El Decrecimiento como corriente crítica al actual sistema de producción capitalista es una revolución cultural, social, ideológica y educativa que debe ser insertada dentro del sistema educativo como una respuesta crítica a los problemas a los que se enfrenta actualmente el mundo capitalista consumista y globalizado.
Las bases sobre las que sustento la necesidad de dar a conocer esta revolución ideológica, cultural, y social es la propia idea o concepto de desarrollo, donde se plantea un nuevo enfoque sobre los aspectos que se vinculan al desarrollo. Y considero fundamental que este llegue a las aulas como una vía alternativa o posibles vías alternativas de desarrollo.
En este aspecto me parece fundamental distinguir lo que son las propuestas de desarrollo sostenible, donde no se disminuye el crecimiento sino que simplemente se plantea una reformulación del mismo en términos de sostenibilidad. Hecho que hace que muchos nos cuestionemos esta alternativa, optando por ir a la propia raíz de lo que representa el problema: el propio crecimiento. La cuestión es: ¿crecer para qué?, ¿con qué finalidad, con qué motivo, en qué sentido?
Es necesario un análisis más profundo del propio concepto de desarrollo omitiendo del mismo la asociación o similitud al que ha sido vinculado hasta la actualidad con el crecimiento económico.
Desarrollo no significa crecimiento económico, o no de forma intrínseca; el desarrollo no tiene por qué venir dado de la mano de un aumento económico, ni se puede derivar de este hecho un mayor estado de bienestar o de alcanzar otros aspectos fundamentales que definen el progreso, como es la educación, la igualdad, la participación ciudadana o el medio ambiente. O no, desde luego, desde un punto de vista en el cual el concepto de desarrollo se vincula a una serie de aspectos o valores relacionados con una cultura determinada en un momento de la historia, en el que por tanto hace referencia a una serie de cuestiones relacionadas con construcciones de la realidad en base a valores sociales y culturales, así como otras cuestiones como el contexto social, cultural, político, económico, o el propio entorno natural. Por lo que del desarrollo, como definición universal, podemos extraer la idea de alcanzar mejoras en la sociedad en todas sus esferas, aunque dependerá de cada una de las culturas o comunidades lo que sea considerado como tal.
Cuando se habla de crecimiento en el ámbito del progreso o del desarrollo en raras ocasiones nos encontramos un crecimiento ligado al aumento de conocimiento, al incremento del tiempo personal, al aumento de las relaciones humanas o de la libertad del individuo, de la participación social o de la igualdad de género. Más bien se asocia la idea de desarrollo al crecimiento económico como base principal que sustenta el desarrollo de la sociedad, sin tener en cuenta que este no tiene por qué ir asociado a un mayor reparto de la riqueza, un incremento en la igualdad, ni en una sociedad más participativa, ni más informada, ni con más libertades, ni con más tiempo y calidad de vida, ni siquiera una sociedad más feliz.
La razón está en que la riqueza económica permite el desarrollo y dotación de determinados servicios como son los educativos, sanitarios, pero la vorágine del sistema de producción consumista actual convierte este fenómeno en una verdadera trampa sin salida, donde para poder obtener estos servicios o este estado del bienestar debo pagar un precio muy alto. El coste no es otro que el aumento de desigualdad a nivel mundial, la brecha Norte Sur, la desigualdad social, el deterioro del ecosistema, la sobreexplotación de los recursos y la disminución del tiempo, el poder, los derechos y la libertad del individuo. Un sistema donde la meta final es que todos seamos consumidores de los productos que elaboramos de manera que se mantenga el círculo vicioso sin fin, o hasta que el mundo explote.
Para poder tener todo lo que considero imprescindible y necesario —y aquí entra la labor publicitaria y de los medios de comunicación como estrategia de marketing y de creación de realidades ficticias — debo consumir hasta morir, para tener un empleo, y poder acumular y comprar cosas. Es necesario tener cosas, renovarlas y cambiarlas cuando estás queden obsoletas y pasadas de moda y así continuar con la cadena. La obsolescencia programada y percibida han sido ejes clave para la imposición del sistema productivo tal y como lo conocemos en la actualidad.
El lado oscuro es la infelicidad, esa otra cara de la moneda que nadie o casi nadie quiere ver, el alto coste que debe pagar por ello el individuo, la falta de tiempo y de libertad., la desigualdad y la miseria, la perdida de los recursos naturales y la escasez. O, como expone sabiamente Samuel Alexander (2015), la renuncia a algo tan valioso como el «tiempo y libertad para alcanzar otras metas vitales —el tiempo con la familia, la participación política y comunitaria, la creación artística o la espiritualidad— con el objetivo de tener una vida más llena, feliz y libre en armonía con la naturaleza».
Muchos de los problemas a los que se enfrenta la sociedad actual, problemas a escala planetaria, están intrínsecamente relacionados con el afán de incrementar, aumentar y generar más producción, más riqueza, más abundancia, dando por supuesto el hecho de que esto es positivo. Se fabrica, se invierte y se crean multitud de productos, servicios, bienes y recursos materiales que son totalmente innecesarios, donde la justificación máxima viene dada por la generación de empleo y de un aumento de la sociedad del bienestar. Pongo en duda esa sociedad de bienestar, que yo denomino sociedad del malestar por el aumento de los problemas de salud derivados del estrés, la ansiedad, la depresión, el insomnio, la mala alimentación, así como incremento de enfermedades asociadas a la contaminación y la mala alimentación, y de los problemas sociales relacionados con la desigualdad social, el incremento de la pobreza en los países del Sur, la precariedad laboral, la falta de tiempo para dedicar al cuidado de los hijos, de la familia, de los ancianos, de la realización personal, o del disfrute de la vida sin vinculación a algo que redunde en productividad económica. Así como un incremento de los conflictos a nivel internacional, porque en este mundo todo está conectado, desde el terrorismo hasta la inmigración, o ¿acaso no es todo una lucha por los recursos existentes, donde el origen de dichos problemas a los que se enfrenta la sociedad está relacionado con la desigualdad?
