(Publicado originalmente en el blog de la autora. Traducido con permiso por Manuel Casal Lodeiro.)
A continuación se incluye el anuncio del Plan francés de Sobriedad Energética, presentado por la Primera Ministra Élisabeth Borne el pasado 6 de octubre de 2022. La crisis energética está llegando a todos los países y deberíamos estar todos poniendo en práctica su plan de acción (así como medidas de planificación familiar, control de la natalidad, [facilitación del] aborto e inmigración limitada).
Me resulta difícil imaginarme a un político o política estadounidense pronunciado un discurso semejante, aunque tendrá que suceder tarde o temprano cuando el petróleo de fracking caiga a tasas del 80% anual dentro de unos 5 a 10 años. Aunque si los fascistas del Partido Republicano son los que está en el poder entonces, lo más seguro es que racionen mediante los precios, le echen la culpa a Oriente Medio y comiencen una guerra. O que le echen la culpa al Partido Demócrata y comiencen una guerra civil. Si esto les suena demasiado extremo, por favor, lean algunos de los libros que recomiendo en mi blog (sobre Trump, Rusia, drogas, historia de los EE. UU., política, corrupción y feminismo). Los demócratas ya sería más plausible que dieran un discurso como este, aunque muy a regañadientes, puesto que Jimmy Carter no fue reelegido en su día debido, en parte, a que dio uno parecido [el 15 de julio de 1979], el conocido como el Discurso del Malestar (Malaise Speech).
Después del discurso de la Primera Ministra haré un resumen de las 50 páginas del [dossier de prensa del] plan francés para la sobriedad energética. Un gran título, por cierto. Le podría servir a Richard Heinberg si alguna vez escribe una secuela a su libro The Party’s Over.
Anuncio del 6 de octubre de 2022, del Plan de Sobriedad Energética por parte de la Sra. Élisabeth Borne, Primera Ministra de Francia, acerca del objetivo de reducir el consumo de energía en un 10% en dos años
Hace siete meses, mediante su brutal ataque a Ucrania, Rusia cambió el orden mundial. A las convulsiones estratégicas se superpone una crisis energética. Rusia ha optado por chantajear con su gas, provocando en Europa el riesgo de desabastecimiento para este invierno y que se disparen los precios de la energía. Enfrentados a esta situación, hay quien propone someterse a Rusia, aceptar sus términos y abandonar a Ucrania. Hacerles caso significaría darle la espalda a un miembro de la familia europea y renegar de nuestros valores. Eso no es una opción. Seguiremos apoyando a Ucrania, presionando a Rusia, tomando medidas y dotándonos de los medios para sobrellevar este invierno en las mejores condiciones.
A esta tensión sobre el gas se añade el cierre por mantenimiento de una buena parte de nuestro parque nuclear, lo cual limita nuestra generación de electricidad.
Pero gracias a la solidaridad y sobriedad europeas, podemos pasar los próximos meses evitando cortes de suministro. Planeamos aumentar nuestras reservas de gas mediante la diversificación de nuestro suministro, y aumentando la capacidad de nuestras terminales de GNL.
La sobriedad. Hasta fechas recientes, pocos de nosotros estábamos familiarizados con este concepto. Pero con la guerra, con la urgencia de la transición energética, y luego el llamamiento del Presidente de la República, la sobriedad se nos impone como una necesidad.
La sobriedad energética no significa producir menos y elegir una reducción. Significa evitar el consumo innecesario y que no todos consumamos al mismo tiempo. Estos pueden ser gestos que, a gran escala, tengan un impacto considerable. Gestos que reducen nuestras facturas y nuestra huella climática.
La sobriedad es un asunto colectivo. El Estado debe liderar mediante su ejemplo. Y, con él, las comunidades, las empresas y la ciudadanía deben actuar conjuntamente, cada quien de acuerdo a sus posibilidades. Es la movilización general la que producirá resultados.
Los y las profesionales de cada sector son quienes mejor pueden identificar las fuentes de ahorro energético. La sobriedad debe surgir de la experiencia de campo y adaptarse a cada sector para que sea bien aceptada y puesta en marcha. Así es como lograremos las máximas reducciones en el consumo, sin castigar a nuestra economía.
Basándonos en estos principios, nos hemos marcado un objetivo: reducir nuestro consumo de energía un 10% de aquí a dos años, apoyándonos en la responsabilidad colectiva y no en la coerción. Gracias a ustedes, el Plan de Sobriedad que presentamos hoy nos otorga una hoja de ruta creíble para alcanzar nuestro objetivo.
