'Megaminería de materia gris'. Demián Morassi.

Comentarios de Prieto y De Castro al artículo «El activismo ante las incertidumbres…» de García-Olivares

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Publicamos conjuntamente por su interés para enriquecer el debate, dos comentarios independientes de Pedro Prieto y Carlos de Castro a un reciente artículo de Antonio García-Olivares publicado en Autonomía y bienvivir.

1. Comentario de Pedro Prieto

Pedro Prieto (Foto: Dani Blanco para Argia).
El artículo de Antonio García-Olivares me parece en general sensato y para tener muy en cuenta. Aprecio a Antonio, como un científico honesto. Hemos discrepado razonablemente creo, en algunas ocasiones. Por lo que he hablado con él y él mismo admite en este artículo de forma más ligera, es consciente de que, salvo que se den muchísimas conjunciones planetarias, la situación del mundo y de la biosfera puede terminar efectivamente en colapso y que una solución 100% renovable en los niveles actuales (que es un punto crucial en estas discusiones), es extremadamente improbable.

Cuando ha hecho sus estudios sobre viabilidades con las nuevas tecnologías supuestamente renovables, es muy consciente, de las posibles limitaciones de algunos materiales esenciales para alcanzar un mundo 100% renovable. Él ha calculado en algún documento, creo recordar, que el nivel de consumo de energía mundial debería ser (y podría llegar a, si se electrifica al 100%) de unos 12 TW, respecto de los 17 TW actuales y creciendo. Creo que es muy consciente de que el capitalismo no puede terminar bien. Creo que es consciente de que los 17 TW no lo va a limitar el sistema y aboga por el fin de ese sistema y la autocontención en ese nivel.

Y aún así, creo que sabe que es muy improbable que se den los cambios políticos y sociales en todo el mundo para alcanzar esa autocontención. E incluso que es muy probable que el sistema 100% eléctrico de 12 TW tampoco durase mucho y es consciente de las debilidades de sus propuestas y de las de algunos colegas (Jacobson, siendo el más conocido y a mi juicio mucho menos sólido que García-Olivares), pero también Greenpeace o ahora Christian Breyer dirigiendo utilizando las herramientas de la Universidad de Lappeenranta y el Energy Watch Group.

Especialmente, creo que a García-Olivares le quedan dudas y no tiene absoluta certidumbre de que las propuestas de sustitución energética vayan a ser posibles, aunque las proponga, en lo relativo al transporte pesado tal y como lo conocemos hoy, y a la sustitución de los combustibles líquidos imprescindibles por biocombustibles y a los plásticos del mundo y miles de productos de la industria petroquímica (en su ingente utilización actual, desde lubricantes, hasta fertilizantes, etc.) e incluso los supuestos cambios de la metalurgia actual en altos hornos de inevitable funcionamiento continuo y sin la utilización del carbón de coke y sólo con alternativas 100% eléctricas y añadidos químicos sustitutivos de los aportes del carbón a ciertos metales de muy alto uso.

En este artículo, García-Olivares apunta ciertos defectos de los grupos que analizamos la crisis energética o los escenarios de colapso en grupos cerrados en las redes. Evidentemente, esta focalización que genera estar en un grupo afín en alguna idea, que muchas veces impide ver alternativas o puntos de vista diferentes o tiende a infravalorarlos o despreciarlos, no es exclusiva de estos dos aspectos mencionados.

De hecho, es un rasgo que se ha ido generalizando, incluso antes de la generalización abrumadora de las comunicaciones a través de las redes sociales. Se daba ya con las especializaciones, que crean grandes especialistas en una cosa, incapaces de ver el mundo de forma más holística o general y a veces pierden gran valor por ello.

Por tanto, en principio es positiva su crítica y debemos admitirla desde la posición más general (siempre variada y con matices entre sus miembros) de los colectivos que suscriben esta lista y que seguramente nos merecemos en algunos casos.

«Futuros inciertos en sociedades complejas»

Acierta García-Olivares al decir que cualquier análisis de lo que se prevé en el futuro debe hacerse con cautela y despojado de certidumbres absolutas. En eso García-Olivares puede tener un punto de razón. Un sistema complejo llegando a un punto de inflexión importante, puede reaccionar de formas muy inesperadas, que quizá desborden nuestra intuición de lo que puede pasar

Pero por otra parte, el realizar distribuciones de probabilidad de futuros posibles en los estudios científicos, si bien es más conservador y busca una siempre deseable prudencia, no deja de ser a veces bastante inútil, si se abren demasiados escenarios probabilísticos con resultados muy dispares, que tampoco van a permitir adoptar medidas de mitigación o que puedan evitar el impacto más indeseable. En este sentido, escenarios muy abiertos y dispares pueden acertar como el disparo de postas muy abierto, que abre el área batida pero este tipo de resultados de proyecciones hacia el futuro, quizá sean todavía más desmovilizadoras, pues ayudan a los lectores a pensar en los escenarios menos impactantes y lesivos para la Humanidad o la vida.

