Inteligencia Vital (Jordi Pigem, Kairós, 2016) no solo es un ensayo científico y filosófico que argumenta teorías biológicas novedosas, es una síntesis, una revisión de la literatura científica y filosófica que hundiendo sus raíces en el pasado se proyecta hasta los últimos descubrimientos científicos y reflexiones filosóficas. Y lo hace con el entusiasmo del que se da cuenta de que estamos en la antesala de una revolución científico-filosófica tan importante al menos como la que en física se produjo hace un siglo con las teorías de la relatividad y de la cuántica. Una revolución que además deberíamos aplicar cuanto antes en esta civilización que se tambalea. Pigem lleva argumentando desde hace más de dos décadas cuales son las raíces culturales, filosóficas e históricas que han llevado al borde del abismo a esta civilización y cuáles podrían ser las salidas (La Odisea de Occidente, Buena Crisis, La Nueva Realidad, GPS). Ahora lo relaciona todo con la ciencia biológica.
Hacer todo esto en tan poco espacio (poco más de 150 páginas) es imposible sin dejar al lector con la miel en los labios. Inteligencia Vital se lee ágil y rápido si uno tiene prisa, pero en realidad, con sus más de 200 citas, la mayoría sobre artículos y libros de los últimos 15 años, Pigem nos está poniendo deberes.
Toda esa capacidad sintética conduce a una primera paradoja: el lector profano, el que no haya sido educado en alguna ciencia biológica ortodoxa, se encontrará que el discurso y las tesis que defiende Pigem son intuitivas, casi obvias, y quizás no sea plenamente consciente de lo revolucionarias, casi sacrílegas, que son aún para la mayor parte de las biologías clásicas.
Que la vida no se pueda reducir a mecanismo y que sea mucho más que un código con reglas ciegas de supervivencia, en realidad desmonta el edificio que se inició con Darwin y que se ha ido construyendo sobre él. Y lo hace aportando datos y experimentos y reflexión bien argumentada.
Pigem lo resume en su título: Inteligencia Vital es en realidad su conclusión. La vida equivale, es lo mismo, que la inteligencia (que define varias veces en el libro).
Pigem ha descubierto una nueva cara de un hermoso brillante por la que contemplar el fenómeno de la vida: la inteligencia y la conciencia. Reconoce otras caras con las que otros han trabajado como la autorrealización y la auto-organización, y en mi caso me muestra que la propiedad en la que baso mi teoría Gaia orgánica, la teleología, puede ser vista como otra nueva cara por la que contemplar todo el brillante. Pigem me abre así la puerta a fundamentar con más fuerza mi idea de teleología vital.
Estoy seguro que el lector pues encontrará inspirador este libro y lo dejará listo para activar su capacidad creativa. Jordi crea el paisaje que invita al lector con ganas de pintar. Aprovéchenlo.
Pinceladas/preguntas tras su lectura:
- ¿No es una especie de canibalismo comerse a un ser capaz de distinguir a Picasso de Monet y a Bach de Stravinsky?
- Si Gaia ha inventado paralela y repetidamente alas, ojos y autoconciencia, ¿por qué iba a olvidarse de ello si el Homo economicus finalmente no es capaz de evolucionar?
- ¿Y si la simbiogénesis lo explicara casi todo, incluidos los inventos paralelos?
- ¿Y si hiciéramos un experimento para comprobar no sólo que una planta puede aprender y tiene memoria y resuelve problemas sino que es capaz de enseñar a otra?
- Si la inteligencia es la capacidad de desenvolverse en un entorno que fluctúa (Varela, mi inteligencia adaptativa, no sabía que ya estaba formulada antes), si es saber escoger entre una variedad de opciones (Kauffman), si es la capacidad del viviente de entender el sentido de una situación y responder creativamente (Pigem), entonces, parece que nuestra civilización destructiva y autodestructiva ha generado legiones de Homo stultus. Por lo menos es obvio que ha generado una pobre inteligencia colectiva.
- Si los delfines y otros mamíferos tienen empatía y si la psicología nos enseña que ésta es la base biológica de la moral y la ética, ¿se sigue que cuando un delfín salva a un humano que se está ahogando, lo hace por ética en vez de por el mecanismo estúpido del instinto erróneamente aplicado o del simple juego como mecanismo de adaptación?
- Vale que Richard Dawkins tiene la típica mente del esquizofrénico, pero, ¿no lo es la propia ciencia mecanicista que cree que son robots los seres vivos? ¿Es peligroso pues ejercer durante décadas una metodología esquizofrénica?
