El 13 de noviembre de 2017, W.J. Ripple et al. publican en la revista científica BioScience un artículo acompañado por otros 15.364 firmantes de 184 países, entre los que me encuentro. El artículo se titula «Advertencia de la Comunidad Científica Mundial a la Humanidad: Segundo Aviso». Como a los humanos nos gustan los récords diremos que nunca en la historia de la ciencia ha sido publicado un artículo científico con tantas firmas, aunque obviamente mi contribución y la de los otros más de 15.000 ha sido simplemente la de adherirnos a un texto ya escrito.
El artículo comienza recordándonos que hace 25 años más de 1.500 científicos firmaron un manifiesto que dirigieron a los medios de comunicación y a los líderes políticos del mundo. Lo titularon: «Warning to Humanity«.
Aunque en mi caso en 1992 ya llevaba más de un año divulgando como científico los gravísimos problemas ambientales que enfrentábamos, no me enteré en ese momento de la iniciativa hasta varios años después, por dos motivos: Internet estaba aún en pañales (ese mismo año había mandado mi primer correo electrónico a un compañero de Valladolid desde Windsor, Canadá) y los medios de comunicación (prensa, radio y televisión) hicieron caso omiso a esa primera Advertencia, quizás saturados por los acontecimientos de Río de Janeiro de ese mismo año, quizás porque los científicos eran mucho más radicales antisistema que los políticos y movimientos sociales de la época.
Hace unos 20 años comencé a poner en mis charlas, conferencias y cursos —en casi todas ellas— un extracto de ese primer Warning, concretamente este (la traducción es mía):
- Los seres humanos y el mundo natural están en un camino de colisión. Las actividades humanas hacen mucho daño, a menudo irreversible, sobre el medio ambiente y sobre fuentes de recursos naturales críticas. Si no se revisan, muchas de nuestras prácticas actuales ponen en riesgo serio el futuro que deseamos para la sociedad humana y los reinos animal y vegetal, y pueden alterar el mundo vivo de tal forma que seamos incapaces de sostener la vida en la manera que la conocemos ahora. Se necesitan urgentemente cambios fundamentales si es que queremos evitar nuestro presente camino de colisión.
- No disponemos de más de una o unas pocas décadas para revertir los peligros que ahora tenemos si queremos evitar que el progreso de la humanidad quede enormemente disminuido…
- Nosotros, los abajo firmantes, (…), así pues, advertimos a toda la humanidad de lo que está ahí enfrente. Un gran cambio en nuestras formas de actuar sobre la tierra y la vida se requiere si se quiere evitar una miseria humana generalizada y no se quiere mutilar de forma permanente nuestro planeta.”
Durante los últimos cinco años suelo añadir en ocasiones que tras leer ese texto y por coherencia con el mismo, hoy quizás deberíamos modificar esos párrafos de la siguiente manera (véase por ejemplo “Última llamada” versus “Advertencia a la Humanidad”):
Los seres humanos y el mundo natural colisionaron. Ya no se puede sostener la vida en la manera que la conocemos ahora. Dispusimos hace unas décadas de tiempo, pero ahora ya no podemos evitar que el progreso de la humanidad quede enormemente disminuido…
Este sería el comienzo del Segundo Aviso que me habría gustado firmar. Sin embargo dos décadas y media después, aprovechando el anclaje humano que tenemos a aniversarios redondos, es cuando surge el artículo/manifiesto de Ripple y sus más de 15.000 colaboradores.
En este artículo se destaca que la mayoría de las tendencias, que los científicos de 1992 vislumbraban peligrosas y que exigían cambios sociales radicales, o bien han continuado o incluso se han acelerado más allá de lo esperado. En vez de cambiar la trayectoria de choque, hemos acelerado.
De este Segundo Aviso destacaría estos dos párrafos (traducción oficial):
- Estamos poniendo en peligro nuestro futuro por nuestro desproporcionado consumo material y por no darnos cuenta de que el alocado crecimiento de la población mundial es el principal impulsor detrás de la mayoría de amenazas ecológicas e, incluso, societales. Con su fracaso en limitar adecuadamente el crecimiento de la población, en reevaluar el papel de una economía enraizada en el crecimiento permanente, en reducir la emisión de GEI (gases de efecto invernadero), en incentivar la energía renovable, en proteger el hábitat, en restaurar los ecosistemas, en parar la extinción de fauna, en frenar las especies invasivas, la humanidad no está tomando los pasos urgentes que necesitamos para salvaguardar nuestra muy amenazada biosfera.
- Pronto será demasiado tarde para cambiar el rumbo de la actual trayectoria que nos lleva al fracaso y nos estamos quedando sin tiempo.
Aunque este Segundo Aviso contiene y refiere el primero, sin duda la sensación es de menor radicalidad, de menor urgencia, de ser menos antisistema en defensa del Sistema (Humano y Biológico).
Resumo en una tabla algunos aspectos internos y externos que diferencian a las dos advertencias:
Primera Advertencia (1992) | Segunda Advertencia (2017) |
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Firmas: 1.572 (científicos seniors) Premios Nobel: 99 (de 196 vivos) |
Firmas: 15.634 (+2.160 añadidas hasta el 15 de noviembre de 2017). Firman las dos: 583 Premios Nobel: 5 |
Nº de palabras: 1.368 | Nº palabras: 1.300 + 1 figura y apéndices. |
Medios de Comunicación: 0 | 246.000 resultados en Google de: scientists “Warning to Humanity” news (visto 15/11/17) CNN, Fox, The Sun, Washington Post, BBC… |
Medidas: (traducidas al lenguaje actual)
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Medidas:
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Llamamiento a: Nueva ética que reconozca la capacidad limitada de la Tierra y su fragilidad.
