayan alejado de ella o algo parecido?
JH: No, no se me ocurre ninguna.
NG: De acuerdo. Has mencionado antes un libro que escribiste con Tad Patzek titulado Drilling Down. En ese libro describís algo llamado «la espiral energía-complejidad«. ¿Nos puedes explicar qué es eso?
JT: Claro. A medida que la complejidad y la energía crecen, tienen que crecer juntos. Las raras veces que los humanos hemos dispuesto de pequeños superávits de energía, creo que en esas ocasiones, la complejidad ha crecido a causa de que disponíamos de esa energía extra.
Pero a partir de ahí, seguir haciéndose más complejo requiere aun más energía, así que ambas, energía y complejidad, se entrelazan en espiral. A medida una aumenta, aumenta la otra. A medida que la energía aumenta, aumenta la complejidad, y luego a medida que la complejidad aumenta, la energía se tiene que incrementar también. A esto es a lo que nos referimos con «la espiral energía-complejidad».
NH: En el año 2000 publicaste un paper que les mandé leer a todos mis estudiantes de primer curso en mi clase de Reality 101 [en la Universidad de Minnesota], en el que describes el Imperio Bizantino como el único ejemplo de una sociedad que planificó su aterrizaje suave por medio de una simplificación. ¿Puedes ampliar algo sobre este ejemplo y decirnos si hay otros que hayan aparecido desde que escribiste aquel artículo?
JT: Bueno, voy a responder a la segunda parte de la pregunta primero porque es la más fácil: la respuesta es que no, no me he topado con ninguna otra sociedad que haya sobrevivido por medio de la simplificación, por medio de un colapso metódico. El caso de estudio bizantino no se reconoce normalmente como un colapso, pero cuando lo empecé a estudiar me di cuenta de que sí lo fue.
Aunque los bizantinos en realidad no planificaron la simplificación de su sociedad, sino que se vieron forzados a ella, a causa de la salida explosiva de los árabes más allá de la Península Arábiga para conquistar la mitad del Imperio Bizantino. Conquistaron todo el Oriente Próximo hasta lo que es hoy el estado turco. Conquistaron el Norte de África, y al final conquistaron incluso Sicilia. Estos hechos privaron al Imperio Bizantino de la mitad de sus ingresos, o lo que es lo mismo, la mitad de su energía. Se vio forzado a simplificarse.
La manera en que se simplificó fue primero reduciendo el ejército profesional que tenía a jornada completa y asentando a los soldados en la tierra para que se convirtieran básicamente en una milicia campesina. Así, el coste del ejército cayó de una manera sustancial. Luego, la mayor parte de las ciudades a lo largo y ancho del Imperio fueron abandonadas. Sólo sobrevivieron dos ciudades, la principal de las cuales fue la propia Constantinopla.
Lo que ahora llamamos Turquía, que era conocida como Anatolia, se había convertido en parte del núcleo del Imperio Bizantino tras las conquistas árabes. Anatolia había sido una tierra de ciudades desde los tiempos de Alejandro Magno. Prácticamente todas esas ciudades tuvieron que ser abandonadas y sus poblaciones o bien se dispersaron por el campo para convertirse en campesinos, o bien se concentraron en fortificaciones situadas en las colinas.
Si vas hoy por la capital turca, Ankara, aún puedes ver esto. En la cima de la Colina Central en Ankara verás un conjunto de fortificaciones bizantinas del siglo IX, que son resultado del colapso de las ciudades en las zonas rurales, que obligó a las personas a trasladarse a cerros fortificados o a fortificar los que no lo estuvieran ya, para poder estar a salvo y ser capaces de sobrevivir. El colapso en la historia de Bizancio, que se sitúa a comienzos del s. VII, no fue una simplificación planeada. Se les forzó a ello, estaban entre la espada y la pared.
(Actualizado el 07-04-23: Leer la 2ª parte.)
[…] [21] Conversación de Nate Hagens con Joseph Tainter: “La Gran Simplificación”, en la revista digital 15-15-15, 14 de enero de 2023; https://www.15-15-15.org/webzine/2023/01/14/la-gran-simplificacion-hagens-tainter-1a-parte/ […]
[…] colapso genérico, no específicamente capitalista, véase la entrevista a Joseph A. Tainter https://www.15-15-15.org/webzine/2023/01/14/la-gran-simplificacion-hagens-tainter-1a-parte/ — […]
[…] capitalista, véase la entrevista a Joseph A. Tainter https://www.15-15-15.org/webzine/2023/01/14/la-gran-simplificacion-hagens-tainter-1a-parte/ […]