Durante estos meses, el mundo ecologista ha prestado relativamente poca atención al asunto estrella del 2020 y el 2021: la omnipresente pandemia. El mundo del ecologismo y la colapsología (quienes estudiamos el pico del petróleo y el colapso) ha transmitido básicamente la idea de que, pese al monopolio informativo de este tema, el principal problema de humanidad sigue siendo el cambio climático y la crisis ecológica. En el polo opuesto se sitúan los discursos de la corriente que ha sido llamada conspiranoica, que considera que eso que llaman plandemia es el asunto más transcendente que tenemos entre manos y responde a un plan de las élites para establecer un régimen mundial autoritario.
Durante estos meses, la corriente conspiranoica ha sido asociada a grupos ultraderechistas, movimientos religiosos o espiritualidades New Age, colectivos que el mundo ecologista, mayoritariamente, evita. Además, el discurso conspiranoico se opone al ecologismo porque abundan en él mensajes que transmiten que el cambio climático, igual que la Covid, no es sino una excusa para extender un estado generalizado de miedo que permita someter a la población. Muchos de sus discursos niegan los límites del crecimiento y consideran que la escasez no es real y lo único que hay son intentos de las élites de atemorizar a la población. Esto no ha ayudado a que el mundo ecologista se interese por las críticas al discurso oficial que tienen esos tintes conspiranoicos.
Sin embargo, en los últimos meses han aparecido voces que critican duramente el discurso oficial y que no pueden ser calificadas de poco científicas ni ligadas a movimientos ultras. Las acusaciones que están lanzando estas voces son muy graves y ponen de manifiesto que existen enormes lagunas que deberían ser objeto de un serio debate.
Por ello me gustaría, en primer lugar, dar algunos datos sobre estos aspectos y, después, argumentar por qué son muy relevantes para quienes nos preocupamos por el colapso ecológico y social.
“No hay tratamiento”
El discurso oficial ha insistido en que no se ha descubierto todavía ningún tratamiento eficaz contra la Covid y la única solución es la vacunación. Esto es especialmente evidente para el tratamiento temprano, cuando los enfermos se encuentran en fase vírica y no están tan graves como para acudir al hospital, ya que la OMS y las autoridades sanitarias de la mayor parte de los países occidentales no recomiendan ningún medicamento en esta etapa (salvo el paracetamol para tratar los síntomas).
En la primavera de 2020 algunos doctores como Vladimir Zelenko, Peter McCullough, Didier Raoult, Yudelka Merette[1] o Héctor Carvallo empezaron a utilizar protocolos de tratamiento temprano[2] basados en medicamentos aprobados para otras patologías desde hace décadas y bien conocidos como la hidroxicloroquina, la ivermectina y algunas vitaminas y minerales, reportando reducciones en las tasas de hospitalizaciones y muertes de hasta un 85%[3]. Sin embargo, la OMS, la EMA y la FDA no los autorizaron para el tratamiento de la Covid y, a pesar de los meses transcurridos, siguen argumentando que no hay suficientes evidencias científicas para recomendarlos a pesar de que su seguridad es bien conocida[4] (lo que en la práctica supone restringir su uso salvo en ensayos clínicos o prescripciones off-label que en algunos países, como el nuestro, está sujeta a restricciones importantes).
A estas alturas, ya se cuenta con decenas de ensayos clínicos[5], la mayor parte de ellos favorables a su eficacia[6] y se sabe que países como India, algunos estados de Perú o México los han aplicado a gran escala (según algunos de ellos, exitosamente). Además, miles de doctores y científicos de todo el mundo han mostrado su apoyo al tratamiento temprano de la Covid (entre ellos dos premios Nobel[7] y varios con un enorme currículo académico[8]) en foros como el International Ivermectin Day o la International Covid Summit.
Resulta difícil creer que tantos y tan relevantes profesionales de la medicina estén apoyando estos tratamientos sin que existan bases reales de su eficacia, especialmente porque es escasísimo el beneficio comercial que podrían obtener de ellos (son medicamentos no sujetos a patente) y porque algunos están arriesgando sus carreras profesionales al hacerlo[9].
Abundan quienes acusan a la OMS, la EMA, la FDA y algunos medios de comunicación[10] de boicotear activamente estos medicamentos argumentando que las razones son sencillas: por un lado, las autorizaciones provisionales de las vacunas habrían quedado sin efecto si se hubiera reconocido oficialmente que hay tratamientos y, por otro, estos medicamentos sin patente son muy poco interesantes para las farmacéuticas. De confirmarse estas acusaciones, nos encontraríamos con una enorme prevaricación de las instituciones médicas nacionales e internacionales. Esto no debería sorprender a quienes conocemos hasta qué punto los intereses del capital se suelen anteponer a la vida de las personas[11], quizá lo único sorprendente de este caso sería la magnitud y el alcance global de esta corrupción.
Los medios de incomunicación de masas
Una de las cosas que más debería preocuparnos de todo lo relativo a los tratamientos tempranos es el hecho de que la controversia sobre algo tan relevante como la cura de la Covid haya ocupado tan escasísimo espacio en los medios de comunicación y los debates políticos (sobre todo en algunos países como España[12], ya que en otros como Reino Unido, México o EE. UU. el debate ha sido mayor[13]). Esto pone en evidencia un fenómeno que se ha hecho habitual durante la pandemia: la demonización del debate y el alineamiento casi perfecto de los medios de comunicación con las posturas oficiales.
En todo ello han jugado un papel importante la Trusted News Initiative (TNI) y las verificadoras de hechos o fact checkers como Newtral o Maldita quienes ganaron gran credibilidad al inicio de la pandemia en medio de una enorme avalancha de noticias falsas que las hizo posicionarse como marco de referencia de la información veraz. El paso del tiempo está poniendo de manifiesto que desmienten sistemáticamente todo lo que se aleja de las versiones oficiales sobre la Covid (aunque venga de fuentes científicamente sólidas) y neutralizan los debates al ofrecer versiones monolíticas. Además, resulta muy preocupante el hecho de que la ciudadanía no se haya preguntado siquiera quién está financiando esas empresas que se han nombrado a sí mismas jueces de algo tan importante para la democracia como la información. ¿Dónde queda la democracia si no sabemos ni quién controla la información que nos llega?
El debate sobre los tratamientos de la Covid y las vacunas ha sido relegado a foros de internet y redes sociales y, aunque sujeto a una notable censura[14], está alcanzando proporciones considerables. Pero estos contenidos permanecen en un marginal mundo conspiranoico en el cual se mezclan contenidos de fuentes muy solventes con fantasías y mensajes sensacionalistas que son difíciles de separar.
