El Informe de Riesgos Globales de 2016 en su edición número 11, es un informe del Foro Económico Mundial, más conocido como Foro de Davos, ciudad torre de marfil donde anualmente se reúnen los líderes económicos, políticos y de medios de comunicación del Planeta. Representa, quizás como ningún otro foro, el Poder, las élites que lideran y tratan de guiar el Mundo.
Este Foro de Davos publica desde hace ya más de una década un informe muy interesante no sólo porque refleja el pensamiento e intenciones de esas élites, sino por lo que podemos extraer de sus resultados.
En general el informe está pensado y dirigido a las élites económicas y políticas como preparación y adaptación a los Riesgos que se visualizan en el informe. La visión es de liderazgo y de mantener el status quo, y también, al menos por lo que se escribe, de sostenibilidad, tanto de la humanidad como del entorno físico.
El informe consiste básicamente en los resultados de una encuesta a escala mundial que es trasversal a distintos sectores humanos.
La encuesta consiste en una larga serie de posibles riesgos globales. A las personas que la realizan se les da una escala del 1 al 7 (muy poco-mucho) en dos parámetros: la gravedad del riesgo (sus efectos adversos globales) y la probabilidad de que el riesgo se haga real en el horizonte de una década.
El siguiente gráfico (figura 1) muestra el resultado global del informe de este año (la elipse es mía):
De la figura resulta obvio que, si la encuesta es suficientemente significativa, la humanidad intuye que viviremos una década de un conjunto de enormes problemas que con alta probabilidad se darán simultáneamente, al menos, algunos de ellos.
Ante estos datos, el Informe aconseja a los líderes que tengan en cuenta esos riesgos en sus business y en su liderazgo para que habiliten mecanismos de preparación, mitigación, adaptación y, sobre todo, de ¡resiliencia!
A los que empleamos el término resiliencia desde el otro extremos ideológico nos llamará la atención que ya se estén apropiando también de éste término que en su día tomamos de la ciencia ecológica para aplicarlo a los sistemas ecológicos humanos.
En la siguiente tabla les pongo el número de veces que el informe emplea ciertas palabras escogidas:
Biosphere | 0 |
Earth | 4 |
Democracy | 4 |
Justice | 6 |
Life | 7 |
Limits | 10 |
(In)equality | 14 |
Sustainable | 27 |
Growth | 61 |
Resilience | 79 |
Creo que la tabla refleja, a pesar de los resultados de su propia encuesta, que no quieren evitar los riesgos sino ser resilientes a ellos, es decir, mantener el poder. Además el informe refleja que la gente sí que está mucho más preocupada de lo que está pasando y va a pasar con esta civilización. A los poderosos líderes del mundo, les falta la empatía más básica; lo que les hace sujetos muy peligrosos. Voy a tratar de demostrarlo usando los mismos resultados de su informe.
La encuesta está muy sesgada, por lo que el promedio que muestra la figura 1 no es suficientemente significativo para representar a la comunidad humana ni tampoco la realidad.
Así, la encuesta da más peso a las personas de negocios (Business) (44,7%) que a cualquier otro sector (ONGs 18,8%, Académicos 15,8%, Gobierno 11,1%…), da más peso a personas mayores (73,7%) que a jóvenes menores de 30 años (los menores de esa edad son algo más de la mitad de la población mundial), da más peso a hombres (68,9%) que a mujeres (31,1%), da más peso a personas de Norteamérica y Europa (50%) que al resto del planeta, y los sectores representados dentro del sector «expertos» también están desequilibrados a favor de los negocios: economía 34,5%, sociedad 23,6%, tecnología 17,9%, geopolitica 14,8% y medio ambiente 9,2%. Parece claro que esos sesgos reflejan también la distribución del poder (empresarios, adultos maduros, hombres, primer mundo y economistas). Las élites están sobre-representadas en el informe.
Empecemos por las diferencias entre empresarios y el resto del mundo a la hora de evaluar los riesgos:
Por tanto, respecto al resto de la gente, los empresarios tienden a menospreciar la importancia (y las más de las veces la probabilidad) de los riesgos globales, salvo aquellos que directamente parece que les incumben más.
Creo que, aparte de cierto despiste, los empresarios adolecen de empatía, seguramente por pertenecer a las élites de poder.
En la siguiente figura (figura 3), vemos las diferencias entre mujeres y hombres:
Las mujeres son las que tiran, a pesar de estar infra-representadas, de variables como la pérdida de biodiversidad, la crisis del agua, el caos climático, la crisis energética y la inmigración involuntaria (los cinco riesgos que ellas sitúan como más graves).
