«Gaia 2.0» es el título de un artículo de septiembre de 2018 publicado en la revista científica Science por Lenton y Latour que ha tenido bastante eco en la prensa internacional[1]. La prensa y, por tanto, lo que trasciende al ciudadano medianamente interesado, lo resume con titulares más o menos así: los humanos, con nuestra tecnología y autoconsciencia podemos actualizar el sistema operativo Gaia 1.0 a Gaia 2.0[2].
El artículo concreto en realidad es algo más complejo. Lo que viene a sostener es:
- Existe una continuidad y elaboración de la hipótesis Gaia de Lovelock y Margulis[3]. Gaia 1.0 es un sistema biocibernético, una especie de sistema operativo que se autorregula gracias a una serie de características que son adecuadas para ser imitadas por parte de nuestro sistema socio-económico (traduzco entre paréntesis lo que se puede leer entre líneas): uso de renovables, reciclado para economía circular, formación de redes (coordinación), transferencia horizontal de información (cooperación), diversidad con redundancia y control distribuido (no jerarquías de poder).
- Gaia 1.0 debe conservarse además de imitarse, respetando ciclos de nutrientes y parando el cambio climático, por ejemplo.
- La autoconciencia humana podría permitir un salto cualitativo respecto a Gaia 1.0 generando un sistema tecnológico y económico paralelos al autorregulado capaz de ayudar a la regulación del clima y el restablecimiento del ciclo de nutrientes.
Es en este tercer punto donde discrepo profunda y de radicalmente.
Bajo este paradigma Gaia 2.0 se pueden entender propuestas como la reciente de Monbiot en The Guardian[4] sobre cómo resolver el grave impacto que el sistema de alimentación humano impone sobre Gaia 1.0. Es un ejemplo clarísimo de visión Gaia 2.0: dejamos en paz a Gaia 1.0 mientras montamos un sistema humano más avanzado (Gaia 2.0).
La visión de Monbiot (y creo que Lenton y colaboradores estarían de acuerdo aquí) si bien admite el despilfarro que suponen los desperdicios de la cadena alimentaria y las dietas altamente carnívoras, busca soluciones más allá, quizás sabiendo que generar una cadena sin tantos desperdicios o ser mucho más vegetarianos suponen en realidad cambios culturales mucho más allá de lo meramente técnico. En un mundo tan tecnólatra, la idea no es cómo hacer que el mundo aborrezca o sienta como terrible pecado tirar comida a la basura o ser tan carnívoro y menos que después sintamos la necesidad de ir teniendo menos hijos, en especial en los países más ricos y más carnívoros, la idea en cambio es añadir más tecnología, o más bien, crear un mundo tecnológico paralelo, Gaia 2.0, para evitar el deterioro masivo de Gaia 1.0, pues ésta sigue siendo útil para proporcionarnos ciertos servicios, como un buen clima, una atmósfera respirable o un agua bebible. Al menos mientras Gaia no aprenda lo suficiente y sea completamente autónoma y pueda sustituir —si quisiéramos— a la Gaia 1.0.
Este camino no solo se ve como una continuación del progreso de la humanidad (en realidad quiere decir progreso tecnológico), sino que se ve como más factible, puesto que existe una fe en el cambio tecnológico rápido como infinitamente mayor y más realista que el cambio cultural o de civilización que se dibuja siempre de forma pesimista o demasiado lento. En realidad, esa tecnolatría no es más rápida y, de hecho, no resuelve los verdaderos problemas sino que los profundiza.
En esa visión Gaia 2.0 se enmarca la idea de utilizar ciertas tecnologías metabólicas originales de algunas bacterias. Para el caso que nos ocupa, la posibilidad vislumbrada y publicitada por Monbiot es usar un tipo de bacterias que oxidan el hidrógeno para producir la energía que necesitan. Aquí, la idea Gaia 2.0 es la siguiente:
- Producimos electricidad con paneles fotovoltaicos (energía renovable) situados en desiertos cálidos «improductivos».
- Con esta electricidad obtenemos hidrógeno por hidrólisis del agua.
- Con el hidrógeno obtenido y «aire», alimentamos a bacterias.
- Nos comemos estas bacterias.
Según Monbiot —que asume acríticamente las cuentas que le proporciona una empresa implicada—, el proceso tienen una eficiencia 10 veces superior a la fotosíntesis de las plantas, con lo cual incluso podríamos, tras dejar de ser tan carnívoros, dejar de ser también vegetarianos para pasar a ser bacterívoros. Llama la atención que este cambio cultural de comer puré de bacterias se pueda asumir en un mundo que se resiste a ser mucho más vegetariano. En realidad, la propuesta de las empresas implicadas aquí es más realista, y consiste en alimentar con ese puré bacteriano a animales de granja que luego nos comeríamos, aunque con ello perderíamos la supuesta mejora en la eficiencia que nos proporciona la fotosíntesis más ser vegetarianos.
