¿Cómo podemos identificar la Iberia vaciada y las dinámicas que en esta acontecen dentro del frágil contexto medioambiental? Carlos Taibo (Madrid, 1956), una de las voces más escuchadas en la actualidad en relación a la teoría del colapso y el decrecimiento, nos trae un nuevo ensayo que bien podría entenderse como la ampliación de su obra Colapso, Capitalismo Terminal, Transición Ecosocial, Ecofascismo. Si en esta última apuntaba a las dinámicas de carácter global —con breves apuntes a escala peninsular— en el presente libro aborda el objeto de estudio desde una perspectiva aplicada a las áreas peninsulares que, desde el ostracismo, están volviendo con fuerza en los últimos años al debate público ante la delicada situación social y climática que vivimos.
Sobre el conjunto de España y Portugal, Taibo dibuja el mapa de esa otra Iberia, olvidada por una sociedad con clara tendencia a la urbanización. Una Iberia que cobra cada vez mayor fuerza al verse en una mejor posición para hacer frente a los desafíos que plantean el colapso del sistema capitalista al compás del agotamiento paulatino de las materias primas energéticas. Estas regiones constituyen en la actualidad un escenario capacitado para la reorganización de las sociedades entorno a prácticas de carácter decrecentista en consonancia con los límites biofísicos del planeta. A tal fin, el autor esboza las líneas generales que deberían caracterizar dicha dinámica atendiendo a la deriva sociohistórica de las áreas que componen la Iberia vaciada.
La primera tarea a abordar remite a la identificación del objeto de estudio: la Iberia vaciada. Si bien esta se halla cada vez mejor asentada en el imaginario colectivo, la determinación de sus límites geográficos se torna una cuestión compleja. Ello se debe a la unidad geográfica empleada para su identificación. Las divergencias en función del empleo de las provincias y de las Comunidades Autónomas —con su equivalente en las regiones de Portugal— conforman un mapa de la Iberia vaciada variable. En cualquier caso, Taibo llega a la conclusión de que la Iberia vaciada se halla dentro de la Iberia rural —sin que esta última se incluya por completo dentro de la anterior— con la que comparte rasgos demográficos —bajas densidades—, ocupacionales —la prevalencia del sector primario— y culturales —recogidos entorno a ciertos valores tradicionales.
La dinámica de despoblación frecuentemente achacada a la Iberia vaciada no constituye un factor fundamental de esta. Por un lado, la densidad de población es relativamente baja debido a las grandes extensiones entre núcleos y el reducido tamaño de estos sin por ello mostrar dinámicas sensibles de despoblación. Esto se ve reflejado en algunos municipios andaluces. Por otro lado, las dinámicas de despoblación se han hecho visibles en otras regiones de la Iberia vaciada donde la población se ha reducido en un 40% entre 1950 y 1991 (p.20). Con todo ello, asumiendo la densidad de población como un factor característico en los estudios de la Iberia vaciada, dentro de esta puede identificarse la denominada Iberia hipervaciada que, con densidades de incluso 8 habitantes por kilómetro cuadrado, son conceptualizadas por el autor Paco Cerdá como la Laponia española que a su vez halla sus semejantes en el caso portugués, en áreas situadas al norte del Tajo.
Frente a las dinámicas que caracterizan la Iberia vaciada, Taibo esboza —con mucha prudencia— el potencial escenario del colapso, así como la perspectiva ofrecida por la teoría del decrecimiento. Con el paulatino agotamiento de los combustibles fósiles y las menguantes reservas de materias primas, la sucesión de crisis sostenidas en el tiempo a lo largo de las próximas décadas materializarían un colapso civilizatorio caracterizado, entre otros factores, por una pérdida de complejidad sistémica. Ello tendrá repercusiones especialmente notables en aquellos territorios con mayor huella ecológica identificados con las grandes urbes y sus áreas metropolitanas.
Ante esta situación, la dinámica del decrecimiento ofrece alternativas de desarrollo relacionadas con la satisfacción de las necesidades y el vivir mejor con menos aun siendo esta una práctica contingente —no se puede generalizar a aquellas poblaciones cuyas necesidades básicas no se hallan satisfechas y que componen un elevado porcentaje de la población mundial. Taibo apunta 7 verbos imprescindibles para dirigir las transformaciones encaminadas a abordar el potencial colapso: decrecer, desurbanizar, destecnologizar, despatriarcalizar, descolonizar, desmercantilizar y descomplejizar (p.58).
¿En qué situación se halla la Iberia vaciada con relación al colapso de la civilización termo-industrial y el subsiguiente escenario decrecentista? La Iberia vaciada se sitúa con cierta ventaja frente a las urbes globalizadas de España y Portugal. Sin caer en la romantización que desde el ámbito urbano se hace del mundo rural, la sabiduría campesina, a menudo infravalorada, constituye una fuente de conocimiento inestimable que debe ser preservada. A su vez, los bienes comunales gestionados en un pasado por democracias de base (p.66) en las que se hallaba dicha sabiduría popular deben recuperar su hegemonía a fin de repoblar aquellas zonas más demográficamente deprimidas —ya sea por la creación de bancos públicos de tierras gratuitas o viviendas del mismo carácter o de alquiler social. Por otro lado, deben introducirse nuevas prácticas sostenibles relacionadas con la agroecología, la reordenación territorial, el transporte y el consumo de energía con las correspondientes acciones acometidas desde el nivel estatal. En último lugar, la Iberia vaciada debe rechazar el modo de gestión actual relacionado con la agroindustria —especialmente con el monocultivo— los recursos hídricos y forestales —con serios impactos ambientales a día de hoy— y los discursos sustentados en el principio de industrialización apoyados en un ficticio tecno-optimismo.
Taibo aprovecha para realizar una serie de advertencias en relación al proceso de reorganización con vistas al decrecimiento. No puede optarse por una transición acelerada de resultas de la huida masiva de las ciudades. A su vez, debe redefinirse el papel de las mujeres en el mundo rural comúnmente marginadas en las sociedades anteriores a la despoblación (p.90). El desarrollo de las sociedades debe asentarse sobre una matriz de cuidados cuyas cargas se repartan de manera equitativa entre los miembros de dicha sociedad. A su vez deben conciliarse las corrientes precapitalistas y anticapitalistas a fin de crear comunidades de carácter autogestionario en las que los bienes comunales ocupen un lugar central en el desarrollo social en abierto desafío a un modelo capitalista basado en la lógica mercantil y la individualización que ya da claros visos de periclitar.
Siendo una lectura amena y con el inconfundible estilo literario de su autor, el presente ensayo constituye una aproximación esencial a la Iberia vaciada enriquecida por una amplia bibliografía. Taibo apremia a poner en marcha cuanto antes medidas encaminadas al decrecimiento y la descomplejización de las relaciones que rigen el presente capitalismo energívoro para afrontar el inexorable colapso del modo más liviano posible. A su vez, abre la puerta a repensar el futuro de las sociedades —en especial las de la Península Ibérica— y la articulación de nuevos modelos de desarrollo no basados en el ficticio discurso del crecimiento continuo, sino adaptados a unas condiciones que abocan al decrecimiento.