«Observar fríamente antes de hacer previsiones»

Nadie en su sano juicio, debería oponer nada a esta propuesta. García-Olivares se extiende aquí en interesantes reflexiones, que no comentaré.

«La verdad es una construcción colectiva»

Acierta también García-Olivares cuando comenta que “Ni todos los científicos no colapsistas son unos tecno-optimistas, ni todos los economistas son ideólogos del BAU, ni todos los políticos y lobbies hacen el juego al crecentismo y al capitalismo, aunque se muevan dentro de las instituciones. Así que conviene estar abiertos a informaciones de científicos, políticos, economistas y grupos interesados en el tema diferentes del propio.”

Solo comentar que este principio debe aplicarse a todos los grupos, no sólo al de los que se denominan colapsistas o tecnopesimistas. En este sentido quisiera recalcar que personalmente veo y leo con extrema atención todos los documentos que me llegan de los que podrían denominarse tecno-optimistas o crecentistas. Y por lo que veo en el mundo científico y en el mundo mediático, las previsiones de un mundo feliz renovable y posible al 100% superan en una proporción abrumadora a los que ponemos alguna duda u objeción. Por no hablar de los que ofrecen miríadas de artículos sueltos y deslavazados hablando, un día si y otro también, después de poner un ejemplo de instalación eólica o solar suelta, de que ya estamos, por extrapolación, en una situación imparable en el mundo de las modernas renovables y de las sustitución de las fósiles por ellas. Y utilizan al menos con el mismo calor y vehemencia sus seguridades de ese mundo posible.

Dada la abrumadora descomensación entre ambas posiciones y acceso a medios, las respuestas y comentarios de los supuestos colapsistas o tecno-pesimistas, aquí se debe volver sobre el comentario anterior de García-Olivares de que no todos son iguales, pero en el sentido inverso: es decir, ni todos los colapsistas, son tecno-pesimistas, ni todos los economistas son biofísicos (lamentablemente en este caso y en mi opinión), ni todos son antisistema.

«El crecimiento exponencial es incompatible con el tamaño finito de los recursos materiales de la Tierra»

El acuerdo aquí evita comentario alguno. Las diferencias en los plazos son menos importantes y nadie debería tener la absoluta seguridad, sobre las limitaciones de algunos materiales, aunque en algunos casos, ya están apuntando claramente. Que pueda haber un pico después de un pico (p.e. en el caso de la producción de petróleo convencional), no invalida que algunos materiales críticos ya muestren su dificultad de aumentar su producción y algunos ya la estén disminuyendo.

En este punto, me llama mucho la atención la posición de Ugo Bardi, también respetado científico, que en el pasado ha escrito mucho y bien sobre limitaciones materiales evidentes (p.e. con el aceite de ballena o sus estudios sobre la cantidad exponencial de energía que exige la degradación de algunas leyes minerales para mantener la producción de determinados bienes escasos, y que luego está optando abiertamente por un mundo 100% renovable sin limitación aparente alguna.

Al menos García-Olivares admite que si seguimos haciendo soldaduras con plata de células en módulos fotovoltaicos, podemos tener un factor limitante. Creo que a García-Olivares le haría falta profundizar algo más en la sostenibilidad de este mundo 100% renovable más allá de la primera generación que llegase a cubrir ese 100% renovable en los 12 TW, una vez que hubiese que ir desmantelando toda la potencia mundial renovable al final de sus vidas útiles y se tuviese que enfrentar a una segunda instalación global de todo lo instalado (y a una tercera y a una cuarta, en aproximadamente una generación por generación humana promedio), aunque se incluyan supuestos de reciclaje muy superiores a los actuales, que sin duda García-Olivares sabe perfectamente que son una lucha perdida contra la entropía, por muchos que con gran esfuerzo aumenten algún grado porcentual, por ejemplo sobre el 2% que ahora se recicla del litio mundial usado. algo parecido a lo que pasa con los esfuerzos por reciclar los plásticos de Ecoembes, que al final resultan ser mucho menores que los declarados y un fiasco de considerables proporciones.

«El peak oil (o el cénit de los combustibles fósiles ) nos llevará al colapso»

Dado que la definición de colapso es difícil de valorar,no se si en el grupo de colapsistas tecno-pesimistas alguno habrá asegurado con total certidumbre que eso nos llevará al colapso. Yo creo no haberlo hecho de forma tan explícita. Poner este ejemplo como afirmación concreta, es algo sesgado, pues en el mundo del cenit del petróleo hay también de todo, desde pronucleares, convencidos de que será este combustible el que nos sacará del agujero.

En cuanto al colapso, pues ciertamente, parece que la sociedad española o la de la Unión Europea en general, no parecen haber colapsado y quizá estén todavía lejanas en el tiempo para llegar a colapsar en algunos índices claves de bienestar humano.

Pero por otra parte, no debería resultar difícil a García-olivares concluir que en estos últimos años ha habido un número creciente de países que ciertamente han colapsado considerablemente. Como sucede con Irak, Siria, Libia, ahora Venezuela o Nigeria y con otras cercanas a alcanzar estos puntos en África, Latinoamérica, o el sudeste asiático. Y no cabe duda que en las acciones políticas de ciertos gobiernos de llevar estos países a prácticamente la Edad de Piedra, el petróleo y su afán por controlar sus fuentes más importantes, no han sido ajenas a ello.

