Sol negro en la ciudad es un ejercicio de poesía-ficción creado con la intención de ayudar a comprender la magnitud del colapso de la civilización industrial. Todas las personas, para entender y relacionarnos con el mundo que nos rodea, necesitamos del imaginario y de la literatura, más presente en nuestras vidas de lo que pensamos. Este libro quiere que la gente sienta más cercanos conceptos como el espacio-tiempo y los recursos que ofrece junto con la imaginación en la resolución de problemas.
Es una invitación a quien lo lea, al ser un futuro posible, a que modifique el escenario añadiendo o alterando la historia y, al hacerlo, en realidad estará modificando los factores presentes en un sistema complejo.
El que haya un personaje principal que va narrando la historia ayuda a configurar escenarios que habíamos invisibilizado en la vida real. Como el siguiente poema, que vuelve tangible el diálogo entre la generación colapsante y la emergente y que plantea interrogantes éticos que en el presente son ignorados por incómodos, pero que al representar un futuro posible cobran voz y son capaces de articular un discurso que continúa en los siguientes poemas porque la incapacidad de plantearnos el futuro como sociedad es la incapacidad de cuestionarnos individualmente en el presente.
LLEGO a casa y ahí están los dos
los dos a recrear la malnutrición del alma
en tiempos de sequía hay que lamer
hasta la última gota
y en ello están, en lamerse mutuamente
en la perdida ubicación de los planos de una casa
que se les cae
por los cuatro costados
se les arranca la piel y no se enteran
como la danza de los peces que se descaman azules
y la muerte les sobreviene
en una oda de destartaladas ecuaciones del fiasco
el que han manuscrito preciosamente por paredes
y ventanas, en sus rostros, en los armarios
y en los verborreicos interludios del fracaso
defiéndete
explica tus razones
cuenta tus días, cuenta tus horas
tu tiempo ocupado en ti mismo
y en mamá
y tus amigos
y lo demás son deshechos
historias de usar y tirar
vidas desechables, seres de más, que no cuentan
porque vosotros ocupabais todo el espacio posible
y el resto no existía
detrás de la alargada sombra de vuestro yo
cuéntalo papá…
— ¡Cállate! ¿Crees que eres muy lista, que lo sabes todo?
Ahora es muy fácil hablar, ahora que todo aquello es imposible
¿pero tú te hubieses resistido a seguir la marea? piénsalo
— por lo menos habría sido más inteligente
gastabais por gastar, sin ningún reparo
todo era consumible, todo
y ahora qué?
¿dónde está el arte digital?
¿dónde están los libros electrónicos? Casi no quedan de papel
y todo porque a algún político se le ocurrió digitalizarlos
— ¡la tecnología era el futuro!
— ¡Qué futuro! Nunca pensastéis de verdad en él
solo os regodeabais en vuestra arrogancia
y ahora miraros
¿qué hacéis los adultos?
llorar cada uno en su cuarto, a escondidas
es patético
haced algo
¡Dejad de compadeceros de vosotros mismos!
No puedo más, me voy
atrás los dejo
en su cuadratura de pena
me voy
el sonido de una puerta cerrada es negro
la casa es un dibujo a rotulador
un boceto estrujado en la esquina
al final de una calle se vislumbra su contorno, grueso.