…que el nuevo año
(civil occidental… monoteísta)
no pase por mí ni por ti.
Que nos dejen en paz
los burócratas del tiempo.
Que podamos vivir más
del sol que del calendario;
que nos amemos bien
y casi cristianamente al fin
desfallezcan los nombres
de tantos dioses vanos,
para que la vida siga
plena y en todo el milagro
que del suelo brota.
Que sólo sean cosas las cosas;
brindemos cada noche
porque todos los días sean fiesta
sólo por ser días;
que los árboles nos asistan;
que los niños nos enseñen
a ser un corazón, una batalla y un parto.
Que no nos conformemos
pero vivamos conformes.
Que no nos falte nunca el prodigio del agua.
Que nos rebelemos ante lo injusto y la sed
y que la valentía nos florezca ante lo inesperado.
Que toda la firmeza nos refugie en la utopía.
Que nos amparemos unos a otros siempre.
Que el misterio nos cobije, que la imaginación nos abrigue, que el teatro nos visite
y las certezas del cuerpo nos guíen amorosas
a todos los vivientes.
Pero que nuestros muertos nos sigan alumbrando
con su mejor memoria,
la del paisaje humano
que heredamos adentro.
Que sepamos estar tristes y ser indestructibles.
Que sepamos abrazar la mirada de la vejez cuando su ternura explica que dar y recibir son en Gaia lo mismo.
Os deseo sobre todo
que podáis albergar el abrazo de la gratitud,
que todo lo funda y todo lo alza.
Os deseo un 2023 lleno de bosque
con el corazón dispuesto
a todos los milagros.
Laura, sencillamente hermoso. En tiempos en que el arte da paso a la banalidad usted lo rescata.
Muchísimas gracias, Rodolfo, por su mirada y por sus alentadoras palabras.