En vez de comer carne producida a partir de la energía del sol (fotosíntesis) y de los combustibles fósiles (tractores, fertilizantes, regadío, cadena de frío y suministro, etc.) que tanto impactan sobre Gaia 1.0 (deforestación, defaunación, degradación de suelos, contaminación de agua, cambio climático…), usaríamos el sol y el aire para producir electricidad y bacterias, con muchísimo menor impacto al usar desiertos y multiplicar por 10 la eficiencia fotosintética.
El proceso se compara con la fotosíntesis cuyo rendimiento solar es del 1%.
Esto es extraño desde la visión orgánica de Gaia que llevo dos décadas defendiendo. ¿Una tecnología humana Gaia 2.0 que supera en 10 veces a la de la anciana y sabia Gaia 1.0?
En realidad, nos hacemos trampas sistemáticamente con las cuentas. Monbiot y tantos otros han sido engañados —o se han dejado engañar — porque necesitamos que existan soluciones y que estas parezcan solo tecnológicas, las únicas que esta civilización ve factibles[5].
Hagamos cuentas sistémicas.
En condiciones de prototipo ideal, efectivamente estas bacterias pueden crecer con una fuente de hidrógeno con un rendimiento del 10% frente a la fotosíntesis del 1% a partir de fotones del Sol. Bioquímicos de principios de los 90 ya determinaron[6] que el límite termodinámico andaba por el 28% y el límite técnico-biológico por el 14%, así que tras 30 años de esfuerzos, sí, quizás se vislumbre ese 10%[7].
En todo caso, Monbiot se está olvidando del resto de la cadena:
- El rendimiento del sistema fotovoltaico, cuando medimos la ocupación de territorio total y comparamos la producción eléctrica con la radiación solar incidente de las plantas fotovoltaicas, es de aproximadamente el 2%, mucho menos si en países norteños y tomando en cuenta el rendimiento neto tras la temible medida de la tasa de retorno energético.[8]
- El rendimiento de la producción de hidrógeno es del 70-80% a partir de la electricidad (Wikipedia). Si la electricidad se transporta del Sahara hasta una planta de cría de bacterias de Europa, hay pérdidas añadidas por el efecto Joule.
- El rendimiento de transformación del hidrógeno en carbohidratos podría llegar al 10% en estas bacterias.
- Las bacterias requieren no solo hidrógeno, sino una temperatura adecuada y regulada (gasto de energía), una concentración regulada y muy alta de CO2 (gasto de energía), fertilizantes que proporciones nitrógeno y fósforo (seguramente provienen del gas natural: gasto de energía) y otros elementos como Zn, Ca, Fe, etc. en pequeñas cantidades pero que salen de minas y no del aire (gasto energético).
Muy probablemente, los gastos energéticos del punto 4º son mayores que los de la agricultura convencional; si fuera lo contrario, hace tiempo que alimentaríamos a los cerdos con puré de bacterias en vez de con piensos y residuos. Si vamos a comparar los rendimientos de ambos sistemas, no hagamos cuentas desde el optimismo, pues el 4º punto es difícil de estimar sin ser un ingeniero o ingeniera de estas empresas.
Nos quedaría:
- Fotosíntesis agrícola: 1% de rendimiento.
- Comida eléctrica: 0,02·0,8·0,1 = 0,16%, siendo muy generosos.
Lo cierto es que ambos sistemas, con los insumos del punto 4º, rinden mucho menos, y, en todo caso, Gaia 2.0 es aún más ineficaz que Gaia 1.3 (la Gaia de la agricultura industrial). Podrían entonces decirnos: «bueno, pero al menos no usaríamos tierras fértiles agrícolas sino desiertos». Sí, pero el tamaño requerido respecto a lo que sueña Monbiot se multiplica por el factor 10%/0,16%, ¡más de 60 veces! En todo caso, mi respuesta sería:
- No olvidemos que las minas, los fertilizantes y toda la infraestructura de las electrobacterias sigue saliendo de Gaia 1.0.
- Los desiertos también juegan un papel esencial a escala Gaiana a través principalmente del albedo y los aerosoles. Aero-sol habría que verlo como «suelo aéreo que, mientras se traslada, forma nubes de lluvia». Despreciar los desiertos no deja de ser parte de la falta de visión de Gaia 1.0.