Lo que si hemos expuesto algunos es que dada la densidad, versatilidad, y demás ventajas de los derivados del petróleo y su influencia en el transporte mundial, su descenso en la producción mundial puede provocar muchos y graves desequilibrios en la economía actual, tal y como la conocemos. Y esto no parece que sea nada comprometido ni falso.

Por ejemplo, se puede citar una frase de Goehring & Rozencwajg, en Natural Resource Market Commentary, del artículo «The Relationship Between Yellow Vests and Electric Vehicles pt. 2/2«, que dice:

…there has never been an instance in the history of civilization where a new technology with inferior “energetics” has replaced an older technologies with superior “energetics.”

y terminar diciendo que esto parece bastante razonable,aunque lo diga un sitio republicano y conservador de los EE. UU. como Natural Resource, sin pretender que sea una verdad inmutable y sin que hasta el momento, nadie haya mostrado que puede haber procesos de sustitución válidos de algo más valioso energéticamente por algo menos valioso.

Seguir insistiendo en la lado tecno-optimista y crecentista que sí puede haberlos, es un brindis al sol tan grande, al menos, como lo contrario y desde luego, menos documentado. Hasta el momento (2018) no se había sustituido ni un solo millón de toneladas de petróleo equivalente de fósiles con las energías llamadas renovables, a pesar de su espectacular crecimiento (relativo), ni siquiera en producción de electricidad, que aumentó más en generación fósil que el que aportaron todas las nuevas renovables.

Razón tiene García-Olivares, sin embargo, diciendo que la afirmación subrayada del peak oil “dependerá pues del momento y la velocidad a la que se empiece a sustituir el petróleo por otras fuentes energéticas en los principales sectores económicos, y esto puede ser ampliamente alterado por decisiones políticas gubernamentales”.

Hombre, claro que las decisiones políticas gubernamentales pueden alterar cualquier previsión, como lo pueden hacer las guerras, que son también decisiones políticas gubernamentales.

De hecho, las últimas disposiciones sobre el diésel en vehículos los vehículos de combustión en el centro de las ciudades, el subsidio generalizado de los coches eléctricos, el empujar el fracking en EE. UU., aunque sea a pérdidas horrorosas y sostenidas y el envenenamiento del subsuelo y los acuíferos, que raras veces se han dado siquiera en la economía crecentista neoclásica, pueden terminar alterando las curvas teóricas geológicas de descenso. Lo que no resta valor a indicar a los ciudadanos el grave problema que representa el peak oil. Algo que por otra parte, la honestidad de García-Olivares, al final admite de esta forma: “sería más positivo lanzar mensajes del tipo siguiente: “el cénit del petróleo (peak-oil) puede afectar muy negativamente a nuestra economía, dada su fuerte dependencia de este combustible, sobre todo en el transporte; es necesario reducir consumos, y electrificar todo lo posible los procesos económicos que hoy dependen del petróleo, y nada de esto lo está haciendo actualmente el mercado”.

Pues eso, ojalá algún medio de los muchos tecno-optimistas y crecentistas se tomase la molestia de hacer llegar a los ciudadanos este mensaje, por lo menos hasta la frase de “…reducir consumos….” (de petróleo) porque lo de electrificar en todo lo posible los procesos económicos que hoy dependen del petróleo, hay que analizarlo con más profundidad y frialdad, como sugiere el propio García-Olivares, no sea que vayamos a estar proponiendo hacer un pan como unas hostias (y me refiero, por ejemplo, a la aviación mundial, a la agricultura mecanizada, al transporte marítimo, a las fuerzas armadas y a muchos otros sectores, donde se utiliza masivamente el petróleo o los demás combustibles fósiles y donde el debate está lejos de haber concluido.

«Las renovables no son escalables a escala global porque utilizan materiales escasos»

Aquí me temo que García-Olivares ha pecado algo de superficialidad. Por supuesto, todo depende del escenario de implantación de energía solar FV, pero hay ya bastantes estudios de Alicia Valero o los propios trabajos de MEDEAS dn la impresión de que si hay materiales que componen las renovables (eólica y solar FV) que pueden ser limitantes para un mundo 100% renovable.

Y no es sólo por el mensaje con el que García-Olivares intenta concluir de que “las tecnologías renovables más deseables desde el punto de vista de la sostenibilidad son las de baja tecnología, no las de alta tecnología”.

Ya que es un mensaje con un claro sesgo inicial que presupone por el lado tecno-optimista lo que todavía está en debate entre ambas partes.

Quizá el mensaje más correcto debería hablar de las tecnologías renovables menos insostenibles y estaría más cercano a la realidad. No solo son el neodimio el praseodimio para la eólica o la plata para la solar los elementos que podrían llegar a escasear y serían sustituibles, pero sin decir que al ser de la denominada eufemísticamente “baja tecnología”, habría que aumentar la potencia instalada por tener rendimientos mucho más bajos.

