Podemos... frenar.
Casdeiro

La vía institucional como freno para un cambio integral

//
Share

(Artículo previamente publicado en el blog del autor. Ha sido revisado para su publicación en 15/15\15)

Si enfocamos el objetivo hacia la política institucional y comenzamos a investigar las propuestas que, desde dentro de este marco, han intentado transformar la sociedad, nos encontramos con una sucesión de fracasos históricos que ratifican la teoría que en este texto vengo a exponer.

Los primeros ejemplos más recurrentes que se me vienen a la cabeza, son los llamados proyectos socialistas que sucumbieron en el pasado siglo en el este de Europa, modelos de sociedad que se asentaban en una oligarquía de partido, donde el poder político, social y económico recaía en los diferentes órganos del partido único, sujeto político que se encargaba de guiar a una sociedad alienada, jerarquizada y organicista de la que el propio Marx hubiera huído corriendo. Por no hablar —si seguimos una línea similar— del fracaso que supuso la Revolución China, de la conformación de la Corea Comunista o de la malograda Cuba; modelo, este último, por cierto, que siempre intentan desde algunos sectores de la izquierda ibérica alejar o diferenciar de los modelos soviético o coreano. No entraré a cuestionar dicha diferenciación, pero sí a enunciar, que a día de hoy, es imposible conformar en Cuba un sindicato libertario no dependeniente del partido único de la Isla caribeña, hecho el cual —desde mi punto de vista— deja en evidencia el modelo de sociedad autoritaria y coercitiva que supone el modelo cubano.

Por último, y en torno a esta tradición estatista de corte marxista —por establecer una denominación paragüas más o menos fidedigna—, no podemos dejar de hablar de la reciente experiencia en América Latina de los gobiernos de Ecuador, Bolivia o Venezuela, gobiernos que se han sustentado en un populismo de izquierdas basado y asentado en políticas extractivistas y productivistas. No es mi intención, evidentemente, cuestionar dichos modelos desde una visión liberal y capitalista; sí lo es, por el contrario, fundamentar mi crítica en base al análisis que desarrollan muchas compañeras libertarias y ecologistas de América Latina. No solo existen blancos o negros; también en la vida existe cabida para los grises. Por ese motivo, no todos los que cuestionamos la revolución bolivariana nos situamos del lado de los fascistas liberales venezolanos, de la misma manera que, cuando cuestionamos a Podemos no nos emplazamos en el lado de Ciudadanos o del PP.

Dicho esto, giraré el objetivo hacia las supuestas democracias europeas donde proyectos que se planteaban como una alternativa de cambio integral —me refiero a los Verdes de Petra Kelly, considerados a sí mismos como un partido-antipartido— entraron y se asentaron en la política alemana bajo circunstancias muy excepcionales. Los escándalos de financiación (Caso Flick) junto con otras cuestiones, dieron lugar al cuestionamiento de un sistema político que por el año 1976 se repartía el 99% de los votos de la RFA entre tres partidos: democristianos, socialdemócratas y liberales. Todo esto supuso el abono perfecto para la creación de un nuevo partido político, situación que a muchos/as nos recuerda al nacimiento de Podemos derivado de la crisis bipartidista en el Estado Español; la historia no siempre se repite, pero, a veces, puede ser similar en cuanto a la creación y deconstrucción de los sujetos políticos.

Como suele ser característico en los movimientos políticos que se institucionalizan, la confrontación entre realos (dirigentes cercanos a la socialdemocracia) y lxs fundis (leales a los principios del ecologismo social y de la democracia directa) llevó a que en 1991 el control del partido recayera en manos de una alianza de centristas y ecoliberales. Los pactos con el PSD alemán y la normalización del sistema capital-productivista en Alemania, envió el espíritu rupturista inicial de lxs verdes a la papelera de la historia.

Al hilo de lo enunciado en el párrafo anterior, me gustaría señalar que cualquier pacto con sujetos políticos que difieran en materias tan importantes como el modelo productivo (socialismo estatista, social-democracia vs. economía post-productivista) o de organización política (democracia directa vs. democracia representativa o de partido único) implica, con el tiempo, una ruptura de dicha coalición, o bien la asimilación por parte del contrario, y a que el sector ecosocial asuma los métodos y contradicciones insalvables del sistema político y socio-económico actual.

