(Stéphane Bernatas acudió como enviado especial de la revista 15/15\15 a estas conferencias que tuvieron lugar los pasados días 18 y 19 de setiembre en Bruselas. Esta es su minuciosa crónica de lo que allí se debatió.)
Me despierta el timbre del reloj de cuerda de encima de la cómoda a las 05h20. Las conferencias y encuentros que se iban a llevar a cabo en el Parlamento Europeo bajo el título «Post-Growth» me habían producido una cierta excitación: la noche anterior me equivoqué y el reloj sonó una hora antes de lo que había imaginado. Abriendo la pequeña mochila persistía una duda en mí: ¿dejaba el ordenador portátil y el cable de alimentación en su interior o no? Más que necesitarlo por alguna concreta razón, me suscitaba cierta inquietud el plantarme en la entrada del Parlamento y que mi nombre no apareciera en la lista, o qué sé yo, y no poder entonces enseñar el email de confirmación que había recibido. Además existe esa contemporánea sensación de saberse conectado en todo momento… Salíamos un poco más tarde en un Ave-Thalys de París a Bruselas, y me iba a estas conferencias sobre Post-Crecimiento con la mochila ligera.
Durante los dos días que iba a asistir había 16 conferencias previstas —de las cuales dos fueron anuladas — además de una inauguración-debate, así como una clausura también con una moderadora y conferenciantes. La abertura empezó con la intervención de Philippe Lambert[1], miembro del Parlamento Europeo y co-organizador de las jornadas, leyendo un mensaje del presidente del Parlamento Europeo Antonio Tajani que se disculpaba por no poder asistir al acto. Antonio, tecno-optimista, nos recuerda, entre otras cosas, que las nuevas tecnologías son un buen ejemplo de los esfuerzos de una sociedad de cara a las dificultades que pueda encontrar. La energía, la digitalización y la educación son factores clave para el desarrollo sostenible…
P. Lambert sigue ahora en voz propia aseverando que la percepción general, es que algo no anda bien, y que se ha de actuar. El auditorio medio lleno (¿unas 200-230 personas? quizá algo más), nota el tono tal vez algo seco empleado por P. Lambert, el cual explica que los políticos que participan en las conferencias podrán moderar, generar discusiones y escuchar. Así, nos puntualiza, el público habrá de argumentar con hechos y evidencias. Si las jornadas salen de manera positiva, se podrá anunciar más y mejor en futuras ediciones para abrirlo a más personas. Pre-avisa de que haya respeto durante las jornadas, de lo contrario el evento no se repetirá. Aconseja al público cambiar el lenguaje en particular al referirse al «post-crecimiento» ya que ciertos términos podrían dar alergia a más de un o una conferenciante, paralizando así la posibilidad del intercambio.
Margrethe Vestager[2], Comisaria europea, subraya que los fundadores de la Comunidad Europea pusieron los mercados al mismo nivel que otras áreas, como una pieza más de un puzle. Que la economía favorece las desigualdades y que hoy sabemos que el crecimiento empeora el problema. Que se puede lograr hacer que la economía sea sustentable tratándola como un problema común y donde se han de juntar todas las fuerzas para lograrlo. Lambert pregunta a la comisaria acerca de la competitividad y su papel en el desarrollo sostenible, quien contesta que, desde cierta perspectiva, la competitividad puede desempeñar su rol.
Así cambia el turno hacia Tim Jackson[3] que se siente orgulloso de estar presente en estas jornadas coincidiendo con los 10 años del colapso de Lehman-Brothers. Como si rebotase sobre lo comentado por Lambert hace unos instantes, Jackson empieza subrayando la imperiosa necesidad de redefinir la palabra crecimiento, que es una cuestión simbólica pero capital: el planeta es finito y el crecimiento es la parte oscura de un sistema increíble que ha permitido, entre otras cosas, la aparición de la sanidad tal y como la conocemos. «Pero tenemos el cambio climático y resulta ser un extraordinario objetivo el tratar de reducir las temperaturas, siendo los países desarrollados los más responsables,» aunque sin menospreciar el desarrollo tecnológico.
Seguimos con T. Jackson: «¡El declive energético resuena desde los años 60 y 70 y supone un reto político escucharlo!». Y emplea una imagen sonora para ilustrar la cuestión: «el crecimiento es como pedirle a la London Philarmonic Orchestra el tocar sin parar, siempre un poco más rápido» y prosigue explicando que el trickle down, el llamado efecto goteo en economía, dejó de funcionar en los años 80: el aumento de las desigualdades no ha parado desde entonces. Hace un llamamiento para acabar con el fetiche del crecimiento y para la creación de Ministerios para la Transición en todos los países. Uno piensa en la posición contradictoria que mantuvo el ex-ministro Nicolas Hulot hasta que finalmente dimitió del gobierno francés a finales del pasado mes de agosto.