Respecto al argumento de la generación de empleo para que gracias al sistema todos podamos vivir en ese estado narcótico del bienestar, es sólo un falso reflejo, ya que el análisis de la realidad nos muestra un panorama bien distinto. Lo primero es que ese crecimiento genera desigualdad social, desigualdad Norte-Sur, para exponerlo en términos muy claros, para que unos vivan muy bien (y cuestiono esta denominada calidad de vida en muchos términos) otros deben vivir muy mal (hablo concretamente de explotación laboral, explotación infantil, contaminación y destrucción de recursos naturales).
Si el acceso masificado a los productos nos hace creernos que existe una menor desigualdad social es que nos hemos puesto una venda en los ojos. El producto que compras lleva el sello de la explotación laboral, falta de seguridad laboral, precariedad y empleo temporal, la pérdida de libertad del individuo, a cambio de un producto asequible a tu bolsillo para que el propio productor sea el propio comprador, o donde el sello de la explotación en otro país perdido del mundo o aislado del selecto conjunto de países considerados desarrollados (de nuevo planteo la duda de qué denominamos por desarrollo, y el propio reduccionismo del termino con un carácter claramente etnocéntrico del mismo, obviando la cantidad de ideas, enfoques o valores sociales y culturales que puede entrañar el propio concepto). La realidad es que el coste del producto adquirido es muy alto ya que para pagarlo has debido hacer muchas horas extras, trabajar por salarios irrisorios o formar parte, de manera indirecta, del entramado de explotación mundial y de destrucción del ecosistema.
Como expone Julio García Camerero, en su Manifiesto de la Transición al Decrecimiento Feliz:
La gente solo quiere ver que puede seguir adorando al Dios crecimiento. Ya que el Poder Mediático ha introducido este chip, de esta mayor mentira de la historia, en el cerebro de todo terráqueo. Es por esta circunstancia por lo que, hoy en día casi todos los esfuerzos verdes, NO HABLAN DE DECRECIMIENTO (por temor a perder votos) solo se atreven a intentar simplemente reformar esa sociedad, de tal modo que se reduzca algo su agresión al medio ambiente, siempre reformismos insuficientes, y por esto prácticamente no hay campañas de decrecimiento (ni en movimientos verdes-ecologistas, ni en partidos verdes).Y precisamente por eso es indispensable denunciar a fondo las ATROCIDADES DEL CRECIMIENTO.
Decrecer implica por tanto reducir nuestro impacto en el medio ambiente, reciclar y reutilizar, algo que da lugar a un amplio abanico de posibilidades de crecimiento en otros ámbitos como el del conocimiento, la libertad o la igualdad, así como espacio para el mantenimiento de la producción, pero racionalizada, limitada y basada en unas necesidades y servicios que responden a la calidad de vida de las personas y del medio ambiente. También da lugar a la reinvención de nuevos empleos y formas de emprender ligados a una cultura del reciclaje, de la reutilización, de la sostenibilidad y de una sociedad de verdadero bienestar, donde se reduzcan las jornadas laborales, promoviendo la generación de otro tipo de riqueza como es el cultivo de las relaciones humanas, la dedicación a la familia, el cuidado de los hijos y de los mayores, la realización o autorrealización personal y profesional y el disfrute de la vida y de la naturaleza.
La propuesta del Decrecimiento no es una visión basada en la escasez sino en la abundancia de aspectos que para el individuo son fundamentales, que sustentan su sentido del ser y del universo, que se relacionan con las necesidades vitales y con las motivaciones de estos para alcanzar una vida plena y satisfactoria. No abundancia de cosas, sino de experiencias, de relaciones, de conocimientos, de vida. Esto no significa un retroceso a una edad de piedra ni la pérdida de todos los bienes materiales sino una revolución cultural y del pensamiento en el que se racionaliza la producción y la compra, donde se tienen en cuenta los aspectos sociales, medioambientales, y se promueva la libertad individual.
Me reafirmo en que compramos basura, comemos basura y nos ponemos basura, y digo esto por en el sistema en que se producen los productos que llegan a nuestras manos, están manchados por la explotación, manchados por la destrucción del ecosistema, manchados por la falta de calidad de los mismos. Lo que comemos no es sano, lo que nos viste contamina y aboca a miles de personas a la pobreza extrema y, lo que es más importante, nos hace cada vez más dependientes y menos libres para tomar nuestras propias decisiones.
Este mundo hace tiempo que da señales de caducidad, la caducidad de una sistema cíclico que contiene crisis, hambrunas, migraciones masivas, muerte y destrucción a escala planetaria, y todo ello en aras del alabado crecimiento económico o mal denominado desarrollo. Hay que comenzar a plantearse que tal vez no necesitemos diez pares de zapatos, ni tres ordenadores, dos televisiones, dos coches, ni cambiar el salón de tu casa cada año, y esto debe comenzar desde el sistema educativo, desde edades tempranas. Esta revolución debe comenzar desde lo local, desde las pequeñas comunidades, desde el entorno rural o urbano, desde lo público pero también desde lo privado, desde la propia familia, este proceso debe ser un movimiento social que imponga cambios al sistema. Es la sociedad civil y los propios movimientos sociales los que determinan los cambios sociales, por tanto debe ser algo que se construya desde la ciudadanía. Y es algo que conlleva un cambio profundo de todas las esferas sociales, a largo plazo, sin fórmulas mágicas, basado en el conocimiento, la información, la sensibilización desde la infancia hasta la vejez.
