El Planeta de los humanos es un documental dirigido por Jeff Gibbs con producción de Michael Moore que se publicó en YouTube coincidiendo con la celebración del Día de la Tierra y, al mismo tiempo, por la plataforma de la distribuidora Films For Action. La distribuidora la dio de baja tres días después debido a las críticas recibidas sobre datos incorrectos y “desinformación”. A los pocos días la volvieron a poner a disposición de su público para evitar que la retirada fuese tomada como un acto de censura y para generar un debate positivo. Sin embargo, el 26 de mayo YouTube también eliminó de su plataforma la película por reclamaciones de derechos de autor sobre unos fotogramas. En el momento de publicar este texto seguía disponible en otra URL, en versión subtitulada en español.
Dado que he leído más de una docena de críticas a la película, que aportan visiones divergentes y entrelazadas entre sí, partiré de la base que las personas que lean mi reseña no sólo tienen intenciones de ver la película o ya la ha visto, sino que estánn implicadas en los debates que se asocian al contenido de la misma. Luego de una primera escritura, este texto fue revisado críticamente por Manuel Casal Lodeiro (a quien agradezco las correcciones), Pedro Prieto y Carlos de Castro; sin embargo, todo lo vertido en estas páginas sobre la tan controvertida película queda bajo mi responsabilidad.
Dividiré el análisis en cuatro partes: a) el objetivo comunicacional y sus postulados centrales; b) la elección narrativa para lograr ese objetivo; c) la información presentada para demostrar sus postulados (allí revisaremos los datos incorrectos); y d) el momento de su presentación y el contexto de recepción.
El objetivo comunicacional y sus postulados centrales
Como no se trata de un texto académico, el objetivo no está explicitado de manera cerrada sino que, a partir de algunas frases y del modo de narración, podemos llegar a determinar qué es lo que se quiere comunicar.
Lo primero que se subraya es que hace sesenta años que la comunidad científica es consciente que bajo el modo de producción y consumo actual se está destruyendo el sistema climático y, por tanto, hay que frenar primeramente la emisión de gases de efecto invernadero. El autor de esta obra, Jeff Gibs, dice haber sido parte desde joven del movimiento ecologista y desde ese lugar defendió y promovió las energías renovables. Con el correr de los años fue notando que las energías renovables no solucionaban el problema sino que, al contrario, se fueron tornando en un lavado de cara al sistema económico actual. Como resultado de esa lógica, su película tiene el objetivo central de que todo el movimiento ecologista comprenda lo que él y su productor Ozzie Zehner, autor de Green Illusions: Dirty Secrets of Clean Energy and the Future of Environmentalism, ya dan por sentado: las energías renovables no son limpias.
En un segundo nivel, busca advertirnos de que varios líderes ecologistas han estado cooptados por el empresariado (o son parte del mismo) y es por ello que defienden cuatro modos de producción de energía que son ambientalmente nocivas: la energía solar, la eólica, la biomasa y el biodiesel. De la mano de estas energías, la crítica se extiende al coche eléctrico y las gigafactorías de la empresa Tesla.
Y, en un tercer escalón, aunque de manera tajante, plantea que hay que detener tanto el crecimiento poblacional como el nivel de consumo.
Para empezar, no tengo en mente ningún otro documental con posibilidades de difusión masiva que se haya detenido a explorar de manera crítica a las energías denominadas renovables, más bien lo contrario. La mayoría de películas y series sobre problemas ambientales las ponen en la primera línea de necesidades para enfrentar el cambio climático, junto con el coche eléctrico y el desarrollo de mejores baterías para solucionar el problema de la intermitencia. Sin embargo, acá hay que hacer una primera distinción: casi ninguna de estas películas o series, al menos las más nuevas (me refiero tanto a las de Nat Geo como a las de Yann Arthus-Bertrand) parece apoyar la biomasa y el biodiesel como soluciones, sino que por renovables entienden la eólica, solar, geotérmica y —muy marginalmente— la maremotriz. Así que bienvenido este primer avance crítico sobre las renovables.
