Necesidades, seudo-necesidades, satisfactores, seudo-satisfactores, deseos y felicidad

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Con frecuencia se identifica —se confunde— la necesidad con los deseos, con los satisfactores o incluso con seudo-necesidades de bienes materiales, y pocas veces con los servicios o sistemas de vida. Incluso, a la necesidad (y felicidad) se la identifica con el mero consumismo de bienes materiales.

Max-Neef considera que el ser humano tiene 9 necesidades humanas concretas, recordemos: 1)subsistencia, 2)protección, 3)afecto, 4)entendimiento, 5)participación, 6)ocio, 7)creación, 8)identidad y 9)libertad.

Estas necesidades humanas pueden ser satisfechas por unos satisfactores, es decir, por los medios para conseguir cubrir alguna de estas nueve necesidades.

Se podría definir la felicidad como la satisfacción de estas nueve necesidades.

Se podría definir el consumismo como el consumo de seudo-satisfactores, que no cubren las necesidades humanas.

Estos satisfactores pueden ser de tres tipos: bienes materiales, servicios y sistemas de vida.

Por ejemplo, la necesidad humana de subsistencia puede ser satisfecha por el satisfactor material alimento o por el satisfactor abrigo; la necesidad protección, por el satisfactor servicio sistema de salud; la necesidad participación, por el satisfactor sistema de vida.

Aquí creo que es conveniente recordar, aunque sea solo mínimamente, en qué consiste en sistema de vida.

El sistema de vida sostenible, es la actividad efectuada por un grupo de personas que le permite asegurar sus necesidades vitales. Incluye tanto recursos materiales como sociales y actividades económicas, que le permiten generar los recursos suficientes para cubrir las necesidades de su hogar para continuar viviendo de modo sostenible y con dignidad.

kiyuku-burguer-OLDPHOTOFILTER-BY-casdeiro-660x1023Podemos distinguir dos sistemas de vida bien distintos.

El Sistema de vida natural y tradicional se adapta con una extrema coherencia a las iteraciones entre formas de producción, organización socio-cultural y patrones de gestión de los recursos naturales. La racionalidad en la gestión de los recursos se apoya muchas veces en ciertas creencias espirituales y simbólicas. Por ejemplo, las sociedades Busuku y Gikuyu, en Kenya, la mujer simboliza la fertilidad de la tierra y, tanto a la mujer como a la tierra, las perciben como una fuente generatriz sagrada que proporcionan alimento tanto espiritual como físico; en Sierra Leona las mujeres tienen un amplio conocimiento de las diferentes especies de árboles y de sus propiedades: identificaban 31 de las especies que se producen en las tierras en barbecho, mientras que los hombres identificaban solamente 8; en el norte de Ghana, el conocimiento ecológico de hombres y mujeres está directamente ligado a la división del trabajo dentro del hogar. Las mujeres, por su responsabilidad en la recolección de leña y producción de alimentos, tienen un profundo conocimiento de la vegetación; en el Congo, entre los Kukuya, las aldeas tradicionales se rodean de un cinturón de árboles de diferentes especies: preferentemente bananos (que también crecen en la sabana) y cuyo crecimiento se incrementa abonándolos con desechos hogareños; los Taita, en Kenya, conocen cierta variedad de setas que aparece después de las lluvias de invierno y que la usan como un indicio para predecir la llegada de las lluvias de verano que marcaban el inicio de las actividades agrícolas.

El Sistema vida artificial e internacional, que conjuga de manera interactiva y proyectada: la radio, la televisión, Internet, etc. En ella se conforma un equipo de trabajo que piensa y trabaja en beneficio de los usuarios, los cuales interactúan, desarrollan y avanzan dentro de una sociedad de servicios. Tiene el inconveniente de que su extrema artificiosidad se encuentra muy alejada de la naturaleza por lo que se olvida de ella y en consecuencia no se percata o no tiene en consideración el gran daño que frecuentemente suele hacer este medio de vida sobre la biosfera y los ecosistemas. No es que el Sistema vida artificial e internacional sea absolutamente rechazable, pero lo que si es preciso es que exista en forma no desorbitada y que su existencia esté en convivencia compatible con sistemas de vida que se basen más en Sistemas de vida naturales y tradicionales los cuales guardan respeto y armonía con los ecosistemas naturales.

