(Traducción de Manuel Casal Lodeiro revisada por el autor.)
En julio el impacto de la pandemia de COVID-19 parecía estar menguando en Gran Bretaña. Un grupo de parlamentarios de los diversos partidos, encabezado por la única representante del Partido Verde, Caroline Lucas, envió una carta al Canciller de la Hacienda (cargo similar al de un ministro de finanzas, a menudo denominado en inglés, de manera abreviada, Chancellor), en la que le proponían una «recuperación pos-crecimiento». La carta incluía una serie de sugerencias que son propuestas políticas comunes de la Economía Ecológica, habituales en las redes a favor del poscrecimiento, el decrecimiento o la economía homeostática (steady state economy). En resumen, lo que estos miembros del parlamento británico argumentaban era que una recuperación verde tenía que priorizar el bienestar sobre el crecimiento económico. Mostraban su satisfacción por el enorme gasto ya realizado por el Chancellor en apoyo de individuos y negocios en el momento en que la economía estaba en su mayor parte paralizada en el segundo trimestre de 2020, afirmando que ello demostraba que era posible priorizar el bienestar sobre el resultado económico. También señalaron el fenómeno del prolongado estancamiento económico: que la tendencia en el grado de crecimiento del PIB en numerosas economías avanzadas ha ido a menos desde bastante antes de la gran crisis financiera de 2008. Así, defienden una reorientación que aleje la política económica de la persecución del crecimiento, y la dirija a lo que denominan la economía del bienestar.
Como grupo compuesto por miembros de diversos partidos, esta especie de comisión oficiosa tiene que presentar sus argumentos de manera que apele a aquellos que aún actúan dentro de la ideología y presupuestos del paradigma dominante, puedan estar abiertos a explorar sus límites y alternativas. Sin embargo, parece legítimo preguntarse si el paquete de propuestas realizadas por este APPG es adecuado a las crisis combinadas de tipo económico, social, de recursos y ecológica que nos asedian. A partir de ese cuestionamiento, tomaré una perspectiva más amplia sobre las principales respuestas políticas, no sólo ante la COVID-19 sino ante la conjunción de múltiples crisis que vive el mundo. Una manera de hacer esto sería examinar críticamente cada una de las propuestas realizadas por el grupo al Chancellor:
la adopción de nuevos indicadores del bienestar social que reemplacen la inadecuada dependencia del PIB como medida de progreso social;
el compromiso de unirse al proyecto común de los Gobiernos por una Economía del Bienestar (WEGo);
Esto podría tener un limitado efecto beneficioso al suponer una expresión ideológica y política de intenciones, y al facilitar la compartición de buenas prácticas con otros Estados que están tratando de reorientar sus economías hacia una agenda del bienestar. Pero, una vez más, no aborda el núcleo del problema.
la completa integración de indicadores del bienestar en los procesos de decisión gubernamental tanto a nivel central como local, y en particular en el Libro Verde del Tesoro [N. del T.: Guía con recomendaciones de la Hacienda británica a la hora de definir proyectos del gobierno]; y
el desarrollo de un Presupuesto para el Bienestar que ajuste el gasto público a las necesidades de una Economía del Bienestar sostenible e inclusiva;
Esto sería de utilidad a la hora de guiar el gasto y la política públicos hacia una diversidad de esferas orientadas a conseguir el bienestar de la comunidad. No obstante, no está claro hasta qué punto esto contribuiría a una trasformación real. Nuevamente, como después argumentaré, no residen aquí los determinantes clave de la destrucción de las comunidades y de los ecosistemas. La propuesta es más un mecanismo para mitigar algunos de esos daños que un medio para ponerles fin.
el establecimiento de una investigación formal para encontrar los medios en que sea posible reducir la dependencia del crecimiento que tiene la economía británica;
el compromiso de explorar vías y mecanismos para aumentar la capacidad del Gobierno de financiar la inversión social por medio del déficit o de la creación de dinero;
el desarrollo urgente de una estrategia cautelar poscrecimiento para el Reino Unido.
Tiene que haber una salida
Lo explicado hasta aquí constituye un ejemplo de intervención política bienintencionada, que es un microcosmos en la coyuntura actual. Una pandemia mundial que es, en sí misma, el resultado del modo capitalista de acumulación en expansión continua, requiere una priorización de la salud y del bienestar. Esto conduce a una enorme reducción de la actividad económica, que se manifiesta con crudeza en la ocupación y en el gasto, amenazando los modos de vida y el bienestar de amplias capas de la población. La mala gestión de los gobiernos que han estado desinvirtiendo en sanidad pública y servicios sociales, priorizando la acumulación privada de capital y saltándose el principio de precaución, ha exacerbado esta crisis. Esta crisis en el nexo salud-economía-bienestar está situada dentro de una serie de crisis más amplias y profundas en los sistemas planetario y ecológico. Es, en efecto, una pancrisis, que incluye:
- Contaminación por carbono: calentamiento global.
- Intrusión en los ecosistemas y convolución de borde[3]: reducción de la biodiversidad.
- Agotamiento de los recursos y techos de extracción que conducen a la reducción de la rentabilidad y a la expansión de las fronteras de extracción.
- Y contradicciones internas del capitalismo: estancamiento duradero y crisis financieras.
Estas crisis más amplias no tienen una salida satisfactoria dentro de los términos de referencia del actual sistema-mundo capitalista.
Existen tres respuestas principales a esta coyuntura, o al menos la variedad de respuestas que se están tomando e imponiendo pueden analizar en términos de estos tres tipos ideales, aunque resulta inevitable que en la realidad se dé una variedad de formas híbridas.

Notas
[1] N. del T.: Similares a las comisiones parlamentarias, aunque con un carácter menos oficial, los All-Party Parliamentary Groups (APPG) son grupos temáticos de carácter permanente, reconocidos oficialmente por la institución y renovados cada vez que se renueva electoralmente el Parlamento británico, formados por miembros de todos los partidos con representación y por miembros de la Cámara de los Lores. No deben ser confundidos con los grupos parlamentarios formados por todos los miembros de un mismo partido. El APPG acerca de los límites del crecimiento fue creado en 2015 y tiene como misión crear un espacio para el diálogo entre todos los partidos acerca de los riesgos económicos derivados de los límites sociales y medioambientales. Actualmente está presidido por la representante del Green Party, con vicepresidencias de los conservadores, laboristas, nacionalistas escoceses y liberales.
[2] N. del T.: En 2016 el informe fue traducido al gallego por Ramom Flores d’as Seixas y entregado a los diversos grupos que formaban por aquel entonces el Parlamento de Galicia.
[3] N. del T.: El autor utiliza el término edge-convolution como una manera concisa de referirse al incremento del borde ecológico entre los ecosistemas silvestres y los dominados por el ser humano. Este incremento, junto con la agricultura industrial, es la fuente de las nuevas zoonosis. Vid. Wallace, R. (2020): Dead epidemiologists: On the origins of covid-19, Monthly Review Press.