Hay más, muchos más materiales que los mencionados, que pueden llegar a escasear, incluyendo el litio, el cobalto, el indio, el galio el cadmio, el bismuto, aunque se utilicen de forma menos voluminosa en procesos indirectos, que también son necesarios, etc. Por ejemplo, el oro, en la industria electrónica asociada a la generación de energía. Pero también, cuando se hacen las cosas a cierta escala, los que podrían provocar un desvío brutal de recursos a esas tecnologías, como el cobre, el níquel el manganeso o sobre todo el hierro, el aluminio y el cemento, estos más como gigantescos emisores de CO2.

Habrá que repetir por enésima vez (y que me desautorice Antonio si no es correcta) que estas energías no son renovables, sino complejos sistemas no renovables, capaces de captar, durante un periodo limitado de tiempo, una fracción de flujos intermitentes de energías renovables que caen sobre o pasan a través de ellos.

Algunos de mis colegas en EE. UU. las denominan más bien rebuildables, pero creo que es una definición que no se ajusta bien al futuro, porque presume ciertamente que son finitas, que se agotan y que hay que retirarlas, pero también presume que serían sustituibles sin problemas nuevos de escasez. Seguramente apelando a algo poco científico (en mi opinión) como la tan de moda economía circular, que también García-Olivares comenta: “Sólo unos pocos autores (entre los que me incluyo) mencionan el tema, pero en la mayoría de los estudios parece claro (aunque implícito) que un sistema 100% renovable se está pensando como complemento de un sistema de “economía circular” que recicle los metales y materiales que utiliza, dado el tamaño finito de las reservas planetarias de materiales.” y en la que parece confiar, aún a sabiendas de que el reciclaje es un esfuerzo energético enorme por la dispersión del material, que dudo nadie haya contabilizado seriamente a esas escalas y es muy entrópico.

Seguir insistiendo en que esto son energías renovables es hacer un flaco favor a una realidad incontestable.

«La TRE de las renovables es insuficiente para sostener una sociedad industrial. Las renovables nunca proporcionarán ni el 30% de la energía que proporcionan los combustibles fósiles»

Estos dos asuntos me afectan más en lo personal. No por la segunda afirmación, porque no recuerdo haber dicho que las renovables nunca producirán el 30% de la energía que producen los combustibles fósiles. No se cual será su límite y en cualquier caso, hablar con porcentajes, es algo equívoco, porque una caída del consumo total puede hacer aumentar el porcentaje, sin haber conseguido los efectos deseados de sustitución.

Hoy las modernas renovables están en apenas en un 6% de la electricidad mundial (eólica y solar, que son con las que se cuenta para alcanzar el hito 100% renovable. Entiendo que el propio García-Olivares reconoce que la hidroeléctrica tiene ya poco recorrido en el total mundial) y eso es un 2-3% de la energía primaria. Esto es un hecho varios años después de afirmar que estas tecnologías ya son competitivas con los demás sistemas de generación de electricidad y de varias décadas en los mercados.

Pero sí me veo afectado por la primera afirmación. Aquí García-Olivares cita a Raugei et al para ofrecer cifras de TRE solar altas. Esta discusión sigue en pie entre varios expertos, sin haber llegado todavía a conclusión alguna como para que García-Olivares considere las cifras de Raugei, incluido su estudio del EROIpou del petróleo.

García-Olivares cae también, de nuevo y en mi opinión, en presuponer apriorísticamente que cuando las renovables alcancen el 80% de la energía total mundial, la fabricación de cualquier elemento dependerá en un 80% de la producción renovable. Creo que debería ser más cuidadoso, porque presupone que el objetivo es alcanzable y el asunto es que parece estar muy lejos de conseguirse.

Por otra parte, creo que también es un buen brindis al sol hablar de utilizar 5-10% de todos los desiertos mundiales para generación solar. Estas cosas son las que hay que pensárselas con frialdad, porque a veces polarizan el lado pro-renovable a extremos poco deseables. Como proponer, en el estudio de Christian Breyer, la Universidad de Lappeeranta y el EWG ocupar con jatropa 6,5 millones de Km2 de terrenos áridos para la fabricación de biocombustibles con que sustituir fósiles en aplicaciones dónde las modernas renovables parecen tener dificultades. Vamos, llenar de jatropa una superficie como la del quinto continente, pare que no les asusta, ni consideran que eso levante ni una gota de CO2. Dicho sea con todos los respetos, son afirmaciones propias de teóricos del cálculo que dan la impresión jamás han pisado un desierto o una tierra árida o mucho menos vivido en ella y observado a los habitantes de las mismas.

«Una flota de coches eléctricos del tamaño de la actual nunca será posible»

Esta afirmación que García-Olivares pone en boca de los tecnopesimitas o colapsistas, me afecta, por haber escrito un voluminoso documento sobre el coche eléctrico y el esfuerzo de sustitución, principalmente en España, pero con el ojo puesto en todo el parque mundial, ya que esta industria está muy globalizada. Ese documento está a disposición de esta lista y ya lo han revisado bastantes personas de cierto nivel, que no han encontrado grandes errores en el mismo.