Desde esta misma revista se ha revisado también repetidamente de forma crítica la idea de las renovables como solución. En la praxis, las renovables tienden más a mantener el sistema industrial actual o hacerlo (supuestamente) más eficiente que a detenerlo y, por tanto, no promueven el decrecimiento. Como lector de esta revista, creo que hay un consenso en que el Decrecimiento sería el verdadero medio, a corto plazo, para llegar al objetivo final: evitar un colapso climático catastrófico y, al mismo tiempo, mantener la biósfera lo más sana posible. Sin embargo las renovables más limpias, según su contexto y su uso, así como las baterías y los teléfonos móviles, pueden ser parte de una transición a ese futuro que sí o sí será renovable. En palabras de Richard Heinberg, quien aparece entrevistado en la película del lado de los buenos y es autor del libro Our Renewable Future:
El hecho es que ya hemos apostado todo nuestro futuro a la electricidad y la electrónica. Las comunicaciones, el procesamiento y almacenamiento de información se han digitalizado. Eso significa que si la red se cae hemos perdido la civilización por completo. No creo que podamos mantener las redes mundiales a escala actual sin combustibles fósiles, pero puedo imaginar la posibilidad de un proceso de retroalimentación mediante el cual, a medida que el consumo de población y recursos se reduce, el mundo digital también lo hace, hasta que sea lo suficientemente pequeño como para ser alimentado por electricidad renovable generada con un daño ambiental mínimo y aceptable.
En cuanto al ataque a los líderes ecologistas, la película mezcla dos grupos que son bastante diversos: por un lado podríamos poner a Al Gore y otros magnates que promueven la conciencia ambiental sin modificar el sistema, y por el otro a Bill McKibben y otros activistas ambientales. En ese punto encuentro que evidentemente personajes como Al Gore merecen ser ridiculizados cuando, por ejemplo, se asocian con Coca Cola, la empresa que está primera en el ranking de generación de plásticos de consumo que luego terminan contaminando seriamente el mundo entero. Con respecto a McKibben, del movimiento 350.org, la cuestión es distinta. A saber, se lo acusa de haber abrazado la producción de biomasa, cuando él mismo y su organización ya habían dejado de apoyarla en 2016. Por lo tanto, si ese ataque se hubiera hecho hace cuatro años hubiera sido merecido, ya que a esa altura estaba muy claro que la biomasa no era limpia, pero hacerlo ahora es absolutamente deshonesto o, al menos, poco riguroso, porque deberían haber chequeado la información.
No está de más ser críticos con quienes están políticamente en nuestras veredas sobre todo si tienen un rol tan protagónico (como a los líderes políticos de los partidos a los que somos más afines) pero la película se dedica a enterrar a McKibben y no le da un espacio significativo para que se escuche su punto de vista, salvo unos segundos en medio de una marcha, en los que rehuye las preguntas de Gibbs, visiblemente incómodo, y diversas grabaciones de charlas y entrevistas de las que no se indica su antigüedad.
Por último, lo que más me choca de sus postulados es el flaco aporte que hace la película al debate sobre la sobrepoblación. El enfoque de cinco tipos de piel blanca (como señalan varias críticas) de que hay que frenar la sobrepoblación tiene un subtexto racista: casi la única región del mundo donde la población sigue creciendo es África. Prefiero no saber cuál es la solución que tienen en la cabeza. Ahora bien, que somos muchos habitantes es cierto si se nos compara con otros vertebrados e incluso con la mayoría de mamíferos, pero el problema lo sueñala la segunda parte de una frase de Heinberg en el documental: “Somos demasiados, consumiendo demasiado y demasiado rápido”. Evidentemente, si todos viviéramos como el promedio de los africanos estaríamos en un mundo completamente distinto.