Los movimientos sociales, el ecologismo y la ciudadanía en general debemos evitar todos esos prejuicios que nos han enseñado que cualquier crítica a las vacunas viene de conspiranoicos, magufos o ultraderechistas. Debemos hacer un esfuerzo por revisar los datos y leer los estudios científicos acudiendo directamente a las fuentes para no caer en las manipulaciones de actores interesados y evitar toda esa desinformación que, desgraciadamente, prolifera por todas partes: tanto en el lado provacunas como en el antivacunas.
La demonización del debate
La pandemia está haciendo parecer normal una tendencia que debería preocuparnos: están aumentando los aspectos de la realidad social en los que se asume que no puede haber debate político porque “es cuestión de Ciencia” y “es preciso ser experto para opinar”.
Hemos aceptado como normal, por ejemplo, que se argumente que “la desinformación puede hacer que la gente no se vacune y se ponga en peligro la vida de miles de personas”. Este argumento lleva implícitos una asunción gratuita y un chantaje inaceptable: da por sentado que las posiciones oficiales, las que se presentan como la verdad de manera previa al debate, representan el consenso científico y saben de antemano qué es lo mejor para conseguir “que la gente no muera”.
Pero… y ¿si las vacunas no protegen de los contagios y la urgencia por vacunar es absurda?, y ¿si fuera verdad que existen medicamentos que podrían haber salvado muchos más millones de vidas que las vacunas? Y ¿si lo que mata no es la duda sino la censura de la ciencia no ligada a intereses comerciales? ¿Cómo podremos saber cuál es la mejor forma de hacer “que la gente no muera” si el debate es considerado peligroso y debemos aceptar la primera idea que nos presentan los “expertos oficiales” sin el más mínimo control democrático?[15]
El 30 de octubre de 2020 el Consejo de Seguridad Nacional español aprobó el Procedimiento de actuación contra la desinformación que propone varios órganos y autoridades como actores para luchar contra este fenómeno, pero no especifica con qué métodos se distinguirá la información falsa de la verdadera. El Procedimiento cita, por ejemplo, que el mundo académico juega un papel esencial a la hora de no contribuir a la difusión de la desinformación, pero no le da voz alguna a la hora de juzgar si algo es verdadero o falso. Se da por hecho que el poder ejecutivo ya sabe cuál es la información falsa o engañosa sin necesidad de que la academia lo estudie mediante los procedimientos que ésta suele usar para alcanzar consensos científicos, como el sistema de revisión por pares o el debate público en conferencias y congresos. ¿Significa esto que estamos empezando a sustituir el debate científico por nociones de verdad revelada más propias de la época de Fernando el Católico que de sociedades que se dicen laicas y democráticas?
Con la excusa de la urgencia de la pandemia, estamos avanzando hacia una sociedad carente de debate, llena de miedos, prejuicios y comportamientos inquisitoriales, donde la ciencia disidente es silenciada y las redes de comunicación está manipuladas. Todo ello es muy mal camino para enfrentarnos a los inmensos retos políticos que nos va a traer la transición energética y el colapso ecosocial, sobre todo si los queremos transitar con un mínimo de democracia.
¿Pasaportes para frenar los contagios?
Las vacunas se han propuesto durante estos meses como la única solución, tanto individual como colectiva, a la pandemia, pero el que puedan considerarse una solución colectiva se basa en la premisa de que son capaces de reducir significativamente la transmisión del virus. Si esta premisa no se cumple, la vacunación queda como una opción individual sin repercusiones sociales y los llamamientos a la responsabilidad, la urgencia por conseguir inmunidad de grupo y la imposición de pases Covid para acceder a espacios públicos son completamente absurdos.
En las últimas semanas han salido a la luz varios datos que confirman que las vacunas contra la Covid no ofrecen en estos momentos prácticamente ninguna protección frente al contagio. De entre ellas podemos destacar los siguientes:
- El Reino Unido ha hecho oficial que, frente a la variante delta (mayoritaria en estos momentos en todo el mundo), no se está observando diferencia alguna en la transmisión del virus entre personas vacunadas y no vacunadas.
- Un estudio realizado en Vietnam llega a la conclusión de que las personas vacunadas pueden contagiar más que las no vacunadas porque llevan más carga viral.
- La comparación entre la ratio de vacunación en diferentes países y los casos de Covid no encuentra ninguna correlación en otro estudio.
- Otro estudio ha documentado la transmisión entre personas completamente vacunadas.
- Singapur, con un 78% de la población completamente vacunada, ha sufrido un violento brote que duplica el de marzo de 2020.
- Los datos del último Informe sobre Vigilancia de las Vacunas de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido muestra que la ratio de contagios entre las personas con pauta de vacunación completa es, en estos momentos, el doble que entre las no vacunadas[16].
- Hasta los estudios financiados por las propias empresas reconocen que la protección de la vacuna frente a contagios se pierde en pocos meses[17].
¿Por qué siguen adelante todas las medidas encaminadas a persuadir e incluso forzar a la ciudadanía a vacunarse cuando tantos datos confirman que la vacunación no evita lo más mínimo del contagio y, por ello, sólo protege a quien se la pone? Da la impresión de que los gobiernos están actuando automáticamente según un plan fijado hace meses que nadie se está molestando en corregir ni contrastar con datos científicos.
¿Seguras?
Una vacuna, además de ser eficaz, debería ofrecer unas garantías de seguridad mayores que las exigidas a un medicamento, ya que, al ser administrada a personas sanas, puede poner en peligro la vida de personas que quizá nunca hubieran llegado a estar expuestas a la enfermedad.
Hay ya una cantidad nada despreciable de médicos y científicos que afirman que las actuales vacunas contra la Covid están teniendo una cantidad de efectos secundarios que no son normales[18] ni asumibles[19]. La Dra. Lawrie lo declaró en junio de 2021 y, tanto el Dr. Malone, co-inventor de la tecnología de las vacunas del ARNm como el Dr. McCullough y el premio Nobel Luc Montaigner han expresado públicamente sus dudas. También el senador Johnson en EE. UU. ha mostrado públicamente que la tragedia de las víctimas de la vacunación es enorme y está siendo silenciada[20]. Y a nivel español más de cien médicos y profesionales de la salud remitieron recientemente una carta a la Ministra de Sanidad rechazando la vacunación en niños[21].
La mayor parte de los datos de efectos adversos se basan en los sistemas de seguimiento como el VAERS, Eudra Vigilance o la Yelow Card que son voluntarios y se sabe que suelen estar muy subestimados[22]. En Eudra Vigilance no es sencillo extraer directamente datos del número de muertes atribuidas a las vacunas, pero algunas fuentes afirman que hay 26.000 muertes y más de dos millones de efectos adversos graves. La web OpenVAERS[23], que se basa en los datos del sistema VAERS, da la cifra de 15.937 muertes posiblemente causadas por estas vacunas en EE. UU.[23]. Aunque el número de muertes atribuidas a la propia Covid en EE. UU. alcanza las 700.000 personas, las cifras anteriores siguen siendo un precio muy alto que pagar por una vacuna.