Y ¿la eficiencia de Gaia 1.0?
Pensemos en un bosque vivo y comparémoslo con el hipotético sistema muerto de las electrobacterias. A diferencia del sistema muerto electrobacteriano…
- Los bosques hacen el trabajo in situ, a temperatura ambiente y sin contaminar.
- Los bosques alimentan a los animales y hongos, con lo cual no se alimentan las plantas solo a sí mismas.
- El bosque se auto-repara en caso de daños, es más resistente y resiliente y su esperanza de vida se extiende por siglos o milenios en vez de unas pocas décadas.
- El bosque se reproduce.
- Los bosque reciclan nutrientes (carbono, fósforo, nitrógeno…), ayudan en la lixiviación y movilización de elementos minerales de la corteza, incrementando en un factor de 100 —e incluso 1.000 veces— los procesos de movilización puramente físicos, y también ayudan a través de la creación de suelos y compuestos químicos que van a la atmósfera (como los terpenos), a generar núcleos de formación de nubes, haciendo que llueva más y afectando a la regulación de la climatología terrestre positivamente.
- Los bosques evapotranspiran agua, de tal forma que la mitad de las gotas que caen sobre los continentes vienen directamente de una planta en vez de los océanos; sin ellos, la mayor parte del mundo sería desierto.
- Los procesos de evapotranspiración y ciclado de nutrientes de los bosques usan entre el 50 y el 70% (más cuanto más biodiverso es el bosque) de la radiación solar incidente, es decir, la eficiencia de un bosque es mayor del 50% (y no la cantinela tantas veces repetida del 1%, que es la disponible para el 0,5% de la biomasa terrestre restante, que incluye a los animales como nosotros), compárese esto con el ridículo menos del 0,16% de la tecnología humana “Gaia 2.0”.
Deberíamos grabarnos a fuego como una regla de oro: La tecnología Gaia 1.0 está a años-luz de las posibilidades de nuestra civilización. Cuanto más se integre de forma correcta en Gaia nuestro sistema alimentario, mejor. Nunca tendremos en esta civilización un sistema paralelo artificial de comida sostenible a largo plazo (tampoco energético o material). La correcta integración implica decrecimiento, mucho.
Nuestra civilización recicla a una tasa del 6% (Joan Martínez Alier) a escala global, para el conjunto de bienes materiales usados.
Gaia recicla a tasas del 99,5% elementos como el carbono y el nitrógeno y del 99,8% el fósforo. Reto a cualquier ingeniero que diseñe una planta o cualquier sistema tecnológico medianamente complejo (economía circular), ya no digamos una ciudad, un país o la civilización entera, con tasas que superen el 99%.
La soberbia humana provocaría risa si no fuera parte de nuestro drama.
Notas
[1] Lenton, T. M. y B. Latour: «Gaia 2.0», Science 14, vol. 361(6407): 1066-1068.
[2] Nótese la cosificación y mecanización que supone hablar en términos de sistema operativo, se está comparando la biosfera viva con un sistema artificial.
[3] He de reconocer que hay puntos de avance recientes en Lenton –discípulo de Lovelock- y algunos otros científicos respecto a cómo se redujo la hipótesis inicial en los años 80 y 90 (ver también Lenton et al., 2018: «Selection for Gaia across multiple scales», Trends in Ecology and Evolution 33(8): 633-645). Avances que comienzan a repetir lo que llevo década y media sosteniendo sobre el papel fundamental del reciclado en la formación de Gaia. Paradójicamente el propio Lenton contribuyó a paralizar uno de mis trabajos que quise publicar hace dos décadas porque en ellos avanzaba ideas más allá de las que se están explorando ahora. Comiéndome mi orgullo, saludo alguna de las nuevas ideas que fui incapaz de publicar, a la vez que sigo criticando el gravísimo error que cometen al permanecer anclados en una visión únicamente mecánica de Gaia.
[4] Monbiot, G. (2018): «Electric food – the new sci-fi diet that could save our planet«, The Guardian 31 oct. 2018. En castellano, en ElDiario.es.
[5] Por supuesto aquí hay un tanto de profecía autocumplida, si la civilización cree esto, no puede encontrar solución fuera porque parte de la hipótesis de que no existe.
[6] Lepidi et al. 1990: «Hydrogen-oxidizing bacteria for biomass production», Int. J. Hydrogen Energy 15(7): 485-489. Para ser consciente de que esto tiene poco de novedoso: Bongers 1970: «Energy Generation and utilization in hydrogen bacteria», Journal of Bacteriology, 104(1): 145-151.