Este gráfico de Oxfam citado por Films For Action pone el énfasis en un punto que la película no toca que es la inequidad. La población va a ir disminuyendo muy probablemente a costa de la caída en la producción alimentaria que está muy atada a los combustibles fósiles y si bien se pueden hacer aportes para evitar el aumento de la natalidad (mayores oportunidades para las mujeres jóvenes o la no dependencia de los niños para las actividades agrícolas) es absolutamente necio el planteo del film: más simple y realista hubiese sido hablar de un cambio en la ganadería o en la producción agrícola.
En cuanto a que debemos dejar de producir y consumir al ritmo actual, estamos absolutamente de acuerdo y celebro que esto esté explícitamente expresado, así como que las energías renovables no van a poder reemplazar a los combustibles fósiles ni deben ser la prioridad del movimiento ambientalista.
La elección narrativa
Las películas de temáticas ambientales suelen elegir entre dos caminos:
- El documental científico y expositivo. Aquel cuyo soporte son estudios concretos o novedosos apoyado por imágenes que nos ilustran la narración y donde, para certificar lo expuesto, se entrevista directamente a los investigadores o bien, se narran los resultados de la investigación y se deja citada la fuente;
- El documental de denuncia. Suele buscar, más que a los científicos, a los movimientos sociales o comunidades en pugna, sea esta una población perjudicada o un grupo de activistas desde hace tiempo en conflicto con otros grupos más poderosos.
Cualquiera de los dos modos de «representación de la realidad» como diría Bill Nichols, suele incluir un poco al otro, no suelen ser puros.
En cualquiera de esos casos el realizador o realizadora se corre del centro para que su película le ceda la palabra a la comunidad científica, a los movimientos ambientales o a las comunidades perjudicadas. Y se limitaría a unificar narrativamente estas voces.
El caso es que en esta película, el director Jeff Gibbs se pone en el centro. Se reconoce como ambientalista militante y, da por entendido, que su historia personal le da suficiente legitimidad y casi únicamente se apoya en Ozzie Zehner. La película está producida por Michael Moore, quien ha desarrollado una carrera desde el mismo punto de partida: desde Roger and Me, su primer film, se ha encargado de denunciar en primera persona tanto al dueño de General Motors como a diversos poderosos (llegando a George W. Bush en lo más exitoso de su carrera) y, si bien encuentra aliados en el camino, se posiciona como protagonista indiscutido y asume todos los golpes.
Gibbs no tiene el carisma ni usa la ironía como Moore pero, como él, se propone ir de frente y, al igual que Moore, ridiculizar a grandes líderes políticos y empresariales (Al Gore, Bloomberg, Schwartzeneger o Elon Munsk) pero también a una parte del denominado movimiento ecologista, no sólo a Bill McKibbens, sino también a todo el 350.org, al Sierra Club, a The Nature Conservancy e indirectamente a todos los que están implicados en estas fundaciones.
Acá, desde mi punto de vista, nace el problema que luego generará tanto revuelo:
- El autor no nos dice «desde mi punto de vista…» sino que intenta revelar verdades ocultas y, al no contar con autoridades científicas que aporten investigaciones claras y rotundas, se queda con datos poco representativos, algunos desactualizados y otros muy concretos pero dichos por personas no especializadas, además de afirmaciones válidas pero con poco apoyo de datos. Dentro de estas afirmaciones quizás la más polémica aparece cuando Zehner sugiere —al hablar de una planta concreta y de la energía eléctrica que llega a generar— que en lugar de hacer la parodia de la energía limpia que utiliza fósiles para toda su cadena, directamente se podrían haber quemado fósiles para generar la electricidad. Si esta afirmación (a) se generaliza a todos las tecnologías solares y eólicas es errónea, si (b) se contextualiza en las Energía Termosolar de Concentración (CSP por sus siglas en inglés) que tiene de fondo Zehner mientras hace esta afirmación, sería correcta —según las investigaciones de Carlos de Castro— y si (c) en realidad es una generalización para cualquier tecnología de Tasa de Retorno Energético (TRE) 1:1 o menor, sería una verdad indiscutible, ya que significa que para la producción de una cantidad de MWh se consumió el equivalente o más en la puesta en marcha y mantenimiento de esa fuente de energía.