En este punto, un joven alemán del público hace un llamamiento para ir a concentrarse al día siguiente, antes de las conferencias y a primera hora, ante la embajada de su país en la capital belga para reclamar que se detenga la tala de un bosque en Alemania. Se trata del bosque de Hambach. El aumento de las minas gigantes a cielo abierto que se han puesto de nuevo en marcha en Alemania se ha multiplicado tras la decisión del gobierno de Merkel, hace unos años, de desnuclearizar el país. Es largamente aplaudido.
Un fastidio externo me obliga a ausentarme tras la inauguración y vuelvo, a pesar mío con algo de retraso, a la presentación de Mario Giampietro[4], de la Universitat Autònoma de Barcelona, en la primera de las conferencias a las que tenía intención de asistir: «Squaring the energy circle: will be able to satisfy our energy needs?» Cuando me incorporo a la conferencia aparecen y desaparecen velozmente en la pantalla detalladas gráficas, al tiempo que el profesor repite la palabra «next», de tal manera que alguien de la organización pasa a la siguiente imagen del power-point. Pienso que algún día habré de ojear el libro El pensamiento powerpoint de un tal Franck Frommer. Salvaguardo estos dos pasajes de M. Giampietro: el hecho de que la economía de la tecnología es una narrativa irresponsable y que no es plausible; y sugiere que haya científicos independientes que pudieran llegar a ser contratados a fin de señalar al rey desnudo (haciendo referencia a la situación energética real en la que estamos). Una manera de contrarrestar los discursos pseudocientíficos que pululan por todas partes para que nada cambie a mejor.
Sigue Grégoire Wallenborn[5] de la Free University of Brussels, quien empieza con una cita de Murray Bookchin: “If we don’t do the impossible, we shall be faced with the unthinkable!” extraído del libro The Ecology of Freedom de 1982. Apuntando la estrecha relación entre la energía y el Producto Interior Bruto, hace referencia a las ingentes cantidades de energía que diariamente consume el tráfico de internet en comparación con la del tráfico aéreo. «Para preservar el clima hay que actuar de manera extremadamente rápida (…) hay enormes problemas con las renovables.»
Hace hincapié en el absolute decoupling respecto al relative decoupling, a saber: el fijarse en que la cantidad de materia utilizada disminuya a medida que el índice económico pueda (o pudiera) aumentar. G. Wallenborn subraya que no para de oírse acerca de la eficiencia energética como «la solución» pero la eficiencia como fin último lo que hace es simplemente buscar más productividad. Al que hace esta crónica, al releer sus notas, le pareció que el absolute decoupling al incluir en los estudios factores no exclusivamente económicos es una manera de desanudar un poco el pensamiento único abstracto economicista, una herramienta para tratar de establecer algo de diálogo con este último.
Es el turno del eurodiputado Florent Marcellesi[6], moderador del debate y co-organizador de las jornadas, quien hace los siguientes apuntes: la aceleración; la robotización y el multitasking; y las prácticas sociales que cada vez compiten más para encontrar su espacio. La solución mainstream consiste en dejar al mercado y la tecnología en competición pero, en realidad, cuando los recursos escasean, en el ámbito natural, las especies cooperan. Podemos consumir energía siempre y cuando esté disponible, o sea cuando el ecosistema pueda proveernos. Así que necesitamos mucha cooperación y también determinar colectivamente el interés social: «What’s energy for?»
Es ahora el turno de Francesco Ferioli[7], de la Comisión Europea, quien hace una presentación de las líneas generales y tendencias. Así, sobrevuela las opciones más baratas, como la energía renovable y la eficiencia energética; nombra el crecimiento asiático; la aceleración y la hiperconectividad; nos enseña una gráfica en donde el consumo de energía desciende un 60% en Europa hasta el 2050 y una segunda en donde el consumo de electricidad, sin embargo, crece hasta 2050 (!) … «Increase energy efficiency» ; comenta acerca del sol y de su capacidad de dar suficiente energía; se trata de una verdadera apuesta para los consumidores; y asevera que a largo plazo la necesidad de inversiones en energía limpia decrecerá y que las inversiones en infraestructuras crecerán. Que la sociedad necesita un plan estratégico para infraestructuras. Me pregunto si aparece aquí la influencia del drama del puente que se derrumbó este verano en Genova…
Ferioli, antes de ceder la palabra, nos confirma, para tranquilizar, que «Europa parte en posición de fuerza si la comparamos con otros países.» Si uno piensa en los siglos de colonialismo y los algo más de 100 años de extractivismo europeo, esta última frase resulta tremenda.