El hecho de que estas vacunas causen en un cierto número de casos efectos adversos tan graves[24] y frecuentes plantea un dilema ético de gran calado que no está suscitando el debate social ni político que debería tener. En estos momentos la vacunación es obligatoria en Indonesia, en Italia es necesaria para poder trabajar y en Francia, Israel, Lituania, Ontario (Canadá) y Nueva Gales del Sur (Australia) lo es para tener un mínimo de vida social. Se está persuadiendo a los jóvenes y niños, que apenas se benefician de ella, de que asuman un riesgo que puede poner en peligro su salud de por vida[25] y obligando al personal sanitario a elegir entre la vacunación o perder su puesto de trabajo.
Hace unos años, la legislación europea prohibió fumar en bares y restaurantes, y una de las justificaciones argumentadas fue el hecho de que el humo del tabaco obligaba a los trabajadores a elegir entre perder su empleo o ser expuestos a una sustancia que podía ser dañina para su salud. ¿Por qué ahora no se aplican criterios similares?
Autoritarismo
El uso de pases Covid podía tener sentido hace unos meses cuando todavía no se sabía hasta qué punto las vacunas iban a resultar eficaces y seguras y se pensaba utilizarlas como cordones sanitarios para proteger determinados entornos. Pero, en estos momentos, ante la gran cantidad de datos que demuestran que no sirven para evitar contagios, ¿por qué no ha cambiado ese discurso que considera la vacunación una cuestión de interés público, de responsabilidad cívica, o, incluso, “un acto de amor”?
El empeño de los gobiernos en implantar pases Covid que ya no se justifican para frenar la enfermedad ha hecho pensar a muchos que el objetivo no es únicamente sanitario. Algunos hablan de que son medidas que pueden servir para preparar a la sociedad a aceptar en un futuro no muy lejano medidas de control social similares a las que ya han sido implantadas en China.
Sea cual sea la razón de esta insistencia en imponer pasaportes sanitarios, la sociedad debe reaccionar ante cualquier intento de menoscabar la democracia y aprovechar la pandemia como excusa para sustituir el Estado de Derecho por regímenes autoritarios. Aunque el deterioro de la democracia era ya evidente antes de 2020, la pandemia ha servido para agravar la situación de modo extraordinario, hasta el punto de que amenaza con eliminar de un plumazo cosas que costó siglos conquistar como el derecho a la manifestación, la libertad de expresión, el trabajo, la libertad de movimiento, la seguridad o la igualdad ante la ley[26]. Cinco europarlamentarios de diversos países y grupos políticos han denunciado esto mismo hace unos días en comparecencia pública. Esperemos que el resto de la sociedad civil los siga.
Vacunas moái y soluciones ivermectina
Cuando una sociedad está al borde del colapso lo peor que puede hacer es invertir los recursos que se están volviendo escasos en lo que llamo construir moáis[27]: falsas y costosas soluciones que sólo sirven para salvaguardar el poder de las élites y agotar aun más rápidamente los recursos.
El capitalismo lleva décadas destruyendo la base ecológica y social que sostiene su propia existencia, lo que nos ha colocado al borde del colapso. Su obsesión por el crecimiento perpetuo no le deja aplicar otra cosa que las soluciones moái de siempre: reactivar el consumo y salvaguardar las ganancias del capital. Precisamente las políticas que aceleran el crecimiento y agotan más, si cabe, los recursos.
Las vacunas que nos están vendiendo para solucionar la crisis de la Covid tienen todas esas características de las soluciones moái: son tecnologías caras, complejas y por tanto patentables, que transfieren miles de millones de dólares de dinero público a las cuentas de las empresas farmacéuticas y requieren un agotador esfuerzo de actualización.
El interminable rosario de campañas de vacunación que nos ofrece la industria farmacéutica, es la peor distopía que se puede imaginar para un sistema de salud público. Hacer que la medicina se base en vender periódicamente algo a millones de personas sanas proporciona beneficios muy interesantes a las farmacéuticas, pero no es la mejor estrategia para una sociedad que se enfrenta a una crisis generalizada de recursos. Si queremos evitar el colapso de los sistemas de salud ante la doble amenaza de la crisis Covid y la crisis de recursos, lo primero que deberían hacer nuestras autoridades sanitarias es buscar todas las soluciones que pueden ofrecer los medicamentos ya conocidos y los hábitos de vida saludables que refuerzan el sistema inmune y, solo después de que estas soluciones sencillas se han aplicado, buscar tratamientos complejos.
Las empresas están interesadas en hacernos creer que sólo las soluciones que las benefician son capaces de solucionar los problemas a los que nos enfrentamos, pero eso no suele ser verdad. El movimiento ecologista sabe bien que existen tecnologías relativamente sencillas y eficaces como la agroecología, la arquitectura bioclimática o el urbanismo sostenible que serían capaces de solucionar grandes problemas de la humanidad utilizando muy pocos recursos. También sabemos que, si todas estas cosas no se están usando a gran escala, no es porque sean ineficaces, sino porque las dinámicas de acumulación del capital no permiten que se pongan en marcha.
La ivermectina y, en general, el tratamiento temprano de la Covid, son el equivalente a estas tecnologías que el ecologismo reivindica: una solución respaldada por la ciencia, pero relativamente sencilla y adaptada a un mundo de recursos menguantes. Una tecnología que, como la agroecología o las bicicletas, es denostada y despreciada por quienes quieren hacernos comprar soluciones mucho más patentables.
El negacionismo conspiranoico
El hecho de que el discurso oficial tenga cada día más grietas está haciendo ganar prestigio a quienes, desde un principio, denunciaron que todo ello era una operación de ingeniería social, es decir, la plandemia. Gran parte de ellos están ligados a ideologías de ultraderecha[28] (aunque no todos[29]) y suelen argumentar que el objetivo es imponer una dictadura “globalista” basada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)[30] . Es habitual que califiquen de “socialista” y “ecologista” la dictadura que supuestamente se quiere imponer, argumentando que el ideal de la misma son los ODS, que están basados en objetivos de justicia social y medioambiental.
Este discurso suele derivar en lo que podemos llamar un negacionismo extenso, porque aplica la estrategia de negación a todos los grandes problemas (cambio climático, escasez de energía, alimentos, etc.) y puede convertirse en un discurso populista muy fácil que sirva para decir a la gente lo que quiere oír: “Los problemas no existen, son sólo un invento de las élites que quieren esclavizarte a través del miedo”.