- Si Gaia es un organismo, ¿no aporta esto una nueva visión a la ética de Naess aumentando las sinergias entre sus elementos y su complejidad? ¿no aporta una vuelta extraordinaria a la idea de inteligencia vital, de autorrealización y de teleología? Resulta que Gaia significa que la autorrealización no se queda solo en el auto sino que va mucho más allá.
- ¿El gato de Schrödinger resuelve él mismo su propia paradoja? ¿Y si la realidad no necesita consciencia para construirse sino que es nuestra interpretación de la realidad la hipótesis errónea?
Llevaba demasiado tiempo sintiendo que la ciencia no quería discutir el nuevo paradigma gaiano. Gracias a Pigem soy consciente de que hay mucha más gente con ganas de construir un nuevo edificio, es hora pues del trabajo científico y filosófico colectivo.
No tarden en leerlo que hay mucho que discutir.
Todo se realimenta.
Querido Carlos, y la persona que me recomendó este librito….
Justo por esas cosas de la causalidá o casualidá o me da lo mismo, me lo recomendaron. Tanto que aprovechando que venía a casa mi hija desde la Capi ( no me gusta pedir libros por internet) me vino hace semana y un poquillo, y lo leí, y me resuenan muchas cosas. Y eso es lo grande, que muchos pensamientos- más bien percepciones y constataciones experimentales de cada cual en su campo nos llevan a considerar al planeta como un todo y a nosotros como una parte. Nosotros, potencialmente dotados con un cortex plástico, creativo y sin acabar- lo importante es el inacabado- somos presas de nuestras emociones, fustraciones, y aquello que consideramos , de forma mayoritaria, todos los humanos/as, como cerebro, mil veces al día nos engaña porque no lo consideramos mente-cuerpo-naturaleza- y el todo. Y el todo, que como vosotros, siempre he sentido y experimentado que se autoregula sin intervención. Pues es precisamente el intervencionismo , la acción de una soberbia de ese homo ( Ecce-homo-) que considera la naturaleza como algo explotable al servicio de sus intereses , el que ha dejado de maravillarse de la Inteligencia de Gaia.
De todas formas, y hablo ahora en personal, duelen algunas cosas esenciales, esas nos duelen, pasen aquí, allí o en el más allá. Duelen: Pero el dolor no debería ir más allá de un pinchazo que nos trae de vuelta a la realidad maravillosa de la vida que se apaña ella misma. Para ir reflexionando sobre el texto de Pigem, cuyas citas me sonaban en su mayoría, lo único que no se y que nos cuesta comunicar es la esperanza enorme que tenemos cuando constatamos lo perfecto que son los cuerpos y las mentes cuando se musican con el paisaje. Lo humilde de los árboles, lo generoso de los campos, del sol y la luna que a veces se manifiesta para mostrar también que la materia de la que se escapó para orbitar y darnos esa noche, vino de su planeta, de la fuerza para mover las aguas que aún nos proporciona ( tengo la teoría de que sin interferencias, matemáticamente, siempre debería llover en menguante. Y nos sobra la alegría de que después de la noche y aunque ya no hayaa salvavidas, ella, la Gaia,, en lo macro y en lo micro, siempre nos reconforta. No hay meditación más perfecta para algunos, que sumergirnos en el silencio de los bosques, sin hablar, escuchando todos los mensajes que vienen sólos. Es que ,por ejemplo, cuando surge la vida desde el fuego, porque se rompe el equilibrio, ( en los volcanes) esa materia y energía posibilitan a los líquenes, rocas…tierra a hacer vida de nuevo. No me quiero complicar la vida en luchas infértiles, porque las luchas sin luchar pero «dímelo hilando, dímelo cantándo» son las que cuentan, cuenta la risa del vacío de sabernos parte de ella, que nos acoge a todos.
Uno se puede alimentar del aire, de las flores, del viento y de sus manos sobre la tierra y todo lo demás, escuchada esa música, importa tan poco…!
Porque un instante de paz hace un healing para largo… y si algunos no están en la misma frecuencia en ese mismo instante, pues se va de puntillas. Porque cada átomo de cada orbital tiene algo que ofrecernos, la alegría de escuchar cómo palpita. La reverencia ante la belleza del ritmo y la materia.
Resonancias que si son comunes, definitivamente nos comunican y nos alientan.