La cultura de la producción local, la vuelta al entorno natural, la apropiación del espacio natural en las ciudades, la vuelta a los oficios relacionados con la reparación, la reutilización, la creación de legislación y políticas de protección medioambiental, de calidad, de exigencias de derechos laborales a nivel internacional, la inclusión de la educación medioambiental y del propio decrecimiento en el sistema educativo, son algunas de las medidas que fomentan el cambio, un cambio que ha de ser social, educativo, cultural, económico y político.
Lo que no es viable ni racional es creer que podemos seguir viviendo en una cultura del despilfarro como la actual, como si el mundo fuese infinito y sin pensar en las consecuencias futuras; esperar una solución mágica en manos de la ciencia o la tecnología capaz de resolver todos los males de nuestra civilización y dotarnos de nuevos recursos sin tener que realizar esfuerzos ni reducir nuestro consumo. No podemos vivir de forma irresponsable, se requiere una voluntad política y una ciudadanía informada, responsable y activa que tome consciencia de los problemas reales a los que nos enfrentamos como sociedad con una visión amplia y global, más allá del confort de nuestras vidas, de la seguridad de lo conocido, para dar una respuesta que traiga consigo un cambio social, económico, político y educativo que permita que nuestros hijos, nuestros nietos y el resto de generaciones futuras puedan tener una calidad de vida garantizada.
Como profesora, como madre y como socióloga considero clave una educación basada en una mirada crítica a nuestro sistema de producción, desde una global, objetiva, crítica. Una mirada amplia del mundo. Y creo firmemente que debe comenzar desde esferas clave como la familia, el barrio, las escuelas, las universidades, las comunidades, desde la propia ciudadanía.
Es necesario una solidaridad intergeneracional que tome conciencia de la importancia de decrecer en términos económicos para crecer en términos sociales, intelectuales, y espirituales. Y es necesario la implicación de la educación en estos términos, dentro de la escuela y de las universidades, de la capacidad de dar a conocer, de analizar, de fomentar el desarrollo de ciudadanos críticos, informados y participativos, para ello es fundamental analizar los problemas a los que se enfrentan las sociedades y las generaciones futuras, despertar del sueño irreal y dar a conocer la opción de decrecer para crecer, para crecer en desarrollo humano y medioambiental.
Bibliografía
- Alexander, S. (2015). «Simplicidad». En: D´Alisa, G., Demaria, F. & Kallis, G. (Eds) Decrecimiento: vocabulario para una nueva era. Icaria. Barcelona. Pp 212-216.
- Garcia Camarero, J. (2017): Manifiesto de la transición hacia el decrecimiento feliz. La Catarata. Madrid.
- García Camarero, J. (2010). El decrecimiento feliz y el desarrollo humano. La Catarata. Madrid
- Latouche, S. (2003). «Por una sociedad de decrecimiento» en Le Monde Diplomatique, 97 (Edición Española).
A los decrecentistas y ecologistas: ni decrecimiento ni ecologismo, el capitalismo es el que es, el capitalismo realmente existente.
El discurso ecologista a menudo explica la crisis ecológica como la consecuencia de una actitud humana errónea con respecto a la naturaleza, una especie de avidez o de rapacidad del ser humano en cuanto tal. O bien se presenta la ecología como un problema que se puede resolver en el interior del capitalismo, con el “capitalismo verde”. Se habla entonces de la creación de puesto de trabajo en el sector ecológico, de una industria más limpia, de energías renovables, de filtros, de créditos al carbón… En realidad, raramente se indica que la crisis ecológica misma esta ligada a la propia dinámica del capitalismo.
No puede existir algo así como un crecimiento sostenible o un capitalismo sin crecimiento, esto sería verdaderamente una contradictio in adjecto.
El capitalismo es como un brujo que se ve forzado a arrojar todo el mundo concreto al caldero de la mercantilización para evitar que todo se pare, la crisis ecológica no puede encontrar su solución en el marco del sistema capitalista, que tiene necesidad de crecer permanentemente, de consumir cada vez más materiales, solo para compensar la disminución de su masa de valor. Por eso las proposiciones de un “desarrollo sostenible” o de un “capitalismo verde” no pueden conseguir resultado alguno, pues presuponen que la bestia capitalista puede ser domesticada; es decir, que el capitalismo tiene la opción de detener su crecimiento y permanecer estable, limitando así los daños que provoca, pero esta esperanza es vana: mientras continúe la sustitución de la fuerza de trabajo por tecnologías, en tanto el valor de un producto resida en el trabajo que representa, seguirá existiendo la necesidad de desarrollar la producción en términos materiales y, en consecuencia, de utilizar más recursos y de contaminar a mayor escala.
SE PUEDE QUERER OTRA FORMA DE SOCIEDAD, PERO NO UN TIPO DE CAPITALISMO DIFERENTE DEL “CAPITALISMO REALMENTE EXISTENTE”.