Además, se suele confundir las necesidades con los satisfactores.

Por ejemplo, se suele decir que el alimento es una necesidad, la lavadora es una necesidad, que la democracia es una necesidad, pero éstas no son necesidades, sino satisfactores. Y estos satisfactores pueden variar en el tiempo y en el espacio. Por ejemplo, pueden cambiar con la edad de una persona, con el tipo de persona o con el sistema de vida de una persona.

En cuanto a satisfactores de bienes materiales, tenemos que no necesitan los mismos satisfactores un bebé que una persona adulta, un hombre que una mujer, un gimnasta que un poeta.

Un bebé precisa el satisfactor de una teta o de un biberón para satisfacer su necesidad humana de subsistencia, y un adulto requiere el satisfactor de un buen bocata de Jabugo, también para satisfacer su necesidad de subsistencia.

Una mujer necesita del satisfactor que supone un hombre para cubrir su necesidad humana de afecto de pareja heterosexual, o por la misma razón un hombre de una mujer, aunque en esto existan loables excepciones que confirman la regla.

En cuanto a situación geográfica y sistemas de vida se refiere, no necesitan un mismo satisfactor para conseguir satisfacer su necesidad de su subsistencia un papú de Nueva Guinea que un gánster de Chicago; el papú precisa el satisfactor flechas para cazar y poder existir, y a un gánster le es preciso como satisfactor una sobaquera para poder matar hombres y así poder competir y subsistir. En el primer caso se trata de un sistema de vida natural y tradicional; en el segundo caso, de un sistema vida super-artificializado.

Por otra parte, el sistema capitalista, a través del marketing y la hiperpublicidad, nos tiene obsesionados con confundir nuestras necesidades con los satisfactores materiales o con bienes económicos, es decir, con artefactos que nos proporciona el sistema de producción fabril y que tienen cierto uso o no, pero que tienen un valor dinerario y como único fin el beneficio oligarca. O sea, nos hace confundir la felicidad con los seudo-satisfactores de los bienes económicos enfocados principalmente a al consumismo de seudo-satisfactores confundidos con seudo-necesidades, y aún más, con necesidades y con la felicidad.

Pero estos bienes no son siempre una necesidad en sí, ni son los satisfactores únicos que precisamos.

Sin embargo, llegamos a la enajenación de pensar que sí, que todas nuestras necesidades se limitan sólo a estos seudo-satisfactores materiales y económicos que son los bienes materiales que nos ofrece el mercado. De esta forma, caemos, a causa del marketing comercial en un consumismo frustrante que nos conduce a confundir la necesidad, en sí, con el medio de satisfacer esta necesidad parcial. Y ya no tratamos de satisfacer el total de nuestras nueve necesidades humanas, sino que tenemos como meta final y deseo (inducido por el marketing y la moda) conseguir únicamente este medio económico para acceder al consumismo. En efecto, la ansiedad por el crecimiento de la acumulación de PIB, por parte de una oligarquía de corporaciones y su miedo a la saturación del mercado, hace que esté vehementemente interesada en potenciar el deseo de seudo-satisfactores y de consumismo para así poder vender indefinidamente.

Pero es que esto, además, nos impide que satisfagamos las otras ocho necesidades que son indispensables al ser humano para ser feliz. Como dice Duch Guillot: “La agricultura que nos alimenta hoy en día es, lamentable, un buen ejemplo de lo que significa priorizar el crecimiento capitalista. Su desarrollo ha sobrepasado en términos globales la satisfacción de las necesidades de la población mundial (aunque el hambre siga afectando a millones de personas) pero sigue imparable, impulsada por la necesidad de generar, no alimentos, sino crecimiento económico. Así, en muchos países del Sur se ha implantado la agricultura de los agro-negocios donde sólo importan los volúmenes de producción sin medir las consecuencias: el aumento de las zonas de cultivo a base de deforestación, la desaparición de muchos puestos de trabajo, una agricultura petro-dependiente corresponsable del cambio climático, concentración de tierras y rentas, pérdida de biodiversidad y más”.

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Miembro de Ecologistas en Acción, doctor en Geografía e ingeniero técnico forestal. Miembro fundador de la primera asociación ecologista de Valencia, AVIAT.

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