El nuevo libro (2021, Madrid: Siglo XXI, 327 pp, 19 €) del profesor José Manuel Naredo (Madrid, 1942) no puede dejar indiferente a nadie, sea especialista o profano, que sienta un mínimo de inquietud ante la apremiante necesidad de buscar salidas ecológicamente válidas a la crisis ambiental, política y económica que nos asuela. Este libro, necesario y urgente, a la par que ameno y accesible, busca situar desde sus primeras páginas el lugar donde radica el problema que ha convertido en un trabajo sisífico el intento crítico y social ecologista. Para ello, desde el prólogo acomete la tarea de analizar el trabajo frustrante de la militancia ecologista que, tras décadas de intentar cambios, sigue echando a rodar sus posibilidades (como la roca de Sísifo) cada vez que se acerca a una meta. El autor señala que la desmesura de las pretensiones originarias ha hecho imposibles una organización real y un desarrollo efectivo, desembocando en constantes fracasos que llevan a que «el entusiasmo se agote y se reduzcan las pretensiones» (p.11).
El libro tratará de analizar el porqué de esos fracasos, comenzando por esas inalcanzables metas. Como, por ejemplo, una «liberación universal» buscada a través de la revolución que llevó a aceptar el belicismo (con su terminología y conceptualización) como medio justificado para un buen fin y condujo a validar los modos de actuar de aquellos a los que se pretendía combatir. Es lo que el autor llama impasse ideológico que nos ancla a viejas idolatrías al utilizar como propios términos vacíos y conceptos ceremoniales que han derivado en incapacidad para consolidar metas, remover las conciencias insertas en el sistema capitalista y enfrentar a la sociedad a lo que se le viene encima: el cataclismo por episodios que estamos viviendo y que nos acerca inexorablemente a la Sexta Gran Extinción.
«Creo que ha sido la falta o endeblez de las metas y consignas generales, unida al empleo de términos fetiche desafortunados, lo que ha quitado fuerza y cohesión a los movimientos sociales críticos condenándolos a reproducir el infructuoso comportamiento de Sísifo» (p. 308). Quien esto sentencia no es un cualquiera. El profesor Naredo, doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid, ha sido director del programa Economía y Naturaleza de la Fundación Argentaria y dirigió el Servicio de Análisis de Coyuntura del Instituto Nacional de Estadística. Entre otros reconocimientos cuenta con el Premio Internacional de Geocrítica 2008. Ha sido desde hace decenios un pionero en el desarrollo de la economía ecológica en nuestro país y se le considera una autoridad para la búsqueda de soluciones que ya son más que urgentes. Desde su primer libro de 1971, La evolución de la agricultura en España. Desarrollo capitalista y crisis de las formas de producción tradicionales (Barcelona: Editorial Estela), ha publicado más de una veintena entre títulos propios y compartidos con otros investigadores, además de innumerables artículos (muchos de los cuales pueden consultarse en su blog El rincón de Naredo).
El volumen que reseñamos trata de enfrentarse de forma directa y clara a los problemas que la cita anterior enumera, y lo hace a través de doce indispensables capítulos repartidos entre cuatro partes de obligada reflexión. En su desarrollo, Naredo se sirve de numerosos ejemplos y referencias que nos remiten a su vasta bibliografía y la de otros reconocidos autores nacionales e internacionales, configurando la red más amplia, profunda y actual de la crítica social ecologista. Esto convierte a La crítica agotada en un faro que puede señalar el camino tanto a aquellos que deseen profundizar en el tema «desde fuera» como a los especialistas que se centran en la problemática por resolver. Es una obra importante para entender el panorama político-económico actual, junto con sus mecanismos más profundos y escondidos, y ahondar en la detección de los conceptos vacíos, en los que el autor incide porque piensa que han sido el frágil apoyo donde ha perdido pie una crítica que, de manera inconsciente, ha utilizado la semántica propia del problema para buscar la solución –otra vez el trabajo sisífico– contribuyendo con ello a agrandar ese problema. Un ejemplo que destaca el autor: «A finales de los 60 […] se ideó en Estados Unidos el objetivo de «hacer la guerra por el medioambiente» (p.41). Aunque la expresión se utilizó para eclipsar los movimientos sociales antibelicistas contra la guerra de Vietnam, lo cierto es que acabó por sustituir a Human environment «medio humano», término utilizado en la primera Cumbre de la Tierra en Estocolmo (1972).
Siguiendo con esta línea, Naredo retoma el impasse político al que hacía mención anteriormente y lo relaciona con la «especial querencia de la mente humana a abrazar idolatrías, fetichismos y sectarismos político-económicos que suplantan a las antiguas creencias religiosas» (p.125). Partiendo de este punto, repasa algunos fragmentos de textos marxistas para tratar las responsabilidades que esta línea política ha tenido respecto del fanatismo creado alrededor de ciertos términos. Entre estos términos vacíos que nos llevan a confusión destaca el de «producción», que ha conducido a un malentendido en la interpretación de la historia, al aceptar que la sucesión de «modos de producción» es lo que marca el progreso, en vez de comprender que nos las habemos con los «modos de dominación» (concepto mucho más claro y adecuado que debería, según el autor, utilizarse en su lugar).