Interviene Marcellesi para constatar que, sin duda, hay importantes diferencias entre los oradores. Giampietro va más allá aseverando que viven en realidades diferentes y se refiere a una bandera europea que se encuentra a unos metros: «si esta bandera representa toda Europa, las estrellas amarillas corresponden a la energía que auto-producimos ¡El resto viene de fuera!». Sigue mencionando, algo irritado, que hay que parar de nombrar a Dinamarca (anteriormente se la había señalado) como país modélico por su capacidad de vender y comprar energía en función de sus necesidades: ello le ocurre a Dinamarca porque es un país muy pequeño rodeado de otros países, este modelo no puede funcionar nunca para Alemania (p.ej).
Animado por Giampietro y dirigiéndose a Ferioli, interviene ahora Wallenborn sugiriendo a la Comisión el preparar un blackout (un apagón eléctrico) en toda Europa para aprender cual es el verdadero precio de la electricidad.
En las pantallas de una de las grandes salas del edificio Altiero Spinelli del Parlamento Europeo aparecen preguntas tuiteadas desde algún lugar, como esta por ejemplo: «Don’t you think that we are actually more trying to mitigate the economic collapse due to the peak oil rather doing any ecological transition?».
Vuelve Giampietro afirmando que si no se resuelven los problemas es como echar gasolina al fuego: es favorecer a los fascismos. Sugiere que se diga al mundo: «¡Hey, tenemos un problema pero no sabemos bien cómo resolverlo!».
Otra pregunta de la pantalla: «Why are we talking that this transition can happen from a top down perspective? History showed us struggle will be necesarly against private interests?»
M.G. «Los modelos están obsoletos, los inputs & outputs…»
Finaliza el encuentro con una sensata frase de Florent Marcellesi: «¡Adaptémonos a la realidad y no lo contrario!»
Tras esta primera conferencia aparece la voluntad de contrastar a panelistas abiertamente críticos con el crecimiento (científicos, investigadores) con personajes políticos de la Comisión Europea. Estos últimos están menos acostumbrados a escuchar críticas al crecimiento pero, al mismo tiempo, parecen buscar soluciones y nuevas vías, o nuevas viejas vías… En cualquier caso el hecho que se haya llamado el encuentro de «Post-Crecimiento» y no de «Decrecimiento» parece un claro acierto de los organizadores, seguramente unas jornadas llamadas abiertamente «Degrowth Conference» no hubieran podido tener lugar en el Parlamento, o si lo hubieran hecho, los políticos difícilmente hubieran venido.
Decido proseguir en la segunda conferencia del día y dirigirme hacia «Can the regulations on financial services truly contribute to the sustainability of Europe?»
Al entrar en la gran sala, veo a unas 10 personas esperando el inicio de la conferencia cabizbajos mirando sus smartphones. Tras dudar durante un minuto decido irme a otra conferencia. Al fin y al cabo la llamada tasa Tobin, promulgada, entre otras, por la asociación Attac desde hace ya muchos años, no es una idea nueva. ¿Tal vez Jean-Claude Juncker[8] sepa por qué a la Comisión Europea le cuesta tanto promulgar leyes para detener la evasión fiscal y la especulación financiera?
Marcho hacia «The future of social protection with basic income«. En las sala hay unas 70-80 personas y el evento es impulsado por Socialists & Democrats. El moderador Guillaume Balas[9] señala que habremos de crear nuevas perspectivas, responder frente a esta crisis y detener los bullshit jobs (en referencia al libro de David Graeber).
Cemal Karakas[10] nos cuenta que la idea de la Renta Básica Universal se va abriendo camino y cada vez es más popular. Se refiere a su origen en Thomas Paine (s.XVIII), quien dijo algo así como «Si pagas impuestos por existir, tendrías que recibir un dinero para sobrevivir». Después de enumerar una serie de países, ciudades o comunidades que han experimentado esta renta nos recuerda los dos argumentos que suelen esgrimir sus detractores, por un lado «que cuesta demasiado» y por otro «que crearía un efecto llamada de cara a muchos inmigrantes», pero prosigue y cuestiona «¿Por qué ha de pagar el gobierno? ¿por qué no paga el sector privado? Nuestros datos personales ya son utilizados por empresas privadas»
Sigue Stanilas Jourdan[11] que menciona que esta idea es ya prácticamente mainstream, que Emanuel Macron la utilizó. Según Jourdan el importe debería ser suficientemente alto para vivir con dignidad y participar de la sociedad. Habla acerca del RSA en Francia (Revenu Solidarité Active) que se otorga a personas inscritas en el paro mayores de 25 años: no todo el mundo lo solicita por razones sociológicas, como si no fuera un derecho. Y comenta que no se trata de que uno sea pobre sino de que se pueda obtener esta Renta simplemente por formar parte de la comunidad humana y favorecer así también la propia emancipación. Más aun, «re-legitimizar Europa a través de esta Renta y detener la extrema pobreza». Además sería un estabilizador macro-económico: «imaginen al pueblo griego beneficiándose de esta Renta Universal» y enumera posibles fuentes de financiación:
- Impuesto desde el consumo (IVA);
- Corporaciones europeas;
- Tasa de carbono como instrumento fiscal;
- Quantitative easing desde el banco central.
