(Este artículo se compone de dos partes: la primera, escrita por Moisès Casado, presenta una introducción al evento de frío ártico acaecido en EE. UU. la segunda semana de febrero. La segunda parte, procede de comentarios de Pedro Prieto enviados a la lista de correo Petrocenitales, y revisados para su publicación en este artículo.)
Primera parte: Asomándose al acantilado de Séneca (una historia sobre colapso, falta de resiliencia, caos climático, infraestructuras, complejidad, transición energética, Teslas, políticas neoliberales, Antropoceno, civilización y Gaia en el corazón del imperio)
Caos climático
Nos adentramos en el Antropoceno, hemos dejado atrás 12.000 años de estabilidad holocénica y transitamos hacia rutas para las que no tenemos mapas[1], en el siglo de la gran prueba[2]. Emilio Santiago Muiño advierte de que «el Antropoceno, no hay que entenderlo como una era geológica. Las eras geológicas eran entidades que duraban miles de años. El Antropoceno es un evento límite. Si queremos seguir pensando en términos geológicos, quizás sería más útil pensarlo como el meteorito que amenazó a los dinosaurios, una especie de meteorito a cámara lenta que estamos viviendo, ¿no? En todo caso, el Antropoceno debe ser algo que intentemos que dure lo menos posible y que tenga el menor impacto posible…»
Hemos erigido nuestra civilización termo-industrial sobre los cimientos de los 12.000 años del Holoceno, usando los recursos fósiles para construirla, expandirla y mantenerla. El Holoceno se deshace bajo nuestros pies y, en breve, los recursos fósiles van a empezar a faltar de forma acusada.
Hemos alterado los ciclos biogeoquímicos de Gaia, somos responsables del actual apocalipsis de biodiversidad, emitido más de 10.000 gigatoneladas de gases de efecto invernadero, alterando la homeostasis gaiana y alterando los grandes sistemas rectores del clima, provocando perturbaciones y oscilaciones de gran amplitud que resultan en fenómenos meteorológicos violentos, poco usuales y más frecuentes. Se diría que el sistema Tierra se comporta de manera errática con grandes oscilaciones, ante un inminente cambio de fase, hasta el crujido final que lleve a Gaia a un nuevo punto de equilibrio, la era post-antropocénica. El sistema climático de la Tierra ha sido definitivamente desestabilizado, es peor de lo esperado: «tipping points superados y Gaia en peligro».
La tormenta invernal Uri
Hace poco el vórtice polar (que suele contener frío extremo dentro del Círculo Polar Ártico) se rompió, lo que provocó que el frío extremo se desplazase mucho más al sur. Esta ruptura del vórtice polar –un evento que se estaba gestando desde principios de enero– tuvo un desenlace trágico en la segunda semana de febrero, afectando a la práctica totalidad de Norteamérica. Meteorólogos de la NOAA y NASA concluyeron que este fue uno de los desplomes árticos más grandes y duraderos que han observado, y lo llevan monitoreando desde la década de 1950.
El martes 16 de febrero fue más cálido en Groenlandia, Alaska, Noruega y Suecia que en Texas (máxima 0°C / mínima -12°C en Houston) y partes de Arkansas y en el Valle del Bajo Mississippi. Mientras en el sur de Florida se registraron temperaturas récord que han causado un florecimiento temprano de la vegetación. Aproximadamente 150 millones de estadounidenses estuvieron bajo algún tipo de advertencia de tiempo severo invernal
Texas (contexto)
Texas es el 28º estado de la Unión. Con una población de más de 25 millones de habitantes, es el segundo estado más poblado de ese país —por detrás de California—, y con 695.621 km2, el segundo más extenso, por detrás de Alaska. La economía de Texas se encuentra entre las de mayor crecimiento económico y es la segunda más grande del país, superada únicamente por California. Su PIB total en 2010 se situaba en 1.153.100 millones US$ y su PIB per cápita era de 45.940 US$ (24º más alto del país). La abundancia de recursos naturales, su variada orografía y la diversidad de población le proporcionan un peso fundamental en la economía de los Estados Unidos. Si Texas fuese una nación independiente, sería la decimoquinta economía más grande del mundo.