Otro concepto vacío que analiza es el de «neoliberalismo», un término comodín aplicado desde la izquierda a todo aquello que supone un mecanismo económico y social creado para favorecer a las clases altas y sus dinámicas de privatización-mercantilización-financiarización. Para presentar esta noción alude a su desarrollo histórico, partiendo del liberalismo y matizando sus diferentes comprensiones Se remontará a las palabras de Adam Smith con el fin de aclarar los malentendidos acerca de su postura respecto de los empresarios. En suma, Naredo considera que se está haciendo uso de palabras huecas como cabezas de turco, mientras se fomentan falacias que ocultan el verdadero funcionamiento de la sociedad. Esto le lleva a un reproche hacia la izquierda: «atribuir la trama de privatización y expolio a un supuesto neoliberalismo y no a las elites político-económicas que lo habían planificado es un error político de primer orden que desorienta a los movimientos de protesta» (p.217). Una vez más, apoyándonos en un término hueco, somos incapaces de atravesar la pantalla que nos desvía de la verdadera causa de problema.
Como cierre de la obra, Naredo se centra en la encrucijada ideológica actual para volver a pensar, esta vez en positivo, el impasse sociopolítico donde nos hallamos. Su objetivo no es otro que presentar los pasos necesarios para lograr por fin trascender los enfoques económico (mercantil) y político (democrático) ordinario que desde el paradigma ilustrado se han erigido como absolutos cuando, en realidad, se trata de constructos provenientes de pactos sociales universalizados. No obstante, el autor indica que no se trata de impugnar por completo el paradigma ilustrado, sino que debemos saber retener sus luces y desechar sus sombras. Habituados a aceptar acríticamente tal escenario basado en la fe en la razón, en la tecnolatría y la linealidad histórica, considera preciso dar paso a un paradigma abierto, ecointegrador, capaz de ser comprendido en plural como un conjunto de sistemas que se enriquezca con otras ramas de conocimiento como la ecología o la termodinámica. Este modelo ecointegrador y geocéntrico conllevaría el tipo de integración necesaria para dirigirnos a un horizonte social, económica y ecológicamente más esperanzador, no sólo entre la humanidad y la naturaleza, sino también entre el individuo concreto y la comunidad política.
En lo que sigue, Naredo es franco. Desde el siglo XX (entre las dos guerras mundiales) venimos presenciando intentos por desenmascarar la naturaleza de las crisis cíclicas que propicia el sistema mercantil. Sin embargo, todos ellos han acabado por verse truncados y tildados de catastrofistas tras nuevas llegadas de abundancia económica (New Deal, «los treinta años gloriosos», financiarización, etc.). ¿Cómo alcanzar el éxito donde las críticas previas fracasaron? La respuesta no es sencilla –menos aún desde que el capitalismo se metamorfosea con máscaras como el greenwashing– y el autor lo reconoce. En consecuencia, hace un recorrido por los requisitos necesarios y las propuestas atractivas para que este paradigma ecointegrador prospere. Para ello el trazo es fino, pues la línea entre continuar reproduciendo el consumismo y tomar medidas de justicia socioeconómica como la renta básica (RB) es delgada. Reducir la desigualdad es importante, pero no a costa de acrecentar la crisis ecológica. Por esta razón, Naredo defiende una RB acompañada de responsabilidad cívica que replantee cuáles son realmente nuestras necesidades básicas. Por último, Naredo recoge la distinción de Geddes entre Cacotopía y Eutopía –entendidos como dos futuros utópicos posibles, uno social y ecológicamente degradante y otro que permite conservar energías y enriquecer la vida– para apremiarnos con una valiosa lección: no hace falta dibujar un futuro exacto e idílico en términos ecointegradores para reconocer que habitamos un presente errado.
En definitiva, nos encontramos ante un libro que, como todos los que merecen la pena, no sólo propone una hipótesis de trabajo, sino que, a riesgo de no gustar a todos, se atreve a hacer un diagnóstico que pone en evidencia los males y errores que lastran al conjunto del ecologismo y lo debilitan. Según él, las formas erróneas de utilización del lenguaje del colectivo lo abocan a repetir errores y caer en inconsecuencias continuas que retrasan todo posible acercamiento a una solución para el problema acuciante que nos devora. El debate que originará este volumen es multifacético y necesario. Está claro que tales errores existen y, si todavía hay dudas, leer el libro contribuirá a despejarlas. No obstante, ¿tenemos tiempo para anteponer a otras acciones la revolución terminológica y conceptual que se considera absolutamente necesaria desde sus páginas?
[…] Reseña en 15/1515, Revista para una nueva civilización. […]