El pasado mes de febrero la editorial Los libros de la Catarata publicó la Guía del movimiento de transición, de Juan del Río, el primer libro en castellano que trata el tema del descenso creativo como alternativa a la situación de colapso a la que nos enfrentamos como especie. Su autor nos adelanta alguna de las claves de una obra que busca «ofrecer una metodología y toda una serie de herramientas y sugerencias para que cualquier persona pueda comenzar un proyecto de transición en el lugar en el que vive o ayudar a aquellos grupos que están comenzando y necesitan dar un paso adelante.»
Quizá lo primero que debamos hacer sea dejar colgado en el perchero que está a la entrada de esta entrevista el significado más común que «transición» tiene en el Reino de España. ¿Qué son la transición y el movimiento de transición?
“Transición”según la Real Academia de la Lengua Española, es “(l)acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto”. Considero que un buen punto de partida es entender que el mundo, nuestra cultura y nuestra sociedad están en continua e imparable transformación, aunque este cambio no siempre suceda a la misma velocidad ni con la misma intensidad, y que el momento en el que vivimos supone un inevitable y drástico punto de inflexión en la historia de la humanidad. Un punto de no retorno, en el que nos jugamos mucho para las generaciones futuras, para el planeta y para cada una de las personas y seres vivos que lo habitamos.
Esta gran transición, cuyo resultado no podemos prever y que poco tiene que ver con la “transición española”, está sucediendo a nuestro alrededor en estos momentos. A simple vista permanece oculta para la mayoría, pero si nos detenemos por un momento y pensamos en todas aquellas iniciativas y personas que conocemos y que están trabajando en la búsqueda de alternativas al modelo actual podríamos rellenar una larga lista. Pienso que cada vez más personas, conscientes de que tienen una responsabilidad y un rol vital en esta evolución social, están abrazando el cambio desde sus motivaciones, capacidades y habilidades. Otra cuestión es si será suficiente y a tiempo, pero merece la pena trabajar en esa dirección.
En este proceso de cambio se están manifestando en una inmensa diversidad de movimientos, proyectos e iniciativas que de manera creciente están emergiendo, trabajando con enfoques complementarios y abordando ámbitos y escalas diversas. Entre ellos se encuentra el movimiento de transición, también conocido como Transition Towns, un importante experimento socioambiental que en menos de 10 años se ha extendido por cerca de 50 países. Son pueblos, ciudades o barrios que frente al inevitable decrecimiento del consumo energético, a la patente contracción de nuestras economías y al cambio climático, deciden organizarse para afrontar un proceso colectivo y creativo de transición hacia un futuro más local y autosuficiente, un futuro con mejor calidad de vida y que reconozca los límites físicos de nuestro planeta.
Cada iniciativa de transición, está formada por personas corrientes como tú y como yo que se autoorganizan mediante la creación de grupos de trabajo autónomos sobre aspectos diversos como alimentación, educación, energía, economía, transporte, psicología del cambio, etc. A partir de ahí las iniciativas ponen en práctica todo tipo de soluciones, creíbles y adaptadas a su contexto: pasan a la acción.
La transición es, pues, una de las alternativas ante la situación de colapso de la biosfera y la fe ciega de la raza humana en el crecimiento exponencial.
Yo entiendo la transición más bien como un camino que es tan necesario como inevitable. Otra cosa diferente es a donde nos lleve. Primero quizás sea necesario definir de manera sencilla el término colapso, que podría explicarse como la pérdida de complejidad de un sistema de manera más o menos abrupta. Dicho esto, imaginemos que el capitalismo basado en el crecimiento desaforado es el edificio en el que vive la mayoría de humanidad. Este rascacielos está hoy resquebrajándose y la realidad es que más temprano que tarde colapsará, y es necesario que así sea. Pues bien, paralelamente tenemos que trabajar para construir otros edificios en los que la gente pueda resguardarse cuando de manera consciente o forzada dejen esa gran construcción y favorecer que ese proceso de cambio de vivienda sea lo menos traumático posible e incluso hacerlo disfrutando. De eso se trata esta transición. Pienso que los conceptos de “Colapso” y “Transición” son más bien complementarios, que es necesario que diferentes estructuras colapsen para que otras se creen.