En los próximos años vamos a empezar a experimentar una escasez de energía y materias primas que todavía no ha sido asumida por la mayor parte de la ciudadanía. Es previsible que la respuesta de las élites ante esta escasez de recursos se base en medidas autoritarias que permitan mantener el crecimiento de cada vez menos personas a base del despojo de la gran mayoría. Y también es previsible que estas políticas elitistas se disfracen de “verde” y no hablen directamente de escasez sino de que “debemos cuidar el planeta” y “realizar una transición renovable”, lo cual es cierto, pero sólo es la mitad de la verdad[31].
Aunque los discursos conspiranoicos estén manipulados por la extrema derecha y se refugien en argumentos simplistas, no podemos dejar de reconocer que dan en el clavo en algunas cuestiones. No hace falta recurrir a conspiraciones extrañas para saber que el poder económico se ha concentrado de una manera escandalosa durante las últimas décadas al calor de las políticas neoliberales y no es muy desacertado decir que nos gobiernan las elites que controlan el sistema bancario y los fondos de inversión. No es descabellado pensar que el 1% que posee la mitad de la riqueza mundial es capaz de controlar casi toda la información que circula por las redes[32]. No hace falta ser muy sagaz para ver que algunas medidas de control que se han implementado van más allá de lo necesario para cuidar la salud de la población. También es difícil no ver que las compañías farmacéuticas nos han colado unas cuantas mentiras para hacernos creer que sus productos eran la única e imprescindible solución.
El ecologismo tiene todas las papeletas para convertirse en un chivo expiatorio de todas aquellas personas que abracen este discurso negacionista extenso y vean en el cambio climático un intento de las élites de “fomentar el miedo” y crear una dictadura “ecologista y socialista” en lugar de problemas reales de falta de recursos y deterioro ecológico. Por eso la actitud del movimiento ecologista y colapsista frente a este negacionismo extenso es especialmente delicada e importante en estos momentos. El ecologismo debe dejar muy claro que, aunque reivindica la gravedad del cambio climático y la crisis energética, no apoya las eventuales medidas autoritarias que se puedan imponer para intentar resolver estos problemas a base de desigualdad, injusticia y control social.
El mundo se está volviendo muy complejo, como no podía ser menos ante el choque contra los límites. No podemos quedarnos con posicionamientos simplistas que dividen el mundo en tribus de rojos contra ultras y nos fuerzan a asumir cosas inaceptables por aquello de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. El mundo ecologista no puede permanecer ajeno a todas las preocupantes tendencias que se están incubando, tanto en torno al discurso oficial como en esos complejos movimientos conspiranoicos. Debemos atrevernos a entrar en todos estos temas y utilizar el debate abierto, basado en datos científicos y libre de prejuicios para separar las realidades de las fantasías y contrarrestar todas estas preocupantes tendencias que se están perfilando y no ayudan nada a superar la inevitable transición ecológica que tenemos que realizar.
Notas
[1] Merette fue la primera médico en utilizar ivermectina para el tratamiento de la Covid19.
[2] https://covid19criticalcare.com/covid-19-protocols/i-mask-plus-protocol/, https://aapsonline.org/mccullough-protocol-3-page.pdf,
https://vladimirzelenkomd.com/treatment-protocol/.
[3] https://www.youtube.com/watch?v=QAHi3lX3oGM,
https://covid19criticalcare.com/senate-testimony/.
[4] La seguridad de la ivermectina se ha comprobado en un estudio a dosis 10 veces superiores a los 0,2mg/Kg utilizados habitualmente para el Covid. La OMS lleva años recomendando la ivermectina para algunas parasitosis.
[5]
- Para la ivermectina se han realizado 65 ensayos clínicos hasta el momento, de los cuales 32 son controlados y aleatorizados y 45 están publicados y revisados por pares. El 90% de los ensayos reportaron resultados favorables a la ivermectina, con unas reducciones de mortandad medias del 60% que aumentan hasta más del 80% en el tratamiento temprano. Una recopilación de los mismo se puede encontrar en https://ivmmeta.com/. Su seguridad también ha sido muy estudiada y es reconocido como un medicamento muy seguro a las dosis recomendadas para la Covid. Los principales defensores del uso de la ivermectina para el tratamiento del Covid son la Front Line Critical Care Covid Allicance que ha publicado una revisión de todas las evidencias y el grupo BIRD, además del Dr. Omura, que recibio el premio Nobel por su descubrimiento de la ivermectina y la ha defendido en Japón.
- La hidroxicloroquina ha contado con 290 ensayos clínicos y es más polémica que la ivermectina porque no se considera adecuada para todas las fases de la enfermedad. También ha sido objeto de manipulaciones que han intentado desacreditarla, como explica Angeles Maestro.
- La vitamina D ha sido objeto de un intenso estudio y se ha encontrado una fuerte correlación entre niveles bajos de esta medicina con los casos Covid que terminan en hospitalizaciones y muertes: https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.09.22.21263977v1, https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/20503121211014073,
https://www.mdpi.com/2072-6643/13/6/1760. - También la melatonina, el zinc, la fluvoxamina, la quercetina han sido señaladas como eficaces.
[6] La tardanza en aprobar el uso de ivermectina contrasta con la velocidad con se aprobó el medicamento patentado por Gilead, Remdesivir, para el tratamiento de la Covid con sólo dos ensayos clínicos que no mostraban mejora en la ratio de mortandad sino únicamente, en el tiempo de hospitalización. La propia ivermectina fue aprobada para su uso contra la sarna con 6 ensayos clínicos.
[7] El Dr. Omura, que recibió el premio Nobel por descubrir la ivermectina, ha realizado una revisión y se ha manifestado públicamente a su favor y el Dr. Luc Montaigner, también premio Nobel de medicina, habla de ella como alternativa a las vacunas.
[8] Entre ellos destacan los miembros de la FLCCC liderados por el Dr. Paul Marik y la doctora Theresa Lawrie, directora de la consultora The Evidence Based Medicine Ltd. y fundadora del grupo BIRD.
[9] https://www.francesoir.fr/societe-sante/martinique-soins-palliatifs-covid-19, https://www.bitchute.com/video/cLZ3s6spE6k3/, https://www.realclearscience.com/articles/2021/10/07/the_problems_with_censoring_doctors_over_their_covid-19_stances_797819.html.
[10] La FLCCC ha denunciado en varias ocasiones la obstrucción de la FDA y la NIH y el grupo BIRD, de la EMA. La ivermectina ha sido prohibida en Australia para el tratamiento del Covid. La Indian Bar Association, una asociación de abogados indios, se ha querellado contra la directora adjunta de la OMS por desaconsejar el uso de la ivermectina en su país. Más:
https://bird-group.org/horse-dewormer-or-nobel-prize-winning-medicine/, https://www.youtube.com/watch?v=PuK_Ywb1JQE,
https://www.realclearpolitics.com/articles/2021/03/10/censorship_kills_the_shunning_of_a_covid_therapeutic_145376.html.
[11] La promoción del algodón transgénico en India y la leche maternizada en África son dos ejemplos bien conocidos.