Pasa el turno a Sophie Swaton[12] que desprende urgencia y conecta enseguida la Renta Básica con los recursos limitados, las desigualdades sociales y medioambientales y la nueva pobreza en Europa. Su presentación «For an ecological transition income» se caracteriza por un rechazo del humano inútil, en contraste con las dos presentaciones anteriores. Tres limites según S. Swaton impiden emprender nuevos proyectos en este nuevo contexto en el que vivimos:
- La entrada de capital;
- Cómo empezar un proyecto;
- El sentimiento de estar aislado/a y la necesidad de compartir buenas prácticas, de sentirse miembro de una estructura.
Propone una renta condicionada a una actividad social o a una actividad ligada a la ecología; se entiende la idea pero no nos da ejemplos. Sugiere que detrás de la renta se ofrezca además una verdadera formación (coaching).
La proposición de Ludovic Voet[13] y Jeroen Van Ranst[14] va encaminada a permitir la Renta Básica a gente joven, (tal vez en alusión al RSA Francés). Permitir así a los estudiantes dedicarse… a estudiar y no a trabajar en restaurantes de comida rápida y ser pagados a pedradas. Mencionan que en Europa hay unos ¡25 millones de jóvenes (15-29 años) en riesgo de pobreza o exclusión social!
Alguien en el público se molesta por la idea de que la Renta Básica Universal, fuera una especie de limosna… Los conferenciantes niegan que la R.B. sea ninguna limosna, y cada cual esgrime sus argumentos. Otra persona del público se pregunta como gestionar la R.B. si actualmente los servicios públicos están desfalleciendo…
A modo de clara conclusión Guillaume Balas cierra el debate constatando la incompatibilidad entre el Neoliberalismo y la Renta Básica. No podrán ir juntas.
Al día siguiente empiezo por «Technology, Growth and Sustainability – The Modern Holy Trinity?«. Florent Marcellesi modera el debate y en la introducción menciona que hay invenciones que facilitan el ahorro de energía pero que pueden, a la larga, favorecer el aumento de consumo energético, ya que favorecen el apetito de los inversores en el nuevo invento.
Pasa el turno a José Bellver[15], economista, quien comienza recordando que la tecnología parece un dogma para luego repasar algunos de los puntos negros en los que estamos (biodiversidad, los diferentes techos de energía, menciona la T.R.E…): no hay duda en que tenemos serios problemas para la economía.
«Y es que el capitalismo necesita tecno-optimismo, esperanza tecnológica, para atraer nuevas inversiones y financiamiento a través del mercado.» Estamos en una gran aceleración ligada a la tecnología, pero el efecto rebote parece siempre estar ahí. Acerca de «¿La eficiencia digital?» nos dice, fijémonos en «El gran consumo energético de los data centers» y «¿Qué decir acerca de la Economía circular?» Pues «que estamos en el peak everything«, va concluyendo Bellver.
En este momento interviene Florent Marcellesi y se pregunta si «debemos hablar de eficiencia o más bien de suficiencia» y pasa el turno a Doris Schroecker[16] de la Comisión Europea. Tras unas frases introductorias un tanto simples, Schroecker se acerca al terreno de las inversiones en el futuro, de los nuevos mercados, y modelos de negocio para decirnos que todas estas nuevas tecnologías participaran de la protección del medioambiente. Sin duda —pienso yo escuchándola— la internet de las cosas nos va a salvar, está claro: pongamos cámaras por todos los sitios y hasta en las copas de los árboles…
Sigue mencionando que Europa está en competición con otras “regiones” (como si Europa fuera Castilla y León). Debemos los europeos «buscar nuevas sinergias y favorecer el crecimiento inclusivo» En este punto buena parte del anfiteatro rumorea y gruñe. Sigue explicando que Europa necesita buscar su soberanía desde un punto de vista tecnológico, que hay que fijarse en la industria europea y en la proyección de las inversiones. «Pero para ello necesitamos nuevos aliados y la colaboración de industriales. Pues esto, al fin y al cabo, es el concepto de sostenibilidad.»
Interviene entonces Marcellesi, como buen moderador, explicando que, nos guste o no, la geopolítica existe y que Europa tiene un rol en los mercados y la competitividad. Pero se pregunta dirigiéndose a Schroeker qué significa esto de «crecimiento inclusivo» en un contexto de escasez cada vez más pronunciado.
