Desde hace meses escucho y leo noticias sobre cómo la industria automovilística ha trucado los motores de vehículos para que cumpliesen con las normativas medioambientales. Una mentira más en una sociedad/economía/sistema a la que para intentar mantener el espejismo del crecimiento perpetuo solo le/nos queda la mentira.
Lo de la estafa del trucaje del software de los coches es solo un ejemplo más de la situación paradigmática en que vivimos; solo nos queda la mentira para continuar diciendo que todo va bien, que podemos mantener el crecimiento continuo, que con voluntad y desarrollo tecnológico se soluciona todo.
Y nos mentimos en todo, o casi todo.
La mentira —que, como todo, en su justa medida puede ser una herramienta de supervivencia— cuando se generaliza y es utilizada de forma intensa y extensa, se torna en un arma de destrucción masiva.
En el sistema económico/cultural/político en el que vivimos la inmensa mayoría de la Humanidad, el capitalismo 3.0, neoliberal, en sus diversas modalidades, que tiene como principio y fin el crecimiento continuo de los beneficios, hace muchos años que para mantener dicho principio solo puede utilizar la mentira, el engaño, la estafa, a todos los niveles, estamentos y relaciones. Entre las personas, entre las empresas, entre los Estados, con nosotras mismas. Y no solo es en la economía, también lo es en las relaciones personales, en el amor romántico, en la educación, la alimentación, la salud, el deporte, la cultura, la comunicación, la política, la religión, etc. En todo, pues.
Mentimos y nos mienten, y nos dejamos mentir, para no reconocer que no es posible mantener nuestro nivel de consumo/comodidad.
Y cuanto más tardemos en reconocer, y cambiar, este paradigma, más nos costará reemplazarlo por otro en el que asumamos nuestro límites como especie animal. Unos límites físico/químicos y psicológicos que nos son sobrevenidos por el hecho de vivir aquí y ahora, por vivir en un planeta finito muy alejado de cualquier otro habitable, y dependiente de una estrella, el Sol, que nos calienta y que, más tarde que temprano, se apagará.
En nuestra ansia ancestral por no asumir que todo cambia, que como personas/animales somos
finitos, en un universo infinito, nos hemos refugiado en la mentira en un intento vano por no asumir una realidad que nos supera con creces. Una realidad que nos impone sí o sí unos límites y unos tiempos, y que ninguna mentira individual o colectiva puede soslayar, ni aplazar, ni —a medio y largo plazo— tapar.
La capacidad de transformación que ha adquirido la Humanidad desde que conseguimos dominar el fuego hasta hoy, nos ha desequilibrado enormemente. Y frente a ese gran desequilibrio/locura, nos hemos escondido detrás de la mentira para, en un intento vano, escapar de la real realidad: Somos seres vivos que para maximizar nuestra perpetuación como especie animal necesitamos mantener un delicado equilibrio entre lo que consumimos y lo que desechamos, y si aceleramos el consumo y la producción de desechos, aceleramos nuestra extinción como especie.
Dejémonos de mentirnos, de mentirnos a gran escala. Asumamos nuestros límites como individuos y como especie, y viviremos más tranquilas y dignas.
Desde hace mucho tiempo es evidente que dirige nuestras vidas LA MENTIRA, LA MEDIOCRIDRAZ Y LA MANIPULACIÓN. Solo la CULTURA , la HONRADEZ y la INFORMACIÓN puede contrarrestrar la situación.
Os dejamos un artículo que va en esta línea por si es de interés. Un abrazo!
Perdonad, no iba el enlace al artículo: https://elpais.com/elpais/2017/07/17/alterconsumismo/1500277232_148001.html…
Bs
Muchas gracias !!!!!! Salud y suficiente energía para todas.
Hace tiempo Dennis Meadows uno de los autores del libro “Los límites del crecimiento”, importante y muy recomendable su lectura, nos dice lo mismo que plasmas en tu articulo: – NO EXISTE EL CRECIMIENTO FISICO SIN FIN EN UN PLANETA FINITO- . Esto se sabe desde 1972, año de la presentación de su estudio en el Club de Roma.
No interesa… se oculta.
Gracias Macaham !
Vivimos demasiado cómodas como para cambiar. Solo la realidad, al imponerse rotundamente, nos obligará a asumir los límites.