Texas tiene el mayor consumo per cápita de energía de EEUU y un servicio eléctrico liberalizado. Sus reservas de petróleo se sitúan en los 8 mil millones de barriles (aproximadamente un tercio de las reservas totales de petróleo de los Estados Unidos) y su capacidad de refino se sitúa en torno a los 4,6 millones de barriles diarios. También produce una cuarta parte del gas natural en los Estados Unidos. Muchas compañías petroleras tienen su sede en Houston. Destaca también por su liderazgo en energías renovables: produce la mayor parte de la energía eólica y tiene el mayor potencial para el desarrollo de la energía solar de EE. UU.
Seis compañías texanas se encuentran entre las primeras 50 de la lista Fortune 500, otras 57 en puestos inferiores y es, junto con California, el Estado con mayor número de empresas en la lista.
Texas ostenta el récord de ser el Estado que más bienes exporta entre todos los EE. UU. (superando los 192.200 millones US$). El área metropolitana de Dallas-Fort Worth es la segunda área comercial más grande del país, más grande que cualquier otra área metropolitana de Norteamérica. Su mayor socio comercial es México, que absorbe un tercio de las exportaciones desde la entrada en vigor del NAFTA.[3]
Electric Reliability Council of Texas (ERCOT)
A mediados de febrero, los tejanos se asomaron al acantilado de Séneca y lo que vieron al fondo del mismo fue la Garganta de Olduvai. A consecuencia de este caos climático, millones de ciudadanos de este Estado se quedaron sin electricidad durante días y cientos de miles siguen sin electricidad en el momento de escribir este artículo. El Estado de Texas estuvo literalmente al borde de «un fallo catastrófico» que podría haber resultado en apagones de muy larga duración. Una pesadilla neoliberal, de privatización, desregulación y envejecimiento de las infraestructuras, golpeadas por el caos Climático.
Funcionarios del Electric Reliability Council of Texas (ERCOT) dijeron que los operadores de la red permitieron los apagones para evitar un fallo catastrófico que podría haber dejado a los tejanos en la oscuridad durante meses. Texas estaba al borde del «peor escenario».
La infraestructura de Estados Unidos está envejeciendo y desmoronándose. Un informe del Pentágono de 2019 apunta que la mayor parte de la red eléctrica de los EE. UU. no está preparada para resistir los desastres naturales que producirá el calentamiento global en los próximos veinte años.
Cuando el caos climático embistió a Texas, la demanda de energía aumentó de manera abrupta y masiva. Al mismo tiempo, aproximadamente la mitad de las turbinas eólicas de las que depende Texas se congelaron y el resto del sistema simplemente no pudo manejar el aumento masivo de la demanda. Un apagón que afectó principalmente al estado tejano debido a que este había desplegado una red propia para evitar que las autoridades federales la supervisaran.
Reuters informó el lunes 15 de febrero de que el precio de la electricidad al por mayor en la red eléctrica de Texas había «subido más del 10.000%», en parte debido al aumento de la demanda, ya que la gente intentaba mantenerse caliente y en parte debido a las condiciones extremas que provocaron que las unidades generadoras «se desconectaran». Según The Independent, 12 gigavatios (GW) de los 25 GW de capacidad de energía eólica del estado se “congelaron” aquel domingo. Según el Texas Tribune, ERCOT había afirmado que la causa principal de los cortes parecían ser los proveedores de gas del estado, muchos de los cuales «no están diseñados para soportar temperaturas tan bajas en los equipos o durante la producción». Varios periódicos publicaron editoriales sobre los sucesos en Texas durante el fin de semana, incluidos Los Angeles Times, New York Times, The Observer y el Financial Times.
Sistemas de distribución de agua
La congelación provocó la rotura de miles de tuberías de distribución de agua. El daño causado puede ser de miles de millones de dólares. Un total de 797 sistemas de distribución de agua en el Estado informaron de problemas con «tuberías congeladas o rotas». Unos 15 millones de personas se enfrentan a interrupciones del suministro de agua. Aproximadamente 7 millones de tejanos viven en áreas a las que se les ha ordenado hervir el agua, y podrían pasar meses antes de que el servicio vuelva por completo a la normalidad.