Es el turno de Guillaume Pitron[17], periodista que ha publicado recientemente La guerre des métaux rares (La guerra de los metales raros). Empieza mencionando que todas estas nuevas expresiones green tech – digitalization – dematerialization esconden una realidad muy física y necesitan un sinfín de materiales, y que en numerosas ocasiones son metales raros. «¿Dónde? En África, China, Sudamérica. Un verdadero desastre: para hacer algo green necesitas ser dirty (sucio). El mundo digital necesita enormes cantidades de energía a nivel mundial para existir, el doble del de la Industria Aérea. Pero no tenemos minas de este tipo en Europa: están lejos de nuestro continente.» Según G. Pitron necesitamos tomar conciencia acerca de esta contaminación invisible para nosotros. Y nos da el doloroso ejemplo del lutecio, un metal muy raro, que se emplea por ejemplo para material médico y entre otras cosas para detectar el cáncer de mama. Comenta que se necesitan remover toneladas de tierra para obtener un poquito de lutecio…
La intervención de Paul Hodson[18], también de la Comisión Europea, se centra en la eficiencia de los edificios: la calefacción de los mismos es el mayor gasto que generan. «¿Cómo utilizamos los edificios?» y «¿Cómo utilizar la tecnología para economizar energía? Hemos de utilizar múltiples acciones… Fijarnos en las personas sin empleo, ahorrar dinero.» Acerca de la energía barata nos menciona el efecto rebote y nos da el ejemplo de compatriotas suyos (U.K.) que se van a pasar un fin de semana hasta Ibiza porque el billete no cuesta caro.
Marcellesi pregunta a Schroecker: «¿Cómo juntas la externalización de emisiones de CO2 y los objetivos ecológicos?». Schroecker contesta, hábilmente, con otra pregunta: «¿Qué transición queremos? Y, si no competimos en el mercado…», entonces, «¿qué queremos realmente? Tal vez los chinos simplemente son más rápidos para hacer dinero», dice, para no prestar únicamente atención al problema de las minas, y «el problema es la diferencia de puntos de vista».
Tras la intervención de Schroecker, algo deprimente, entendí que esta persona iba a conferencias de Post-Crecimiento, desde un punto de vista de un indudable Business As Usual. Creo que ella nunca hubiera venido a una conferencia llamada «Degrowth conference». En este sentido, me pareció interesante ver a este panel de personas compartiendo la misma mesa en un lugar como el Parlamento Europeo. Esperemos que algo le quede…
Una joven del público interviene para decirnos que está consternada: la gente se ahoga en las ciudades y estamos escuchando hablar de «eficiencia del mercado, pero ¡por favor, si son cuestiones de los años 80! El dinero sólo quiere reinvertirse para generar más dinero, el capital está dando forma a las soluciones…»
Otra persona del público menciona las low-tech y la necesidad de reapropiarse la tecnología. Pero las low-tech no dan beneficios…
Los conferenciantes se animan, aunque no necesariamente hablando de lo mismo. Interviene G. Pitron afirmando que necesitaremos innovación en el proceso de competitividad…
Bellver: «Necesitaremos decrecer nuestro consumo de energía». D. Schroecker: «Ya tenemos las direcciones»; » La industria química ha de respetar ciertas reglas» (?); «Hay que estar preparados» y esta última: «Un estudio apunta a que las nuevas tecnologías se dirigirán hacia la innovación frugal». Pitron vuelve citando una frase de Albert Einstein y retoma la palabra Marcellesi para concluir: «Hemos de vivir bien dentro de los límites del planeta. Aquí han habido dos realidades en el debate, y las dos son verdaderas. Han de trabajar conjuntamente».
«Energy sufficiency rebound effect and capping / rationing schemes» es la cuarta conferencia. La moderadora Molly Scott-Cato[19] —co-organizadora del evento y miembro de Greens Efa— cede la palabra a Blake Alcott[20], co-autor de The Jevons Paradox, el cual afirma que necesitamos que se promulguen topes de consumo y que, posteriormente, la eficiencia y la sostenibilidad ambiental seguirán. No incluye como necesaria la reducción obligatoria del PIB, pero se pregunta dónde se encuentran los ahorros de la supuesta eficiencia alcanzada en los últimos años. Si los ahorros no aparecen contabilizados de alguna manera, entonces es que falla el rigor científico.