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Llamamiento a: Presionar a los líderes políticos:
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Ventana de oportunidad: Una o unas pocas décadas para cambios radicales. |
Ventana de oportunidad: Pronto, el tiempo se está acabando. |
Llevo sosteniendo que la acumulación de pruebas científicas es abrumadora para la Primera Advertencia, sigo creyendo que habría sido necesaria una «nueva ética» y actuaciones radicales en cuanto al impacto sobre los ecosistemas naturales, la igualdad de género, la eliminación de la desigualdad humana, la paz y los conflictos, la estabilización de la población y el empleo de tecnologías eficientes y de pequeña escala. Todo ello, para evitar el colapso civilizatorio.
Hoy ya no podemos evitar que el progreso de la humanidad quede enormemente disminuido y este debería ser el comienzo de la carta que deberíamos haber firmado, pero no nos atrevimos (¿?). Quizás porque 25 años después, falta una visión más integral por parte de los científicos, que suelen seguir en la senda reduccionista: por ejemplo, los expertos de cambio climático no suelen serlo en biodiversidad, y a la inversa, y carecen de tiempo para leer los artículos en las revistas de sus colegas fuera de su propio campo. Los que procuramos leer de todos los campos somos cada vez menos. Quizás también hemos cogido miedo a parecer demasiado catastrofistas (Hansen, Vilar), en especial dado que cada vez es más claro que de lo que se trata es de cambiar radicalmente todo nuestro sistema socio-económico (la razón por la cual superamos el problema del agujero de ozono: no necesitaba ningún cambio fundamental, solo pequeños cambios tecnológicos, a diferencia del resto de los problemas que, de hecho, hemos empeorado en estas décadas).
Además, es verdad que los científicos hoy tenemos el problema inverso de exceso de información, y este exceso es tan negativo como lo es su falta. De hecho, no sirve de mucho —quizás de nada— que miles de noticias se hayan lanzado en los días siguientes a la publicación del artículo en miles de medios de comunicación del mundo. En la vorágine bulímica de las noticias, ¿cuántos hemos leído con calma los textos referidos? Además, el Sistema (antisistema) de Poder, se permite lanzar ahora esta noticia porque quizas, a diferencia de 1992, sabe que no importa mucho, que su relevancia seguramente se olvidará en unos días —o en cinco minutos—. Hemos pasado de anorexia a bulimia. Casi nadie se acordará el día que vaya a votar en unas elecciones —si vive donde puede hacerlo— de que la presión sobre los políticos que nos pide esta Segunda Advertencia la va a rendir y seguirá votando a partidos antisistema; es decir, que ni siquiera esa pequeña presión la ejercerá bien.
Pero todo eso lo tenemos en cuenta algunos para afirmar que el colapso de la civilización es ya inevitable (mientras seguimos firmando manifiestos de advertencia). Quizás se pregunte el lector o lectora para qué firmé esta Advertencia, la razón es simple, porque «todo se realimenta».
Nos seguirá sirviendo para ayudar a crear pequeñas ondas en la tormenta, para apelar a la necesidad urgente e imperiosa de crear una nueva ética (además de no olvidar las éticas humanistas), que será cada vez más imperiosa y urgente conforme nos vayamos deslizando hacia abajo en todas y cada una de las curvas que la figura de la Segunda Advertencia nos enseña; y hay muchas más, serán casi todas las demás que imaginemos. Tan solo hay una curva que no nos debemos permitir que colapse demasiado porque convertiría en verdaderamente horribles esos descensos: la ética de la compasión humana hacia los humanos y hacia la biosfera.
Soy optimista porque todo se realimenta y confío en usted, lector(a) Homo sapiens.
Referencias
- Hansen, J.: Dangerous Scientific Reticence.
- Puig Vilar, F.: De la realidad ontológica a la percepción social del cambio climático: el papel de la comunidad científica en la dilución de la realidad.
Don Carlos
Por lo que puedo concluir luego de observar el devenir de la sociedad a lo largo de los siglos, el progreso no ha sido algo beneficioso, hablando en términos absolutos, es decir incluyendo a la biósfera en la ecuación. Los grandes (y pequeños) problemas que hoy vivimos son una consecuencia directa de él. Concluyo que la idea de que el progreso es algo “bueno”, está errada, pues se centra sólo en la sociedad humana, dejando fuera al medio ambiente. Habría que comenzar por redefinir su significado, cambiar el paradigma, o desarrollar un concepto diferente, para algo (totalmente) diferente. Que creo es lo que hay que hacer. El actual concepto de Progreso de una u otra manera lleva al final a consumismo y crecimiento infinito.
Por otro lado, ¿cuál es la necesidad de una advertencia para salvar a la humanidad? Me pregunto al respecto ¿qué es lo que vale tanto la pena salvar? Como yo lo veo, hay muy poco que valga la pena salvar. Si es que en realidad hay algo. Notablemente, todo lo que vale la pena salvar, es lo que va a contrapelo del sistema. Lo antisistema, lo que implícitamente implica otro sistema, reafirmando la idea de que no hay nada que salvar del sistema propiamente.