Energía nuclear
El lunes 15 de febrero la central nuclear del sur de Texas publicó el «evento: 55104» en el sitio web de la Comisión Reguladora Nuclear explicando que la baja generación de vapor se debió a la pérdida de las bombas de agua y tuvo que cerrar uno de los dos reactores. La planta, que opera al oeste del río Colorado, a unas 90 millas al suroeste de Houston, proporciona energía a más de dos millones de hogares. La central no estaba acondicionada para resistir el clima gélido. «Algunos equipos de algunas plantas nucleares en Texas no se han preparado para el clima frío extremo porque nunca hubo esta necesidad … Fue la conexión entre la planta de energía y los sistemas externos», dijo Alex Gilbert, gerente de proyectos de la Nuclear Innovation Alliance.
México
Como medida extraordinaria, Texas suspendió las exportaciones de gas fuera de sus fronteras ante la escasez de combustible y los apagones, afectando gravemente los suministros de energía de México. Más de un 60% de la generación energética de México depende del gas natural que utilizan las centrales de ciclo combinado y alrededor del 70% de ese consumo se cubre con importaciones desde Estados Unidos.
Algunos efectos sobre la producción de energía en los gigantescos complejos energéticos del sur
Según algunos informes, las temperaturas heladas que cayeron en Texas aquel fin de semana largo eliminaron hasta 2 millones de bpd de producción de petróleo en el Pérmico, mientras que hasta 2,8 millones de bpd de capacidad de refinado podrían haberse cancelado por una combinación de escasez de energía e impacto de las heladas en las operaciones. En cuanto al gas natural, la producción se encaminaba hoy a un descenso por debajo de los 87 bcf, según las estimaciones preliminares. Los oleoductos y otras infraestructuras relacionadas con el petróleo y los productos, incluidas las operaciones portuarias, se han visto perjudicados por el frío. En cuanto a los puertos, se dijo que Corpus Christi y el Canal de Navegación de Houston estaban experimentando problemas relacionados con la congelación.
- Motiva Enterprises avisó de que iba a cerrar su complejo de producción de 630.000 bpd en Port Arthur, Texas, incluyendo su refinería.
- Citgo Petroleum Corp., que algunas unidades de su refinería de Corpus Christi, de 167.000 Bpd, estaban cerradas.
- La refinería de LyondellBasell en Houston (263.000 bpd) tuvo una producción mínima.
- La planta Marathons (585.000 bpd) de Galveston Bay tenía la mayoría de las unidades cerradas.
- La refinería El Dorado fue cerrada «en su mayor parte» el lunes por la congelación de los equipos.
- Enbridge dijo que su oleoducto de 585.000 bpd de Chicago a Cushing se habia detenido debido a los cortes de energía.
- Exxon inició el cierre de su refinería de 570.000 bpd en Baytown, Texas.
- KMI destacó las limitaciones de capacidad en varios puntos de su sistema de gasoductos.
- Los aerogeneradores de Texas no funcionaban debido a las heladas.
- Los precios de la electricidad al contado habían subido hasta un 10.000% desde el viernes.
- El 15 de febrero a las 16:45 h (ET) 3,83 millones de personas estaban sin electricidad en Texas y 115.000 en Luisiana.
…Y esta es la historia de cómo uno de los Estados más ricos del país más rico del mundo estuvo sumido en el caos, abandonando a su suerte a sus habitantes, al frío y a la muerte sin que ninguna mano invisible bajase de los cielos a arreglarlo. La cifra total de fallecidos ocasionada por este evento, tardará semanas o meses en ser conocida.
Tim Watkins autor del blog The Consciousness of Sheep, nos advierte de que Europa no está a salvo de estos eventos, así como de las dificultades de encajar los sistemas no renovables de captación de energía renovable en la civilización industrial. De hecho, Europa central estuvo al borde de un gran apagón el pasado 8 de enero.
A continuación, los comentarios de Pedro Prieto acerca de la situación que hemos reflejado con estos datos.
Segunda parte: Pedro Prieto dixit
Me resulta extraño que en un país como el nuestro, siempre a la escucha de lo que diga el Imperio, no se mencionara apenas lo que estaba sucediendo en EE. UU., la lengua de frío polar que penetró hasta la costa atlántica del sur de Texas.
He aquí un resultado inmediato: los precios spot del baratísimo gas natural del día 15 de febrero. Nos quejamos aquí del baile especulativo de precios del mercado cuando se deja al mercado operar, pero el libre mercado estadounidense es incluso peor.