Respecto al colapso de la biosfera, es indudable que se están sobrepasando múltiples límites biofísicos, debido principalmente a la acción antropogénica. Es un terrible desastre, pero cuidado con la perspectiva del análisis que se realiza, porque la biosfera, de la que formamos parte, creo firmemente que seguirá con o sin nosotros. Para nuestra vida, y la de múltiples especies, es necesario que se mantengan toda una serie de condiciones bioclimáticas, pero la biosfera no necesita de nuestra existencia.
Pero sigue habiendo personas que no creen en la existencia de límites sociales y ambientales (niegan el cenit del petróleo, continúan confiando en la evolución tecnológica) y construyen otros escenarios futuros distintos a los que se platea el movimiento de transición.
Sí, pese a las evidencias. Por un lado hay muchos intereses económicos y geopolíticos y mucha manipulación mediática. Por otro lado padecemos de una adicción social al consumismo y por tanto al crecimiento y uso desmesurado de recursos. El cambio climático, la desaparición acelerada de la diversidad cultural y natural del planeta, y las múltiples crisis sociales y económicas asociadas, forman parte de una crisis de sostenibilidad global, cuya raíz última es cultural. Nuestra civilización está enferma y no se puede solucionar tomando unas pastillas mágicas.
Dicho esto, ¿hacia dónde puede que nos dirijamos? Es importante aclarar que los escenarios no son predicciones o pronósticos, son historias sobre el futuro basadas en hechos factibles aunque estos nos lleven a situaciones completamente nuevas. Visualizar posibles escenarios de futuro es importante ya que nos permite comprender la urgencia del cambio y nos ayuda a prepararnos proactivamente.
En términos de perspectivas de futuro, existen múltiples visiones, opiniones y modelos, que se pueden intentar resumir en tres grandes líneas:
- Adaptación: escenarios que suponen que podremos encontrar la solución a nuestros problemas mediante las nuevas tecnologías, el crecimiento económico y la continuidad de la globalización económica. Dicho con otras palabras: cambiando el tipo de bombillas será suficiente.
- Evolución: escenarios que suponen cierto grado de evolución colectiva, un cambio de paradigma, asumiendo que la sociedad, aunque sea más enfocada en lo local y de bajo consumo energético, mantendrá su coherencia. Haciéndose eco de las palabras de Einstein: “No podemos solucionar nuestros problemas con el mismo pensamiento que los creó”.
- Colapso: escenarios que suponen que el resultado inevitable del fin del crecimiento económico y el choque con los límites planetarios, conllevará la fractura y desintegración de la sociedad tal como la conocemos, ya sea de forma repentina o gradual, produciendo enorme sufrimiento.
En mi opinión, seguramente se darán una combinación de diversos escenarios, sin embargo la fantasía tecnológica es altamente improbable que domine, mientras que el colapso es una opción claramente indeseable. Creo que el único escenario deseable a la vez que posible, por el que hay que apostar, es un descenso creativo, una transición hacia un modo de vida de menor consumo de recursos, más equitativo, justo y reconectado con el planeta. El diseño colectivo de un proceso de decrecimiento intencional es la única posibilidad viable en el largo término, y por tanto cuanto antes empecemos, más posibilidades de éxito tendremos.
¿Por qué crees que predomina la imagen del colapso en los movimientos conscientes de los límites?
Interesante pregunta. ¿Es eso realmente así? No lo tengo tan claro. En todos los sitios que visito veo personas e iniciativas emergiendo con ganas de construir un nuevo mundo, y ellos son muy conscientes de la realidad, pero focalizan su energía en construir más que en diagnosticar. ¿Necesitamos saber hasta el último detalle de la situación del planeta para ser conscientes de sus límites? Indudablemente la situación es muy grave y se debe trabajar para contar con la información más rigurosa posible, pero cuidado porque si solo pensamos en las últimas cifras podemos caer en el “no podemos hacer nada”. Creo profundamente que tenemos un rol importante que jugar y no podemos quedarnos paralizados frente a la inmensidad de la situación. Es tan importante diagnosticar como actuar, ambos se tienen que retroalimentar. Yo suelo decir que en es la hora de ocuparse más que de preocuparse.