Los últimos 50 años están llenos de este tipo de mensajes, de advertencias, llamadas de atención, directas o indirectas. Son tantos, que este último artículo es uno más de “más de lo mismo”. Sólo que éste en especial es a mayor escala, lo que al final no hace diferencia. Pues lo que cuenta es la validez del mensaje, no la cantidad de firmantes. Por otro lado, lo “cierto” (o lo “verdadero”) no es un tema democrático, no es un tema de más o menos firmas, ni de quién firma. La profundidad del mensaje es al final lo que cuenta. Y en ese aspecto, todas las advertencias hechas son dignas de consideración. Basta recordar las palabras de Severn Suzuki en 1992, el libro “Primavera Silenciosa” de 1962, “Los límites del Crecimiento” de 1972, o el video (y presentaciones) de Albert Bartlett “Aritmética, población y energía”, entre muchas otras advertencias ya dadas.
Pero las advertencias no son suficientes. Y ese es el verdadero fondo del problema. Una advertencia es un mensaje incompleto, pues, no ofrece soluciones prácticas, sólo ideas generales, que claramente son y han sido insuficientes. Advertir sin ofrecer una salida posible, viable, es un mensaje inútil. “Haga esto”, “no haga esto otro”, etc… Por otro lado, las generalizaciones no sirven. Es muy fácil decir qué hacer y qué no hacer, otra cosa es conciliar las recomendaciones o instrucciones con el mundo real, con el día a día, para hacerlas posibles de implementar, prácticas, viables, funcionales.
Advertir es mucho menos de la mitad del trabajo (un 10%?), pues lo realmente difícil es desarrollar la parte práctica. Concretar el mensaje, aterrizado al día a día.
Lo cierto es que todas estas advertencias no ayudan, no han ayudado nunca. Llevamos más de 50 años escuchándolas. Por ello es que en la práctica, han sido mensajes inútiles mirando a la sociedad como conjunto, como creo será el que se referencia en su texto. Ciertamente estos mensajes han tenido eco en algunos, como usted y yo, pero eso no es suficiente, ni razón para sentirse bien.
Creo que tras todas las advertencias hechas a lo largo de los años sólo hay buenas intenciones, y bastante de ego. Para poder decir, “hice algo”, y sentirse tranquilo con ello. Y luego decir, “bueno, yo lo advertí, si no me hicieron caso, no es mi problema”. Pero en el fondo es problema de todos, incluyendo a los que advierten. Y muchos de los que advierten, se pasan el resto de su vida advirtiendo, y sintiéndose tranquilos con ello. Cuando en realidad ello es una tarea bastante incompleta.
Ciertamente el gran problema es desarrollar los caminos de salida, si es que los hay. En 50 años nada se ha logrado. No se han propuesto caminos posibles. Ni siquiera el decrecimiento lo es.
El problema de todas estas advertencias es que ellas resultan ser algo como pedir a un sistema que necesita respirar, que no respire. Pues la humanidad hoy vive del consumo, del éxito y del crecimiento infinito, y si queremos cambiar el rumbo de la humanidad, debemos cambiar todo el sistema por uno sin consumo como motor, y por ende sin crecimiento obligado. Lo que resulta ser un imposible, al menos dentro del sistema, pues los cambios necesarios apuntan a cambiar su esencia.
Soy un convencido de que no hay salida al proceso de deterioro que vivimos, no dentro del sistema. Este sistema es imposible de parchar. No se puede reparar o corregir. Por ello, hay que olvidarse de las advertencias.
Es tiempo de seriamente comenzar a desarrollar un nuevo concepto de sociedad, que se pueda poner en práctica una vez que el actual colapse, con toda la tragedia que ello implica. Lo que yo defino como una sociedad en sintonía con la naturaleza humana (inteligencia, sentimientos, necesidades fisiológicas, etc..), que a la vez está en plena sintonía con la Biósfera. Su propia propuesta de la Gaia Orgánica por ejemplo es uno de tantos conceptos que se deben considerar, y aunque no comparto su propuesta del todo, y tengo observaciones de fondo que hacerle, igual creo que es un buen punto de partida. Mejor que muchos otros.
Si bien, advertir es parte de la tarea, es casi un saludo a la bandera, pero en el proceso, se aprende, se desarrollan entendimientos de las causas, y por ello es una tarea que es bueno practicar constantemente. Yo lo hago de manera frecuente, abordando muchos aspectos de la vida cotidiana y cómo ellos se conectan con el colapso. Pero, el verdadero esfuerzo debe apuntar a desarrollar esquemas viables de vida en sociedad. Por ello, en lo que a mi toca, trabajo desde hace alguno años en desarrollar los conceptos base de una posible sociedad más equilibrada que la actual, proceso que ciertamente tomará bastante tiempo en sólo llegar a configurar una propuesta base. Pues el desafío es grande. Muchos aspectos en conflicto a conciliar.
Hace mucho tiempo que desarrollé el mecanismo racional que explica por qué el típico Homo Sapiens nunca entenderá de advertencias, ya que es una limitación genética (necesaria por lo demás). Por ello, advertir a la multitud nunca servirá. La multitud necesita instrucciones, recetas, soluciones.
Es momento de simplemente hacer lo que a cada uno le toca. Los que ven más allá, tiene una mayor responsabilidad con el resto, de la que no se puede rehuir. Ellos deben activamente buscar los caminos de salida.
No sólo seguir haciendo olas en una tormenta.
Unas meditaciones finales que siempre hay que tener presente en relación con el problema que enfrentamos son:
“Te lo dije”, nunca ha sido útil.
