(Previamente publicado por el autor en Facebook.)
Estos últimos día tengo la sensación de que me encuentro como Indiana Jones en la famosa escena del acto de fe [en Indiana Jones y la última cruzada]; con el estómago encogido ante la posibilidad de dar un gran salto al vacío.
Llevamos años sabiendo que el camino por el que se dirige la humanidad, nos enfrenta ante la posibilidad no solo del colapso de nuestra civilización, sino que cabe también la posibilidad de ponernos delante de un colapso de los ecosistemas, tal y como nos recuerda periódicamente la comunidad científica. Incluso nos han puesto una fecha; reducir en un 55% la emisiones de CO2 para 2030.
Al conjunto de crisis que se viene agudizando en las últimas décadas, se suma —sobre todo en los países occidentales— una crisis sanitaria que va a precipitar la recesión económica que ya se esperaba para este año. Una tormenta perfecta en la que se están dando de manera conjunta sucesos preocupantes como hundimientos de la Bolsa, estallido de la burbuja del fracking, desinversiones en la industria petrolera y retroceso en la producción de crudo, crisis de materias primas, ambientales, sociales…, a las que se une la inédita experiencia de una economía en el congelador durante meses. De la misma manera que no volvimos al modo de vida de antes de la crisis de 2008, no volveremos al standard de la sociedad del pre-confinamiento.
Cuando me paro a pensar en la situación, la verdad es que el panorama me asusta. Como un acto reflejo, surgen voces en mi interior que tratan de calmarme, invitándome a pensar que las diferentes administraciones y gobiernos, lo tienen todo bajo control y nos ayudaran a salir de este atolladero. Sin embargo, otra parte de mí se va abriendo camino para ayudarme a comprender que en realidad, por mucha ayuda que nos puedan proporcionar, estamos sol*s. Nadie va a venir a solucionarnos este enorme problema en el que nos encontramos. Creo que en este momento, se trata de aceptarlo y asumir que la solución a esta situación, dependerá de lo que seamos capaces de hacer cada uno de nosotr*s. Respondernos si vamos a asumir la parte que nos toca, trabajando en nuestro entorno más cercano, de manera humilde, colaborativa, codo con codo, en la construcción de proyectos y redes que nos sostengan… o si nos quedamos a un lado del camino esperando a que alguien nos salve.
Estamos en el tiempo de las consecuencias. Los impactos generados por este sistema ya se dejan notar. Y en este momento, tenemos mucho que regenerar.
Empezando por nosotr*s mism*s. Tantos años tratando de encajar dentro de este sistema inhumano, de abrirnos un hueco, de caminar por la jungla, nos ha dejado llen*s de heridas. Nos ha dejado rot*s por dentro. Estamos llenos de grietas.
Pero, es precisamente por esas grietas por donde puede entrar la luz.
Este aislamiento nos ofrece la posibilidad de realizar un gran viaje hacia el interior de nosotr*s mism*s. Reflexionar sobre nuestro modo de vida, preguntarnos cómo nos va a afectar todo lo que estamos viviendo y lo que nos viene por delante y evaluar y decidir donde queremos estar una vez que salgamos al exterior.
Para mí, es un momento de limpiar la casa, de ordenarla, de quedarme con aquello que es importante y necesario y desprenderme de lo superfluo y lo acumulado durante años. De aligerar el equipaje y de elegir la compañía adecuada para esta travesía.
Se nos abre la posibilidad de realizar un cambio en nuestras vidas, el cambio que siempre hemos querido realizar y que nunca hemos encontrado el impulso de realizar. Ese proyecto en el rural, esa cooperativa con colegas, esa red de cuidados en el barrio, el proyecto educativo para l*s crí*s, ese paisaje que recuperar…
Si no soy yo, quién? Si no es aquí, donde? Si no es ahora, cuando?
Dejemos de pensar en el abismo que se abre ante nuestros pies e imaginemos como será el día después de salir de la Gran Reclusión. Es el momento de dar el paso. Es el momento del salto de fe y es un acto que tendremos que dar de manera individual, para después, podernos unir en colectividad por el desarrollo de vidas dignas de ser vividas. Nadie puede dar el paso por nosotr*s. Es una gran oportunidad la que se abre ante nuestros ojos y no depende de nadie más que de cada un* de nosotr*s. Ya no es tiempo de excusas.
Es el momento de aprovechar la ocasión y ser parte de la Gran Transición Ecosocial, del Gran Retorno, de construir la sociedad del Decrecimiento, de conjugar el respeto de los límites naturales con la justicia social global.
Demos el paso.
Gracias!! Me has leído el pensamiento!!!!