La mayoría de las críticas lo tomaron como (a), es decir, una simplificación de todas las energías eólicas y solares. Si así fuera, dependería de qué tecnología se usase o en qué lugar del mundo y si vamos al promedio, al menos la energía eólica tiene una huella de carbono bastante menor a la del gas y la del carbón, mientras que las solares están mucho más cerca del empate. Algunas críticas se fundamentan en el informe del 2018 del IPCC dedicado a sistemas energéticos que deja con clara ventaja a los paneles solares frente al gas y aún más frente al carbón (ver comparación en la página 29). Sin embargo en este punto es interesante la advertencia que hace Pedro Prieto: en los dos primeros años el consumo energético (fósil) será muy intenso si se utilizan “renovables” y luego deberá verse si aguantan los años necesarios para amortizar ese consumo inicial y esto dependerá de que la TRE sea muy alta “algo que yo personalmente cuestiono” (comunicación personal).
- No presenta las opiniones de quienes son parte de los movimientos. Sólo aparecen por unos segundos Vandana Shiva y McKibben pero no en una entrevista organizada y reflexiva sino en el contexto de una movilización. En diez minutos de una entrevista a Vandana Shiva seguramente hubiese sacado conclusiones mucho más interesantes que la de reducir la población mundial, dejar de avanzar con las energías renovables y dar la sensación que no hay planteos alternativos. No sólo al movimiento campesino que lucha por la agroecología y la soberanía alimentaria, representado por la líder india, sino que podría haber entrevistado a cualquiera de los líderes de otras organizaciones, por ejemplo los surgidos en estos últimos dos años: Extinction Rebellion o Fridays for Future. De todos modos, tampoco tenemos por qué exigirle al documental que además de plantear el problema plantee la solución, pero no está de más dejar algún indicio de por dónde van las opciones.
A mi juicio, esta postura narrativa muy centrada en ellos mismos fue también la puerta a quedar encerrados en ataques personales al terminar la película.
El resultado es una denuncia que a nivel macro es absolutamente válida y necesaria, pero que se ve eclipsada por no estar validada por sus compañeros de ruta y porque es fácilmente denunciable en lo mismo que intenta denunciar: tiene datos poco rigurosos y el uso de esos datos son manipulados para dar la sensación de que esos datos son representativos.
Acá pasamos a siguiente punto.
La información presentada
Varios autores han volcado sus críticas en que la película tiene una larga lista de datos inexactos, adentrémonos en ellos:
- Sobre los paneles solares y la supuesta afirmación de que generarán menos energía que la necesaria para construir el propio panel, hay que decir que, sin hacer un seguimiento de la cadena de producción del panel en cuestión, es imposible tomar por cierta esa afirmación, ya que depende de muchos factores. Revisando una versión preliminar de esta reseña, Carlos de Castro afirma que en el caso de las CSP “hemos demostrado que en la actualidad 2018 – 2019, y en el mundo real, su Tasa de Retorno Energético (TRE) es menor que 1, por tanto, emiten más que las fósiles a lo largo de su vida. Por suerte se instalan en zonas de alta irradiación, normalmente desiertos, aunque no es el caso de España, que sigue siendo líder mundial en instalaciones. Lo digo, porque la ocupación del suelo es importante también a la hora de tener en cuenta las emisiones equivalentes asociadas”. El estudio abarca también a India, Emiratos Árabes Unidos y… EE. UU.
- Se muestra un coche eléctrico (EV) de GM y al preguntarle a la encargada de marketing de qué fuentes sale la energía para cargar las baterías dice que en un 95% de energías fósiles. El problema con esta secuencia es que es de hace una década y que GM no es una empresa especializada en EVs y que el mix energético de 95% de fósiles no es la norma en EE. UU. o en Europa, donde los EV tienen mayor penetración. De todos modos como señala Marga Mediavilla sobre el informe de MEDEAS, el cambio a vehículos eléctricos no modifica sustancialmente la huella de carbono y, en los primeros años del cambio de movilidad, sería incluso superior.