Llevaremos a cabo todo el rango posible de ahorros energéticos, ya sea en calefacción, en iluminación, en tecnología digital… accionaremos todas las palancas.
Monitorizaremos la situación, publicaremos la evolución de nuestro consumo de electricidad y de gas semanalmente para saber si hemos logrado los ahorros energéticos precisos. Así mismo, reforzaremos el sistema EcoWatt, de tal modo que todos podamos saber el nivel de voltaje en el sistema eléctrico, que será difundido en los medios.
Señoras y señores, si bien la sobriedad energética es una respuesta de emergencia, también creo que debe significar una toma de conciencia. La reducción del consumo de energía debe ser parte del largo plazo. No es una moda pasajera que vaya a durar lo que dura el invierno. Es una nueva manera de pensar y de actuar. No es un tema de principios o de ideologías. De lo que trata es de la transición ecológica. Está en juego nuestra soberanía. De lo que hablamos es de nuestro poder adquisitivo
La sobriedad es un pilar de nuestra planificación ecológica. Con ella, y con el trascurso del tiempo, alcanzaremos unos buenos hábitos. Aceleraremos la descarbonización de nuestra industria. Es un activo fundamental para reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030 y para alcanzar la neutralidad carbónica para 2050.
La sobriedad es una palanca fundamental para salir rápidamente de nuestra dependencia de los combustibles fósiles. Permitirá una transición controlada hacia un mix energético libre de carbono y más soberano, que girará alrededor de la energía nuclear y la renovable. Nos dotamos de los medios para lograrlo. En las próximas semanas, el Parlamento tramitará textos dirigidos al desarrollo de ambos tipos de energía. La sobriedad, al final, es poder adquisitivo duradero. Mediante el control de nuestro consumo, podemos conseguir ahorrar en las facturas energéticas. El poder adquisitivo y la transición ecológica deben ir de la mano.
Señoras y señores, a algunos puede que les apetezca hacer burla de ello. Hoy, sin embargo, la sobriedad es un asunto más serio que nunca. Es una de las claves para asegurar nuestro suministro [de energía]. Es una garantía de nuestra soberanía. Es una oportunidad para nuestro poder adquisitivo. Es uno de los cimientos para la transición ecológica. La sobriedad ha venido para quedarse.
Así pues, todos nosotros tenemos un papel que jugar. La sobriedad es asunto de todos. Juntos, saldremos de este invierno sin cortes y construiremos una sociedad más sobria y baja en carbono.
Resumen del Plan de Sobriedad del gobierno francés (a partir de su dossier de prensa)
Los franceses han creado un Plan de Sobriedad que toca campos como el trabajo, los hogares, el comercio y la industria, con el objetivo de ahorrar energía para así poder arreglárselas sin el gas ruso y sin electricidad de origen nuclear, reduciendo el consumo en un 10%, con un objetivo del 40% para 2050. En 2021 la energía renovable era el 19% del total de la producción energética en Francia, dominada por la energía de la leña, la hidroeléctrica y las bombas de calor.
El dossier consta de 50 páginas que ponen el foco en los ahorros de energía en edificios públicos, en el sector manufacturero, los apartamentos, los centros de datos, las telecomunicaciones, los deportes, los cines, el transporte y otros sectores, con recomendaciones que se repiten en ellos, como las temperaturas máximas para la calefacción o el aire acondicionado, la reducción de la iluminación, etc. Por no mencionar las numerosas recomendaciones específicas en cada sector, como reducir la cantidad de comida almacenada en contenedores refrigerados, o en el caso de las estaciones de esquí para que produzcan la mínima nieve [artificial] que necesiten y para que usen los telesillas de manera más eficiente.
Se estima que costará unos 740 millones de euros, pero hay otros 2.500 millones de un plan de 2020 para la renovación de edificiones, e incluso otras cantidades adicionales de financiación que pueden dedicarse a instalaciones fotovoltaicas durante este mes de octubre. Existen subvenciones y exenciones de impuestos para quienes acudan al trabajo en bicicleta o en coche compartido, y para quienes trabajen desde casa (como un 15% de aumento de salario para pagar la necesidad adicional de calefacción o aire acondicionado). Se destinarán cientos de millones de euros a renovar calderas o reemplazarlas con bombas de calor, a aislar canalizaciones de agua, para termostatos inteligentes y detectores de movimiento, para contratar trabajadores de la sobriedad que irán puerta por puerta a hogares y empresas para ofrecer consejo y subvenciones para las mejoras, así como bonificaciones para aquellas casas y negocios que ahorren energía. Serían demasiadas medidas, dispersas a lo largo de las 50 páginas del dossier de prensa, para enumerarlas aquí.
