Carlos Vergara

La guerra equivocada

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Los pasados 12-14 de noviembre tuvieron lugar unas jornadas sobre fracking en la localidad de Villarcayo, una capital de la preciosa zona de Las Merindades.

La autoridad municipal invitó a ponentes varios, con opiniones favorables y en contra de esta técnicas de extracción de hidrocarburos. El resultado final fue que de todos los invitados sólo dos ponentes en favor del fracking decidieron asistir y exponer sus argumentos. La mayor parte de los ponentes expusieron sus argumentos en contra.

No hablaré en este artículo de las muchas razones que creo asisten a los que estamos en contra de este tipo de explotaciones, porque quería centrarme en un tema de debate que surgió como consecuencia de una ponencia del ingeniero y geógrafo Javier Goitia, quien identificó al árbol como el mejor sistema renovable conocido.

Por mi parte, en una descripción para colocar en contexto el estado del planeta, dije que en la actualidad hemos arrasado más de la mitad de los bosques originales del planeta; la inmensa mayor parte de ellos en los últimos 150 años y a una creciente velocidad destructiva de aproximadamente el 1% de destrucción neta anual de toda la masa forestal planetaria. Es una referencia brutal que ya he citado varias veces, tomada de John Perlin en su libro Historia de los bosques [1].

El admirado Joaquín Araujo, un conocido naturalista y periodista, cuyos programas sobre la naturaleza son bien conocidos desde hace más de 40 años, tenía su ponencia después y vino a disertar de forma mucho más acertada y poética —pero, al mismo tiempo, de forma muy rigurosa— sobre el valor del árbol, el valor de los bosques, sobre la importancia de aprender de esa universidad que es la naturaleza, con sus hermosos libros siempre abiertos para el que los quiera leer.

En la mesa redonda entre los tres mencionados, al final de las ponencias del segundo día, entramos más en detalles.

Joaquín Araujo hace mucho que decidió vivir en el campo y se considera un privilegiado por haber podido lograrlo, desde hace ya varias décadas. Yo confesé llevar intentándolo algún tiempo y fracasando aunque como titula Jorge Riechmann uno de sus excelentes libros, intentando «fracasar mejor» [2] cada vez, hasta ver si lo consigo.

Recordamos a José Saramago narrando la gran despedida de su abuelo, cuando supo que su fin era inminente, saliendo a abrazar a todos y cada uno de los árboles de su entorno. Recordamos muchas cosas sobre la bondad de estos seres vivos, que luego tendemos a olvidar en cuanto acabamos nuestra reflexión y entramos en la vorágine que la modernidad impone.

Araujo comenzó su magistral ponencia hablando de la gran enfermedad que tenemos hoy: la prisa, que es lo que hace que nos vayamos olvidando de las cosas importantes, que exigen tiempo y contemplación. Hablamos mucho de la conveniencia de recuperar el diálogo entre nosotros y con la naturaleza, la importancia que tiene, en este mundo moderno de tantas (tele)comunicaciones, intentar seguir comunicándonos con la mirada, con las expresiones de la cara y del cuerpo, mirándonos, sintiéndonos, abrazándonos frente a frente, con el diálogo oral, la forma más eficiente energéticamente de comunicarse.

En estas, Carlos de Castro, ante una cuestión que se planteaba en el grupo Petrocenitales bajo el asunto «¿Alguien entiende los asesinatos de París?», venía a contestar:

Duele cualquier asesinato, cualquier injusticia.

Sabíamos, llevamos tiempo diciéndolo, que el colapso trae este tipo de cosas.

Los franceses responderán con violencia, está en nuestra cultura europea muy inscrito.

El mes que viene Paris iba a ser protagonista por el asunto del cambio climático. Las fronteras estarán cerradas a las protestas pacíficas y estaremos distraídos/ocupados con nuestro ombligo, así que si poco se iba a conseguir en la cumbre, ahora menos. ¿Hasta dónde irán en la respuesta y qué búmerangs volverán a nosotros?