- Se afirma que en Alemania la generación eléctrica tiene mayor incidencia de la biomasa que la solar y la eólica. Según los datos para 2019, similares a los de 2018, el promedio es este: eólica 127,2 TWh, solar 46,5 TWh y biomasa 44,4 TWh.
- Hay algunos errores ligados a aquellos momentos en que hacen hablar a algún trabajador o vendedor y emiten datos que al no estar claro en qué año se ha grabado la escena pueden ser leídos como incorrectos. Por las lecturas puedo entender que gran parte de la película se filmó en 2012 y el cambio tecnológico ha sido suficiente para invalidar algunos de los números barajados. Entre esos trabajadores aparece un responsable de paneles de película delgada (thin film) de la empresa First Solar y los críticos han señalado que esos paneles no representan al grueso de la fotovoltaica. Sin embargo, señala Prieto, que está muy bien tomar ese ejemplo porque la empresa es estadounidense y nunca pidió disculpas por haber vendido ese engendro y tampoco lo hicieron Fthenakis y Kim que publicaron artículos donde afirmaban que tenían una TRE de 60:1, que recuperaban la energía invertida en nueve meses. “En lugar de enojarse con Gibbs deberían volcar su ira contra la empresa que incluso en 2019 seguía orgullosa de sus paneles” comenta Prieto en comunicación personal.
En resumen, parte de la información vertida no está seriamente respaldada, y aunque también es cierto que parte de las críticas se queda en detalles y no ponen el peso sobre el grueso del mensaje.
Es una lástima, porque varios de los aspectos positivos no están apoyados por nada. El núcleo de la película es un montaje acelerado donde aparece un cartel que dice: «De qué están hechos las células solares y las turbinas eólicas… y los coches eléctricos también» y aparecen procesos de producción de silicio, polímeros, plata, cobalto (con niños trabajando), grafito, tierras raras, litio, etc. Esta verdad oculta —que ha sido suficientemente investigada y merece ser desarrollada en profundidad— no está respaldada por ningún investigador, ni fuente que explique cómo, cuánto y para qué se usan estos materiales. Espero que otro documental coja el relevo para que llegue al gran público con un poco más de rigor (en una reseña para esta revista me dediqué a promover el documental Anthropocene que muestra estos procesos con más detenimiento aunque no los asocie específicamente con las energías renovables).
El momento de presentación y el contexto de su recepción
Está claro que si esta película hubiese sido presentada en 2012 quizás hubiese sido menos criticable pero al presentarla hoy, sin actualizarse, su crítica pierde mucha fuerza.
He leído algunos enojos sobre el hecho de presentarse en el Día de la Tierra. Se quejan de que luego de un año de mucha esperanza por las movilizaciones juveniles, la película deja a entender que no hay una salida, al menos clara. Según un artículo de Laura Rodríguez en ElDiario.es “en menos de dos días, múltiples artículos de opinión y comentarios han aparecido en medios de comunicación y redes sociales desprestigiando las energías renovables e ironizando sobre la honestidad de las organizaciones ambientalistas”. La película, según otras críticas, ha sido bien recibida por grupos negacionistas. Sin embargo, para saber si el debate resultante de estas idas y vueltas será positivo o no, habrá que esperar. Lo seguro es que obligará a generar una pronta respuesta, no sólo escrita sino audiovisual, de parte de estas organizaciones que se vieron acosadas y tienen mucho para decir.
Que se presente en medio de la expansión de la covid-19 con su planteo cuasi-malthusiano podría decir que es pura coincidencia pero siendo un poco más frío, en lo que va del año sigue habiendo más nacimientos que muertes a nivel global por lo que la pandemia sólo parece estar teniendo efectos de caída poblacional en los países europeos donde la pirámide de población tiene una tasa de ancianos alta en comparación con el resto del mundo. Más trágico sería presentarla en cualquier momento del año en Yemen, Siria o en las distintas zonas africanas donde el virus no ha frenado los conflictos armados ni las crisis alimentarias.