Por lo tanto, es fundamental recordar que en el hipotético caso de que llegaran al poder los verdes en la actualidad, estos tendrían que lidiar e intentar conjugar una sociedad ecosocial y horizontal con gigantes capitalistas como Amazon o el Banco Santander, sin olvidar que tendrían que gestionar estructuras violentas y coercitivas como el ejército, la policia o la Guardia Civil. Todo ello supone, a mi entender, un callejón sin salida que emplaza al movimiento ecosocial a buscar otras vías al margen de la política institucional, ya que lo relatado anteriormente supone una serie de contradiciones insalvables.

Si seguimos con la cámara de la historia y apuntamos el objetivo, en esta ocasión, hacia la Grecia actual, chocamos de frente con la realidad de Syriza y de todos aquellos recortes (caso de las pensiones), privatizaciones (agua y metro de Atenas), y de un sinfín más de medidas del estilo que se ejecutarán en el futuro para seguir las directrices de la Troika. Todo ello ha venido acompañado de un malestar social que ha llevado al país, de nuevo, a un contexto de huelga. Otros hechos que se critican recurrentemente al ejecutivo griego son su lamentable gestión de la crisis de las refugiadas o la venta de armas al Estado de Israel.

Si retornamos a nuestra casa, a la Península Ibérica, son varios los ejemplos que evidencian que es imposible avanzar hacia otro modelo civilizatorio desde las instituciones: la pésima gestión que se hizo del asunto de los titiriteros por parte del ayuntamiento de Madrid, al igual que las promesas incumplidas en torno a la municipalización de los servicios externalizados, son algunos de los hechos objetivos que nos demuestran que cuando hay que tomar decisiones que intentan trastocar el imaginario colectivo vigente, el equipo de gobierno de Ahora Madrid prefiere no remover demasiado la realidad hegemónica, no vaya a ser que sus socios de Podemos no puedan revalidar sus ayuntamientos del cambio dentro de dos años por radicales y antisistema. Es preferible, qué duda cabe, que nada de lo instaurado se modifique o cambie.

En este contexto propio de The Matrix, el Ayuntamiento de Madrid invierte, por un lado, en proyectos de economía social para maquillar su rostro mientras, por el otro, Manuela Carmela no tiene reparo en asistir a actos de la Fundación Reina Sofía, a eventos religiosos junto con obispos y cardenales o a negociar con la patronal todo tipo de acuerdos que, más que favorecer a las mayorías sociales, ahogan aún más, si cabe, a las clases populares de la ciudad madrileña.

No se trata se soltar bilis por la boca, ni de criticar por criticar. Ya sabemos que Ciudadanos, el PSOE y el PP son una vergüenza y la encarnación de los poderosos, pero ¿qué es Podemos? ¿Realmente nos pensamos que van a poder cambiar la realidad vigente desde unas reglas que están diseñadas para mantener la situación actual? ¿De verdad creemos que si Podemos llegase al poder podría instaurar un sueldo máximo interprofesional para asentar en el Estado una Renta Básica para todos y todas las ciudadanas? ¿Podría Podemos domar a la Troika y sus exigencias? ¿Sacaría Podemos de la OTAN al Estado Español? ¿Cómo gestionaría Podemos o EQUO —quienes dicen ser pacifistas— estructuras antidemocráticas y violentas como el Ejército o la Guardia Civil? Estas y muchas otras preguntas que me dejo en el tintero, ponen de manifiesto tan solo algunas de las contradicciones insalvables que no quieren reconocer o poner sobre la mesa muchos de los cargos públicos de Podemos, Equo o de la izquierda parlamentaria en general.

Algunos entendíamos la realidad municipal como una esfera diferente a la parlamentaria o la autonómica —en mi caso—, tomando como referente el municipalismo libertario de Murray Bookchin. No obstante, una vez te sumerges en ese mar y te colocas el traje de buzo, eres más que consciente de que te enfrentas ante dos posibilidades: o bien asimilarte al sistema y conformarte con hechos simbólicos que en realidad no trastocan la sumisión que viven las mayorías sociales ni mitigan la explotación que sufre el planeta, o bien agarrar la realidad de frente y continuar la lucha desde otros marcos de actuación más sanos y horizontales.