[7] Cálculos propios basados también en termodinámica bioquímica me dan como realista factible un número entre el 2% y el 10%, así que la empresa seguramente esté proyectando deseos más que realidades.
[8] Véase las publicaciones de mi equipo de investigación: Castro C. et al. 2013: «Global solar electric potential: A review of their technical and sustainable limits», Renewable and Sustainable Energy Reviews 28(2013)824–835 y Capellán-Pérez et al. 2017: «Assessing vulnerabilities and limits in the transition to renewable energies:
Land requirements under 100% solar energy scenarios», Renewable and Sustainable Energy Reviews 77 (2017) 760–782
«La tecnología Gaia 1.0 está a años-luz de las posibilidades de nuestra civilización.» plas plas plas plas plas plas (no puedo poner el icono de aplausos). Es tan ridículo lo que dicen que no sé cómo se molestan en hacer artículos de esas ideas.
Estimado Carlos,
Escribo, porque quiero agradecerte que inviertas nuestro precioso tiempo, en éstos momentos en los que no sabemos a qué atenernos, con tanto Colapso que ya vivenciamos, todos, aquí y allí, allí más que aquí pero que nos afecta, para comentar a un Señor, que desde mi punto de vista subjetivo e individual está «demasiado leído» George Monbiot, pues goza de los parabienes de «The Guardian» y como escribe en Inglés, parecería que le escucha mucha gente, pero en realidad, en los campos científicos no pinta nada, no experimenta. Es un creador de opinión más. En cuanto a el artículo qe comentas, ( el que divulga él ) pues qué decir que ya no hayas dicho tú. Para empezar que no se sostiene pues ( permíteme las mayúsculas, que no son de cabreo, son de que no puedo subrayar) NO ES QUE NOSOTROS -NI LOS OTROS MAMÍFEROS, O VERTEBRADOS- PODAMOS COMER BACTERIAS O NO- es que si no tuviéramos bacterias, TODOS, no podríamos comer, que no es lo contrario,es distinto. Que es energéticamente una tontería pues ya lo has demostrado tú.
Añado que alimentar o dejar sobrecrecer a un sólo tipo de individuos cuales sean en detrimento de la biodiversidad que Gaia hace posible que entre nosotros nos adaptemos y mientras más varibilidad mejor, pues da un poco de yuyu, considerando la tasa de replicación de las bacterias con respecto a las células eucariotas, incluso las más sencillas. Y vaya, que no entro ahora en que esas determinadas bacterias- pues no he leído el artículo-jamás podrían nutrirnos con todo lo que necesitamos, pero, al revés que tú siento reconocer que me vuelvo refractaria, ( perezosa) para desmentir y demostrar – prueba a prueba- cada uno de los esperpentos que salen cada día en la prensa. Por eso, una vez más te doy las gracias, y aprovecho -para felicitarte por tus dos grandes Novelas. Espero verlas en los cines.( tenemos cerca directoras y productoras jóvenes y dispuestas). Un abrazo.
Gracias Nuba. Sí, lo que consideramos «yo» tiene más número de bacterias que células con 23 cromosomas, seguramente incluso la diversidad genética de nuestros simbiontes supera a la de los 23 cromosomas, pero claro, esa cosa de superioridad «antropo» que tanto nos hace daño hace que nos olvidemos. Pasaron de ser enemigas (infecciones) a querer ser reclutadas a nuestro servivio, todo a nuestro servicio.
Lo de Monbiot tiene influencia porque hasta ha sido traducido su artículo en the Guardian a «El diario». A mí Monbiot me encanta cuando traduce a científicos en «Como los lobos cambiaron los ríos» , y en muchos aspectos de su «resalvajización» (no todos), pero aquí, con lo de las bacterias, simplemente ha metido la pata y espero que rectifique (si lo hiciera en el propio the Guardian, sería heróico pues muy poca gente es capaz de ello). Monbiot ha recibido tanto este texto como un resumen en inglés…
Lo de ver las novelas en el cine. Hasta que no vi la película «EL Atlas de las nubes» pensé que «El Oráculo» era imposible llevarlo a modo audiovisual. Iv está escrita muy «visualmente» y sería más fácil. Me encantaría que una buena guionista las tradujese y directoras y productoras hicieran realidad su transformación a la pantalla. ¡Por mí adelante Nuba!
Hola, quería preguntar si la cría de insectos podría allí dar a que no tuviésemos que dejar de ser más carnívoros, pues creo que las civilizaciones que han pasado faltas de carne, han recurrido al canibalismos y eso me da miedo.