Lo que sí es interesante analizar es si sus postulados son hoy apropiados en el debate ambientalista.
Con todo, no está muy claro si el público al que va dirigido es sólo el estadounidense, y este detalle es muy importante porque un sector político de ese país está promoviendo el Green New Deal (Nuevo Pacto Verde) en alianza con movimientos ambientales y sociales. Curiosamente, este concepto no aparece en ningún momento, al igual que ninguno de sus promotores como Alexandra Ocasio-Cortés o Bernie Sanders; al parecer la película se terminó de rodar antes que comenzase a extenderse dicho término. La película se ha recibido muy mal en el sector más progresista ya que indirectamente se asocia a los movimientos ambientales con la corrupción, junto a un par de dirigentes demócratas. Algunas de las críticas a la película son explícitas en esta cuestión, como la carta de Josh Fox director de Gasland apoyada por numerosos científicos, a los que agradece diciendo “seguiremos luchando por la verdad y por un Green New Deal”. Políticamente, por el modelo bipartidista estadounidense, la alternativa a ellos es la del partido que lidera Donald Trump. Pero este debate se me escapa de las manos, así que paso a lo más global.
Planet of the Humans pone el dedo en la llaga de la biomasa y de los biocombustibles y, al parecer, todos los análisis críticos de la película concuerdan en que esa parte es válida e incluso actual, aunque estaría desactualizada concretamente en cuanto a su vinculación con 350.org. Otra de las críticas apuntaba a mezclar biomasa con las energías limpias (solar, eléctrica y geotérmica) siendo esta un tipo de energía bastante contaminante; sin embargo, cuando vamos a leer los análisis sobre energías (como el BP Statistical Review) siempre aparecen juntas en el grupo de las «renovables» porque de hecho históricamente supo ser una energía renovable y tiene el potencial de volver a serlo. Paradójicamente, las energías eólica y solar nunca serán realmente limpias, como aclara Antonio Aretxabala.
Gibbs infiere que las renovables son parte del sistema tecnoindustrial y no un modo de alejarnos de él. Esto, para mí, debería ser el centro del debate actual acerca de las energías solar, eólica y geotérmica. Y acá los matices son lo interesante y la película no los plantea.
Sin ir más lejos, vivo en una provincia argentina (Chubut) cuyo principal ingreso han sido durante muchos años las regalías petroleras, pero el declive de la producción hace unos diez años, con la posterior caída de los precios de 2015 puso fin al crecimiento económico. Desde ese entonces los únicos avances en materia de producción energética han estado en la instalación masiva de molinos eólicos (tenemos viento casi permanente). Pero esos molinos pertenecen a empresas privadas que han estado subsidiadas y sus beneficios no se reparten de la manera que se repartían las ganancias de la extracción petrolera. La otra propuesta gubernamental es abrir la provincia a la megaminería para la extracción de plata y otros metales útiles en la electrónica. Pero nuestra comunidad se rehúsa a habilitarla ya que toda la provincia depende de un solo río que podría verse afectado por la actividad; por ahora una ley promovida por consulta popular la prohíbe. No queremos que se sacrifique nuestra provincia para la extracción minera pero aceptamos la instalación de molinos que dependen de la actividad minera y, a la vez estos molinos parecen ser la mejor opción energética para un decrecimiento económico bastante violento a medida que disminuyen drásticamente la viabilidad de los combustibles fósiles. El desafío intelectual que se tiene que poner en el tapete tiene que incluir esta complejidad de aspectos.
En cuanto al planteo de la necesidad de decrecer, sin dudas es más que pertinente y de nuevo la cuestión de la población no me parece el centro del debate. Más bien propondría ir al grano: sí, al grano que hay que cultivar y los modos en que han de desarrollarse las cadenas de producción agroecológicas y biodiversas, y los modelos de transición realmente efectivos. La película no plantea ninguna salida pero con sólo darse una vuelta por el sitio de Films For Action se encontrarán con una buena lista de películas «para la acción».