Por último, y por no hacer más extenso un artículo que daría por lo menos para unas jornadas de varios días, quería recordar desde estas líneas lo que está ocurriendo en Barcelona. La antigua activista de la PAH, Ada Colau, que gritaba a pleno pulmón aquello de «¡Fuera la mafia!», ha acabado cogobernando la ciudad con el PSC, reprimiendo a los manteros de su ciudad, acogiendo ferias que promueven un modelo de sociedad megalómano y consumista diametralmente opuesto al que defendían en su programa, o ejerciendo una gestión lamentable del conflicto del Metro de Barcelona.

Al final, y desgraciadamente, el círculo se cierra y los que decían ser «la alternativa» se apoyan en los que eran «la casta» para poder gobernar o cogobernar. Los que antes eren «lo mismo» —el PP y el PSOE— ahora parece ser que ya no lo son tanto para la gente de Podemos: existen «matices», dicen ahora, l@s de morado. Cada quien que saque sus propias conclusiones. Eso sí, si me pidieran que definiera con una sola palabra el significado de la política institucional, diría sin lugar a dudas, que dicha palabra es la hipocresía.

Las instituciones estatales —en todas sus esferas— son un freno para aquellas personas que buscamos la ruptura con el sistema capital-productivista y la construcción de una alternativa civilizatoria más ecológica, feminista y libertaria.

¿Que es lo que se puede ser hoy día? No se puede ser otra cosa que anarquista.
—Lucio Urtubia

Podemos... frenar.
Casdeiro
Click to rate this post!
[Total: 2 Average: 3.5]
Share

Técnico de Animación Sociocultural y estudiante de sociología por avatares del destino. Escribe en torno a cuestiones como el ordenamiento territorial, la democracia directa, la auto-organización popular, la soberanía alimentaria o energética, buscando la creación de un espacio de vida filosófico, político, social y económico en armonía con la naturaleza y respetuoso con la diversidad colectiva e individual.

6 Comments

  1. Yo creo que este tipo de críticas son bastante endebles, que no son lo suficientemente fundamentadas como para hacernos rechazar las estrategias duales (aunque quizás sí apoyar un rechazo a las estrategias únicamente top-down).

    Por un lado reclamas un cambio integral, pero si hablamos de integridad no podemos dejar fuera una entidad que a día de hoy aún controla buena parte de la energía y recursos de todo tipo en nuestras sociedades.

    Por otro, la tesis de que «si no podemos cambiarlo todo, entonces no podemos cambiar nada» me parece de un reduccionismo que no se justifica. Entre el «todo» y el «nada» hay un gran abanico de posibilidades de acción. Y no me vale que los Grünen, o Cuba o Corea del Norte o cualquier otro ejemplo de otro tiempo, lugar y con otros protagonistas y circunstancias fracasase (lo cual también habría que matizar, pues algo digo yo que conseguirían mejorar en la vida de la población en general, al menos algunos de ellos, no?). Tampoco se tiene en cuenta el momento de excepcionalidad y emergencia histórica a nivel planetario en la que nos toca vivir.

    Te sugiero que leas mi libro «La izquierda ante el colapso de la civilización industrial» para tener una perspectiva diferente acerca de las necesidades que nos obligan, incluso a quienes tenemos espíritu libertario, a embarrarnos en la política institucional, aunque sólo sea para intentar marcar la diferencia y evitar parte del inmeso sufrimiento que nos espera a cuantos más conciudadanos mejor.

    También te sugiero darle una lectura a mi carta a los «amigos libertarios»: http://casdeiro.info/textos/2015/08/15/amigos-libertarios-e-a-hora-de-vos-implicardes-no-estado/ (aunque esté en gallego creo que no tendrás problema en enteder sus argumentos principales).

    Estaria bien conocer tu posicionamiento acerca de esos argumentos que yo doy, junto con otra gente consciente del colapso civilizatorio, más allá de ese lugar común en la izquierda libertaria que expresas en este artículo, que es legítimo, pero me parece insuficiente a estas alturas, sabiendo lo que sabemos de la excepcionalidad histórica que vivimos.