Así que por favor, y con el mayor respeto, porque estoy seguro lo hace de buena fe, con sanas intenciones, NO ENSEÑE EN LA ESCUELA LO QUE ES IMPOSIBLE, puede ocasionar tal vez más daño. Hay que enseñar la verdad: NI DECRECIMIENTO NI ECOLOGISMO, EL CAPITALISMO ES EL QUE ES, EL CAPITALISMO REALMENTE EXISTENTE
Saludos y no vaya a enfadarse conmigo por lo expuesto, pero Ana debo ser sincero.
arhc1991@gmail.com
No me enfado, por supuesto, le agradezco que haya comentado y expuesto su visión. No comparto su opinón que parece que es la imposibilidad de cambio, yo considero que si es posible ese cambio, y que además no es una utopía, aunque en sí las utopias deben ser siempre una meta del ser humano hacía el progreso. Zygmunt Bauman en su obre «Tiempos líquidos» sostiene que si no creemos ya en la utopía es porque vivimos en la utopía; es decir: en una utopía atroz; es decir: en una distopía. Cuando el hombre deja de creer en que es posible el cambio, cuando considera que el mundo no se puede cambiar, es cuando realmente debemos preocuparnos, hemos dejado de crear, participar, tomar decisiones y sobretodo de avanzar y soñar hacía un futuro mejor. Y por otro lado lo que no es posible es continuar creciendo ilimitadamente en un mundo finito, por lo que tenemos que educar en este sentido, construir una ciudadanía más consciente, crítica, informada, solidaria, y respetuosa con el medio ambiente. Yo creo en ello y me mueve la idea de dejar un mundo mejor para mi hija y para todos los que vengan detrás.
Ana usted cree en el cambio, casi todos creemos en el, pero lo que usted debiera entender es que ese cambio no se puede lograr en el marco de las relaciones de producción capitalista porque resulta imposible. Usted ha comprendido eso?
comparto el planteamiento base sobre el asunto decrecentista peeero
la revolución es una palabra muy grande que no cabe dentro de las aulas. la revolución empezaría por rebelarse contra las aulas y eso es muy difícil pues padres y docentes estamos bien pillados pro el sistema. imposible tampoco es. un camino de mucha soledad e incomprensión
( por lo demás muchas gracias Ana siempre es alentador leer planteamientos afines )
https://www.youtube.com/watch?v=V-uh56MksHs
Gracias Laura. Bueno yo creo que si se puede, de hecho creo que la fuerza es esa que esto sea algo que se cuele en todas las esferas de la sociedad que haya economistas que les hay que hablen de la importancia de hablar de ello en las universidades, en las titulaciones de economía, que se hable en el aula como expongo desde todas las materias, en la política, en la calle, que seamos más conscientes de la repercusión de nuestro estilo de vida en el medio ambiente, en el aumento de la desigualdad y la pobreza de miles de personas y en la imposibilidad de seguir viviendo así porque el mundo no puede sostenerlo. Hacer ver que van a ser nuestros hijos y nuestros nietos los que van a sufrir todas estas terribles consecuencias, las personas que más queremos y a las que estamos ignorando.
Respecto a la educación puede ser muy cuestionable el sistema o como ha sido utilizado, pero no en sí la propia idea de educación, por lo menos para mí, la idea de educar es, o debería ser brindar la oportunidad del conocimiento y a través del conocimiento poder ser más libres de elegir.
Es que no entiendo dónde expongo yo que el cambio debe darse dentro de las relaciones de producción capitalista. Vivimos en un sistema capitalista que influye y abarca todas las esferas ¿Desde qué ámbitos debe sino hacerse? Yo creo que desde todos, desde la ciudadanía y los movimientos sociales, desde la educación, desde la política, desde la economía, ….la idea es extenderlo a todas las esferas, desequilibrar las fuerzas que lo sustentan, fomentar la lógica y la racionalización de una producción y un consumo racional que responda a las necesidades reales y no ficticias, que no hipoteque la vida de las generaciones futuras.
Cuando hablo de hablar de decrecimiento en el aula hablo de la importancia de fomentar el pensamiento libre, la crítica, la innovación, el emprendimiento, la educación en valores medioambientales, en reforzar lazos entre el hombre y la naturaleza, desde edades tempranas, y hablo de la labor de cada profesor/a y de cada persona de expandir esta idea, en las escuelas, institutos, universidades, así como en la calle, en las plazas, en los bares. la labor individual de cada uno de crear movimiento social, de generar cambio, y cuando hablo desde el aula no me refiero a la instauración institucional del decrecimiento como materia en sí, o dentro del currículum pedagógico, sino la aplicación de este conocimiento, idea, pensamiento, por parte de los docentes en relación a cada asignatura.
Es como decir que no puedo aplicarlo porque vivimos insertos en el propio sistema de producción capitalista, y por tanto cualquier esfera está vinculada o forma parte de la misma, todos formamos parte de este sistema, eso no creo que signifique que en cada una de las esferas de la sociedad (en la política, educación, en la economía, en los medios de comunicación) haya personas que trabajen o intenten desde estos campos expandir esta idea, apostar por ella y fomentar el cambio social.
Como comprenderá cuando expongo asignaturas como comportamiento del consumidor, o movimientos sociales y participación ciudadana, o técnicas de comunicación en todas ellas se se analiza la el sistema capitalista que dirige y determina cada una de las estructuras sociales, todo o casi todo lo que sucede en el mundo y cómo influye el sistema de producción en la educación, en la política, en la economía, en la salud, en la comunicación, y por supuesto en la naturaleza y en la ciudadanía. Ahí se habla de decrecimiento, directa o indirectamente, cada vez que se cuestiona nuestro sistema de producción, nuestro estilo de vida, o los diferentes problemas a los que nos enfrentamos como sociedad.
El hecho de intentar ver más allá de lo concreto, extrapolarlo y ver con una mirada más amplia «la imaginación sociológica» permite ver la conexión y la relación entre ellas. Si desde la educación ponemos un mayor valor a la ecología, a lo determinante que es esta para garantizar nuestra subsistencia, a que por mucho que a ti no te interese o te importe el medio ambiente dependes intrínsecamente de él y de sus recursos limitados para poder vivir creo que habremos logrado un cambio. Si educamos para pensar y para ver más allá de lo conocido, lo cercano, más allá de lo vinculado a lo cultural, a los valores, o las creencias e ideologías, si damos a las personas la oportunidad de estar informados, de conocer, podemos darles la opción de elegir, de ser más libres, y de ver más allá de lo superficial.