“Es fácil ser general después de la batalla”, se trata serlo durante la batalla.
“Otra cosa es con guitarra”, menos palabras y soluciones concretas, que es lo difícil.
Atentamente
Godofredo Aravena
Me ha gustado la frase de Godofredo «es como pedirle a un sistema que necesita respirar que no respire». Ahí está la clave de todo, necesitariamos aprender a respirar e otra forma.
Las advertencias no sirven porque muchos las leer y piensan:»ya nos enseñará la tecnología a respirar de otra forma» y se creen el mito del progreso y los transgénicos o las tecnologías de la información o la geoingeniería o cualquier otra cosa. Pero esas cosas no suelen ir en la dirección de lo que se necesita sino en la contraria.
Algunos pocos toman las advertencias y buscan otras formas de respirar que son mas sostenible y se conocen bien porque son las del pasado, pero es un camino muy duro que lleva a lo que normalmente calificamos como tercer mundo o pobreza.
Quizá exista un tercer camino, pero de momento no lo ha explorado nadie y es difícil explorar cómo respirar de otra manera cuando se tiene que seguir respirando.
Gracias por tus reflexiones Godofredo.
Puesto que terminas diciendo que las advertencias son necesarias pero claramente insuficientes, entiendo que tu crítica va dirigida más a quedarse sólo en la crítica.
Para los que llevamos tiempo vital e histórico (leyendo precedentes), efectivamente, Advertencias a la Humanidad de que esta Civilización lo está haciendo mal en lo básico y eso la lleva a su autodestrucción, desde el ámbito científico se cuenta ya por lo menos por 150 años. Desde el ámbito artístico antes, desde el filosófico aún antes y desde el ámbito espiritual, mucho antes.
Sin embargo, eso no significa que no sirvan para nada. El problema normalmente es que casi nadie en el poder y casi nadie en la propia sociedad, comparte el diagnóstico. Sencillamente, no funcionan, no por que no den recetas de lo que habría que hacer (que las hay a cientos, eso es una de las estrategias del propio «sistema», hacernos creer que no ha habido opciones diferentes y cuando las ha habido han resultado en desastre). No funcionan las advertencias sencillamente porque no llegan. Cuando se publica los «Límites al crecimiento» el pensamiento del poder se encargó de vapulearlo. Cuando se presenta la primera Advertencia que describo, hace 25 años, los científicos que la firman no se acaban de creer lo que pasa justo después. Se supone que ellos son los que en esta sociedad diagnostican, son los que anuncian «certezas», a ellos se recurre para sustentar preciamente el mito del consumo y progreso. Pero la primera Advertencia es completamente ignorada por la sociedad y lo es por medio del control de los poderosos.
Llevo presentándola en charlas, cursos y demás, 20 años. Se cuentan por miles ya los que la han escuchado a través de mi. Está por pasarme que alguien de la sala -que no sea ya un «experto» en estas advertencias-, que simplemente la haya oído.
Por tanto, el poder se ha encargado sistemáticamente de ignorar o tergiversarlas. Como el poder no es absoluto, las advertencias siguen siendo el primer paso. Es más, hoy, a diferencia de hace 25 años, ni siquiera tenemos desde la ciencia un mínimo consenso en el diganóstico. Tú lo tienes claro, aunque reconoces en el texto que no has entrado a leer el detalle, y quizás por eso te equivocas cuando crees que las advertencias no dan salidas.
La primera Advertencia dijo que había que hacer cambios fundamentales, y recetaba cuales, y decía que había que hacer una alianza incluso con los líderes espirituales. Incluso se ha intentado.
No, no es por una cuestión genética del Homo sapiens que seamos incapaces de hacer caso a las Advertencias, es por una cuestión del Homo narcisus/economicus en los que se nos ha convertido poco a poco y desde hace ya más de 2000 años; por genética en todo caso, nos seguimos resistiendo a convertirnos del todo en narcisus/economicus. La multitud no necesita instrucciones, recetas y soluciones por parte de los científicos, aunque la multitud de narcisus sea lo que ha aprendido. No es el papel de los científicos, ni de nadie. Nuestro papel como científicos es el diagnóstico y explicación y es un error pedirnos las soluciones como científicos expertos en tal o cual disciplina. Como personas, algunos somos narcisus/economicus y puede que efectivamente se peque de «yo lo advertí y no me hicisteis caso». Pero otros somos aún Homo sapiens, por lo que muchos de los firmantes están implicados, como tú, en la elaboración de propuestas factibles o adaptativas.
Por desgracia hay una tendencia a ser «nuevo» en este asunto e imaginar que no hay un largo pasado, los científicos de hoy tienden a despreciar la historia de la ciencia y la filosofía y se han ido haciendo cada vez más especialistas (reduccionistas). Lo trato de explicar en este texto: los 15000 firmantes hemos firmado algo más descafeinado que lo que se hizo hace 25 años.
Cuando te encuentras con el problema por primera vez, crees que es algo relativamente nuevo y con solución más fácil de lo que luego resulta ser (y, por supuesto, con solución material, algo intrínseco al mito del progreso antropocéntrico). Estoy seguro que la mayoría de los firmantes creen que aún estamos a tiempo -porque la mayoría son unos «novatos» del tema- de solucionar esta civilización. Hemos perdido contexto histórico precisamente por las características que ha ido adoptando la forma de hacer ciencia y tecnología de forma acelerada. Eso forma parte también de mi diagnóstico.