Por último, el título. El nombre hace alusión a la saga de El planeta de los simios e implícitamente plantea que los humanos estamos destruyendo ese planeta que luego los simios de la película heredarían, o sea, esta sería la precuela. Por un lado sí, es la especie humana la que destruye el planeta pero sería injusto meter a todas las comunidades humanas en la misma bolsa. Pero tampoco el título es muy claro con respecto a lo que se va a ver, que sería algo así como «El detrás de escena de las energías renovables».
En conclusión, la película con sus virtudes y defectos ha sido el puntapié para que diversos autores se pongan a hablar del mismo tema, al mismo tiempo y marchando en paralelo con el debate sobre el Green New Deal y la post-pandemia. Saludo esto y a continuación dejo una lista de algunos de los artículos leídos (ordenados por fecha de publicación):
- Bill McKibben (22/4/2020): «Response: Planet of the Humans documentary«.
- Josh Fox [@JoshFoxFilm] (24/4/2020): «1) I just received the notice that the distributor of Michael Moore’s #PlantdoftheHumans is taking the film down do to missinformation in the film«.
- Laura Rodríguez (25/4/2020): «La distribuidora del nuevo documental de Michael Moore sobre cambio climático lo retira por estar ‘lleno de errores’«.
- Films For Action (25/4/2020): «Films For Action’s Statement on Planet of the Humans)«. Actualizado el 28/4/2020. En (incluye una lista de artículos de diferentes organizaciones)
- Jorge Riechmann (26/4/2020): «Sobre ecosocialismo gaiano y ecosocialismo descalzo (y sobre ‘planet of the humans’ de gibbs y moore): una carta a dos amigos«.
- Richard Heinberg (27/4/2020): «Review: Planet of the Humans«.
- Antonio Turiel (28/4/2020): «Crítica del documental ‘Planet of the Humans’«.
- Antonio Aretxabala (3/5/2020): «¿Energías limpias? ¿Crecimiento en V? Nuestras trampas al solitario descubiertas«.
- George Monbiot (7/5/2020): «How did Michael Moore become a hero to climate deniers and the far right?«.
Yo me pongo el sobrero de aluminio en la cabeza y me centro en lo siguiente, porque Bill McKibben es financiado por lo mismos que financian a Greta, es decir super ricos como la fundación rockefeller. Para mi lo mas importante del documental no son sus inexactitudes, ni siquiera lo que ya sabemos los que estamos aquí sobre el futuro de las renovables y que parece que no ha gustado mucho a los ecologistas de careta, si no el entramado de dinero que mueve a los movimientos medioambientalistas donde entra Monigot , Greta, Bill McKibben, y otros…. para mi eso es lo interesante, que habla de eso, y eso de Bill McKibben y ockefeller no es como que se desvincule de la biomasa, y que esté desactualziado, si no que es el ejfe fundamental de ese movimiento, lo financian super ricos con unos intereses secretos. No me improta que me llamen conspiranoico, el tiempo dirá. Un saludejo.
EL punto, para mí, es que 350.org (como Greenpeace o Greta y Fridays For Future) tienen un rol más positivo que negativo (no conozco el historial del Sierra Club). Me parece muy bien que se les examine hasta el detalle para evitar que sea financiada por esas empresas que en el fondo son las que realmente destruyen el planeta (o sus fundaciones como la Rockefeller) sin embargo esa crítica puede ser hecha desde el respeto o la ridiculización. No sé si hay otra organización grande que se haya puesto como objetivo central detener las emisiones de GEI como 350.org y eso no es poca cosa en un país que hasta hace un tiempo se manifestaba ampliamente como negacionista. Dándome un recorrido por las críticas a la película lo que he visto es un apoyo bastante masivo al McKibben y eso debe tener que ver con su posición histórica en un abanico de cosas que le hace merecedor de cierto respeto incluso de quienes apoyan ampliamente a la difusión de esta película. Por otro lado, no es menor que hace unos cinco años haya dejado de apoyar la biomasa y se centre la crítica a él en este aspecto como si actualmente la apoyase.