Prosigue Alcott para comentar acerca del supuesto ahorro y nos ejemplifica el efecto rebote: la naturaleza se fija en la escala global, y no sólo en una parte. O sea, que si hay 20% de energía ahorrada de un año para otro gracias a la eficiencia energética en un área en particular, lo que hemos de buscar es dónde se repercute en el computo global, en un país determinado, por ejemplo. «¿Dónde se ve reflejado ese ahorro a escala global?». «¿Qué es lo que se hace con ese ahorro, esa energía inutilizada?» Sugiere visitar el web Breakthrought.org para leer más sobre el efecto rebote. Y finaliza lanzando que la idea de fondo en los acuerdos de Kyoto y de París era la de establecer topes.
El turno de Riccardo Mastini[21] de Amigos de la Tierra Europa. Su presentación suscitó la mayor adhesión por parte del público de las conferencias a las que yo asistí. Empieza avisando de que su tiempo lo empleará en propuestas muy prácticas, esta en particular: Tradable Energy Quotas (TEQ’s) un sistema de comercio del carbono mediante la implantación de una Carbon Card, en donde 1 TEQ igual a 1 Kg de CO2 para toda emisión cuyo origen sea el petróleo o la electricidad. «Es una cuestión de justicia.» Y se pregunta «si la unidad de carbono habría de poder ser intercambiable, comerciable». Explica que la comercialización de cuotas sería, de hecho, un mecanismo progresivo de redistribución para acelerar la eficiencia de la transición energética pues el esquema está «basado en la cantidad» y no «basado en el precio».
Fulvia Raffaëlli[22] de la Comisión Europea «compartimos el análisis sobre los distintos problemas, estamos todos en la misma línea (pobreza, pérdida de biodiversidad, consumo per cápita, urbanización…).» Los desafíos:
- Energía accesible a la población;
- Transición efectiva;
- Soluciones especificas;
- Sinergias.
«Pero, ¿qué hace la UE? Muchas cosas se hacen desde la UE, muchos objetivos.»(?) «¿Pero que más se puede hacer? Empujar a los actores para que vayan en la misma dirección.» (No alcanzo a entender si se refiere a la misma dirección de siempre o a otra). Su intervención fue poco engrescadora, como se dice en Catalunya, más cuando la vemos sosteniéndose la cabeza con ambas manos tras finalizarla.
Habla Philippe Tulkens[23], de la Comisión Europea, el cual desde sus primeras palabras va poniendo peros por doquier a la proposición de establecer topes a la emisión de CO2 por habitante expuesta anteriormente por los demás conferenciantes. Y estas frases:
- «Hoy en día no es nada popular imponer desde arriba hacia abajo las decisiones, habría que testearlo primero.»
- «La gente se quejaría diciendo que en función de donde vive necesita, por ejemplo, más créditos (TEQ’s) pues esta u otra persona vive en tal o tal zona, mucho más fría» (Se entiende que una persona que vive en Alsacia necesita calentar más en invierno que una persona que vive en Cádiz)
- «Habrá oposición: la gente no querrá limitar su libertad. Será difícil hacer aceptar un cap (un tope) como este.» También nos recuerda que podría haber fraudes y acaba defendiendo el protocolo de Montreal y dando a entender que se ha de ir más rápido en los cambios (?)
Prosigue un debate animado. La moderadora Scott-Cato pregunta ¿Porqué no instaurar un tope de carbono? Mastini expone que es complicado racionalizarlo, es difícil hacer un test. Que simplemente hay que aceptarlo e instaurarlo ya que, si no, nos condenamos a nosotros mismos. Alcott confirma que poner un sistema de topes es aceptable y, contestando a las objeciones de P. Tulkens, que se podrán hacer correcciones posteriores en el tipo de tope (o de TEQ) en función de las distintas particularidades (geográficas, etc). Además le explica que los gobiernos no tienen ningún problema en «imponer» decisiones cuando consideran que hay que hacerlo y que la gente lo acepta de buena o mala gana dependiendo de qué se trate. Finaliza preguntándole directamente a Tulkens: «¿La Comisión Europea podría financiar estudios sobre estos caps, tal vez en comunidades?»
Tras un par de intervenciones del público Tulkens nos hace un comentario extraño, por lo evidente, acerca de que el clima no ha cambiado porque haya habido un solo verano muy caluroso (¡!), sino que se han de analizar los últimos 100 años y estudiar las evoluciones. Mastini aclara que se necesita un marco de trabajo del tipo «yo no me apunto hasta que te apuntes tú», en contestación a las objeciones de Tulkens. Desde el público se pregunta si una tasa de carbono no sería mejor idea que un cap (tope). Otra intervención desde el público: «¿Por qué tantos problemas por el modo en que reaccionará la gente?» Alcott: «Una vez el tope esté instaurado, funcionará. (…) Es una cuestión política, los topes son leyes» Tulkens: «La resistencia al cambio…» Y, finalmente, F. Raffaëlli expone que es una decisión de consecuencias profundas pero… por qué no presentarla en el próximo programa electoral. Algo quedó.