[12] En España se ha hablado de los tratamientos hospitalarios (para las últimas fases de la enfermedad) como el Remdesivir o los corticoesteroides, pero son escasísimas las menciones a los tratamientos tempranos.
[13] En EE. UU. se pueden ver debates entre profesionales de la medicina y abundan las controversias en medios de comunicación. Algunos ejemplos: https://www.youtube.com/watch?v=gJn_BvwDywo,
https://www.youtube.com/watch?v=tVxK1W7JUJs,
https://www.youtube.com/watch?v=9ss0RGFhGZg,
https://www.youtube.com/watch?v=plXSrEWAfGg.
[14] Twitter ha cerrado las cuentas de Tess Lawrie, el grupo BIRD y Juan Chamie (analista de datos y miembro de la FLCCC). Pierre Kory, Robert Malone, Peter McCullough, Mobeen Syed y Sathoshi Omura han visto retirados varios contenidos suyos de YouTube y Facebook. En estos momentos YouTube ha decidido censurar todo lo que considera “desinformación” sobre las vacunas. Youtube ha censurado también el discurso a favor de la ivermectina del premio Nobel, Dr. Omura.
[15] A todo ello hay que sumar los constantes cambios e incoherencias de los mensajes oficiales respecto a cosas como el uso de mascarillas, el peligro que corren los niños y jóvenes, la transmisión de las personas vacunadas, etc.
[16] En lo que respecta a la capacidad de las vacunas para evitar los síntomas de la enfermedad el mismo informe del Reino Unido sí observa reducciones en las ratios de hospitalizaciones y muertes en las personas vacunadas, pero la correlación entre las ratios de vacunación y las muertes por Covid entre países no es en absoluto evidente (quizá debido al hecho de que muchos países de escasos recursos y bajos niveles de vacunación están utilizando tratamientos tempranos) y la protección disminuye con el tiempo: https://www.ynetnews.com/health_science/article/bytq34n0u, https://www.normanfenton.com/post/comparing-age-adjusted-all-cause-mortality-rates-in-england-between-vaccinated-and-unvaccinated,
https://www.timesofisrael.com/hmo-those-who-inoculated-early-twice-as-likely-to-catch-covid-as-later-adopters/. Algunas voces están hablando de un escenario bastante negro si aparece el Antibody-Dependent Enhancement of disease o enfermedad provocada por anticuerpos (ADE) que haría que las personas vacunadas no solo no estuvieran protegidas contra los peores síntomas de la enfermedad sino que tuvieran, incluso, más riesgo. Se piensa que esto puede estar sucediendo en las personas vacunadas hace tiempo, pero los datos todavía son escasos.
[17] https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(21)02183-8/fulltext, https://edition.cnn.com/2021/10/06/health/pfizer-vaccine-waning-immunity/index.html, https://trialsitenews.com/major-icmr-study-of-indian-healthcare-workers-reveals-covid-19-vaccine-antibodies-wane-within-2-months-for-covaxin-3-months-for-covishield-astrazeneca/.
[18] En el Reino Unido se observa que son cuatro veces mayores a la suma de los observados en los últimos 11 años y en EEUU mayores que los observados durante 30 años.
[19] El mecanismo de las vacunas que parece causar los daños más graves es la propia proteína espiga (spike) que ha sido usada como antígeno en todas las vacunas fabricadas hasta la fecha y ha demostrado ser citotóxica: https://www.australiannationalreview.com/health/doctor-on-covid-vax-we-screwed-up-we-didnt-realize-the-spike-protein-is-a-toxin-does-this-mean-everyone-vaxinated-is-manufacturing-their-own-spike-protein-toxins-in-their/, https://www.ahajournals.org/doi/10.1161/CIRCRESAHA.121.318902, https://doctors4covidethics.org/wp-content/uploads/2021/08/Complement-activation-and-vaccines.pdf,
https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S221475002100161X, https://doctors4covidethics.org/leaky-blood-vessels-an-unknown-danger-of-covid-19-vaccination/. Se cree que esta proteína es responsable de los daños vasculares y se ha constatado que viaja por el torrente sanguíneo creando micro-trombos y que el material utilizado como portador se acumula especial en los ovarios: https://doctors4covidethics.org/the-pfizer-mrna-vaccine-pharmacokinetics-and-toxicity/, https://www.lifesitenews.com/news/pfizer-vp-vaccination-women-is-stupid-infertility/. De hecho, la cantidad de mujeres que sufren desarreglos menstruales tras la vacunación es elevadísima: https://www.consalud.es/pacientes/especial-coronavirus/miles-mujeres-notifican-alteraciones-menstruales-recibir-vacuna-covid-19_100086_102.html, https://trialsitenews.com/are-covid-19-vaccines-adversely-impacting-womens-menstrual-cycles/. También resultan muy graves las miocarditis y pericarditis detectadas en jóvenes y niños vacunados: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34614329/, https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2352906721001603, https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0146280621002267, https://www.medscape.com/viewarticle/954038. En un estudio israelí se encuentran en 1 de cada 10.000 jóvenes entre 16 y 29 años, algo que resulta especialmente sangrante, porque las posibilidades de morir o de sufrir efectos adversos graves por Covid son muy bajas para jóvenes y niños.
[20] El proyecto israelí Testimonies está realizando una campaña para visualizar efectos adversos de las vacunas que son frecuentemente silenciados.
[21] https://www.thelancet.com/journals/lanchi/article/PIIS2352-4642(21)00066-3/fulltext, https://www.nature.com/articles/d41586-021-01897-w. Algunos países como Suecia han decidido no vacunar a los menores. El Dr. McCullough ha llegado a calificar estas vacunas como los agentes biológicos experimentales más tóxicos de la historia de la medicina y el Consejo Asesor sobre Vacunas del Reino Unido se mostró en contra de esta medida, pero el gobierno británico ha seguido adelante con ella.
[22] Se puede intuir que existen muchos casos sin notificar porque existen países que prácticamente no reportan casos mientras el 14% de los reportes vienen de Países Bajos (que sólo tiene el 3% de la población de la UE).
[23] El web de OpenVAERS afirma haber sido creado por familiares de personas afectadas por las vacunaciones y se dedica a recopilar y presentar de forma sencilla los resultados del sistema VAERS del sistema de salud norteamericano.
[24] Ante el gran volumen de efectos adversos reportados por las vacunas en el Institut Català de Farmacologia, este solicitaba que se reportasen sólo los siguientes efectos adversos: anafilaxis, arritmia, quiebra cardíaca, cardiomiopatia de estrés, enfermedad arterial coronaria, miocarditis, muerte repentina o muerte de cualquier causa, síndrome de Guillain-Barré, encefalomielitis diseminada aguda, narcolepsia, convulsión generalizada, meningoencefalitis, mielitis transversa, parálisis facial de Bello, vasculitis cutánea, eritema multiforme, microangiopatia, alteraciones de la coagulación (tromboembolias y hemorragias), trombocitopenia idiopática, artritis aséptica aguda, síndrome del aprieto respiratorio agudo, COVID-19 (enfermedad aumentada después de la inmunización), anosmia y ageusia y daño hepático o renal agudo.