En fin.

Hoy iré a ver a «mis» árboles, ellos sí que no son violentos, justo lo contrario. Ojalá 7.000 millones de personas hicieran meditación cada día bajo un árbol.

Esto me animó a hacer alguna pequeña reseña en mi también pequeño círculo de conocidos donde tratamos temas de energía, entre los compañeros de la revista 15/15\15 o bien en foros de redes sociales. Y lo hice de esta forma, teniendo tan frescos los asuntos tratados en las ponencias de Villarcayo y sobre todo, los abrazos del abuelo de Saramago a los árboles que le cobijaron y le dieron fruto durante su vida:

Gracias, Carlos, por aportar datos sobre la importancia de volver a la naturaleza.

Siendo así, como todos los de este foro creo que intuimos, me temo que nuestros dirigentes se están abocando a la guerra equivocada.

Nuestro héroe no debería ser un piloto arrojando bombas sobre población civil, dizque para eliminar terroristas. Debería ser Araujo. El Impuesto de Valor Añadido debería consistir en la obligación de plantar y cuidar hasta que fuesen sostenibles, tantos árboles autóctonos de lento crecimiento como el 21% de todos nuestros ingresos pudiese permitir.

Si las escuelas tuviesen algún valor, deberían estar en el campo con los niños plantando y cuidando árboles autóctonos al menos la mitad de las horas lectivas.

Si el sistema penitenciario tuviese como fin la reinserción, nuestros presos deberían estar fuera de las cárceles, en los Monegros, en las Bárdenas Reales o en los desiertos o semidesiertos de Murcia y Almería, reforestando en las zonas de más difícil acceso.

Los pirómanos sí deberían ser considerados terroristas. El delito de quema de bosque debería estar equiparado al de la quema del sistema respiratorio de tantos seres vivos como los que pueblan un territorio, dividido por el número de árboles del territorio y multiplicado por el número de árboles quemados.

Los bosques de eucaliptos deberían ser sustituidos por bosques autóctonos, porque si ahora se utilizan para producir papel, no hay mejor libro que contemplar la naturaleza —que no necesita de papel— o entender las fuentes que nos nutren, simplemente sentándose a ver y escuchar algunas de las pocas fuentes naturales que nos van quedando (también de Araujo).

Los viveros haciendo plantón de las semillas (bellotas, huesos, semillas varias), deberían multiplicarse por cien o por mil. Eso deberían ser nuestras escuelas de «negocio» (que significa «no ocio»).

La limpieza de los bosques debería ser tan importante como la limpieza de las calles de las insostenibles ciudades.

Los partidos que se consideran de progreso, deberían tener esto en primera línea de sus programas. Y no los veo en eso. No lo veo con claridad en sus programas. Veo mucho interés en otra «defensa» y ningún interés en esta defensa de nuestro propio y deteriorado medio de vida, que necesitamos con extrema urgencia.

Paul Chefurka era pesimista respecto de la posibilidad de retrotraernos a niveles aceptables de CO2 mediante reforestación. Me ofreció los siguientes datos para el mundo, sobre los datos que propuse para España, un programa similar al que os indico:

Un cálculo rápido a ojo de buen cuberto me da que el mundo necesitaría al menos 0,35 billones de árboles nuevos para retirar 1 ppm/año del aire (asumiendo 6 kg/año de captura de carbono por árbol). Eso si suponemos que no permitimos la descomposición (biochar y enterrar todos los árboles al final de su vida). Basándome en la densidad arbórea en España, esto requeriría unos 2.000 millones de hectáreas, 20 millones de kilómetros cuadrados, más o menos 1/3 de toda el área habitable del planeta).