Déjenme que diga que, como experto científico en problemas globales, seguramente habría puesto esas cinco variables en lo más alto, al menos las cuatro primeras, pues llevo bastantes años estudiándolas y advirtiendo que su confluencia (y realimentaciones) llevan al colapso de esta civilización. ¡Bien por su sabiduría y/o intuición!
También es significativa la diferencia entre personas menores de 30 años y el resto de la sociedad (figura 4):
Las diferencias entre jóvenes y viejos son sociológicamente muy significativas porque, al menos cuando los riesgos son globales, desmotan ciertos mitos de inconsciencia, de temeridad y de egocentrismo que se suele atribuir en discusiones de café. Llevo un tiempo observando esto en mis charlas cuando al hablar de la inevitabilidad del colapso civilizatorio encuentro asentimiento casi generalizado entre gente joven y oposición, en ocasiones ofendida, de algún que otro jubilado.
La preocupación de los jóvenes (y su intuición y, quizás, mayor acceso a información relevante) es un signo muy positivo, pues ellos son los que terminarán gestionando esos riesgos, adaptándose y generando las estructuras resilientes del colapso. Su preparación intelectual es una enorme ventaja a la vez que la fuerza que da la juventud.
Creo que los jóvenes y las mujeres tienden a ser en promedio más empáticos que el resto de las personas, lo que explicaría también en parte por qué dan mejores resultados en esta encuesta. A su vez, ocurre una curiosa realimentación: en parte son más empáticos porque en promedio tienen acceso a menos cotas de poder (a parte de que la oxitocina esté más presente en mujeres y jóvenes que en hombres, la empatía sobre todo se aprende/vive).
Alguien, quizás un viejo empresario hombre, niegue que las figuras 3 y 4 signifiquen que la realidad dé la razón a los no empresarios, las mujeres o los jóvenes (¿Cuál sería el resultado solo con mujeres jóvenes no empresarias?). ¿Cómo saber cuál es la realidad?
Convendrán conmigo que los expertos pueden ser un buen grupo control frente a los no expertos. Si no caemos en el relativismo más absoluto, podemos tener relativa confianza en ellos:
Como podemos observar, los expertos contemplan un panorama mucho peor que el contemplan los no expertos y eso que la mayoría son expertos en economía y tecnología y los expertos en riesgos ambientales están muy poco representados. Así que la realidad será peor seguramente de lo que reflejan las encuestas de los expertos, las mujeres y los jóvenes.
Es más, la encuesta también pregunta sobre posibles conexiones entre riesgos: relaciones causa-efecto que nos dan el panorama sobre las realimentaciones dinámicas que la gente intuye/sabe:
En la figura 6 podemos observar las fuertes conexiones que el caos climático y el crecimiento de la desigualdad humana tienen con el resto de riesgos. La gente lo tiene claro, más aun cuando ha tenido la oportunidad de adquirir la información necesaria (todo el mundo sabe ya del cambio climático y de la desigualdad humana, otros temas son menos conocidos).
Habría estado bien que tras la encuesta a los encuestados se les hubieran dado estos resultados y la figura 6 para luego preguntarles: ¿Cuál es el valor del daño y la probabilidad de que se inicie un colapso civilizatorio? Creo que muchos empezarían a intuirlo y habrían superado el 5 o 6 sobre 7.
Una última figura (figura 7), nos muestra cómo han evolucionado los resultados si comparamos octubre de 2014 con octubre de 2015 (cuando se realizaron las encuestas):
Es obvio que la coyuntura influye (el gran salto del riesgo de inmigración involuntaria por el caso de Siria o quizás el caos climático unido a un fuerte El Niño), pero incluso esta percepción de corto plazo no evita que problemas de más largo recorrido (biodiversidad, caos climático) queden reflejados bien. Además, conforme vayamos profundizando en el colapso, los riesgos cada vez serán más “estado presente”, por lo que su percepción será una fuerza imparable.
Creo que podemos ser pues crudos con la exposición de los riesgos, de los problemas graves que enfrenta la civilización, incluso del enunciado: «es inevitable ya que la civilización colapse, trabajemos para una adaptación y para generar estructuras empáticas de solidaridad».