[25] Además, estas vacunas están siendo administradas en España ilegalmente, ya que no se está exigiendo consentimiento informado ni se está dando información adecuada sobre los efectos adversos de las mismas.
[26] En Australia la difusión de manifestaciones en contra de los confinamientos está penalizada. El tiempo de confinamiento domiciliario supera ya los 8 meses en varios periodos, se están probando sistemas de reconocimiento facial y se ha prohibido el uso de la ivermectina. Italia ha prohibido también que se realicen en los centros urbanos manifestaciones de protesta contra la exigencia del certificado de vacunación, la cuales se identifican cada vez más en los medios como manifestaciones «antivacunas». Letonia ha dejado a sus parlamentarios no vacunados sin sueldo y sin derecho a voto.
[27] Por analogía con lo que hicieron los habitantes de la Isla de Pascua, que acostumbraban a construir grandes estatuas de piedra y, cuando empezaron a entrar en dinámicas de colapso, no sólo no dejaron de construirlas, sino que construyeron las más grandes.
[28] César Vidal, vinculado a movimientos evangélicos, Lorenzo Ramírez (vinculado a medios como Liberad Digital, OK diario y 13TV.
[29] Josep Pàmies y Teresa Forcades, por ejemplo, fueron críticos desde el inicio y están ligados a ideologías de izquierda anticapitalista.
[30] Que se materializaría en los planes enunciados en la iniciativa El Gran Reset del World Economic Forum.
[31] Antonio Turiel ha denunciado recientemente esa tendencia bautizándola como “negocionismo”.
[32] Como también argumenta Ángeles Maestro en su articulo “Políticas de exacerbación del miedo y censura en la gestión del Covid”.
Excelente análisis e importantísimas advertencias. Es gravísimo el control de los medios de comunicación masiva influyendo en tanta gente… personas que creen que algo “no puede ser mentira si todos los medios (los únicos que escuchan, en realidad) coinciden en lo mismo”. Angelitos.
Los gobiernos, como muchos medios, están convirtiendo a los no vacunados en chivo expiatorio de sus errores. ¿Quién se responsabiliza de los recortes, fallos y carencias en la Sanidad Pública? Es lo que tenía que afrontar algunos mandatarios que tenemos, que solo piensan en castigar. La mejor forma de no asumir responsabilidades es dispersarlas entre los demás.
Y lo peor es la pasividad y abandono de cierta izquierda radical, incluso esos anarquistas que hablan de un supuesto ‘maidan fascista de antivacunas’ y otros movimientos sociales, no solo ecologistas, que callan y miran a otro lado, asimilando como alcahuetas el discurso oficial, ante la pérdida derechos civicos.
¡Muy bien! Hace falta que se diga, aunque apenas se oiga la voz compitiendo contra el mensaje amplificado por los mass media. El silencio de la mayoría de la izquierda (incluyendo, claro, al ecologismo) me parece vergonzosamente clamoroso; y aún peor su defensa a ultranza de la narrativa «oficial». Todavía no creo lo que estoy viendo. Hasta Noam Chomsky ha «comprado» el relato del poder: él, que lleva toda su vida denunciando precisamente las prácticas que campean en estos últimos tiempos, en relación con la epidemia (Ver https://www.youtube.com/watch?v=TzWcP2b4uZ4).
¡Tiempos oscuros!
Otro vendido al discurso oficial es el belga Jean Bricmont, coautor de ‘Imperialismo humanitario’ e ‘Imposturas intelectuales’, de criticar las intervenciones militares occidentales bajo pretexto humanitario y su manipulación mediática justificante a defender el arresto domiciliario masivo, la vacunación forzosa y el pasaporte covid, como gente de Ciencia reconvertida en popes de una nueva religión.
Hola. Todos los días lo primero que hago es mirar a ver si se mueve algo en la prensa no oficialista que toque este tema. Todos los días es un continuo desánimo. Este artículo viene como agua de mayo. Muchísimas gracias por lo bien que has expuestos todo. Queda mucho por decir. Esperemos que la «izquierda» empiece de una vez a involucrarse en el asunto, sino, estamos apañadxs.
De acuerdo en casi todo, Marga. Buen resumen. Yo me he decepcionado mucho con la Nueva Izquierda (ecologista y no ecologista). Yo me consideraba muy de izquierdas, pero desde que esta izquierda le hace la ola a la agenda totalitaria claramente orquestada desde la élite mundial, tengo la sensación de haberme caído de un guindo.
Lo que no parece entender mucha gente es que si alguien puede quitarte o darte tus derechos humanos, dejan automáticamente de serlo. Tanto para vacunados como para no vacunados. Los vacunados tendrán que seguir siendo obedientes para no perder lo que nos contaron que nos correspondía por haber nacido.
La Covid-19 es un problema minúsculo frente a la deriva autoritaria que están tomando los estados y la polarización social que se está alentando. Apoyar o esconder la cabeza frente a lo que está sucediendo me parece despreciable, y la izquierda (al menos en su inmensa mayoría), en el mejor de los casos, se ha puesto de medio lado.
Las medidas que se pretenden tomar contra los no vacunados, en un intento de discriminar y segregar a una parte de la población, carecen de ética y de ciencia. Carecen de ética porque violan la bioética más esencial recogida en varios tratados internacionales y la constitución y legislación. Y carece de ciencia porque las vacunas no detienen la transmisión (de hecho, según los datos oficiales de UK de las últimas semanas, los vacunados de casi todos los grupos de edad, se están contagiando aproximadamente el doble que los no vacunados) https://twitter.com/cricketwyvern/status/1446525157187756039
Como has comentado el porcentaje de vacunación (muy bajo en algunos países) no tiene relación alguna con el nº de casos https://link.springer.com/article/10.1007/s10654-021-00808-7
Dicho de otra manera: los vacunados están contagiando la enfermedad igual o más que los no vacunados. Estas vacunas no crean inmunidad de grupo. El supuesto beneficio es individual e intransferible. En cuanto a muertes/hospitalizaciones, hay tratamientos tempranos muy seguros con resultados similares a los de las vacunas que han sido criminal y sistemáticamente vetados en pro de la vacuna. No parece justificado el uso de una «vacuna» experimental con efectos adversos a corto plazo sin precedentes y a medio-largo plazo desconocidos. Por mencionar algunos, en todos los intentos de vacuna en animales para el SARS-CoV-1 se empezaba muy bien, se creaba una respuesta inmune potente, pero un tiempo después, todas dieron problemas de ADE (una enfermedad mucho peor en vacunados) y/o inmunopatologías, excepto en dos estudios de vacunas en los que no ocurre con un virus completo inactivado con β-Propiolactone, pero las interpretaciones de estos estudios son dudosas porque «no se ha aplicado un control positivo consensuado en estos estudios».