Rick Perry ha soltado una verdad como un templo, que los pro-renovables no deberían despreciar ni ningunear: si los EE. UU. quieren seguir sobreviviendo a inviernos rígidos (le ha faltado decir «y manteniendo nuestro Way of Life«), van a tener que quemar gas natural, carbón y petróleo durante muchos años, entre otras cosas, para producir modernas energías renovables. Esas mismas renovables que hoy, o bien están con las aspas congeladas o bien con los paneles sin generar, cubiertos por una espesa capa de hielo y después nieve, justo cuando más se necesita la energía. Lo que está evitando que los sistemas de gas y petróleo se congelen —incluyendo los pozos de gas— es el propio gas natural, no los aerogeneradores. Lo que descongela los aerogeneradores son helicópteros quemando queroseno por un tubo y arrojando glicol sobre las aspas, no nos engañemos también nosotros.
Esta gráfica debería enseñar(nos) un poquito de humildad a los pro-renovables, sobre quién es el que está sirviendo en momentos de grave dificultad y quién es el que da estabilidad a la red. No solo la maldita nuclear y el apestoso carbón, como baseload sino, también y sobre todo, el gas natural de fracking (hoy tiene esta procedencia más de la mitad del gas en EE. UU.), que trabaja sin descanso para cubrir las vergüenzas de lo espurio a las renovables (ver especialmente, y a pesar de los problemas de congelamiento de pozos, el estirón a partir del 8 de febrero para cubrir la demanda). Pero parece que preferimos creernos el cuento de que en el futuro con las gigabaterías y los sistemas de acumulación por venir, esto ya estará resuelto.
Así que vuelvo a insistir en mi mensaje, que espero no quede etiquetado de trumpista o pro-fosilista (de esto último me han acusado unas doscientas veces): el sistema actual lo están aguantando las fósiles. Y eso incluye a las modernas renovables, que no existirían sin las fósiles y que siguen sin tener un horizonte claro de existencia si no hay fósiles haciéndoles la minería, el transporte pesado, la siderurgia, la metalurgia y los mantenimientos. Las renovables no van a servir para un carajo, no nos engañemos, si se trata de mantener esto. Y, finalmente, las fósiles o ya están declinando o van a declinar irreversible y rápidamente. Si esto último me etiqueta como pro-fosilista, venga Dios y lo vea. Así que ya me diréis cómo planteamos el asunto.
Y mientras, sigue la batalla por señalar culpables por los desastres energéticos en Texas con motivo de la ola de frío. Los dos grandes grupos que se enfrentan, lo hacen ambos sin argumentos de ningún tipo.
A los republicanos recalcitrantes y derechistas, que llevan décadas viviendo —sobre todo en Texas— de los grandes negocios petroleros y gasísticos, les ha faltado tiempo para culpar a las energías renovables, por la paralización de muchos aerogeneradores congelados y porque las instalaciones fotovoltaicas tampoco apenas generaron nada durante esta ola.
Los pro-renovables son el otro gran lobby que ha respondido con presteza haciendo justo lo contrario con la misma falta de argumentos: es decir, echando la culpa a las fósiles y especialmente al gas natural, muchos de cuyos pozos de fracking se han quedado también congelados. Y lo hacen apoyados en los datos que muestran que de los cortes de luz provocados por el parón de varias centrales de gas de ciclo combinado por falta de suministros, han representado más potencia de red cortada que la que se ha cortado por los aerogeneradores o los paneles fotovoltaicos. También hubo una central nuclear que tuvo que cerrar porque parte de sus suministros de agua para refrigeración quedaron fuera de servicio con las heladas.
Y todo ello es cierto, pero ninguna de las dos posturas enfrentadas busca el fondo de este problema, que tiene algunas vertientes que exigirían un análisis más profundo. Algunos indicios:
- Las faltas de suministro de gas, han llegado a afectar incluso a México que ha tenido también problemas considerables, puesto que confiaba en los suministros de gas de fracking estadounidense para satisfacer su propio consumo mediante importaciones y al dar prioridad absoluta los estadounidenses (los tejanos, en concreto) a sus necesidades y cortar exportaciones y ha obligado a su gobierno a tener que comprar a toda velocidad dos buques tanqueros de gas natural en otros suministradores. Desconozco si por muy rápido que hayan adquirido este gas alternativo, habrá conseguido llegar a tiempo.
- Las redes eléctricas fallan por muchos posibles errores. Uno de ellos, desde luego, sería la caída no prevista de un gran volumen del suministro, respecto de la demanda prevista. Pero otro es que la variabilidad del suministro en el caso de las energías intermitentes, sea también muy rápida, aunque no lo sea en volumen y desequilibre la red en frecuencia y haga colapsar toda ella o una buena parte de ella si se utilizan cortafuegos.