Frente a esas posturas los movimientos de transición promueven la adaptabilidad y la previsión y surge un concepto fundamental: la resilencia.
Sí, porque es necesario diseñar maneras de vivir que puedan ser flexibles y adaptables a contextos cambiantes y un futuro incierto. La resiliencia es la capacidad inherente de cualquier sistema de soportar los choques que vienen del exterior manteniendo sus funciones esenciales. La apuesta de las iniciativas de transición es la de construir colectivamente comunidades más cohesionadas y autosuficientes, basadas en una escala más local, promoviendo todo tipo de proyectos que fomenten la resiliencia personal y colectiva. Pensemos que en el sistema actual, basado en la eficiencia, si de repente no hubiese combustible para el transporte por carretera en unos pocos días las ciudades sufrirían de desabastecimiento. Sin embargo hace tan solo unas generaciones no se dependía como ahora de los insumos externos, y las personas eran capaces de satisfacer localmente sus necesidades básicas. Debemos construir comunidades con un equilibro entre eficiencia y resiliencia.
Construir resilencia implica un difícil trabajo de formación y transformación. En la Guía haces hincapié en la transformación personal.
Reconstruir resiliencia implica reestructurar como nos organizamos y relacionamos, pasando a modos de producción más descentralizados, a sistemas de gobernanza más horizontales y transparentes, etc. Además supone dejar de fomentar la súper-especialización para reaprender muchos conocimientos y habilidades comunes hace no tanto tiempo y combinarlos con las nuevas tecnologías y avances de manera apropiada.
Por otro lado existe una dimensión interior del proceso de transición que es clave trabajar. El cambio personal va asociado al cambio externo o físico de nuestro entorno. Los valores y creencias, nuestros sentimientos y emociones, marcan como actuamos y viceversa. Tanto la “transición interior” como la “transición exterior” forman parte de una misma ecuación pero los movimientos sociales han tendido a dejar siempre una de las dos de lado. Aspectos que pueden ayudarnos a trabajar esa dimensión interior son por ejemplo:
- Resiliencia personal, todo aquello que nos ayude a adaptarnos individualmente a los cambios, a liberar estrés, como el yoga, la meditación o el deporte, y a no quemarnos en el grupo.
- Apoyo mutuo entre las personas de la comunidad, así como actividades que trabajen la inclusión y la diversidad.
- Resolución de conflictos, siendo este uno de los temas clave en la cultura de grupo.
- Espiritualidad y la sabiduría indígena, así como la reconexión con la naturaleza.
- Celebración, como un momento para compartir y conocerse, un espacio de reconocimiento y diversión.
En esta transformación personal cobra importancia el miedo (incluso el terror) ante el conocimiento de la situación de colapso. ¿Tendemos como individuos a negar el escenario catastrófico? ¿Cómo podemos combatir el terror? En la Guía resaltas que el movimiento de transición se funda en el optimismo y debe basarse en una visión positiva: ¿cómo se construye y se trabaja esa perspectiva?
Muchas preguntas en una, así que vamos por partes.
Existen muchas reacciones psicológicas frente al cambio. Una de ellas, fomentada principalmente por los escenarios tecnooptimistas, es la de negación y el “ya se encontrará una solución”, alguna nueva tecnología o recurso se descubrirá, o viajaremos a otros planetas como en la reciente película Interestellar. Otra reacción es la de parálisis, no hay solución posible, la situación es tan grave e inmensa que no puedo hacer nada, que principalmente se fomenta a través de visiones catastrofistas. Fácilmente podemos encontrar películas que fomentan ambos imaginarios, lo que sumado a nuestra dificultad como individuos para comprender situaciones tan tremendamente complejas como la crisis multidimensional actual hace que por una u otra razón no actuemos.