Supongamos que podemos incrementar la densidad arbórea por un factor de 5, y la cifra se rebajaría a 4 millones de km2. Pero necesitamos bastante más que una redución de 1 ppm/año. Pongamos que intentamos 4 ppm para preservar la economía actual y conseguimos una reducción lenta de las concentraciones de CO2. Volvemos entonces a los 16 millones de km2 de árboles. Después, tendríamos el trabajo de gestionar los bosques, mantenerlos a salvo de los incendios, hacer el biochar al final del ciclo vital de los árboles… todo en medio del cambio climático, y con un beneficio económico muy pequeño.

Este plan requeriría 1,4 billones de árboles nuevos, aproximadamente la mitad de todos los que existen hoy en el planeta.

Creo que existe un pequeño problema de escala.

Es decir, más o menos, volver a los bosques originales de antes de la existencia humana. Y ¿qué? Seguiré plantando hasta el final de mis días, así sean 200 alcornoques por año. El año pasado algunas de mis encinas tuvieron una floración en noviembre. De nuevo, sólo Araujo había notado también en los bosques de su hábitat que hemos conseguido equivocar a plantas que llevaban millones de años sin hacerlo. Tengo entre el 5 y el 10% de las encinas de mi entorno enfermas en diferentes grados de la enfermedad que llaman la seca. No hay, que sepa yo (ni Araujo) un solo programa serio para investigar qué demonios está pasando a nuestro bosque mediterráneo, ni cómo ni por qué avanza esta enfermedad, ni como atajarla.

Salid al campo, abandonad las ciudades ya. Buscad el silencio y evitad el ruido. Aprended a apreciar la calma y aborreced de la prisa. Escuchad otras voces. Sigo fracasando en esto, y sigo intentándolo. Esa es mi guerra, aunque insistan en que la tengo perdida.

Carlos replicó, como siempre de forma acertada y sabia:

Araujo acierta de lleno cuando dice que el árbol es la mejor energía renovable. No es sólo poético, es científico:

Algunos datos que he calculado/obtenido:

  • Una planta fotovoltaica solo transforma netamente en electricidad un 2% (o menos) de la radiación que incide en el espacio que ocupa (unos 3W/m2), nuestros biocarburantes no llegan al 0,1% y la eólica sólo transformará 1W/m2 a escala regional.
  • Un árbol además de fotosíntesis, produce energía almacenada (tan versátil que alimenta energéticamente a casi todos los animales), se adapta a los cambios, se reproduce, se autorrepara, se alimenta, es más bonito.
  • Y bombea agua y se enfría (frigorífico), para ello emplea el 50% de la radiación incidente (25 veces más que el parque fotovoltaico de Pedro).
  • Y colabora en los ciclos gaianos del agua, del oxígeno, del carbono, del nitrógeno, del fósforo, etc. (es el gran ingeniero del reciclado).
  • A escala gaiana, más del 80% del agua que se mueve en los suelos proviene de una planta (eso ahora, hace 10.000 años aún más). Producen las plantas terrestres 35-40W/m2 (incluidos desiertos, el Amazonas supera los 70 W/m2). (Más de 5.000 TW mueven las plantas.)

Pues eso, que abrazar a un árbol es como abrazar a tu madre, un acto sagrado.

Poco más se puede añadir aquí. Mientras escribimos esto, el mundo da síntomas muy evidentes de agotamiento, pero lo que vemos en los telediarios es una representación vergonzante de odio que incita al odio.

Caen estrepitosamente los programas para dar y mantener la vida y surgen imperiosos los programas para acabar con la vida aduciendo que son para salvar nuestras vidas.

Así empezó mi primer comentario a la tragedia de los asesinatos sin sentido de París, cuyo primer lamento escuché de Antonio Turiel. Después, Manuel Casal (coordinador de 15/15\15) me invitó a poner esto al alcance público:

Lamento profundamente los asesinatos de París. Es un momento para expresar el dolor y también para invitar a la reflexión y aparcar la ira. Con la misma intensidad lamento los ingentes asesinatos de iraquíes, ciudadanos de un país que me acogió durante dos años y donde dejé muchos amigos, que ya no se si viven y a cuyos asesinatos solemos
llamar pudorosa y cínicamente «muertes».