He leído que los insectos, no sólo son más productivos en proteínas, sino que no molestan tanto al mediohambiente, no tienen tantas enfermedades, sse crían más fácilmente y ocupan menos sus granjas.
La biomasa de insectos que sostiene la biosfera es superior a la de animales grandes, así que a priori sí. Pero de nuevo el problema es de cambio cultural. Lo de los insectos llevo oyéndolo desde hace al menos un par de décadas; hace ya ese tiempo comí mi primer insecto frito, muy especiado, supongo que para que no detectaras ninguna diferencia de sabor que se añadiera a la barrera psicológica creada por nuestra cultura (si la gente urbana grita cuando ve una avispa, una abeja o incluso un escarabajo, como para comérselos). Es decir, el cambio no puede darse rápidamente no por quizás límites técnicos sino por barreras culturales que se suelen obviar y que son más lentas siempre que las cuestiones técnicas.
Además, habría que eliminar los pesticidas que en buena medida se diseñan contra los insectos, pues si no tendríamos parecidos problemas a los que ya tienen los agricultores ecológicos con las tierras no ecológicas que los rodean. De nuevo, sería más fácil ser mucho más vegetariano pues no requiere tener que comer algo «prohibido» (que da asco).
Y si se masificara el uso de insectos en granjas, volveríamos a repetir los mismos problemas: insecticidas de nuevo diseño para matar a insectos no deseados, aparición de enfermedades (si no tienen tantas enfermedades es porque no están en granjas), etc.
Hola Carlos: celebro leerte también aquí, y sobre todo saber que se ha enviado a Monbiot tus valoraciones sobre esa propuesta de más tecnología esperanzadora. Comparto contigo que el principal problema actual es el de la arrogancia humana que nos impide ver la sabiduría implícita de la naturaleza. El Seminario ConCiencia, oct’18 en Lanzarote, en el que participaste, dio buena muestra de los límites planetarios que alegremente traspasamos, pero también de los nuevos enfoques filosóficos y nueva biología que nos puede resituar como Humanidad en un adecuado nivel de mayor humildad, que no humillación.
Estimado Carlos
Como complemento a tu planteamiento, creo interesante abordar otro aspecto, no menos importante que debe ser considerado cuando se habla de “ideas geniales” y sistemas novedosos (o innovadores), pues de mi experiencia tengo claro que la distancia entre la idea y el sistema apenas “funcionando” es sideral, más todavía si se trata de lograr lo prometido.
Como ingeniero y diseñador, entiendo claramente la enorme distancia que existe entre la idea original, y lo concretamente posible, pues la realidad física nos muestra de manera incuestionable y a diario cómo muchas buenas ideas en el papel resultan ser (absolutamente) imposibles prácticos. En la mayoría de los casos tampoco se vislumbran los verdaderos “costos” (ambientales, energéticos y económicos), ya sea aguas arriba o aguas abajo, y/o se subestima la complejidad tecnológica implícita (el avión nuclear es un buen ejemplo de todo ello).
Lo complejo de esta situación en general es que en la mayoría de los casos, el duro choque con la realidad se descubre sólo luego de tratar de implementar el sistema, algo entendible ya que siempre se trata de ideas nunca antes puestas en práctica (más la posible falta de experiencia y previsión de los encargados). Antes, mientras todavía se está en el campo de las ideas, todo se ve bien. El factor de lo que no sabemos que no sabemos juega un papel importante en el posible fracaso de una buena idea en el papel, pero lo que sabemos que no sabemos también tiene un papel relevante. Siempre hay muchas situaciones inesperadas en el desarrollo de todo sistema novedoso.
Partiendo desde esta generalidad, muy real ciertamente, es posible prever que la propuesta de la sopa de bacterias es algo que todavía está por verse, por lo que todo lo bueno que se diga de ellas por ahora, son sólo palabras. Dudosas, cuestionables (como tú haces), sólo por la novedad y la escala implícita. Incluso pruebas a pequeña escala como respaldo no son suficiente garantía, especialmente cuando se trata de una propuesta cuya implementación práctica implica grandes escalas. Tal como he dicho en comentarios anteriores, las condiciones de laboratorio no reflejan la realidad fuera del laboratorio, que en los hechos es efectivamente, “la verdadera realidad”.
Por todo la anterior, comparto tu análisis respecto de su verdadera eficiencia si realmente tomamos todo lo que se involucra en la idea.
Pero no sólo ese aspecto de esta idea es cuestionable, ya que podemos preguntarnos sobre su confiabilidad. Hablamos de un “monocultivo”, cuyos riesgos son incuestionables.