Repito no expongo la instauración del decrecimiento como algo instaurado dentro de un currículum oficial, se perfectamente que existe una reproducción cultural del sistema y que la propia educación es una herramienta de poder utilizada para reproducir el sistema capitalista, sino que hablo de la labor de cada uno de nosotros de influir con nuestro granito de arena en ese cambio, y de la importancia por supuesto de la docencia como agentes que fomenten el cambio.
Ana, me temo que el tal Alden y el tal Ramón Izquierda son la misma persona, tal y como revelan los datos de su IP. Posteriormente a estos mensajes ha intentado enviar 2 utilizando otros 2 pseudónimos distintos y otros 2 emails de referencia distintos, aunque claramente con la misma estructura, lo cual es un indicio más de que son la misma persona. Esto incumple las normas más básicas de la netiqueta, y por tanto las normas de debate en esta revista. Es por ello que no vamos a publicar más comentarios de esta persona. Quería avisártelo y pedirte disculpas por no haberlo detectado antes.
Muchas gracias. No tiene importancia.
Opino que existe un tic sacerdotal y doctoral, impregnado desde el hogar, institucionalizado en la escuela y replicado en todo contexto institucional y laboral, que transmite al subordinado la nocion de que es un desastre y que si se le deja a su aire es como invocar las 7 plagas, de modo que se hace necesario sermonearle, amenazarle, acotar su ambito de libertad y apostrofarle por todo lo que salga mal.
Asi, este ser inmanentemente malefico, sobretodo por torpeza, ignorancia y propension a la comodidad, (tras su jornada laboral) … se dedica a « ….esperar una solución mágica en manos de la ciencia o la tecnología capaz de resolver todos los males de nuestra civilización y dotarnos de nuevos recursos sin tener que realizar esfuerzos ni reducir nuestro consumo. No podemos vivir de forma irresponsable »
Solo puedo decir que o encontramos otra forma de dirigirnos a «la gente» o no va a servir para nada.
Gracias por comentar. Bueno puede ser interpretado de esa forma, aunque no es tal mi intención. No pretendo calificar a la ciudadanía de maléfica, irresponsable ignorante o cómoda, sino más bien que uno y me incluyo cada vez es menos libre (de no ser maléfico, ignorante o cómodo), es decir de es muy difícil por no decir imposible no formar parte de un sistema o entramado de relaciones de producción y consumo basadas en el abuso, la explotación, la desigualdad y la pobreza, y lo que revindico es un conocimiento más global, más amplio de nuestra forma de relacionarnos con el mundo, la naturaleza y los seres humanos, analizando el dominio de un sistema de producción que nos convierte en una sociedad del consumo y del derroche ilimitado.
Desde luego un problema que tenemos es que tendemos a llevar a un terreno personal y pensar en “culpables” e “inocentes”, a considerar que es una hipocresía cuestionar un sistema que te da de comer, que te permite tener comodidades o que te garantiza una calidad de vida, no nos gusta un discurso donde se hable de responsabilidad no sólo de los poderes políticos o económicos sino también de la responsabilidad personal, de la responsabilidad ciudadana. Desde mi punto de vista la responsabilidad va ligada a la libertad de elección, en el sentido que para que esta se dé es previo tres aspectos. SABER, PODER, Y QUERER. Uno es conocer, estar suficientemente informado para poder elegir si quiere o no contribuir a una causa, un movimiento, una idea, un cambio, lo segundo es tener la posibilidad de elegir, tener en la práctica una posibilidad real para actuar, herramientas que permitan participar, y lo tercero querer formar parte de ello.
Muy bueno tu artículo Ana,Sobre todo al tocar el tema crucial la diferencia que hay entre el «desarrollo económico» (casi el único que se considera en el sistema capitalista del crecimiento) y el «desarrollo humano», el cual es indispensable para conseguir la felicidad vía decrecimiento feliz. un decrecimiento feliz que espante a todos los fantasmas del consumismo generador de insatisfacción constante e infelicidad. Me despido con tu frase final que debería ser una pancarta universalizada: «decrecer para crecer, para crecer en desarrollo humano y medioambiental».
Que suerte tienen tus hijos al tener una madre con las ideas tan claras.
j.g.c.:…29-mar-2018 Ana como muy bien dice el Coordinador 15/15\15: “el tal Alden y el tal Ramón Izquierda son la misma persona”, y desde luego tiene mal intencionalidad al afirmar que has dicho algo que no has dicho: “que el cambio debe darse dentro de las relaciones de producción capitalista”… en esto y en sus ganas de echar por tierra tu esplendida y necesaria visión de la enseñanza del decrecimiento feliz en todos los ámbitos. Trata de crear confusión (adoptando una configuración “anticapitalistoide”) en el sentido de que se llegue a confundir la indispensable (y para mi prioritaria) acción de la enseñanza y difusión de la idea del decrecimiento feliz con la idea de la enseñanza consumista-crecentista que no para de difundir el sistema capitalista. Sería como confundir los “medios de información” con los “medios de desinformación”. Según sus indicaciones es igual la buena enseñanza y la mala enseñanza, es decir toda enseñanza es mala. Es malo y rechazable informar y ayudar a abrir los ojos, esto para los turbios siempre es malo y rechazable.
Muchísimas gracias Julio, tus palabras me han ilusionado mucho, y tus publicaciones han sido una inspiración. Encuentro en tu Manifiesto de la Transición al Decrecimiento Feliz una visión clarificadora y una guía, y para mí fue una suerte descubrirlo por el énfasis, la relación, la definición y la defensa de la felicidad como uno de los ejes claves del decrecimiento, ponderando la importancia de esta asociación cuando como expones el capitalismo ha generado una visión de la felicidad vinculada a un estilo de vida consumista y derrochador, haciéndonos creer que la felicidad es inseparable del dinero, de lo material, del despilfarro, de la posesión y acumulación de bienes, del cuanto más mejor, cuando en realidad todo ello es un espejismo que hace a los individuos infelices, dependientes, pobres espiritualmente, pero sobretodo esclavos del sistema, despojados de su libertad. Gracias a ti por leer mi artículo, por tus aportaciones y por tus escritos que son una luz para el cambio y para mi han sido de tremenda utilidad.