Y llega la conferencia de clausura con la exposición de Giorgios Kallis[24]. El que escribe esta crónica sintió especialmente la urgencia transmitida por esta persona, con un discurso extremadamente bien rodado; la manera de exponer los puntos y el tono profundamente humanista dejaron huella[25]. Más que enumerarlos todos, a estas alturas de la crónica, resaltaremos estos dos: primero, que no hay decoupling alguno, o sea la materia utilizada anualmente ni por asomo se reduce. Y otro apunte de G. Kallis: «¿Cómo fabricar enormes e innumerables baterías para almacenar energía eólica o solar?» Acaba la intervención recomendando el libro A maximum wage (El salario máximo) de Sam Pizzigati y se pregunta cómo se habría de articular.
Pasa el turno al empresario alemán Gerhard Huemer[26] que plantea quién decide cuánto es suficiente para la gente en Europa o en África. Pienso que podría contestarse a sí mismo, que es «el mercado quien decide», como siempre…
Tras esta intervención empresarial le toca ni más ni menos que a un representante del Club de Roma. Carlos Álvarez[27] hace una rápida descripción histórica del Club. Nos explica que se creó hace 50 años para pensar la vida, no solo la humana. «Que estamos ante un reto para la humanidad, el de reducir la huella ecológica y mantener un cierto nivel de vida: un oxímoron.» Asevera que «50 años más tarde estamos en un punto de bifurcación: o un desastre para la humanidad (que no para la vida) o una reconciliación con la belleza y la verdad.» (Para info: en este momento de la redacción del informe hecho un rápido vistazo al web del Club y encuentro a gente «importante» y variopinta entre sus miembros, desde Ugo Bardi, pasando por Juan Luis Cebrián, Isidre Fainé o al ex-rey de España Juan Carlos I como miembro honorífico …).
Viene el último turno de preguntas y comentarios del público. «¿Cómo se puede proteger el término, o el concepto, decrecimiento de la colonización neoliberal?» «Sean honestos y usen la palabra decrecimiento».
Álvarez señala que los políticos cometieron un suicidio en los años 80 al aceptar ciertos dogmas que ahora son intocables. Kallis expone que no es tan importante el saber si se trata de «decrecimiento» o de «post-crecimiento», que hay que desmaterializar en el sentido original de la palabra, a saber: el de utilizar menos material, pero esto se hace imposible con el crecimiento económico. El crecimiento, la palabra, proviene de la economía y lo coloniza todo.
Para finalizar la conferencia y las dos jornadas, Philippe Lambert subraya que «el sistema» funciona únicamente para una parte menguante de la población. Es como si estuviéramos ante “una religión”, pero ante la gravedad de la situación habremos de pensar otras estrategias. En el pensamiento único —la pensée unique— empiezan a aparecer pequeñas grietas y hay que tratar de aprovecharlas. Hay muchos signos de colapso pero también de esperanza. Lambert continua señalándose como un reformista y recordando que no hay que infravalorar el poder del sistema, pero anuncia que una ventana de oportunidad se abrirá, en función de las agendas en Europa y los comicios del 2019, de cara a los años 2020 y 2021.
Días después, al redactar estas líneas me encontraba en mi bar favorito cerca de mi casa. Un lugar con historia, que me gusta por el ambiente y sus fotos en blanco y negro de algunos momentos clave del s. XX en París, pero también por un detalle más: que no hay calefacciones en la terraza del bistró. Ese día resulta que había un técnico instalando, precisamente, calefactores encima de las mesitas de la terraza. Durante este 2018 en la ciudad de la Cop 21 se calienta alegremente el aire libre de las terrazas para que nos tomemos un café sin el abrigo en el exterior… También pensé en el debate anteriormente mencionado acerca de las Tradable Enegy Quotas y en que si no se imponen ciertas medidas, desde luego cada uno va a lo suyo. Esta crónica ha sido reescrita con la ayuda de un ordenador MacBook Pro (13 pulgadas, de mediados del 2012) de la marca Apple, la primera marca del mundo en alcanzar durante el verano pasado 1.000.000.000.000 de euros en bolsa.
Notas
[1] Philippe Lambert es también co-presidente del Grupo Verts/Alliance libre européene en el Parlamento europeo. Ingeniero civil en matemáticas aplicadas.
[2] Margrethe Vestager es Comisaria europea de Competencia y fue laureada con el premio Mujeres de Europa en 2016 otorgado por el Movimiento europeo internacional y el Lobby européen des femmes. Economista.
[3] Tim Jackson es un economista británico. Profesor en desarrollo sostenible en la Universidad de Surrey. Autor, entre otras obras, de Prosperidad sin crecimiento«.
