Con motivo de la cumbre de la OTAN que tiene lugar estos días en Madrid, la revista Papeles de FUHEM Ecosocial nos ha autorizado a publicar en abierto este ensayo breve que forma parte de su último número, el 157, publicado el pasado mes de mayo.
Blindar pensiones y salarios mínimos; ampliar servicios públicos; abaratar el precio de la energía y de los productos básicos; asegurar una vivienda para todos; mejorar ayudas a personas sin empleo y en situación de necesidad; construir infraestructuras de uso público… Nadie dudaría en calificar todo eso de medidas propias de la izquierda. Pero ¿podemos seguir diciendo que son de izquierda si para llevarlas a cabo es necesario privar a otros países de la posibilidad de ofrecérselas a sus propias poblaciones?
Cuando la abundancia de recursos facilita mantener el crecimiento de manera prolongada la izquierda puede permitirse ser simultáneamente defensora del crecimiento económico y de la solidaridad con otros pueblos. Este ha sido el contexto desde el nacimiento de la izquierda política con la Revolución Francesa hasta ayer mismo. No en vano, dicha revolución (1789) acontece en el mismo contexto histórico en el que surge el Capitalismo industrialista, datando el comienzo de la Revolución Industrial entre 1760 y 1780. Se constata así que la izquierda política no ha conocido otro metabolismo económico a lo largo de su historia: un permanente y acelerado crecimiento de la producción, del consumo y de otras variables macroeconómicas, demográficas y sociales. Esto ha forjado su cosmovisión de manera casi impenetrable, junto a un contexto de colonialismo eurocéntrico surgido un par de siglos antes en paralelo a la propia Modernidad y al primer Capitalismo.
Pero ese contexto histórico ha cambiado de manera radical al llegar a las primeras décadas del siglo XXI: tal y como habían advertido hace medio siglo los escenarios business-as-usual obtenidos mediante el modelo informatizado del mundo diseñado por los autores del informe al Club de Roma Los límites del crecimiento, la civilización industrial planetaria está chocando con los límites, con la finitud del planeta donde se ha venido desarrollando con características propias de una auténtica metástasis.
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