Coincido totalmente con Alden: no puede puede darse una solución a la actual crisis socio-ecológica en el marco del propio sistema capitalista, ni bajo la forma neoliberal, ni bajo la forma de un «capistalismo verde»… La única salida efectiva es esa: salir, lo que no quiere decir, claro, que esa salida se vaya a producir de ahora para mañana. Y por supuesto que lo deseable es que esta salida se produzca de forma pacífica, por la vía del diálogo… pero está claro que hay que escapar de este sistema de producción, lo que implica configurar otro modo de vida con menos «esclavos energéticos» y repartidos de forma equitativa. Y sí, Laura, rebelarse contra las aulas de la escuela estatalizada obligatoria, privada o concertada… Ese sería el punto de arranque….
Por cierto, aconsejo la lectura de este texto, del gran Miguel Amorós: https://kaosenlared.net/antidesarrollismo-vs-decrecimiento/
Pues es sorprendente que estés de acuerdo con el tal Alden que yo creo que según el coordinador de la Revista no es más que un trol. Te dejo textualmente lo que expone el coordinador de la revista: “Ana, me temo que el tal Alden y el tal Ramón Izquierda son la misma persona, tal y como revelan los datos de su IP. Posteriormente a estos mensajes ha intentado enviar 2 utilizando otros 2 pseudónimos distintos y otros 2 emails de referencia distintos, aunque claramente con la misma estructura, lo cual es un indicio más de que son la misma persona. Esto incumple las normas más básicas de la etiqueta, y por tanto las normas de debate en esta revista. Es por ello que no vamos a publicar más comentarios de esta persona. Quería avisártelo y pedirte disculpas por no haberlo detectado antes”.
Respecto a tu opinión, opiniones hay diversas, PERO NO HAGAS DEMAGOGÍA SOBRE COSAS QUE NO SE DICEN EN EL ARTÍCULO: NO ESTOY A FAVOR DE NINGÚN TIPO DE SISTEMA CAPITALISTA, LIBERAL, NEOLIBERAL Y MUCHO MENOS DE NINGÚN CRECIMIENTO, VERDE O NO VERDE, y si te has leído con detenimiento mi artículo, que veo que no, verás que en absoluto expongo nada parecido a lo que dices. PERO SI DEFIENDO Y SEGUIRÉ DEFENDIENDO EL CAMBIO A TRAVÉS DE LA NO VIOLENCIA, DE LAS TÉCTICAS DE LA DESOBEDIENCIA CIVIL QUE ES UNA FORMA DE LUCHA NO VIOLENTA, Y LO QUE ES LO MISMO A TRAVÉS DEL PACIFISMO, y POR SUPUESTO A TRAVÉS DE LA EDUCACIÓN ES SU CONCEPTO MÁS AMPLIO, PORQUE LOS CAMBIOS LOS HACEN LAS PERSONAS NO LAS INSTITUCIONES, Y ESA FORMA DE LUCHA ES LA QUE HA TRAIDO CONSIGO MULTITUD DE REVOLUCIONES.
Hola Ana. Dos cosas. La primera es que no sé quién o qué es Alden (tengo entendido que un trol es alguien que entra para sabotear con comentarios o un bot, no?). Así y todo dice cosas con las que estoy de acuerdo. Por ejemplo: «No puede existir algo así como un crecimiento sostenible o un capitalismo sin crecimiento, esto sería verdaderamente una contradictio in adjecto» Totalmente de acuerdo, sea un trol o maria santísima el que lo diga.
Lo segundo es que en ningún momento yo he dicho que tú defiendas en tu artículo el capitalismo. Si revisas mi comentario no he dicho que tú hayas dicho esto o lo otro, simplemente hago ciertos comentarios sobre el decrecentismo para abrir vías de debate.
Ahora bien, si me meto a analizar tu artículo la única crítica constructiva que puedo hacer es que lo considero algo «impreciso» y lleno de lugares comunes. Por ejemplo, hablas de establecer «una mirada crítica a nuestro sistema de producción»; estaría bien detallar cómo sería ese sistema de producción, qué haríamos con la propiedad privada, cómo repartimos la riqueza (la riqueza energética también, es decir, los esclavos energéticos por persona…) Cuando hablas de «Decrecer implica por tanto reducir nuestro impacto en el medio ambiente, reciclar y reutilizar» no detallas las limitaciones del reciclado (para reciclar, en la mayoría de los casos hay que aportar energía y muchas sustancias están tan DISPERSAS en la tecnosfera que es inviable en términos energéticos recoclarla…) ni cuánto de lo que se produce actualmente se seguiría produciendo -en qué consistiría numéricamente esa reducción, y si eso sería compatible con la propia esencia del capitalismo de crear valor, y aumentar la tasa de beneficios a toda costa-, por no hablar de que, queramos o no, y en vistas de que la producción de petróleo mundial está descendiendo, esa reducción paulatina de producción ya se está produciendo y será lo que suceda en las próximas décadas. Quiero decir que el propio capitalismo disfrace como se disfrace está abocado a producir menos, y las élites mundiales, lxs que dirigen este imperio colonial, ya se están preparando para eso; ellxs mismxs son decrecentistas. Cuando dices que «Lo que comemos no es sano, lo que nos viste contamina y aboca a miles de personas a la pobreza extrema», ya lo sabemos todxs que lo que hay en los supermercados es mierda pura, pero estaría bien entonces ver qué hacemos con la gran industria de la bollería industrial, con la ganadería intensiva… Cuando hablas de defender una «una solidaridad intergeneracional que tome conciencia de la imprtancia de decrecer en términos económicos para crecer en términos sociales, intelectuales, y espirituales», estaría bien detallar qué es «crecer en términos intelectuales y espirituales» (digo lugar común porque creo que nadie que suela entrar a este blog esté de acuerdo en defender una «insolidaridad intergeneracional»)
No estoy en contra de tu discurso. Me parece bienintencionado. Sólo digo que es muy saludable y urgente profundizar en esas críticas y propuestas. Y sobre todo debatir, debatir, intercambiar opiniones y aprender entre todxs. Ojalá que se nos una más gente a este debate.