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/labs/pmc/articles/PMC7247514/
La gente más reticente a la vacunación según el único estudio que conozco al respecto (de los EEUU) era la más preparada (doctorado y superior). No somos paletos anti-vacunas, somos anti-experimentos bajo coacción (y por tanto ilegales) de los que nadie se responsabiliza
https://twitter.com/MariolySosaP/status/1447533172649041922
El Green Pass es una herramienta de control en el acceso a los recursos y los servicios, así como de control de la gente, en un contexto de colapso económico principalmente debido al pico del petróleo. Antes del virus, las élites mundiales ya planeaban utilizar la tecnología para someter a la población y acabar con los derechos fundamentales y las democracias occidentales con China como modelo. Creo que Josep Piqué lo deja claro en esta entrevista prepandémica https://www.rtve.es/play/videos/conversatorios-en-casa-de-america/conversatorios-casa-america-josep-pique/5517810/ . Recordar que China implantó su sistema de crédito social en 2020, y los países occidentales, parece que estamos siguiendo su camino hacia una sociedad distópica en la que los ciudadanos están completamente sometidos a través de un control casi absoluto apoyado en la tecnología, como adelantaba Piqué.
Hasta el día de hoy (y en un futuro pienso que será peor para los vacunados), no se puede estar seguro de que la vacuna sea eficaz reduciendo las muertes por todas las causas (por covid y por no-covid), ya que se ha observado un hecho muy curioso: la vacuna no solo reduce las muertes por covid, sino que también lo hace de manera muy similar las muertes no-covid. O bien nos encontramos ante la vacuna milagro que todo lo cura, algo bastante absurdo, o bien, la supuesta eficacia (medida en reducción de muertes por todas las causas, que también tiene en cuenta los efectos adversos de las vacunas) es una ilusión estadística, posiblemente sesgada por el hecho de que los que más se vacunan son los más sanos (algo que contradice el pensar general):
https://probabilityandlaw.blogspot.com/2021/11/is-vaccine-efficacy-statistical-illusion.html
https://www.actasanitaria.com/mortalidad-por-covid19-no-vacunados-versus-vacunados/
Durante la pandemia se llegó a un punto en el que si Trump o Bolsonaro decían que la mierda es mierda, y uno decía que la mierda es mierda, los de “izquierdas” decían que como podías decir eso, que era lo que decía Trump, que la mierda en realidad era caviar. La pandemia me ha enseñado una cosa: la ideología no solo divide a la gente, también sirve para manipularla y se vuelve una jaula para el librepensamiento. Como dijo Teócrito «Los hombres libres tienen ideas, los sumisos tienen ideologías.»
Hola Iñaki, gracias por decir verdades que no salen en los medios. Pero todo esto y más, se debería trabajar y completar desde una publicación que llegue a la gente.
Sobre el control de la población y las libertades en las dictaduras presidencialistas democrática de occidente, ya en 2013 lo ponían bien claro en un libro al alimón de Zygmunt Bauman y David Lyon, en Libertad Liquida. Espero que alguien se anime a completar un artículo que englobe los diferentes problemas de esta crisis compleja, y que ha dejado a otros dos millones de personas en exclusión social.
Gracias a Marga y a la revista por abrir espacio a un debate sereno y necesario. Ni como personas ni como sociedad vamos a poder pasar pagina sin el.
Podemos identificar genes del virus con una tecnología de laboratorio, producir anticuerpos con una tecnología de farmacia, pero que sea nuestra tecnología el timón, sin un horizonte marcado por nuestra inteligencia colectiva, convierte en incierto el rumbo de la pandemia.
No es buena idea ocultar la incertidumbre para evitar otros riesgos; el debate entre iguales, informado por la ciencia hasta donde llega, es necesario para disminuir la incertidumbre y para pasar pagina de forma saludable cuando llegue el momento
Salud!
He visto cosas que no creeríais, gente antisistema que se cree lo que dice el sistema.
En foros de energía y colapso me han insultado, bloqueado y borrado mis comentarios.
La extrema izquierda, los anarquistas y antisistema en general exigiendo prioridad vacunal para no se que colectivos y llamándote facha y magufo unos y otros con muchos libros publicados y muchas charlas dadas están callados como p…
Gracias por tan lúcido y trabajado análisis con tantas referencias útiles. Se las mostraré a algunos familiares cuando me increpen por no querer vacunar a mis hijas. Tu artículo es muy necesario, porque sí es verdad que vamos bajando la guardia ante tanto balón por la escuadra que intentan colarnos.
Solo comentarte que en la sección «¿Pasaportes para frenar los contagios?», tu tesis es que si las vacunas no frenan contagios quedan deslegitimadas, pero inmediatamente, alguien del mainstream te diría que aún así, si consiguen disminuir la presión hospitalaria, sí quedarían legitimadas.
Me pregunto si en alguno de esos artículos a los que haces referencia se prueba que, además de perderse relativamente pronto la inmunidad y capacidad de no contagiar, ni siquiera tampoco se consiga bajar la presión hospitalaria a más largo plazo, porque lo que creo que nos están vendiendo es que aunque ahora estén aumentando los contagios la gente no se pone tan enferma y la presión hospitalaria no sube tanto.
La sección está bien, porque es bastante revelador en sí mismo el tema de lo poco que dura la inmunidad y la alta carga viral encontrada en vacunados reinfectados por delta, pero si aún no se sabe bien si las vacunas reducen o no a largo plazo la presión hospitalaria, yo rebajaría ahí el tono al deslegitimarlas (ya quedan bastante deslegitimadas en otras secciones) y en todo caso volvería a recordar que existen alternativas de tratamiento temprano con mejores resultados potenciales de cara a reducir presión hospitalaria.
Perdón por ser tan quisquilloso …
También me parece muy interesante eso que dices de que levantemos la guardia por lo de convertirnos en chivo expiatorio, pero por doble partida:
(1) Los «negacionistas extensos» nos verían alineados con el capitalismo verde, que para ellos es como bien dices «socialismo ecológico», porque desconocen qué es el eco-socialismo (eco-colapsismo, ecologismo libertario, etc.), y porque identifican socialdemocracia con socialismo al no haberse dado cuenta de que hoy día la socialdemocracia es la otra cara de la moneda del neoliberalismo. Son una auténtica calamidad, van tan perdidos y dan tanto miedo …
(2) Los capitalistas verdes (socialdemócratas), por otro lado, están muy interesados que dentro del mainstream se nos meta en el saco de los «negacionistas extensos» a los eco-socialistas (eco-colapsistas, eco-libertarios, etc.), así por ejemplo, cuando critiques renovables, automáticamente te llamarán profosilista y negacionista climático. También van muy perdidos, creen que han sido ungidos para salvarnos de nuestra «ignorancia» o «falta de visión de Estado» y llevarnos a la utopía de la riqueza infinita bien repartida, pero no se dan cuenta de que solo trabajan para el capital, y por muy poco tiempo.