En ese documento, he procurado no tomar una posición radical en favor o en contra, sino exponer elementos de comparación de funcionalidad, de costes, de movilidad y energética. Obviamente, después del análisis, mi conclusión se aproxima más a la afirmación genérica que García-Olivares, cree plausible, pero para inmediatamente sentar dudas sobre posibles cambios inesperados. No creo haber hecho predicciones tajantes al respecto.

Pero para saber si Bloomberg (y ahora hablamos de precios) es creíble o no cuando afirma que en 8 años los precios de los eléctricos serán similares a los de combustión interna, aunque esto sea una afirmación económica y no científica, creo que desde un punto de vista puramente económico y no muy complejo, uno debería ir a las reservas y recursos de litio y analizar la producción mundial actual para una flota ridícula respecto de la que se necesitaría para un reemplazo total. Y pensar si es razonable que con una carestía considerable o teniendo que ir a minas o salares con leyes y rendimientos cada vez menores, es razonable pensar que el principal coste del coche eléctrico (la batería es cerca del 40% del precio actual), puede hacer bajar a la mitad el precio actual. Y no dar por sentado (vicio que achaca a los tecnopesimistas o colapsistas) extrapolar que como los precios de las baterías han bajado un 14-17% por año por cada duplicación de su número, que podrían seguir haciéndolo. Esto sí que es un sesgo ideológico/económico importante.

Y desde un punto de vista científico, debe acudir al nivel esperado de producción, de parque en movimiento, de costes actuales del elemento clave que es la batería (iones de litio son las que más densidad energética por peso/volumen ofrecen) y analizar si hay algún elemento de la tabla periódica que pueda resultar más ligero que el litio para los electrodos.

Algunos de los críticos optimistas, ya me hicieron ver. Las baterías de flujo de zinc-aire y de aluminio-aire, que yo sepa, son sólo una esperanza no operativa a gran escala, sobre todo para impulsar la movilidad, que exige un compromiso muy grande entre energía almacenada y peso y volumen. Y sería bueno que un científico presentase sus densidades energéticas en kWh por kilo o decímetro cúbico, no en mWh por centímetro cuadrado, como hacen, creo que de forma falaz, en el estudio «A zinc-iron redox-flow battery under $100/kWh of system capital cost«, que solo refleja la energía por unidad de superficie del electrodo y no del peso de la batería.

Otra cosa es que al ser más baratas teóricamente las baterías de flujo (todavía no en el mercado de forma masiva a pesar de sus promesas), puedan ocupar más espacio como baterías estáticas en sitios donde el peso/volumen no es importante, si el precio es mucho menor y los materiales menos escasos, aunque en este caso, el vanadio que emplean anda jodidamente escaso.

Y esto es todo, que no es poco.

2. Comentario de Carlos de Castro

Carlos de Castro
Carlos de Castro
Siento de verás los insultos y los sinsabores que le han hecho a Antonio García-Oivares algunas personas del “sectarismo” pesimista. Me da rabia porque creo que su contra-reacción quizás le esté alejando del tecno-realismo.

Sus argumentos (que si hay incertidumbre, que si hay sesgos de los otros) los he oído casi igual a los que aseguran que hay fósiles para rato (y que vamos a almacenar su CO2) y caso resuelto, o los que aseguran que la nuclear de fisión y luego fusión resolverían tecnológicamente el problema, o los que aseguran que no hay problema grave (y se puede encontrar literatura científica de todos ellos, y son mayoría). Cada uno con sus sesgos, sin capacidad de filtrarlo todo, sobre todo de lo que niega sus propios sesgos, somos humanos todos.

A mí se me va la vida cada vez que quiero desmontar las exageraciones de los tecno-optimistas, aplastante mayoría en la literatura científica, y se me va otra vida cada vez que cuido que mi sesgo pesimista no me lleve al otro extremo.

Citaré un artículo que creo desmonta la mayor parte de lo que ha escrito Antonio García-Olivares: Castro C. & I. Capellán-Pérez (2018): «Concentrated Solar Power: Actual Performance and Foreseeable Future in High Penetration Scenarios of Renewable Energies«, BioPhysical Economics and Resource Quality (2018) 3:14.

En el anterior artículo se afirma y demuestra, con observaciones del mundo real y no teorías sesgadas, que:

Todos los artículos publicados hasta la fecha sobre concentración solar (CSP) que hemos podido revisar y encontrar, han exagerado sistemáticamente la eficiencia y producción de la CSP, paradójicamente más incluso que la propia industria. La propia industria es tecno-optimista (¿a quién le extraña?), pero los científicos e ingenieros que han publicado en revistas científicas rayan el pensamiento mágico con su “el papel lo aguanta todo”.