Una de las principales ideas del movimiento de transición y que recalco en el libro, es la gran fuerza que tiene el imaginar colectivamente hacia dónde queremos ir, y que este sea un futuro abundante y rico en tantas cosas de las que ahora carecemos como, tiempo, relaciones, salud o naturaleza. El futuro es incierto, pero si no pensamos conjuntamente cual es nuestra visión de futuro, incluyendo en ella todas aquellas cosas que anhelamos y que nos motivan a actuar, difícilmente avanzaremos en esa dirección. Además es imprescindible entender que el camino hacia esa visión no debe plantearse como una terrible y dura obligación sino como una gran oportunidad de aprender, de mejorar y por supuesto, de disfrutar. Pienso que la idea del sufrimiento y la penitencia en gran medida es herencia de nuestra cultura judeo-cristiana, y que si nos liberamos de la creencia de que siempre hay que sufrir para conseguir las cosas, la transición será mucho más enriquecedora.
Hablar de visión optimista, no implica dejar de lado la gravedad del contexto actual. Significa afrontar la situación desde la perspectiva de que tenemos un rol importante que jugar, con ilusión por actuar en los ámbitos en los que creemos que más podemos aportar y donde sentimos mayor motivación. Implica también dejar espacio para celebrar y valorar los avances que se consiguen. Por plantear la transición como un viaje, no como una lucha. Mi experiencia es que cuando uno comienza a actuar y a sentirse parte de los cambios que ya están sucediendo a su alrededor una sensación de posibilidad y satisfacción le invade.
Las motivaciones que llevan a comenzar una iniciativa de transición son múltiples. Las peculiaridades y aspiraciones del movimiento ¿no lo convierten en una herramienta para aglutinar muchas luchas que han estado separadas: ecológicas, sociales, económicas, democráticas, espirituales…?
Así es, se trata de una propuesta que está sirviendo de paraguas y/o pegamento para aglutinar a proyectos e iniciativas muy diferentes. Esa es quizás una de sus mayores virtudes por su gran inclusividad, visión sistémica y herramientas participativas. Se están creando redes de diferentes tipos como la Red de Transición España (REDTE), o ECOLISE a nivel europeo. Múltiples movimientos como el de Ecoaldeas, Decrecimiento, Permacultura o Economía del Bien Común, junto con el de transición están retroalimentándose. Se están creando tramas de proyectos e iniciativas siendo este uno de los objetivos imprescindibles para la transición.
Pero la Guía es fundamentalmente un recorrido práctico (repleto de ejemplos) por el movimiento de transición que pretende inspirar y ayudar a lanzar nuestros proyectos.
La transición está formada por las historias de personas que con gran ilusión están trabajando en sus localidades para construir nuevas realidades y ellas son claves en este libro. La Guía del movimiento de transición pretende dar respuesta al porqué, el qué y el cómo del proceso de transición, y busca, a partir de experiencias reales tanto de múltiples grupos como de mi trabajo en los últimos años, ofrecer una metodología y toda una serie de herramientas y sugerencias para que cualquier persona pueda comenzar un proyecto de transición en el lugar en el que vive o ayudar a aquellos grupos que están comenzando y necesitan dar un paso adelante. No existe una receta única así que la idea es que el libro se utilice como a cada cual le sea más útil.
Divides en tres momentos el proceso de transición: empezando, avanzando y construyendo.
La idea de estructurar el bloque principal del libro, la guía práctica, en esos tres apartados surge para diferenciar tres dimensiones en la evolución de cualquier iniciativa de este tipo y para facilitar la utilización de la guía. “Empezando”, se centra en cómo dar los primeros pasos, “Avanzando”, en como consolidar nuestra iniciativa, “Construyendo”, en cómo realizar manifestaciones prácticas. Todas proponen posibles herramientas y sugerencias, y muestran experiencias que pueden ayudarnos en cada parte del proceso.
