Demián Morassi.

Cambiar el meridiano

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Para hablar de problemas globales es importante tener un conocimiento, al menos visual, de la superficie del planeta y lo mejor son los globos terráqueos. Ahora, es cierto que los planisferios son absolutamente más cómodos y económicos, sean en papel o pantalla, por lo que debemos prestar atención a cómo se realizan. Eso sí, no debemos olvidarnos de esas esferas que uno puede hacer girar, para evitar perder el eje y caer en el terraplanismo.

Los planisferios como herramienta infográfica son tenidos, en la práctica, como objetivos. Una escala que nos dice a cuántos kilómetros corresponde un centímetro, los ejes X e Y determinados por la línea del Ecuador y el Meridiano de Greenwich y luego sus hemisferios correspondientes.

Mercator con la indicatriz de Tissot.
Fig. 1: Proyección de Mercator con indicadores de Tissot para apreciar la deformación producida por dicha proyección en la escala de las superficies. Autor: Stefan Kühn. Fuente: Wikimedia Commons.

A pesar de la precisión que hoy tenemos, gracias a los satélites, seguimos usando la proyección de Mercator que presenta exageradas deformaciones, ampliando los territorios cercanos a los polos. A nivel de continentes los más bendecidos son América del norte y las zonas nortes de Eurasia (la Europa rica, Rusia y Japón para sintetizar).

Mapamundi de Mercator
Fig. 2: Planisferio de uso escolar en Argentina.
Como se puede ver en el planisferio de la Fig. 2, me he encontrado numerosas veces con mapas que efectúan un descuartizamiento de la Antártida. Como resultado colateral, el sur mide 2/3 del norte. Hay varias proyecciones que tratan de corregir el problema de las deformaciones (Hammer, Dymaxion o Peters). La proyección de Peters utilizada en el video musical que veremos a continuación lo que hace es disminuir la distancia entre paralelos para contrarrestar el aumento del ancho entre meridianos. Sin embargo casi no se utiliza.

La pregunta es por qué. Mi respuesta es que realmente si uno vive en las zonas más densamente pobladas donde además circula el mayor tráfico del comercial global, la proyección de Peters es realmente incómoda, no se corresponde con la proporción de cosas que suceden en esas regiones del norte y termina siendo un desperdicio de papel (en las otras proyecciones el desperdicio es porque las hojas son rectangulares y dejan muchos espacios en blanco).

Pero bien, la contrapartida de usar la proyección de Mercator es el engaño que le hacemos a nuestro cerebro. Realmente África y Sudamérica son dos enormes continentes que aparecen subvalorados y, para las poblaciones que en ellos habitamos, termina sumándose como otra capa al sentimiento de inferioridad cultivado por la historia colonial, el cristianismo y el desarrollo industrial. Si superior es lo que está arriba e inferior lo que está abajo también pasa a ser un problema el hecho que el norte esté bien arriba en el mapa y el sur colgando. Es interesante analizar la composición plástica tradicional donde, al contrario que en el planisferio, los objetos de mayor peso visual suelen estar abajo para no generar angustia (esa sensación de que se puedan caer).

Así que pónganse por un momento en paralelo con esos pocos millones que vivimos por debajo de la línea del Ecuador y en uno de los costados del mundo. Ustedes se preguntarán por qué no damos vuelta el mapa y nos ponemos en el medio. Hay varios mapas que coquetean con estas ideas pero, en todos, el problema es contradecir a la ciencia. Así que volvemos al inicio, quizás somos un poco obsesivo-compulsivos pero antes que nada somos positivistas y el cero lo queremos al medio.

Pero esto puede cambiar. Los pueblos originarios de estas tierras lograron sacarse el mote de indios, indígenas o aborígenes y redujeron las posibilidades a “nativos americanos” en la América anglosajona y “pueblos originarios” en Latinoamérica. También decidieron quitar el nombre América que definió un cartógrafo alemán en honor a un italiano y que incluso en zonas hispanoparlantes se confunde con America, quiero decir con Estados Unidos, y denominar a estas tierras Abya Yala (aunque me sorprende la cantidad de personas que aún hoy nunca lo han escuchado) y dejar de celebrar el 12 de octubre para elegir como fecha conmemorativa el 11 de este mes con el nombre de “último día de libertad de los pueblos originarios”.

Así que para lograr tener una visión geopolítica lógica con nuestra posición en el globo y autóctona en relación a nuestra cultura, sólo queda cambiar el meridiano cero. Este cambio de lugar implica sí o sí un cambio de nombre: Greenwich es el nombre del barrio de Londres donde está el Real Observatorio que se eligió en la Conferencia Internacional del Meridiano como punto de referencia un 13 de octubre de 1884, por lo que no sirve.

Así que la propuesta del lugar y el nombre no se la voy a decir yo sino que la van a tener que oír y ver en esta canción. Por si no conocen el género, la cumbia nace en lo que hoy es Colombia y desde hace algunas décadas se ha vuelto muy popular desde el sur de Argentina y Chile hasta el norte de México.

También desde una especie de reflexión-ficción el escritor y compositor uruguayo Leo Masliah terminaba su imperdible texto “Devolución total” con las siguientes frases:

Nada de Argentina, Brasil, República Oriental, Bolivia, Colombia, todo eso es mentira, hay que devolver la tierra y el mapa como eran antes. Y si no sabemos cómo era, a estudiar todo el mundo. Nada de estudiar inglés, eso el que quiera que lo haga después; primero hay que pagar la deuda. Para saber cuánto es, hay que estudiar araucano, toba, aymara y hay que estudiar el calendario maya para poder calcular los intereses.

Y basta de hablar, hay que empezar a devolver ya. Cada minuto es un árbol más, un tapir más que se debe. Cada palabra europea, cada nota afinada con el diapasón es un insulto a las culturas autóctonas
Hay que callarse y pagar.

Al asumir los efectos del Antropoceno, debemos considerar especial atención a la biodiversidad y aquí es donde el mapa de Peters vuelve a tener valor, las zonas más importantes están entre los trópicos y estos no pueden quedar reducidos. Me arriesgo a más: culturalmente es también en esas zonas donde aún nos podemos inspirar en otros modos de relación entre humanos y naturaleza para la era postpetróleo hacia la que avanzamos.

Eso sí, si realmente dejamos de viajar tanto en las décadas que vienen y los problemas climáticos los logramos mantener a raya (cof cof) es muy probable que comencemos a tener dos planisferios distintos entre Eurasia del oeste y el Abya Yala y que a ninguno nos preocupe demasiado qué escribe o dibuja el otro en sus cartografías (algo así pasó siempre con los planisferios y calendarios chinos). Pero, mientras tanto, el mapa sigue siendo, metafóricamente, un territorio en disputa.

Hace 500 años pasó Magallanes por la Patagonia, su viaje sirvió para terminar de acomodar las fichas que le faltaban al puzzle del planisferio, así que desde esta región podemos permitirnos el atrevimiento de elegir el mapa de los próximos 500.

Demián Morassi.
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