Mientras tanto, los neoliberales se frotan las manos, tienen a sus perros de presa «negacionistas extensos» y a socialdemócratas trabajando para ellos, y en cualquier momento la Ayuso se pone de jefa de estado, y tienen a la disidencia real (nosotros) invisibilizados o confundidos con la disidencia que ellos diseñan.
Levanto guardia, sí, pero sin esperar victoria, tan solo dignidad …
La presión hospitalaria no es una valor absoluto, como la presión en física depende de otros factores: si tenemos un solo hospital, la presión será siempre gigantesca; si nos dicen que crece la presión hospitalaria deberíamos preguntarnos si la estructura hospitalaria está como para soportar alguna presión y si se nos dice esto para que nos caguemos de miedo.
Hola Marga y demás. Gracias por abrir un espacio de debate sobre un tema tan proscrito. Una doble pregunta que me hago, a raiz de los datos que dais de descensos similares en países donde las tasas de vacunación son muy distintas: 1. Porque pensais que sucede esto? Forma parte del ciclo natural de los coronavirus el empezar a descender a los dos años o hay otras causas que expliquen ese descenso? 2. En Spain los datos si parecen indicar que la alta tasa de vacunación (sin entrar ahora en si está justificada, tiene peligros o es proporcional) se corresponden con un descenso de los contagios y de la incidencia de la enfermedad, al menos durante estos últimos meses. Es este dato correcto?
Hola Arnau.
Es muy difícil saber las causas de esto. Yo no he estudiado los datos en profundidad (básicamente porque muchos de los datos claves no se dan y porque la estadística no es mi fuerte) pero me da la impresión de que hay muchos factores en juego además de las vacunas. Se sabe que hay países que usan tratamientos tempranos, la ivermectina corre por Latinoamérica formal e informalmente como el vino en fiestas, en Asia también he oído que se usa en casi todos los países (aunque sólo de algunos estados de India tengo confirmación), en Texas por ejemplo, el Dr. McCullough ha tenido mucha influencia y hay médicos aplicando tratamiento temprano (y Texas está mucho mejor que otros estados USA con muchas menos restricciones). También se sospecha que en Africa el uso de ivermectina e hidroxicloroquina, que son muy habituales allí para la malaria y para parasitosis, está frenando la expansión del virus. Y respecto a España….no sé. Sí parece que en España la vacuna ha tenido efecto, quizá porque hemos vacunado más rápidamente que otros países y ha sido capaz de cortar la transmisión. Imagino que también el largo y soleado verano haya ayudado. Lo que sí parece claro es que el efecto de las vacunas es corto, especialmente frente al contagio, eso explicaría que no están consiguiendo frenar las nuevas olas. Pero lo que sí parece claro es que el resultado de estas vacunas es mediocre comparado con lo que vendían sus fabricantes y el esfuerzo que ha costado vacunar y que necesitamos tratamientos tempranos tanto para vacunados como para no vacunados.
[…] suficientes evidencias científicas para recomendarlos a pesar de que su seguridad es bien conocida[4] (lo que en la práctica supone restringir su uso salvo en ensayos clínicos o prescripciones […]
Cuanto contribuye la “estacionalidad” del virus, la inmunidad natural, las medidas no farmacológicas, la cantidad de pruebas de diagnóstico realizadas, las nuevas variantes, la vacuna…a la evolución de la curva epidémica?
Cuanto contribuye la edad, los factores de riesgo, la variante, los tratamientos, la vacuna… a la gravedad de la enfermedad?
Habrá que pensar en ello
Por fin un manifiesto como dios manda.
https://diario16.com/academicos-y-expertos-lanzan-un-manifiesto-por-una-salida-razonable-de-la-crisis-de-la-covid/
Y queda mucho tema por desarrollar.
A ver si todos los derechos ganados en la «socialdemocracia» los podemos conservar.
Sigo todos los días el boletín oficial del gobierno autonómico que me corresponde. Ayudas a la exclusión social 160 mil €, ayuda a la federación de caza autonómica 300 mil €. Así las cosas.
Fantástico análisis.
Muchas gracias.
Tu escrito es la única autocrítica que he leído hasta ahora. Gracias por hacerla, gracias por la clara exposición de tus ideas y razonamientos y gracias por las referencias que utilizas para fundamentar tu exposición. Esta autocrítica puede hacerse extensible al ámbito de la izquierda, de los sindicatos o de los movimientos ciudadanos o de cualquier grupo organizado.
A lo largo de tu exposición nos describes mentiras realizadas por instituciones internacionales, gobiernos y gobiernillos; control y censura de los medios de comunicación con el discurso no oficial; demonización de los científicos que discrepan del discurso oficial y aceptación como verdad revelada de las aportaciones de los científicos que comparten o/e impulsan la verdad oficial; negativa de los gobiernos a replantearse la situación y las soluciones a la pandemia en vista de que las vacunas no impiden la transmisión y la instauración de un pasaporte que discrimina a una parte de la población, atenta contra los derechos de las personas o te obliga a elegir entre el paro y la vacuna.
Después de leer lo anterior ¿cómo no van a existir personas que tengan la sospecha de que esto no es una conspiración? Y si a esto añadimos la cantidad de medidas contradictorias impuestas por el/los gobiernos la sospecha se reafirma. Y se vuelve a reafirmar cuando la falta de transparencia e información sobre las decisiones que los gobiernos toman es total. Y vuelve a reafirmarse cuando la práctica médica a la hora de vacunar a las personas, en muchos casos, no sigue las pautas que dan las mismas farmacéuticas. De todo lo cual resulta una desconfianza absoluta sobre los gobiernos y sobre lo que propugnan y hacen.
Algunas personas nos quedaremos con la sospecha, porque para confirmarla deberíamos saber quién o quienes organizan la plandemia, dónde se reúnen y cuándo, qué medios disponen, cuál es el objetivo, etc. Y sin embargo, no tenemos dudas cuando hablamos del poder de las élites o del capital sin saber quién o quienes las componen, qué objetivos tienen, etc.
El término conspiranoico, en mi opinión, tiene un cierto halo despectivo que deberíamos evitar en beneficio de que ese debate, tan necesario que planteas, no parta de ideas preconcebidas y sea respetuoso con las personas con las que debatimos. La RAE propone conspirativo en lugar de conspiranoico.
Un placer haberte leído.