Con todo ello, los diagnósticos/advertencias irán sirviendo cada vez más, conforme la realidad de las personas se vaya acercando a ese diagnóstico que se hizo en el pasado y conforme los propios científicos también.
El problema no es la advertencia de los científicos naturales, el problema es que hoy ésta debería empezar así: la civilización se hunde y no es posible evitarlo. Y eso no se hace porque aún no hay ni mucho menos consenso y porque tendremos siempre al poder detrás de los que aporten cualquier «solución» para salvarles un rato más a ellos.
Mientras tanto, los que tenemos claro el diagnóstico, hace tiempo que llevamos tiempo tratando de tender puentes entre el «conocimiento» y el resto de esferas humanas, en especial lo que tiene que ver con lo emocional (arte por ejemplo) y lo espiritual (de ahí que se busque también alianzas con líderes religiosos, por ejemplo). Te aseguro que todo científico con alguna visión holística y que lleve diez años analizando alguno de los aspectos más graves (pérdida de biodiversidad, caos climático, crisis energética y material, etc.) termina metiéndose en temas filosófico/emocionales/espirituales precisamente porque se da cuenta de que la «cosa» va mucho más allá de lo «tecnocientifico». Espera a que los 15000 firmantes «junior» se conviertan en «senior» jungo a lo obvio que será asimilar el diagnóstico por parte de la sociedad y las «olitas» se convertirán en un tsunami si conseguimos cierta armonía.
Por último, efectivamente, la salida hay que buscarla fuera del sistema, obvio cuando éste además irremisiblemente se está hundiendo. Pero seguimos teniendo hoy la necesidad de que la sociedad oiga al menos eso.
Un cordial saludo.
PD: de tus dudas o matices sobre la Gaia orgánica, será interesante conocerlas.
Estimado Carlos
El problema una y otra vez sigue siendo el mismo. Es necesario concretar, y en eso no hemos avanzado ni un ápice. Las advertencias en realidad no cuentan como un avance. Son sólo intenciones. Sirven para visualizar la gravedad de los hechos, pero más allá de ello, no tienen valor práctico.
De hecho, las salidas propuestas en ambas advertencias son imposibles prácticos, generalidades de las que nada se puede lograr de manera concreta, son sólo buenas intenciones. Es cosa de ver al Protocolo de Kioto (de 1997) como ejemplo, que sólo define metas, bastante más objetivas que las recomendaciones de los científicos, sólo comenzar a ponerlo en práctica ha sido un largo proceso, y todavía estamos en el papel. En lo concreto, no hemos logrado nada.
El proceso de transformar estas advertencias (o sabias conclusiones) en algo posible de poner en práctica, como todo nuevo desarrollo, topará con muchas dificultades, que se avizoran desde antes de comenzar. Entender (más o menos) la causa del problema es sólo un tímido comienzo. Todo diseñador de sistemas (como yo, que llevo más de 20 años en ello) entiende lo difícil que es pasar de ideas a soluciones funcionales. Primero es necesario configurar las soluciones posibles, luego se debe lograr que ellas simplemente funcionen, luego que sean posibles de poner en funcionamiento de manera práctica, y finalmente que ellas sean confiables, es decir, que se puedan mantener en funcionamiento.
El mayor problema que veo en la comunidad científica, y el “oráculo”, es esa falta de percepción de la distancia que hay entre las ideas y soluciones iniciales, con la realidad de ellas puestas en operación. La distancia es gigantesca. Las ideas propuestas como recomendaciones son un comienzo, cierto, pero lo que queda por desarrollar conceptualmente (el cómo), es tanto y de tanta complejidad que me parecen imposibles prácticos. Cada una de ellas se estrella con una pared imposible de superar (dentro del sistema) formada por las interrelaciones que mantienen a este sistema, y en cada caso, de una u otra manera llegamos a un soporte esencial, que el sistema mismo no permitiría que fuera alterado (es el caso de EUA que no ha ratificado el Protocolo de Kioto). Podría ir una a una evaluando las limitaciones de cada una de las propuestas hechas en estas advertencias de la comunidad científica, pero me extendería en demasía. Es un tema para conversar.
Para concretar en algo posible dentro de la realidad que vivimos, es necesario volver atrás en muchas cosas, para de ese punto avanzar en otra dirección, que hoy en día está totalmente fuera del campo de consideraciones. Son opciones (casi) impensables. Se requiere de fuertes cambios conceptuales respecto de la razón para existir como especie, y ese es un tema totalmente fuera de la discusión. Una vez me pregunté ¿Cuánto vale una vida humana? y ¿por qué? ¿Cuál sería tu respuesta?. Pongamos objetividad a un aspecto esencial de nuestra sociedad. Este tipo de temas son los que deben ser enfrentados, y resueltos con una visión de largo plazo, en equilibrio con el sistema que nos soporta (la Biósfera). Toda la problemática que enfrentamos, al final está relacionada con temas espinudos, intocables, como el que acabo de mencionar, que nadie se atreve a abordar de manera objetiva y racional. Pero más encima hay muchos otros más por abordar, tan espinudos como el que he mencionado.