El Estado francés es dueño de un tercio de todos los edificios del país, incluyendo museos, oficinas gubernamentales, etc. Un equipo de trabajo formado por especialistas y técnicos en sobriedad energética pasará por todos estos edificios estatales, uno a uno, para ayudar a sus gestores a mejorar su eficiencia energética, comprobar la infraestructura del aislamiento de sus ventanas, paredes y suelos, y para subvencionar y planear proyectos de reforma plurianuales. También se pondrán en marcha programas de formación de las plantillas para aprender a conducir de manera eficiente y así ahorrar combustible.
Se anima a todo el mundo a apuntarse al sistema EcoWatt mediante su web para recibir alertas, por ejemplo para casos de riesgo de apagón. Esto ya funcionó en California cuando estábamos a 46,5 ºC en el valle central y la red estuvo a punto de caer. Yo me encontraba en una cena cuando la alerta comenzó a sonar a todo volumen en los teléfonos de todos los asistentes.
El trasporte representa el 32% de todo el consumo final de energía, así que el plan anima a todo el mundo a usar la bicicleta, con incentivos para las eléctricas, así como planes para crear más carriles bici y más aparcamientos seguros para bicicletas. También se ofrecen incentivos para los sistemas de compartición de coches. Se anima a eliminar todo viaje innecesario, priorizando el tren sobre el avión, y el trasporte público sobre el coche, y se habla también del mantenimiento de los vehículos o la optimización de los servicios de paquetería.
Para los empleados públicos, se establece una velocidad máxima de 110 kmh en lugar de los genéricos 130 en autopistas, y de 100 en lugar de los 110 en vías rápidas, lo cual supondrá un ahorro de combustible del 20%. Se pondrá también enseguida en marcha un plan de formación y asesoramiento sobre técnicas de conducción ecológica y eficiente, como por ejemplo la moderación de velocidades, aceleración lenta, eliminación de bacas en los techos, chequeo de la presión de los neumáticos y un menor uso del aire acondicionado.
A las empresas se las anima a establecer horarios escalonados, a promover el teletrabajo y realizar más videoconferencias y teleformación.
Según el Plan todo el mundo debería cambiar a luces LED, apagarlas en habitaciones u oficinas desocupadas, reducir la iluminación exterior de los edificios, especialmente los anuncios luminosos que deberían apagarse desde la 1 a las 6 de la madrugada. Las tiendas deberían reducir la iluminación actual en un 30% y ajustar adecuadamente el arranque y apagado de la calefacción y del aire acondicionado a las horas en que hay público, y al nuevo rango de temperaturas para el ahorro. En los hogares, se establecen los 19 ºC como máximo en las estancias principales y 17 en los dormitorios. Los calentadores de agua se deberían poner a 54 ºC. Si un edificio va a estar desocupado durante 48 h o más, la temperatura se reducirá a 8 ºC. Se promueve y subvenciona por el gobierno la instalación de sistemas automáticos inteligentes que apaguen las luces, la calefacción, los ordenadores y el aire acondicionado cuando no hay nadie.
Ya no habrá agua caliente en baños públicos, incluyendo retretes, puesto que el agua caliente representa el 10% de la energía consumida. La temperatura de las piscinas se deberá reducir en 1 ºC y, en los gimnasios, 2 ºC.
Se habla también de retirar los depósitos de limo que se acumulan en los circuitos de los radiadores y de los aparatos de aire acondicionado para evitar una pérdida de eficiencia que puede llegar al 17%, así como de mantener e inspeccionar las calderas para asegurar su funcionamiento óptimo.
Cada empresa deberá tener una persona que haga de embajadora de la sobriedad, ayudando a planificar y poner en marcha las reducciones en el consumo de energía. También deberán poner en marcha el teletrabajo cuando la red esté sobrecargada, así como otros proyectos dirigidos a reducir el consumo de energía. La embajadora o embajador de la sobriedad deberá además asegurarse de que se preparan planes para la sobriedad digital dado que los equipos informáticos pueden representar el 21% del consumo eléctrico y hasta el 75% durante periodos de inactividad. Se sugiere disponer de almacenamiento de datos dentro de la empresa [el lugar de en la nube] así como disponer mecanismos de gestión higiénica de documentos y correos electrónicos, adaptar los sistemas de refrigerado de servidores, animar a los empleados a usar conexiones wi-fi, reducir el brillo de las pantallas, apagarlas cuando no se usen, al igual que los ordenadores cuando hagan un descanso o se vayan a casa. Se recomienda, finalmente, la adquisición de equipos energéticamente eficientes que tengan buenos registros en cuanto a reparabilidad.