- El gráfico compartido por Art Berman (fig. 1) muestra de nuevo, por un lado el pico de aumento de la demanda con la ola de frío y por otro, la caída considerable de tanto la eólica, después de los vientos que preceden a cualquier tormenta (días 14 y 15) y su caída inesperada. Por otra parte, también, que una central nuclear no haya previsto la congelación de parte de sus ductos y se haya visto obligada a una parada de emergencia (entre el 15 y el 16 de febrero), es un indicio de cómo se planifica con el culo algunos elementos de seguridad de estas importantes centrales. Por lo que se ve, hasta las centrales térmicas de carbón tuvieron también una caída brusca de la baseload, que tendrían que explicar en detalle.Y finalmente, el gas también cae de forma más abrupta que todas las demás fuentes. Según algunas fuentes, al parecer la rapidez con la que se fueron construyendo los pozos de fracking y su elevado número, no había previsto en sus estándares las protecciones adecuadas para la winterización o protecciones contra fríos considerables, algo que la industria puede planificar perfectamente y en el caso de muchos pozos de fracking no hicieron.
La ciencia y la tecnología hoy día pueden proteger equipos y sistemas bastante bien, por supuesto con cierto coste, para invernadas o para resistir, por ejemplo, en climas tropicales contra la corrosión, que genera la mezcla de alta temperatura y humedad. Y en el caso del fracking estadounidense, está claro que no lo habían hecho. Con toda seguridad, para ahorrar costes y presumir de lo barato que resultaba el gas de fracking y el bajo nivel de $/millón-de-pies-cúbicos con el que conseguían beneficios las empresas para atraer inversores.
Son, estos de Texas, errores fukushimeros, en otra escala de impacto, que revelan que en todos los negocios, incluido el de las renovables en manos de grandes corporaciones, prima siempre el beneficio antes que la seguridad. ¡Es el sistema, amigos!, no las renovables o las fósiles, tanto en el aspecto nuclear, como también en el de la producción de gas y en la producción renovable. - Como ya había mencionado antes, lo que realmente diferencia a las fósiles respecto de las renovables, es que las primeras son energías que después de una caída horrorosa en el camino al Gólgota de la escasez de recursos, son las únicas que pueden volver a levantarse y recuperar el sistema —si siguen estando disponibles, lógicamente— e incluso son las únicas que pueden ayudar a levantar a las renovables. Pero no al revés, como vimos en el caso del huracán que azotó Puerto Rico y dejó los campos solares y eólicos destrozados y a toda la isla sin energía eléctrica. La red colapsó por esto y por las estructuras eléctricas desvencijadas por el huracán. No colapsaron las centrales térmicas, pero no podían entregar el fluido a los hogares, comercios e industrias. Si Puerto Rico se levantó finalmente y a duras penas, después de más de un año y volvió a restaurar el fluido eléctrico a casi todo el mundo, fue gracias a las estructuras energéticas fósiles, desde las carreteras asfaltadas a los camiones, grúas y demás maquinaria pesada para volver a poner en marcha la red de transporte y de distribución eléctricas.
Esto es lo que debemos tener en cuenta (muy en cuenta) cada vez que nos ponemos a pensar en una sociedad 100% electrificada, que dependería 100% de una red que se ve mucho más afectada por los elementos climáticos y atmosféricos, que la red de energía fósil (barcos, puertos, grandes depósitos de almacenaje, oleoductos y gasoductos, trenes de carbón, transporte pesado terrestre, maquinaria pesada de obras públicas, etc., etc.). Cuando se hable de un mundo 100% eléctrico, hay que empezar a pedir en primer lugar dónde están los elementos y la maquinaria para hacer igual de resiliente o capaz de recuperarse a la red, con todos esos elementos 100% electrificados: camiones, barcos, grúas, grandes depósitos de almacenamiento seguro de energía, etc.