Si somos fríos y honestos, este sistema no tiene posibilidad de evolucionar, o involucionar. No entiendo cómo la racionalidad científica es incapaz de reconocer este hecho. Éste es un sistema que no se puede transmutar. Pues las bases están fallidas, los principios filosóficos que lo sostienen están incompletos, a medio hacer, y de completarlos, el sistema completo, como está concebido y funciona, pierde su sentido de ser y existir. Los cimientos que definen (dentro de este sistema) todo el quehacer humano, están totalmente errados al poner a los humanos por sobre la Biósfera, algo que explica por qué la única razón de fondo de la Sociedad no es otra que la de seguir funcionando. Veamos con alguna atención hacia nuestra realidad diaria, veremos que nada de lo creado por el hombre, aparte de la sociedad, existe sólo para funcionar. Todo tiene un propósito, una funcionalidad externa al sistema mismo, la sociedad humana en cambio sólo existe para sí misma. Vivimos en un sistema cuya única razón de ser es seguir funcionando. Hacia dónde va, no importa, sólo importa que siga moviéndose. Se trata de un sistema que sólo toma, no devuelve nada. Notablemente, la humanidad es el único sistema del Universo (conocido) que sólo toma, y no entrega nada a cambio a su sistema de soporte.
La sociedad humana es un sistema que claramente posee gruesas fallas, y ello se concluye fácilmente a partir del estado de las cosas hoy en día. Como dice el dicho “por sus frutos los conoceréis”, lo mismo vale para nuestra sociedad.
Si vemos la historia humana como el proceso de construir una carretera, todo iba “bien” hasta que entre principios de los 60 y principios de los 70, algunos advirtieron que al frente teníamos un abismo, cuyo lado opuesto se encuentra oculto por la niebla. Pero en vez de detenernos, y entender que ese era el fin del camino, por lo que debíamos repensar lo hecho hasta ese momento, decidimos continuar la carretera, para lo que, recurriendo a todas las tecnologías posibles, comenzamos a construir un puente en voladizo sobre el abismo y a internarnos en la niebla, sin siquiera preguntarnos si habría otro lado, simplemente supusimos que lo había, y como construir la carretera era lo que siempre habíamos hechos, seguimos adelante. Así hemos seguido poco a poco internándonos en el abismo, siempre confiando en que el desarrollo de nuevas tecnologías de construcción y nuevos materiales, nos permitirán seguir avanzando con el puente sobre el abismo. Pero eso no puede seguir por siempre, por simple física en algún momento la estructura colapsará (que sería el equivalente al colapso de la sociedad), o las bases en el borde del precipicio, que soportan el inicio del puente, cederán (que sería equivalente al colapso del ecosistema).
Lo único que podemos hacer ante esta realidad es desandar la parte del puente, volver a la tierra firme, desmontar el puente y elegir un camino que a lo más bordea el abismo, pero no va más allá. E incluso tal vez debamos alejarnos bastante del precipicio.
Por otro lado, los caminos que bordean el precipicio no tienen por qué ser malos, o un retroceso, son simplemente otros caminos, con destinos diferentes, pero destinos al fin. Visibles, no ocultos por la niebla. Esos caminos son los que debemos encontrar, apuntando a un destino visible, en vez de seguir avanzando en una niebla cada vez más espesa, simplemente confiando en que existe un “otro lado”.
Podemos seguir largamente hablando sobre las razones de por qué las advertencias y el “oráculo” no resolverán los problemas, pero ya es tiempo de seriamente comenzar a buscar soluciones, que honestamente no veo como posibles desde dentro del sistema. Las interdependencias son tan complejas de visualizar y entender, y se extienden tanto, que cualquier medida en un área afecta a muchas otras, y al final de una u otra manera afecta a todos. ¿Cuántos están dispuestos a sacrificar todo aquello por lo cual han luchado?
Los esfuerzos necesariamente deben apuntar a definir otro sistema, conceptuado sobre bases objetivas, muy racionales, y tan fijas como las reglas que rigen el funcionamiento del Universo. Esto de las aprobaciones científicas son una muestra de que la verdad no existe porque hay consenso, o las pruebas son accesibles, esas verdades han existido desde siempre. La relatividad no existió cuando fue aceptada como concepto, ya existía desde antes. Lo mismo para la gravedad. Lo mismo para el crecimiento infinito y todas sus consecuencias. Lo mismo para otras posibles soluciones, fuera de la discusión.
Con el mismo esquema de sólo considerar las verdades aceptadas, nuestra sociedad está cuestionando constantemente muchos otros posibles entendimientos totalmente válidos respecto de nuestra naturaleza como sistemas, sin evaluar la racionalidad y lógica de ellas. Hay otras maneras de explicarnos. Pero la Sociedad está cerrada a mantenerse dentro de ciertos conceptos aceptados, casi incuestionables, y todo lo que se salga de ese esquema, es inaceptable. Una herejía, sin evaluar la racionalidad de estas propuestas nuevas o diferentes. Eso ha sido siempre. De esos entendimientos pueden salir las verdades necesarias para desarrollar un concepto de sociedad que apunta en otra dirección. Esta vez aceptando y entendiendo el por qué nuestra naturaleza, con lo bueno y malo, y en sintonía con ella, ofrecer un esquema de vida que a la vez esté al menos en equilibrio con el ecosistema, y eventualmente sea capaz de ser un aporte a él.
No estoy en contra de advertir, sólo veo la imposibilidad de reparar este sistema, y la urgente necesidad de desarrollar un sistema nuevo, diferente. Hay tanto por hacer, que se puede hacer, que no es parchar. Siendo objetivos, no hay manera de reparar este sistema, sin destruirlo. Y si lo vamos a destruir de todas maneras, mejor en vez de tratar de salvarlo, comencemos a trabajar en configurar las bases de uno nuevo.