  2. De acuerdo con algunas cosas del artículo (que las alternativas tienen muchas posibilidades de acabar plegándose) pero no indagas en las causas ¿por qué se pliegan? ni en las alternativas (¿qué poponemos si no hay estado, señores de la guerra?. Yo creo que fallamos porque intentanmos cambiar todo con la política, con la cabeza, y olvidamos «las tripas» económicas y materiales y energéticas incluso. Si no cambiamos las tripas de la sociedad la cabeza termina siendo inútil. http://www.eldiario.es/ultima-llamada/consumo_6_604799517.html

  3. Buenas!! Desde la más absoluta cordialidad decirte que no me parecen ejemplos para nada endebles, es más son de peso y realistas, y entiendo el miedo que genera ver la realidad y la trampa que suponen las instituciones estatales, ya que ser consciente de ello trastoca todo un imaginario colectivo hegemónico y vigente en el norte opulento. A día de hoy, y hablemos claro ya que la imagen del artículo ya lo insinúa acertadamente, Podemos y los «ayuntamientos del cambio» son lodazales de mala praxis, repetición de los errores de la izquierda institucionalizada, y lo más grave, legitimadores de un sistema económico productivista y jerárquico de corte neokeyneisano que lleva al colapso más absoluto tanta ambiental como humano…que duda cabe, de que son conscientes de que sus votantes no quieren perder nivel de consumo, si no recuperar el de hace años, del mismo modo que el ejército de politólog@s, es consciente de que aplicar un discurso más ecosocial les conllevaría perder un 90% de sus votantes, porque amigas y amigos el decrecimiento y la ecología social implican responsabilidad, simplicidad voluntaria y compromiso, por todo ello, considero más óptimo construir otra realidad y un contra-poder con ese 10 o 5% consciente- si llegamos a ese porcentaje- que intentar convencer por medio de un programa electoral en el papel ,que no en la praxis , a un 40% o 50% de la población, algunas creemos en ese mensaje zapatista de crear un mundo en el que quepan muchos mundos , de la misma manera, que creemos en la coexistencia de diferentes modelos políticos, como argumenta el compañero Ocalan, siempre que el Estado no agreda la diversidad y a la gente que quiera evadirse de sus garras. Por último, creo que la estrategia dual es positiva para aquellas personas que creen en el Estado como paso previo para la liberación de las clases populares, yo no lo hago, nunca he creído ni creo en el Estado con sus cuerpos represivos y jerarquías, por eso, intente dicho abordaje de la mano del municipalismo libertario, ya que consideraba y creo que el Ayuntamiento y la municipalidad es previa a la conformación del Estado, el problema del abordaje institucional a nivel local, y lo conozco bien, es que el mismo ayuntamiento se encuentra blindado por dos frentes: 1) Podemos y sus gentes no creen en el municipalismo libertario ni en el anarquismo social y van a dinamitar cualquier cambio que vaya encaminado a horizontalizar la sociedad, disolver los ayuntamientos y confrontar los mismos contra el Estado y el Capitalismo, y 2) el Estado con sus interventores , secretarios etc esta estructurado para no generar ninguna sociedad ni modelo parecido al que tu mismo defiendes compa, y esa es mi humilde opinión muy simplificada. Un cordial saludo!