Y es que el grave problema de la resiliencia es esperar que pueda ser resiliente una sociedad muy compleja basada en largas cadenas de suministro de piezas complejas. La red eléctrica es la red de transporte y distribución de la energía de mayor calidad, pero al mismo tiempo, la más compleja y menos resiliente de las formas de distribución de energía. La red de transporte de energía fósil ha resultado ser mucho más resistente a cualquier inclemencia o desastre y tiene muchas más posibilidades de autorrecuperación en caso de tragedia. Y esto es así porque se puede almacenar durante mucho tiempo (desde montañas de carbón al lado de siderurgias o de plantas de generación a grandes, medianos y pequeños depósitos, hasta el nivel de depósito de un coche o incluso al de una lata de gasolina de 5 litros o una bombona de butano), son muy resistentes a inclemencias y tienen una densidad energética por peso y volumen incomparablemente mayor que los sistemas de acumulación eléctrica. Además, dominan todo el espectro de servicios modernos, desde los transportes pesados o medianos por barco y sobre todo por carretera o por avión (basta con imaginar la cantidad de servicios y repuestos que se envían para reemplazar las complejas piezas del sistema por DHL, por Amazon o Alibaba), que los sistemas eléctricos ni están soñando con reemplazar. Y esos sistemas de transporte y distribución hacen posible el mundo complejo en que vivimos y que sueñan poder mantener de forma eléctrica los que no han pensado estas cosas.
Avanzados en resiliencia son algunos bolivianos, como hace poco alguien me comentaba de su estancia en pequeños poblados de la puna andina, donde las passive houses consistían en adobe, arcilla y paja, que se saca del mismo entorno y vuelve a la tierra sin residuos tóxicos (polvo eres y en polvo te convertirás), que se vestían con lana de llama o de alpaca esquilando a los animales de la zona y que tejen con sus propias manos. Y viven de lo que cultivan, aprovechan la patata todo el año sin frigoríficos, deshidratándola… y así todo.
Eso es una sociedad resiliente. Los que vivimos pendientes de que nos llegue el regulador de tensión averiado del sistema fotovoltaico o el repuesto del variador de frecuencia de Fuji para gestionar con placas fotovoltaicas el motor eléctrico para el riego, no podemos hablar de resiliencia. Eso no es resiliencia. Es un simple engaño, un espejismo que sigue esperando que Amazon se los haga llegar desde China o desde algún centro logístico gigantesco en 48 horas. Y que, por tanto, sigue soñando con que Amazon o Google puedan ser 100% eléctricos y verdes. El último espejismo es la reciente propaganda terrible sobre el avance de los drones en estas tareas de distribución eficiente. Seguid, seguid soñando, resilientes de salón.
Un apunte final: los Teslas en el caos eléctrico de Texas
Hablábamos de la capacidad de una infraestructura energética de ofrecer servicios seguros y de su capacidad de auto-repararse con sus propias fuentes energéticas y sistemas asociados, en caso de fallo catastrófico del sistema en una sociedad moderna.
Y me llegan estas dos noticias: cómo empezó la cosa alabando la capacidad de los Teslas de calentar a una familia dentro del coche durante las heladas cuando falla la red, en un Estado donde el 90% de los sistemas de calefacción son bombas de calor, por el bajísimo precio de la electricidad en tiempos normales, si es que hay tiempos normales. Y luego esta otra, donde vienen los lamentos por los 900 dólares que cuesta volver a recargar el Tesla cuando la electricidad se pone por las nubes al darse cuenta el tolili de turno que ni la batería del Tesla ni la batería Powerwall para alimentar el chalecito son fuentes de energía sino solo acumuladores malos de la misma y que las tejas solares de Tesla no sirven ni para un carajo. O los miles de dólares que les van a clavar en la próxima factura mensual a los que no se quedaron sin luz y tiraron de ella para no quedarse pajaritos.
¡Ay, resiliencia, cuánto se usa tu nombre en vano!
Notas
[1] Referencia a Rutas sin mapa. Horizontes de transición ecosocial de Emilio Santiago Muiño
[2] Referencia a El Siglo de la Gran Prueba de Jorge Riechmann
[3] Fuente: «Texas«, Wikipedia.
[…] Moisés Casado, primera parte del artículo “Olduvai, Texas”. https://www.15-15-15.org/webzine/2021/03/14/olduvai-texas/ […]
[…] Moisés Casado y Pedro Prieto, “Olduvai, Texas” https://www.15-15-15.org/webzine/2021/03/14/olduvai-texas/ […]
[…] Moisés Casado y Pedro Prieto, “Olduvai, Texas” https://www.15-15-15.org/webzine/2021/03/14/olduvai-texas/ […]