Creo que el camino de salida pasa por tomar algunas cosas de esta sociedad, pero para ser usadas de otra manera. Y esa otra manera cambia todo. Se trata de cambiar los fines. Ciertamente yendo mucho más allá del concepto del decrecimiento, veganismo, naturalismo y otros similares. No se trata de una vuelta a la naturaleza y la simplicidad.
PD: Al final, ambos concluimos que hay que buscar otro camino, pero ¿por qué no comenzar por algo?
Podemos comenzar por discutir Gaia Orgánica v/s Principio de Funcionalidad (mi propuesta equivalente), como una manera de tratar de comenzar a entender de una manera práctica, la realidad que nos sostiene. Los principios básicos del sistema. Y a partir de ello, poder definir nuestra posición como humanos y nuestra función en ese sistema. Si te parece algo atractivo. Creo que al final, tenemos bastante en común, un buen punto de partida.
Mi correo queda asociado a este post.
Agradezco el cuidado en tus respuestas.
Te saluda muy atentamente
Godofredo Aravena
Claro Godofredo. Lo que para tí y para mi y unos cuantos de los que buceamos en 15 15 15 es obvio, la inevitabilidad del colapso (sobre todo por las causas «culturales» que apuntas), no lo es para casi nadie. Incluídos la mayoría de los científicos. Por eso aún estamos la mayoría en la fase previa a todo lo que tú ves como necesario hacer. No se puede respirar de otra forma si la gente previamente no ve y no quiere ver que son buceadores obsesionados por llenar su traje de buceo con toneladas de ostras. El problema no es que no demos soluciones concretas de cómo salir hacia la superficie, el problema es que la mayoría científica aún sigue diciendo que deberíamos ir más despacio hacia abajo, unos miles decimos que hay que dar la vuelta (tú nos pides que concretemos como), pero sabemos que el buceador sigue sin escuchar a pesar de que empieza a «necesitar respirar». Seguimos en la casilla 0 (no todos, no la mayoría en ciertas zonas geográficas minoritarias del planeta).
Y sigo pensando que no somos los científicos los que tenemos que dar las recetas concretas que tanto pides.
Podemos ayudar, eso sí, si además de los ropajes de científicos nos vestimos con otros ropajes, el del Homo sapiens que todos llevamos dentro puede ser uno.
Si ya no es esta civilización la que debemos salvar, entonces, hay una doble tarea que solo unos pocos vemos aún: la más urgente es ayudar en la búsqueda de los botes salvavidas en la anaología del Titanic (pero hay que decir a la gente que el Titanic se hunde y CONVENCERLES, porque eso salvará a más gente que si esperamos a que el Titanic coja 15% de inclinación mientras unos cuantos van por su cuenta). En ello estamos muchos, aunque somos aún pocos.
Para mí la segunda tarea, quizás más importante, al menos tan importante, es lo mismo que tú dices: debemos ir sentando las bases (filosóficas, culturales, espirituales, etc.) de una verdadera civlización humana, algo más teórico que se irá convirtiendo en práctico conforme se vaya deshaciendo esta civilización y vaya construyéndose la siguiente. Esta segunda tarea no solo es importante per sé, es importante porque nos puede servir de escudo protector psicológico para los avatares de la primera tarea, llena de previsibles horrores. En la analogía del Titanic es la reflexión de qué falló en él para que luego, subidos a otros barcos, no hagamos de nuevo el tonto y terminemos en el Poseidón 😉
Y una cosa más, es propio de esta civilización «titánica» querer generalizar y confundir a su criatura: el Homo sapiens narcisus con el Homo sapiens sapiens. No es verdad que el Homo sapiens esté condenado a subirse al Poseidón o el Titanic, no es verdad que todos, incluso los que vamos en primera en el Titanic, nos hayamos convertido en una nueva especie, el Homo narcisus, seguimos siendo Homo sapiens, más o menos sapiens sapiens o sapiens narcisus. No sé si acierto con la analogía.
Estimado Carlos
Me gustan las analogías. Pues de alguna manera logran transmitir la gravedad de un problema muy complejo que enfrentamos como sociedad, de una forma más simple.
La del Titanic es clásica. Me parece muy válida tu ironía del Poseidón.
Sí, creo que lo hay que hacer va por ahí.
Le hemos dado bastantes vueltas a la situación.
La conclusión en que ambos acordamos es que es necesario comenzar a bosquejar una propuesta, una salida, que permita una transición a algo nuevo, posible. Sin idealismos imprácticos.
Agradezco tu tiempo.
Te saluda atentamente y será hasta un futuro post de 15/15\15 que nuevamente nos convoque.
Demoledor, inquebrantable, aunque ya tardío, no el artículo sino la opción de revertir el fracaso civilizacional.
Quizás queda rezar o más bien soñar, deberemos trascender y regresar en otra vida para, desde la pureza de la infancia, reparar y restablecer el daño cometido.
La angustia del alma puede sanarse en otra vida, otra oportunidad de mejorar como seres humanos. No es un consuelo, es un plan de acción para el cambio y la transformación, aunque el número de almas, de seres humanos, se verá reducido drásticamente.
Gracias por la referencia necesaria a la ética humana que tanto se marchó.