Quisiera expresar mi dolor por los asesinatos gratuitos de palestinos, de sirios, de libios, también llamados «muertes». Comparto tus fundados temores, Antonio, que también multiplican mi dolor, temiendo que esta sinrazón será sin duda aprovechada en caliente para batir tambores de guerra, para forzar la entrada en trincheras, para negar sosiego y reflexión, para invitar al mil ojos por ojo, para justificarnos a nosotros mismos y arrojar definitivamente a las tinieblas sin contemplaciones a los desesperados que ya empezaban a llamar a nuestras puertas. En pocas horas, sobre cadáveres todavía calientes, estamos en un Santiago y cierra España, cerrando la muralla al corazón del amigo y abriendo la muralla al sable del coronel, creyendo que eso nos dará seguridad. Pocas horas más y veremos cómo habrá cola para darse de codazos con los rusos en resolver los crímenes de Francia multiplicando la caída de bombas en Siria, mientras nuestros vecinos aplauden y justifican, mientras quizá nosotros mismos aplaudamos y justifiquemos para no quedarnos fuera del espíritu gregario al que se apelará para exigir unidad sin fisuras en el o conmigo o contra mí que se avecina. Vienen tiempos y comportamientos, no por peores menos conocidos. Eso es lo que debe dolernos en el alma.

Eso es lo que me duele a mí hoy. Tiempos en los que nos obligaran a pesar la sangre que corra, en balanzas diferentes, según los pasaportes que impregne. Si, días de inmenso dolor. Días para reflexionar mucho y días para oponerse serena y pacíficamente a simplismos y maniqueísmos fáciles, a demonizaciones del «otro», a generalizaciones burdas, a condenas aprioristicas.

Va siendo el tiempo de irse a plantar árboles, incluso sabiendo que seguramente sean insuficientes para frenar los desastres que ya hemos cometido y seguimos cometiendo. Plantar y plantar, aunque sepamos que esos árboles jamás nos darán sombra a nosotros. Plantar, por si en el futuro, uno de esos árboles que plantamos, pudiese devolver a algún ser humano de las futuras generaciones aunque fuese una migaja, una sombra, un cobijo, un fruto quizá, como pequeña retribución de lo mucho que les quitamos devastando la naturaleza en nombre de la civilización.

Esa es la guerra que tenemos que librar, incluso aunque supiésemos que casi seguro está perdida.

Carlos Vergara
Carlos Vergara

Notas

[1] Historia de los bosques. John Perlin. 1999. Gaia P^royecto 2050. ISBN 84-930232-1-3. En inglés “A Forest Journey. The Role of Wood in the Development of Civilization”.

[2] Fracasar Mejor (Fragmentos, interrogantes, notas, protopoemas y reflexiones). Jorge Riechamnn Olifante. Ediciones de poesía. 2013.

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Creador y coeditor de CrisisEnergetica.org desde 2003. Miembro del panel de ASPO International desde 2006 y vicepresidente de AEREN (Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos). Algunos de sus ensayos más conocidos son: Kioto o Upsala (Club de Amigos de la UNESCO, 2005), Un cuento de terror-ismo energético (Club de Amigos de la UNESCO, 2003), El libro de la selva. AEREN, 2004. Es coautor junto al profesor Charles A. S. Hall de Spain’s Photovoltaic Revolution: The Energy Return on Investment (Springer, 2013),​ el primer estudio en profundidad de la tasa de retorno energético en sistemas fotovoltaicos de gran escala en un país desarrollado.