[4] Mario Giampietro, ingeniero químico y biólogo, es research professor en el Institute of Environmental Science and Technology (ICTA), y research professor de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).
[5] Grégoire Wallenborn, investigador, físico y filósofo de formación ha coordinado múltiples proyectos interdisciplinares. Es profesor en la Universidad Libre de Bruselas en Desarrollo Sostenible.
[6] Florent Marcellesi, es un político y activista ecologista francés asentado en España. Es diputado de Equo del Parlamento Europeo desde 2016, donde ya era portavoz desde mayo de 2014. Ingeniero de caminos, canales y puertos, y urbanista.
[7] Francesco Ferioli: European Commission, DG Energy, Policy Officer in the Economic Analysis Unit.
[8] Jean-Claude Juncker es un político luxemburgués miembro del Partido Popular Social Cristiano. Presidente de la Comisión Europea desde el 1 de noviembre de 2014. Fue salpicado por el escándalo del Luxleaks.
[9] Diputado europeo, su implicación se centra en cuestiones medioambientales y sociales. Autor de un estudio parlamentario sobre la lucha contra el dumping social. Guillaume Balas fundó el Progressive Caucus para unir a diferentes diputadas europeas de distintas fuerzas progresistas.
[10] Cemal Karakas es analista político, servicios de investigación del Parlamento Europeo.
[11] Stanilas Jourdan es activista, empezó su carrera como periodista. Co-fundador de los movimientos francés y europeo para la Renta Básica así como del Unconditional Basic Income Europe. Director del Positive Money Europe cuya misión es reformar la política monetaria del Banco Central Europeo.
[12] Sophie Swaton, de la Universidad de Lausana, Facultad Geosciences and Environment. Autora de Por una renta de transición ecológica, 2018.
[13] Ludovic Voet es el responsable belga de la parte francófona de Jóvenes de la Confederación de Sindicatos Cristianos (CSC).
[14] Jeroen Van Ranst es el responsable belga de la parte flamenca de Jóvenes del CSC.
[15] José Bellver, Investigador en la FUHEM Ecosocial, miembro de Transitions Forums y del Inclusive Economy Group. Su labor investigadora gira en torno al análisis de las relaciones entre economía y naturaleza y el estudio de la dimensión espacial desde una perspectiva integradora de la economía crítica.
[16] Doris Schroecker, European Commission, DG Industrial Techonologies, Research and Innovation, Head of Strategy Unit.
[17] Guillaume Pitron es periodista y realizador de varios documentales. Como hilo conductor en sus investigaciones están las materias primas y sus contrapartidas geopolíticas. Obtuvo un DEA en Paris y realizó un Master de derecho en Georgetown.
[18] Paul Hodson, European Commission, DG ENER, Energy Efficiency Unit.
[19] Molly Scott-Cato, forma parte del Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea, estudió Política y Filosofía en Oxford y tiene un doctorado de Economía. Es europarlamentaria.
[20] Blake Alcott es profesor en la Universidad de Cambridge, es un ecologista economista y activista pro-Palestina. Durante años ha defendido la idea de poner caps (topes) en la extracción de metales y combustibles fósiles. Es director de la ONG One Democratic State (ODS) para Palestina.
[21] Trabaja como consultor en proyectos de sustentabilidad para la UNEP y la WWF. Riccardo Mastini forma parte de Friends of the Earth Europe en Resource justice and sustainability. Cursó un Master en Geografía Humana por la Universidad de Lund.
[22] Fulvia Raffaëlli: European Commission, DG GROW, Head of Unit responsible for Clean Technologies and Products.
[23] Philippe Tulkens, European Commission, DG Research & Innovation, Energy Directorate, Deputy Head of Unit.
[24] Giorgios Kallis es científico medioambiental. Profesor en la Universitat Autònoma de Barcelona, ha sido docente en la University of London e investigador principal en la Universidad de Aegean. Ha escrito innumerables trabajos y obtenido numerosos premios por sus investigaciones en ecología económica y política ecológica.
[25] Tal y como dijo Victor Hugo: «La forma, es el fondo que remonta a la superficie».
[26] Gerhard Huemer es empresario. Forma parte de la UEAPME (The European Association of Craft, Small and Medium-sized Enterprises), en Research&Innovation.
[27] Carlos Álvarez fundó y es el presidente de Innaxis Foundation&Research Institute en Madrid. Director ejecutivo de Telenium (España) y Telexia (Suiza). Promocionó la investigación en terrenos como el de la energía y la salud. Ha sido investigador en Matemáticas aplicadas en la Universidad de Madrid.
Si se habla tanto de la eficiencia es porque pocos conocen la paradoja de Jevons.
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Paradoja_de_Jevons