Comparto completamente estas reflexiones, Ana. He trabajado como educador ambiental y creo que es indispensable despertar la conciencia ecológica en las aulas. Los niños y niñas responden sin prejuicios a estos temas, y en ellos está la clave de una sociedad futura que prefiera progresar fuera de la tiranía de los beneficios económicos. Aunque la única forma de revolución que haría posible el cambio de paradigma de forma pacífica y global sería lo que Krishnamurti llamó «revolución interior», que vendría a ser la liberación de unos procesos mentales que someten nuestra voluntad y la hacen plegarse a la reacción ante estímulos emocionales (deseo, ira, miedo), y que es la razón última que nos convierte en seres con múltiples adicciones (dinero, droga, alcohol, tabaco, juego, violencia, morbo, comida…). ¿Y acaso no se basa el capitalismo actual en la satisfacción imposible de todas esas adicciones?
Pides unas respuestas más concretas sobre planes de acción reales, pero no soy ese genio, no es mi campo, lo que si soy es consciente de que existen límites y problemas a cualquier solución, no existen píldoras mágicas, como intentan hacernos creer algunos sectores a favor del Crecimiento Verde o los tecnopositivistas que ponen toda su fe en la ciencia como solución a todos nuestros males, sin luego curiosamente hacer ni caso a los informes Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Incrédulos con la ciencia que les pinta un escenario real de colapso, pero totalmente ciegos de fe en que la ciencia nos va salvar y conseguir una cura para todos nuestros males, para que todo siga igual.
Mi artículo, va de lo esencial, de la primera piedra que es dar conocer la situación existente, las causas y las posibles soluciones, si las hay (yo creo que sí, no son mágicas, ni van a resolver todo, pero permitirían vivir en la tierra a generaciones futuras y la paulatina recuperación, pero no deja de ser mi creencia, aunque está fundamentada en algunos datos y estudios de expertos, no proceden de la fe), y por supuesto las repercusiones. Raramente vamos a dejar de ser una sociedad analfabeta ecológicamente si nos faltan pilares clave dentro de nuestro sistema educativo, el primero el pensamiento sociológico o crítico , la “imaginación sociológica “como denominó Wright Mills, a el análisis lo más objetivo posible del mundo, de la realizad, que significa dejar a un lado los prejuicios, los valores culturales, las circunstancias personales, históricas, la ideología, religión, y demás factores, o lo que es lo mismo ser consciente de todas ellas y como están nos influyen para crear nuestra noción de mundo, realidad, bueno, malo, y demás conceptos sobre todo lo que existe. Conocemos y pensamos a través de la idea que se nos da, por poner un ejemplo, de lo que es desarrollo, con una visión siempre muy etnocéntrica y ligada al crecimiento económico, cuando aprendamos a ver-mirar la realidad de una forma más plural y menos contaminada, más empática, podremos tener una visión más global de lo que sucede en el mundo, de las, múltiples relaciones y por ello no quedarnos en lo superficial. Por otro lado, cuando demos desde la educación el valor real al ecosistema, o la Tierra que nos da cobijo, alimento y vida en general, y veamos como cualquier aspecto de nuestras vidas está intrínsecamente relacionado con la misma, podremos también cambiar nuestra forma de relacionarnos con la misma desde una posición de explotación como es la actual, a una relación de cuidados, recíproca, aprenderemos a proteger nuestro planeta. Que el discurso suena muy obvio, o muy poco preciso, pues es hasta donde doy, no soy ninguna eminencia pero ojala por muy básico que sea mi discurso que más personas al menos fueran conscientes de que hay límites planetarios y que es necesario un cambio radical en nuestra forma de vida. Respecto a soluciones, desde luego que todo genera impacto en el medio, reciclar como bien indicas genera impacto, de ahí efectivamente que las energías verdes no sean la solución mágica a nuestros problemas si esta se entiende como seguir utilizando la misma cantidad porque para producir energía aunque sea verde se necesita energía y materiales que son escasos, pero si es una de las vías, la primera consumir mucho menos energía, segunda una transición a energía renovable (que se entienda bien, imposible cubrir la actual demanda de energía con energías renovables, estas sólo deben de producirse en esa transformación de un descenso muy considerable en relación a la energía que se consume actualmente). No voy entrar en un discurso de propuestas porque no soy una experta, pero hay dos claves, una reducir, vivir con menos, creo que es simple y se entiende, y me refiero al 20% de la población que vive por encima de las posibilidades reales del planeta, el 80% tal vez mejoraría, decrecer no implica decrecer en todo, por ejemplo: Disminución o desaparición de automóvil particular, por transporte público como trenes. (matizo, por si acaso esto no significa que abogue por seguir moviéndonos como nos movemos pero en” transporte verde”, lo primero que hay que hacer es dejar de viajar como si esto fuera algo posible y sostenible, como si fuera un derecho viajar de vacaciones al extranjero cogiendo aviones a diestro y siniestro porque salen muy baratito, es decir, no coger aviones, por ponerte algo concreto, pero no sólo aviones todo tipo de transportes, viajar menos, mucho menos) . Otra propuesta, trabajar menos, una sociedad con una reducción drástica del trabajo, producción local, generación de empleos basados en la reparación (que han desaparecido en los últimos años), cooperativas, consumos colaborativos, vuelta al medio rural, y respecto a la industria, ¿No está claro? Desaparecería, ese tipo de industria debe desaparecer. No es posible ni viable mantener un tipo de ganadería y agricultura como la actual. Más población trabajando en el campo y en la agricultura, sin maquinaría a penas, utilizando la fuerza de los animales, si, volver al pasado en algunos aspectos, y es posible hay sociedades tradicionales que aún viven así, (Y no siempre lejos como pensamos, algunas aldeas y algunas zonas ruarles de nuestro país permanece de alguna manera algunas formas tradicionales de este tipo de sistema más integrado con el ecosistema) y no tienen una baja calidad de vida, ahora ahí cada uno puede tener un concepto o idea distinta sobre que es calidad o bienestar, yo prefiero el término de buen vivir, basado en el ´Sumak Kawsay´, que recoge una visión del mundo centrada en el ser humano, como parte de un entorno natural y social.