Esto es incontrovertible porque está basado en la producción real (el numerador del EROI), algo que ninguno de los que han publicado sobre CSP se han molestado en comprobar (algo fácil, aunque lleva tiempo hacerlo de forma minuciosa), bastaba con mirar las estadísticas de Red Eléctrica de España o irse a cada una de las plantas de CSP de Estados Unidos que publican mes a mes la producción de todas sus plantas eléctricas (en Energy Information Administration). Una mañana de trabajo habría sido suficiente para cualquiera para darse cuenta de que algo no funcionaba bien. La diferencia con nuestras “pesimistas” publicaciones que cita Antonio García-Olivares –tenemos más-, es que, aún con nuestros sesgos e incertidumbres, tratamos de observar la realidad del mundo real, que no concuerda con los sistemáticos sesgos tecno-optimistas publicados.

Además, en nuestra opinión basada en la revisión de la literatura y la propia industria, es que se tiende a ignorar parte de los insumos materiales para la construcción de las infraestructuras de la CSP (y del resto), con lo que el denominador de la EROI se tiende a infra-estimar sistemáticamente.

Así, cualquier escenario 100% renovable imaginado en la literatura con alta presencia de CSP debe corregirse, y mucho, a la baja. Desgraciadamente, de los que hemos revisado, es precisamente el de Antonio García-Olivares (2016), el más optimista con esta tecnología, tecno-mágico de hecho, pues toma una EROI –basándose en una única publicación sin revisar en profundidad- de 18, cuando incluso con los números de los optimistas corregidos a la producción real, el EROI se situaría entre 1 y 7 (nuestros cálculos se pueden ver en el artículo). Por supuesto, hay más problemas además de la EROI, como la elevadísima intermitencia estacional de esta tecnología. Esta tecnología de hecho ya dejó de crecer en España y recientemente en EEUU, y no es por culpa de los gobiernos respectivos, es porque no cumplen con las expectativas creadas por los tecno-optimistas de la literatura científica (no compiten con la PV, la mejora hipotética en la intermitencia diurna se disipa con la intermitencia estacional real, aún mayor que ninguna otra fuente de energía, es carísima porque usa demasiados materiales, etc., lo que por cierto, apuntaba a su baja EROI).

No hay ni una sola tecnología renovable moderna que no se haya exagerado en la literatura en algún factor de interés, además de forma sistemática, y lo que es una observación que hemos publicado en revistas científicas comparando la realidad con lo publicado (o la realidad de la física elemental con lo publicado) es calificado de pesimista por estar en minoría de una mayoría equivocada por sus sesgos optimistas (también pasa con las demás energías, claro, pero algo menos, porque llevan más tiempo con nosotros, y al final la realidad no se puede esconder demasiado). Aquí no hay incertidumbre. La Tierra no es plana ahora ni lo fue en el siglo XV aunque Colón estuviera en minoría.

Pero nuestras publicaciones, si se citan (se prefieren ignorar), es solo para decir o insinuar que somos pesimistas, cuando la carga de la prueba debería estar en el otro lado.

Hace algunos años tuvimos una pequeña discusión Antonio García-Olivares y yo por Facebook en la que le decía que la CSP tenía seguro (en lo que un científico puede estarlo) una EROI muy baja, seguramente menor que la fotovoltaica por una razón lógica: usaba muchos más materiales por MW instalado que la fotovoltaica, cuya EROI conveníamos no era muy buena basándonos en las estimaciones de Pedro Prieto y donde el silicio no era el factor fundamental de su baja EROI a estas alturas. Pero no quiso escuchar la lógica realista y se apoyó en el artículo que había encontrado de peer review (es decir, argumento de autoridad), que le venía muy bien para que su escenario, lleno de CSP, no se viniera abajo por falta de materiales y bajas EROI (de hecho proponía que la plata de los espejos se sustituyera por aluminio, pero manteniendo la EROI, cuando el aluminio es menos reflectivo y por tanto el numerador de la EROI automáticamente bajaba: olvido típico del sesgo optimista). Pues bien, los escenarios de Antonio García-Olivars se vienen abajo porque usa sistemáticamente sus estimaciones basadas en una literatura científica de pensamiento mágico que no quiere reconocer como tal.

Por lo demás, el estímulo de aquel debate inconcluso fue el que me llevó a revisar en profundidad la CSP y con ayuda de Íñigo Capellán desmontar los mitos de esta tecnología en un artículo peer-reviewed (y más de un año de trabajo) que no vale como argumento de autoridad, pero sí vale si cualquiera lo lee con la mínima atención y sin demasiado pensamiento mágico.

Desmontar los mitos tecno-optimistas lleva más tiempo del que quisiera, ¡y somos tan pocos con sesgo pesimista desde el punto de vista de los optimistas!