Parece un proceso lento, ¿la situación de emergencia permite el lujo de esa lentitud?
Es obvio, por lo menos para la mayoría de lectores de esta revista, que la situación que vivimos es de gran urgencia, sin embargo la transición se trata de un proceso más o menos gradual, y no podemos pretender producir una gran transformación de un día para otro. Hay que recalcar que este cambio puede retroalimentarse, como de hecho ya está sucediendo, por la cada vez más acuciante situación. Por otro lado es importante comprender que en cualquiera de los casos, cuanto más avanzada pueda estar, mejor preparados estaremos frente a posibles situaciones de colapso. En definitiva que no hay tiempo que perder y que si lo hacemos colectivamente y desde abajo quizás lo consigamos, así que manos a la obra.
Además estás implicado en el proyecto Cardedeu en transició. ¿Cuándo nace la iniciativa? ¿Cuál es su situación actual?
Considero que es clave trabajar en el ámbito local, en el lugar en el que uno vive. En mi caso, además estar involucrado en proyectos diversos como la Red de Transición o 15/15\15, formo parte activa de Cardedeu en Transició, que es la iniciativa local de transición de Cardedeu, donde vivo. Esta iniciativa nace en otoño del 2013, a raíz de un grupo fantástico de personas que deciden realizar de manera periódica unas meriendas abiertas a todo el pueblo donde debatir sobre diferentes aspectos de la transición y la situación actual. Dichas meriendas de transición se realizan cada mes y ya se han realizado más de 15. Paralelamente se creó un grupo promotor formado por personas que han ido trabajando en la consolidación del grupo y el diseño de proyectos. Entre los proyectos que están en marcha además de las meriendas periódicas, puedo destacar un huerto permacultural educativo en uno de los institutos del pueblo, que busca involucrar tanto a personal del centro como a alumnos y gente del barrio, y un mapa colaborativo de consumo sostenible de la región que reúne productores, comercios e iniciativas locales y ecológicos. Además se colabora y trabaja estrechamente con otros proyectos locales como el banco del tiempo de Cardedeu, el proyecto de permacultura Phoenicurus, la escuela-restaurante de autosuficiencia Esbiosfera o la cooperativa de consumo Cardedeu Autosuficient. Entre las ideas que se están comenzando a gestar destaca la de crear un proyecto de economía alternativa que permita entremezclar aspectos productivos y educativos, dar varios puestos de trabajo y fomentar la resiliencia del pueblo.
¿Dónde pueden nuestros lectores profundizar sobre todo lo tratado en esta entrevista?
Por un lado les invito a que visiten la web del libro, en la que encontrarán materiales extras muy interesantes, y podrán leer el prólogo escrito por Rob Hopkins [fundador del movimiento de Transición], así como ver el índice detallado, donde conseguir el libro o donde se presentará, entre otras informaciones.
Por otro lado la web de referencia del movimiento de transición en español es la de la Red de transición donde encontrarán múltiples recursos, un listado de iniciativas, donde pueden apuntarse a su boletín mensual o ver cómo colaborar. También es importante destacar que una las actividades principales de la red es la formación de personas y grupos para promover y apoyar proyectos de transición, mediante cursos y talleres.
En inglés la web de referencia es la de la red internacional de transición (Transition Network).
Por último, recomendar a nuestros lectores que sigan con atención y difundan los contenidos de 15/15\15, revista para una nueva civilización.
Juan del Río, el autor de la Guía del movimiento de transición, es aprendiz, biólogo, activista, educador y diseñador para la sostenibilidad, cofundador de la Red de Transición España, coordinador de Transición Sostenible, miembro de Cardedeu en Transició y miembro del consejo de redacción de 15/15\15, revista para una nueva civilización.
Felicitaciones Juan. Como siempre a la espera que la Transición cruce las aguas, no como Colón, pero si de la mano del Movimiento de Transición.
Saludos desde Uruguay. Sudamérica
PORQUE EL SUR, TAMBIEN EXISTE.