Sí, interesante que se nos marchara la ética humana cuando es más necesaria que nunca, a la vez que necesita con urgencia ampliación. Eso asusta un poco, pero por otro lado, es en los momentos más críticos cuando más se avanza en esos planos. Aunque suene extraño, una ética gaiana bien entendida, es en mi opinión, la más humanista de las éticas que yo haya leído o imaginado, pero es muy difícil de explicar al Homo narcisus. Es una tarea que ojalá el Titanic me permita tiempo para hacer. Hasta ahora a mí me está sirviendo para capear el temporal desde lo psicológico/emocional que tiende a venir acompañado de esos diagnósticos/advertencias.
Al articulo: es curioso que entre 15.000 cientificos no haya los que desde las ciencias sociales sepan trasladar este problema al mundo para solucionarlo. Si a día de hoy toda una comunidad científica sólo se dedica a estudiar y advertir, pero no a impulsar y liderar el cambio, poco tienen que criticar al resto de la sociedad con nuestra incultura y desconocimiento detallado del problema.
Las ciencias sociales, sin tener ni idea de ellas, seguro que habran estudiado que hay 2 causas principañes que motivan los grandes sociales: el miedo y el dinero. En este asunto el miedo no se palpará mediante manifestos sino por desastes continuados que se producirán, y seguro que ya sera tarde. El dinero ahora mismo no está por lo ecológico. El dinero es cortoplacista y el problema en cuestión es largoplacista. Quien sepa transformar el problema ecológico y medioambiental en dinero, entonces sucederá el cambio.
Insisto, años y años de ciencoa y científicos (y me incluyo) somos egoistas y vagos en nuestros estudios. No transformamos nada. son otros quienes en base a los avances saben sacarle el rédito (egoista tambien) y los que generan el progreso.
El progreso es malo? Lo dudo. Dificilmente podríamos darnos cuenta del problema que tratamos sin los avaces que tenemos. El mismo progreso que consume el planeta es el que nos da el conocimiento para darnos cuenta dd la magnitud del problema. Y a la vez no hemos alcanzado el nivel de progreso para socialmente asumir el reto,y tecnológicamente resolverlo.
Es un error propio de los mitos de nuestra civilización que nos llevan al colapso que los científicos naturales debemos liderar los procesos de cambio. Tampoco los científicos sociales. Los cambios/adaptación los haremos entre todos (en grupos más o menos pequeños), si no, se anuncia la barbarie Mad Max.
Por cierto, si buscas las firmas, verás que efectivamente hay muchos ecólogos, biólogos, químicos y físicos, pero también hay psicólogos, sociologos, economistas y otros científicos «sociales», estaría genial que a ese manifiesto luego se unieran, como proponía la primera Advertencia, líderes y no tan líderes de otras esferas, estaría bien que nos dejaran firmar a los científicos, los Laudato Si por ejemplo. Creo que redes de «expertos» en todas las esferas humanas deben crearse 8se están creando) y que se unan a las redes de «no expertos» (también se está haciendo), de esas de anónimos que por intuición o por lo que sea, ya están ensayando nuevas formas de vida (muchísimos sobre todo en los límites de esta civilización).
En cuanto a que nos hemos dado cuenta del problema gracias al progreso (entiendo que científico/tecnológico), eso no resiste el escrutinio histórico. Humboldt y Goethe ya se dieron cuenta de a donde iba la cosa y pretendieron reactivar una ciencia más holística precisamente para que ayudara en la tarea, temiendo lo que vino después con la ciencia-tecnología reduccionistas.
Yo no puedo más que entender que Goya (el sueño de la razón produce monstruos) o incluso el Bosco (y su famoso y robado por el inicio del modernismo, «El jardín de las delicias», profecía autocumplida), ya tenían claro antes que los científicos las raíces de nuestro mal civilizatorio.
Y que decir de Epicuro, Buda o el propio Cristo (por cierto, durante su mayor parte de tiempo, el cristianismo tuvo claro que uno de los problemas fundamentales era el manejo del dinero, ese que ves como solución al problema medio ambiental, ese que luego precisamente calvinismo -y los Borgia también- y capitalismo pervitieron, bellos tiempos antes, cuando el préstamo con interés era más pecado que fornicar)…
Parte del problema que tenemos que lleva impidiendo soluciones seculares es haber pensado (y seguir haciéndolo) que la tecnología podría solucionar las cosas si solamente socialmente asumiéramos el reto. En nuestra civilización, desde hace siglos por lo menos, tecnología/sociedad siguen los mismos procesos, es un mito echarle la culpa al homo social incapaz de adaptarse a la tecnología, cuando la tecnología es producto social. El proceso se ha realimentado profundamente desde antes incluso de ser Homos y en los últimos siglos explosivamente (y por tanto fatalmente). Es como si pidiéramos a la sociedad que se adapte al progreso tecnológico en vez de al revés. Ese mito del progreso tecnológico/material es una de las causas fundamentales que están en la raíz del tronco que se describe como causas secundarias de las ramas que vemos pudrirse (y que es lo que describen las Advertencias a la Humanidad, que las ramas se están pudriendo, las solciones que aportan tienden a ir como mucho al tronco y no se atreven con las raíces).
Si los científicos somos importantes para dar un diagnóstico ya intuido/sabido hace siglos, es solamente porque se suponía que el propio mito nos encumbraba, nos convertía en el «Oráculo» al que acudir cuando surgen problemas. Pero, el «Oráculo» no quiere escucharse (complejo de Casandra), porque está diciendo cosas que casi nadie quiere escuchar aún, en especial los poderosos que se dirigen a él. Y ojo con pedirle soluciones al Oráculo, sobre todo cuando no te las puede dar.