Los dos artículos que cita nuestros (de Castro et al. 2011 y de Castro et al. 2013), se refieren a las exageraciones publicadas por la eólica y por la fotovoltaica (en otros artículos hemos desmontado otras simplemente comparando la realidad con lo publicado). En el de eólica, mostramos que incluso muchos autores estaban violando el primer principio de la termodinámica (por tanto sí es relevante, en contra de lo que dice Antonio en su texto) para la estimación de los potenciales teóricos. Y en el de solar demostramos que la ocupación real y la eficacia real de los sistemas fotovoltaicos era menor que la que la mayoría delas publicaciones científicas aseguraban (por lo que eso hace disminuir necesariamente su potencial). Ciertamente intentábamos hacer una estimación razonable de lo que podía ser un potencial neto tecno-sostenible, que si se compara directamente con los cálculos teóricos de la literatura son de los más bajos o los más bajos (calificarlos de pesimistas como hace Antonio me califica para calificar los suyos de optimistas).

Pero las comparaciones deben hacerse con cuidado, pues lo que nosotros entendemos como límite tecno-sostenible no es lo mismo que los que entienden los que a todas luces exageran. Por ejemplo, nosotros hablamos de potencial neto (hay que descontar las pérdidas por EROI por ejemplo y calcular la electricidad que llega al usuario), y para nosotros no se puede definir límite tecnológico lo que el papel o un ensayo puede hacer, por ejemplo, podríamos decir que existe un potencial tecnológico fotovoltaico en Marte ya que hemos mandado sondas allí con paneles y por tanto es factible tecnológicamente instalarlas allí, pero para nosotros y la mayoría, no llamaríamos a esto factible tecnológicamente porque existen barreras económicas, materiales y de EROI, entre otras. Esta discusión no está resuelta, pero lo que no se debe hacer es comparar términos cuya definición no coincide sin matizar como hace Antonio. Pongo un último ejemplo, Antonio dice en su texto: “calculé que el uso de un 5-10% de todos los desiertos mundiales para centrales solares (FV y termosolar) permitiría obtener unos 5-10 TWa/a de electricidad”. Al margen de que ese cálculo debe estimar la sobre capacidad a añadir por la baja EROI (para que sea neto y no bruto pues 5-10TWa/a de una tecnología con EROI = 1, no es más que un sumidero, que sería el caso probablemente de la CSP), nuestro razonamiento es que 5-10% es una locura casi del estilo a llevar fotovoltaica al espacio, por una razón, estamos hablando de un 5-10% de infraestructuras industriales en desiertos cálidos, que tras los fríos son los más difíciles de colonizar; cuando llevas infraestructuras industriales, necesitas infraestructuras sociales de apoyo –ciudades próximas para los trabajadores, escuelas para sus hijos, iglesias para sus rezos, etc.- que se tienden a ignorar, y lo que es peor, compárese con las infraestructuras reales actuales del mundo real: un 2% del mundo lo hemos ocupado con infraestructuras, ¿de verdad que no parece una exageración tecno-optimista que vamos a colonizar un porcentaje muy superior en desiertos? ¿Y de hacerlo eso es tecno-sostenible? Eso es suponer que los desiertos no tienen un papel importante ecológico a escala de la biosfera y que no los vamos a distorsionar con tamaña ocupación (recuerdo que los vientos del Gobi y el Sahara fertilizan con aerosoles los océanos y hasta América). Es el pensamiento sistémico junto con la observación del mundo real el que impone unos potenciales mucho más bajos, no el argumento de autoridad de decenas de publicaciones peer-reviewed ciegas a la observación, además, la incertidumbre ya está metida en consideración a través de una metodología conservadora que sistemáticamente empleamos cada vez que publicamos en ciencia.

‘Megaminería de materia gris’. Demián Morassi.
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8 Comments

  1. Sólo deciros que el debate tiene que seguir, pues, desde el punto de vista científico sólo hay una solución que es cambiar radicalmente el modo de vida- y ya se ha dicho aquí y en otros foros ampliamente- y utilizar el carbono de los árboles, de las plantas y de los seres vivos microscópicos… y lombrices y humus, para restaurar los climas todo lo que podamos, limpiar las aguas de la misma forma y además alimentarnos y curarnos que es un poco lo mismo. Construir comunidades en las que nos intercambiemos conocimientos y habilidades, cercanas, y protegerlas con nuestras vidas. Esta captura de carbono, creo como Vandana, como Kumar como los agricultores naturales, como los permacultores que aún no se han montado en el capitalismo verde, que es una delas mejores maneras de vivir bello y de enraizarnos en nuestras culturas, pues ya sabemos todo lo importante.
    Lo que más me gusta es el gran dibujo de Demian que lo dice todo, fantástico!!.Muchas gracias por loque estáis haciendo.Nosotras lo divulgaremos en nuestras plataformas.

    • Gracias Nuba por el cumplido… Creo que cuando nos metemos a buscar el último dato necesario para después poder reconstruir y comprender todo el sistema, nos pasa como a la megaminería a cielo abierto, cada vez le cuesta más llegar al mismo gramo de oro que conseguía antes en un río… Mientras más destruimos a Gaia más complicado nos resulta entenderla, y así…

  2. Lo que ocurre compañeros Pedro Prieto y De Castro es que no hay un sujeto que pueda transformar el capitalismo, ya que la historia del capitalismo no es la historia de una colonización del sujeto por una exterioridad opresiva y manipuladora llamada «capital», o incluso » capitalista «, sino la historia del sujeto mismo. Ese es el nudo gordiano que hay que romper. Gracias por el artículo, un abrazo.