A mi lo de los apoyos maisvos, los idolos de masas y los super ricos que hay detras financiando sus rrss y su vida publica me traen sin cuidado, me merece muchisimo mas respeto una desconocida plataforma antieolica de una comarca y los q estan detras que un tipo financiado por empresas del petroleo o una tipa financiada por unilever y wallmart. Y se que eso me convierte en un viejo gruñon que nunca sera un rol positivo ni idolo de masas. Ni siquiera alimentara mi ego de te lo dije o tenia razon, da igual… Pq todo esto no nos salvara de la extincion, es hacer el paripe mientras los ricos hacen y deshacen.
Ante grandes poderes económicos (la industria del petróleo, del agronegocio, del sector financiero, etc.) creo que es bueno gnerar organizaciones con poder de contrapunto. Ese poder puede idealmente ser un tejido de pequeñas organizaciones, al estilo de Vía Campesina, y su masivdad (algunas millones de personas en ese caso) puede presionar sobre políticas públicas, sobre la cultura de una región pero también sobre el entramado de producción y consumo global. Los movimientos ambientalistas también están funcionando como nodos sobre todo de presión y en muchos casos sus integrantes son parte de pequeñas organizaciones territoriales que aspiran a no tener que luchar durante décadas por defender sólo su comunidad mientras el sistema industrial avanza. Vuelvo a mi provincia, hace 17 años que estamos aguantando la posibilidad de la instalación de la megaminería y si no se instaló mucho tiene que ver con tejer redes con otras organizaciones no sólo argentinas sino de toda Latinoamérica (hace poco organizamos una declaración conjunta con organizaciones de Guatemala contra PanAmérican SIlver que se leyó en la reunón de accionistas en Canadá) y también con Greenpeace y ahora Extinction Rebellion. En cuanto a los ídolos de masa, sí que no tienen nada que hacer en todo esto je… aunque algunos quizás ni se lo buscan sino realmente surgen y en nuestra cultura del «héroe» son reconocidos como «líderes» de tal o cual reclamo (entre ellos Vandana Shiva o el mismo Michael Moore)
Un necesario contrapunto, no se puede caer en el derrotismo ni en el sesgo conceptual, venga de donde venga, necesitamos una mirada holistica, amparada en la ciencia pero también en otros paradigmas de conocimiento, solo así lograremos encontrar las salidas para este laberinto, en el que la condición humana se instala generación tras generacion
Gracias por el esfuerzo demian
Lindas palabras, gracias
Excelente análisis. Muchas gracias!
Gracias por la buena onda
En este enlace de la web de Els verds-Alternativa Verda, se puede acceder a una compilación de críticas y refutaciones de los argumentos del film: http://www.verds-alternativaverda.org/sec.asp?id_link=252&id_up=105
[…] [104] ¿Cómo pensar esta cuestión? Por ejemplo, de la mano de Richard Heinberg: “Hemos apostado todo nuestro futuro a la electricidad y la electrónica. Las comunicaciones, el procesamiento y almacenamiento de información se han digitalizado. Eso significa que si la Red se cae hemos perdido la civilización por completo. No creo que podamos mantener las redes mundiales a escala actual sin combustibles fósiles, pero puedo imaginar la posibilidad de un proceso de retroalimentación mediante el cual, a medida que el consumo de población y recursos se reduce, el mundo digital también lo hace, hasta que sea lo suficientemente pequeño como para ser alimentado por electricidad renovable generada con un daño ambiental mínimo y aceptable…” Heinberg citado por Demián Morassi en “Planet of the Humans: renovables a debate (y la película también)”, revista 15-15-15, 29 de mayo de 2020; https://www.15-15-15.org/webzine/2020/05/29/planet-of-the-humans-renovables-a-debate-y-la-pelicula-t… […]