Ojalá nuestras líderes fueran mujeres empáticas ya que están demostrando estar intelectual y emocionalmente mejor preparadas. La resiliencia verdadera pasa porque los viejos hombres empresarios de Davos cedan el poder; así no habrá que quitárselo por la fuerza (de la democracia o de la violencia) en el camino que nos espera. La apuesta es demasiado alta y empezamos a saber lo que en Davos están tramando.
Todo se realimenta.
En el centro de todo, ¿y como no?, la desconfianza, el miedo y prevención ante ese gran peligro (para el poderoso): el semejante (que no igual), el vulgo, esa masa incontrolable, voluble y caprichosa que de tanto en tanto tiende a reclamar ser tratados como humanos y no como recursos, fuerza de trabajo o consumidores.
En el fondo les remuerde la conciencia (si acaso les queda algo) al saber que todas sus tropelias, sus genocidios silentes o en diferido, todas sus acciones en busca del diablo/dinero, les van a retornar en mayor o menor grado. Empiezan a sentir ese mismo miedo que han sembrado tantas veces.
Solo el colapso nos traerá la verdadera justicia e igualdad entre los moradores de este mundo, mujeres, hombres, animales, plantas…
Salut y resiliencia (pero de la nuestra)
[…] El Foro de Davos se prepara para el colapso: el «Informe global de riesgos» 2016 […]
[…] El Foro de Davos se prepara para el colapso: el «Informe global de riesgos» 2016 […]
Gracias profesor, por el análisis y por destacar la necesidad de dar vía a la mujer en el caos que se nos viene encima
Saludos
Yo creo que no usas bien la palabra empatía, Carlos. En algunas ocasiones te estáre refiriendo a «conciencia» o a «lucidez». Por ejemplo, cuando dices que las políticas son más empáticas porque dan importancia a los temas ambientales y éstos son muy importantes porque lo dicen los expertos…estás hablando de algo completamente recional, no emotivo, no es empatía sino lucidez.
Es posible que no me haya expresado bien. Lo que quería decir es que la mayor empatía en promedio (esa capacidad de emocionarse con el otro) de las mujeres y los jóvenes y los no empresarios es quizás una parte de la explicación de porqué «saben» mejor que los hombres, los viejos y los empresarios de la realidad de los riesgos. Valoro esta forma de «sabiduría», pero como los que adolecen de esa «sabiduría» frecuentemente la desprecian (¡claro!) frente a la «lucidez» que da la parte racional de la que presumen esos «líderes» masculinos y empresarios, pongo como grupo «control» a los «expertos» (racionales y se supone lúcidos) para dilucidar quién tiene razón incluso en el plano en que se mueven esos líderes a-empáticos. En el fondo no era necesario, pero me pareció que es lo que hacemos los científicos, usar un sistema control, je, je.
Creo además, que la empatía, para aquellos que la practican mucho, puede ponerte en el «estado» del otro, aunque el otro no sea una persona (un árbol por ejemplo, un bosque, por ejemplo). Pero esto, me temo, está fuera del alcance de la imaginación de la gente de Davos, ya no solo de su empatía.
Puede que tengas razón Marga, pero también podemos entender la empatía fuera del ámbito interpersonal, para con el medio natural. Probablemente las mujeres estén mejor conectadas con la naturaleza y sus ciclos, y por ello su intuición suele estar más desarrollada.
«Creo que, aparte de cierto despiste, los empresarios adolecen de empatía, seguramente por pertenecer a las élites de poder.»
Yo creo que los (grandes) empresarios lo son y pertenecen a las élites del poder precisamente por adolecer de empatía.
Dicen los psicólogos que una de las características de los psicópatas es su gran tendencia a la ludopatía. Siendo básicamente el Capitalismo una gamización de los sistemas sociales de intercambio, parece razonable pensar que los ludópatas y, por extensión, los psicópatas (que por definición carecen de empatía), ocuparán los lugares superiores de la sociedad (léase Poder).
Darse cuenta de esto provoca cierta angústia vital, pero también abre una pequeña ventana a una nueva vía de regeneración social. Si conseguimos cambiar las reglas del juego a los ludópatas (capitalistas) es muy probable que sigan queriendo ganar con las nuevas reglas (https://es.wikipedia.org/wiki/Econom%C3%ADa_del_bien_com%C3%BAn).
La mala noticia es que no sólo no lo estamos consiguiendo, si no que se nos han adelantado y son ellos los que estan cambiando las reglas en su propio beneficio (https://es.wikipedia.org/wiki/Asociaci%C3%B3n_Transatl%C3%A1ntica_para_el_Comercio_y_la_Inversi%C3%B3n)