    • Por alusiones a la supuesta «parcialidad» que menciona en este texto aclararé lo siguiente: el principal motivo del retraso en publicar su artículo en 15/15\15 fue mi estado de salud, pero no fue el único. Por un lado existía un debate en el seno del Consejo de Redacción acerca de la pertinencia o no de publicarlo. En cualquier caso habíamos ya asumido su publicación y lo íbamos a hacer. Pero lo que A.G.O. no tiene en cuenta, es que para poder publicar un artículo necesitamos una ilustración. Esta no nos llegó hasta el día 14/04/19. Cuando me dispuse a publicar por fin su artículo, pese a las reticencias expresadas por algunos miembros del Consejo, descubrí que el autor había optado por no esperar más (lo cual es comprensible) y publicar su artículo (día 15) en Autonomía y Bienvivir. Bien, sabíamos que podía pasar, y no nos quejamos por ello.

      Dado que Pedro y Carlos habían enviado interesantes comentarios al respecto del artículo, y dado que ya teníamos una ilustración lista (la enviada inicialmente para ilustrar a Antonio), y dado que el tema era de actualidad (una respuesta a un artículo recién publicado), y que mi salud estaba algo mejor y me permitía disponer de una ventana de tiempo para publicar, opté por sacarla con esa rapidez que parece ha sentado mal a García-Olivares. Lamentamos mucho que prejuzgue nuestra parcialidad sin conocer los entresijos de la publicación ni la disponibilidad irregular de tiempo de quien coordina 15/15\15. Con todo, no le damos mayor importancia al asunto, y lo que nos parece interesante es que se produzca el debate, y que los artículos estén interconectados con los mutuos enlaces.

      • También debo decir en descargo de Pedro y Carlos (ante las valoraciones de Antonio en su respuesta) que no partió de ellos la idea de publicar sus respuestas en formato de artículo (su origen está en la lista de debate interna Petrocenitales), sino que fue una petición mía una vez los leí en dicha lista. También decir que el rigor que nos reclama a la hora de limitar las publicaciones de las personas miembros del Consejo de Redacción y del método más adecuado para ello, son más propias de una revista científica o académica, cosa que obviamente no es 15/15\15, que se limita a ser una revista en el sentido cultural/editorial del término.

  3. Pese a que tiendo a minimizar la importancia de nuestros debates, empiezo a ser consciente de una importancia colateral que tienen. Me refiero a las reacciones viscerales que traen en ciertas personas apasionadas en blogs, facebook y demás redes sociales. Acabo de leer los insultos directos hacia mí de uno de los responsables del otro blog en facebook hacia mi persona. Sí, supongo que ese «ruido» desagradable quizás nos lleve a elevar el tono luego a los que discutimos casi en vivo con otro tipo de argumentos, que creo aún así creo se mantienen en unos límites razonables pero se está acercando a ellos. Quizás sería mejor que nos enviáramos las replicas unos a otros para que el otro nos las rebajara de tono antes de ver la luz. Aunque Antonio en su contrarréplica ha dicho cosas que hieren mi orgullo, son asumibles entendiendo que a él algunas de mis frases le han herido su orgullo, como a mí me hirió el orgullo algunas frases de su primer texto. Creía que las podíamos asumir hasta que vi los prejuicios injustos de Antonio hacia 15 15 15 y los redactores de la revista (lo que incluye por cierto algunos compañeros de trabajo suyos de Barcelona como Jordi Solé y Antonio Turiel). Esa reacción sí me parece que pasa un límite que achaco principalmente a ese «ruido» de insultos y me gustarían sus disculpas públicas, o al menos, desdecir el «ruido» en el otro blog sobre este tema. Así que para rebajar el tono y evitar algo que no nos hace bien, he optado por escribir en el blog de autonomía y buen vivir con un tono reconciliador y tratando de ignorar los insultos dirigidos. Entiendo aún mejor pues a Antonio García-Olivares y reitero que no merece los ataques que recibió y que critica con toda la razón en su primer escrito.

  4. […] [1] Empleo el término productivo, que convencionalmente se usa a sabiendas de que es una pésima fórmula de la economía política, para describir lo que realmente es mera transformación de la producción real que efectúa la naturaleza y sólo la naturaleza. El trabajo humano, sea cocinando para alimentarse, sea construyendo puentes, no produce ni alimentos ni metales, simplemente los adecúa para su uso. Pero, además, el término producción es cuanto menos polisémico en un contexto económico en el que la unidad de medida del resultado es el dinero, pues puede aplicarse tanto a la elaboración de armas, yates de lujo o alimentos y libros, y tanto a lo inútil como a lo necesario desde el punto de vista social. La cuestión de cuánta energía tendremos disponible median- te medios renovables es una polémica compleja; así, hay desde autores que defienden una reducción drástica, como Antonio Turiel o Pedro Prieto, hasta otros que plantean posibilidades mucho menos violentas, como A. G. Oliveras. Aquí, una introducción a ese debate). […]

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