  4. Hola, muy interesante el artículo. Se despierta en una ese alma interior anarquista y libertaria que estaba ahí desde que era una mocosa, y que me ha hecho resistirme a votar hasta hace bien poco tiempo. Es cierto que las principales propuestas económicas del equipo idem en Podemos y sus mensajes mitineros son de lo mismo y que no han desterrado la palabra producción y la palabra crecimiento y ni mucho menos la palabra tecno, para mí la más peligrosa. Pero necesitamos a nuestra gente y a sus asesores en las instituciones, sabiendo -porque se está viendo – cómo pelean contra el fascismo imperante, cómo se desgastan mientras otros seguimos estando a lo nuestro, o a lo de nuestros pequeños grupos, que es mucho más gratificante. Por tanto, creo que debemos seguir apoyándoles, debemos estar aquí y seguirles haciendo propuestas, y creo que no podemos dejarles sólos. Pues me ha faltado en tu análisis una crítica a la sociedad civil que se piensa y se sigue pensando que aupándolos allí ya podemos transformar el ayuntamiento, la comunidad o el país. No con tratados de libre comercio pululando, no con talas masivas de encinas, contaminaciones de ríos, gente rebscando en la basura o venta del patrimonio común a empresas extractivistas que han hecho los dos grandes partidos corruptos y que han acelerado como si hubiera pasado la marabunta en 4 años el partido de gobierno que además presiona, maltrata, amenaza y castiga desde Madrid cualquier intento de recuperar los bienes comunes. Así es que creo que en tribus aisladas estaríamos mucho más desprotegidos. ¿que hacemos si vienen unos al lado de nuestra «Ecoaldea» bosque natural, etc.. y se ponen a sacar uranio? que hacemos si hacen frackin? qué si nos sueltan a bichos transgénicos. Creo que habrá que pelear con ellos que somos nostros y hacer una reflexión del cambio que aún no se ha dado en nuestros propios cuerpos ni cerebros. Mirárnos pa dentro a ver si aún dejamos mucho que desear, porque pa eso los votamos.¿los votamos sabiendo que nos decepcionarían y por eso no nos sorprende que nos están decepcionando? No se. También estoy de acuerdo con que las derivas de algunos de los grandes ayuntamientos del cambio hay que señalarlas, así tal cual las expones y que se dejen de tanto paripé de banderas de acogida si no dejan a los que ya están aquí que puedan como puedan llevarse algo a la boca. Y que dejen de hacer tantos presupuestos arquitectónicos millonarios de ciudades del futuro y donen terrenos municipales fuera del centro, fuera, para repoblar y para que la gente pueda comer lo que cultiva, con respeto. Por último no soy nada partidaria de la renta universal esa, esa si que es capitalista, los primeros que la idearon están en Silicon Valley. Un saludo!

  5. No me queda claro el tema de cómo se lleva a cabo el «freno». Los partidos se pueden integrar, pero, ¿cómo hacen para evitar que lo que se movía deje de hacerlo? ¿Por qué se produce ese fenómeno? No me queda claro que se deba únicamente a que unos cuantos entran en la política institucional. Mientras Colau estaba en la PAH, salían a diario dando la lata. Cuando deja de ser portavoz, se acaba con esa presencia… ¿Por qué?

    Lo segundo es que aún estando en líneas generales con lo que se expone en el artículo, en cuanto a la deriva de los partidos del «socialismo real», o el caso de los verdes alemanes… Pienso que los casos expuestos para los ayuntamientos de Barcelona o Madrid (huelga del Metro, congreso de telefonía, caso titiriteros, tema desahucios, etc), son de «poca sustancia» para mostrar su «deriva». En realidad lo que creo que muestran es la ideología que tenían desde un principio. En el caso de Carmena se trata de una señora que ha sido juez del Supremo y ha tenido cargos similares. No la veo precisamente como a una libertaria… Y en el de Colau es una señora que ha vivido asociada al Observatori, que es un conjunto de ONGs entre las cuales participaban algunas (cuando lo miré hace unos años), organizaciones como Cruz Roja o la ONCE. Es decir, que son personas que han estado vinculadas desde siempre a lo institucional, y a las que según creo, esperar de ellas más de lo que dan, ya sea observándolas de lejos, ya sea metiéndose en candidaturas o haciendo de asesores, es como pedirle peras al olmo.

  6. No dispongo de estudios universitarios por lo que mi nivel expresivo y de faltas debería perdonarse.
    Mi opinión es que el capital tiene el poder de irse donde quiera y ciertamente produce inmensamente mas que los ecologistas con una azada, por lo que anularlo de golpe supondría crear otra Venezuela.
    El mundo hoy no es de izquierdas ni de derechas, lo que hay es una multitud de redes mafiosas, cada una con su poder y que en común tienen, que no son productivas sino extractoras de riquezas ya existentes.
    Creo que en vez de luchar contra ellas seria mejor abrazarlas usando su mismo sistema para extraerles la riqueza y repartidla sin que puedan evitarlo. La forma mas efectiva que conozco seria poniendo el dinero digital y que todas las transacciones pasasen por programas diseñados por hacienda.
    Adiós al dinero negro, adiós a los paraísos fiscales, adiós al despilfarro etc.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Artículo anterior

Errekaleor, el acoso a un barrio autogestionario y anticapitalista. Entrevista con Estitxu Villamor

Siguiente artículo

Antidesarrollismo y coeducación sin escuelas en la transición poscapitalista

Lo último de Blog