2 Comments

  1. Gracias por esta reflexión y la de vuestros compañeros.
    Para muchos de nosotros, salir un día con el fijo propósito de perderse ( o esconderse) en un bosque, donde no haya nadie, es una cura.
    Pero yo creo que podemos hacer algo más que plantar árboles ( que ya es mucho, ya lo se)
    Los árboles, como también habéis dicho, están enfermos y enfermando, pero árboles de más de , no se, 30 años y de ahí al infinito, habría que protegerlos, mimarlos, y cuidarlos. Alternativamente ayudarles a que aunque haya periodos en los que su creciemiento se pare, no se mueran. Para eso hay que ponerles a «su gente» alrededor. Es decir, bosque bajo, aromáticas, , matorral, etc… propios de su hábitat para que el suelo se regenere y ellos enderecen sus raices. Y para eso, es muy importante que esos árboles encerrados, sólos, los liberemos. No se, porque no soy botánica, pero conservar además ayudaría a que la repoblación fuera más eficaz.
    En Portugal y Extremadura, uno de los principales problemas es el de los alcornoques. Y aquí, la gente está empezando a ir al bosque a por leña, dejándo a las ramas mal podadas, y al árbol con heridas, por la escasez de energía. Hay que controlar los riegos y los pesticidas para las malas hierbas esas las pobres, que jamás han sido malas…Cosas que darían trabajo e ilusión si nos dejaran, o si cuajara alguna de esas políticas.
    Saludos

  2. Creo que esta noticia les puede interesar:
    «ÁRBOLES…
    Científicos del Climate/Energy Design and Research institute (CEDAR -«cedro» en español-) acaban de anunciar el descubrimiento de una impresionante nueva fuente de energía que promete resolver muchos de los problemas de la humanidad todos juntos.
    Este es un momento de cambio de paradigma «, dice Alba O’Newday, el ingeniero a cargo del proyecto. «Sea cual sea su juego es, esto lo cambia. A lo grande «.
    La nueva fuente de energía, llamada ÁRBOLES (TREES en inglés por «Totally Renewable Energy, Emissions capture, and Storage», energía totalmente renovable, con captura y almacenamiento de emisiones) es, como su nombre indica, totalmente renovable. A diferencia de las centrales eléctricas convencionales, dispositivo ÁRBOLES no utilizan ningún combustible; y a diferencia de la mayoría de las tecnologías solares y eólicas, ÁRBOLES no requiere de materiales no renovables para la fabricación de paneles o turbinas.

    Además, los dispositivos ÁRBOLES son en realidad auto-replicante, a través de una innovación radical conocido como SEMILLAS (SEEDS en inglés «Self-reproduction through Endo-Encrypted Data Simulation» Auto-reproducción a través de Endo-encriptado de data de simulación). Debido a que cada dispositivo ÁRBOLES puede hacer copias de sí mismo sin fin y sin ningún coste de minería o la fabricación, y porque ÁRBOLES captura abundante luz solar, esta puede ser la primera fuente de energía libre de verdad jamás descubierta por la humanidad.
    Además de eso, ÁRBOLES ofrece autoconstrucción integrada de almacenamiento de energía. La tecnología captura la energía de la luz solar en tiempo real, entonces químicamente convierte en una sustancia de conservación de energía que es a la vez útil y duradera. En su modo de almacenamiento de energía, dispositivos de árboles se pueden formar en elementos utilizables como muebles, casas, papel, envases, y la mejor de todos los instrumentos musicales. Las capacidades de almacenamiento de esta tecnología son tanto de gran escala como de largo plazo: los desarrolladores de la tecnología ÁRBOLES proyectan que será capaz de almacenar energía durante cientos de años, mientras que algunos dispositivos individuales serán capaces de conservar la energía equivalente a 3.000 barriles de petróleo .

    Pero las ventajas de la tecnología ÁRBOLES no terminan ahí. A medida que se capturan y almacenan energía, dispositivos ÁRBOLES en realidad eliminan el carbono de la atmósfera. Y de nuevo, lo hacen ¡sin costo! Ninguna otra tecnología de captura de carbono viene ni siquiera cerca de este nivel de eficiencia. »
    Seguir leyendo (en inglés) en
    http://www.postcarbon.org/amazing-new-energy-source-introducing-trees/

    A Carlos Vergara: además de extrañas historias ahora nos traes imágen psicoatómicas… provoca confuciones mentales en la percepción… muy buena…

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