Pero antes de todo ello y para que todo eso se dé, que no es tan imposible de hacer como lo más difícil que es cambiar el imaginario de las personas, la idea de que no es posible el cambio, de que no hay solución y de que no es posible esa otra forma de vida, y sobretodo que esa forma de vida también es bienestar, calidad de vida, implica menos tiempo dedicado a ser un exclavo del trabajo, implica mayor libertad individual, pero también mayor cercanía con la comunidad, algo que el sistema capitalista ha ido mermando a favor del individualismo, una mayor calidad de vida o buen vivir desde lo que comemos hasta el aire que respiramos, y por último una capacidad para ver que más allá de lo que conocemos. Existen posibilidades de otras formas de vida alternativas. Soluciones como te digo y propuestas hay varias, y por supuesto no sería un mundo perfecto, ni se van a terminar todos los males, e incluso para ello, para esa transformación habrá cambios dolorosos, situaciones no idílicas, impactos negativos, pero básicamente consiste en vivir una vida simple, para mí ese es el único camino alternativo, te recomiendo la lectura de Ted Trainer, que expone claramente muchas propuestas concretas en su obra: “Vía de la simplicidad”.
Y yo como profesora como experiencia lo que veo es muchas veces una sensación de impotencia, de incredulidad, de mentes que creen que no hay más realidad y mundo que el conocido, porque han sido socializados a través de un sistema que les ha impuesto unas formas de entender el mundo ligadas efectivamente a una única realidad, la del sistema capitalista. Personas que creen que el sistema capitalista es un gigante imposible de destruir, ni siquiera muchas veces de concebir otras formas alternativas, de ahí se deduce una falta de capacidad de imaginación, de amplitud de miras, porque existen tantos modelos y alternativas como la capacidad de nuestra mente sea capaz de abarcar, siempre y cuando seamos conscientes de que existen límites biofísicos, por ello nuestro mayor reto es ser tremendamente utópicos porque no hay ahora nada más realista que eso, lo contrario es elegir la destrucción del mundo, y aquí sí quiero creer con toda mi fe que eso no va suceder.
No quiero terminar sin mencionar que hay algo esperanzador, algo muy grande en los movimientos sociales por el cambio climático, y que las trasformación vendrá por ahí, por la movilización social o no se dará, no van cambiar las instituciones, la económica ni la política, los únicos que pueden hacer el cambio son las personas, y de ahí que cuanto mayor sea el conocimiento, y ahí el papel de la educación en su sentido amplio, o concretamente de los/as profesores, más posible puede ser el cambio de mentalidad de no se puede a sí se puede.
Yo también Ángel veo que en las edades tempranas aún existe una mente más amplia, no se han interiorizado aspectos subyacentes relacionados con valores culturales, como puede ser las relaciones entre hombres y mujeres basados el sistema patriarcal., por poner un ejemplo, luego van moldeándose en relación al proceso de socialización, por eso es cierto que es fundamental el cambio que aunque tiene que darse ya porque no hay tiempo, probablemente sean los/as niños/as actuales los que tengan una mayor conciencia crítica y un mayor conocimiento medioambiental…. Si no es a través de la educación, a través de dónde, de la política, de la economía, de la fuerza y los conflictos armados?….no sé, da herramientas para pensar, esa es la mayor fuerza, el mayor poder, sino es de este modo cualquier otro me parece ilegítimo. La participación y los movimientos sociales son fruto también de una forma de expansión de conocimiento, de educación en sentido amplio, parten de tres pilares: Saber: otorgar el conocimiento o la información, Poder: capacidad real para poder participar, Hacer oír tu voz, y Querer: la posibilidad de querer participar, de formar parte.
El sistema capitalista es un modelo basado en la satisfacción inmediata, irreal, ya que el objetivo es crear individuos/as vacíos, insatisfechos/as, consumidores insatisfechos mejor dicho, de ahí que fomenta estudios vinculados a la economía, tecnología, no le interesa la ciencia dedicada a la ética, a la espiritualidad, a la filosofía, a lago más transcendente que lo material, que lo monetario, porque coarta sus alas. Toda ciencia crítica, que se cuestiona cualquier sistema o modelo, es atacado, no hay más que ver a Bolsonado y su lucha contra las carreras de filosofía y sociología, no es bueno que las personas piensen para el sistema capitalista es bueno que las personas compren y consuman, y trabajen, nada más. Lo demás es irrelevante, se reduce la persona a producto o máquina de producción, a valor monetario.