UN ECONOMISTA NO sabe qué hacer con un arco iris.
No entiende el aleteo de una abeja,
por qué trinan escandalosamente las gaviotas,
qué guarda una camada en su madriguera.
Se inquieta ante un caracol que,
sobre una brizna empapada de rocío,
indiferente se despereza.
Ante el murmullo chispeante de un río,
ante un eclipse inundado de estrellas,
ante tu sonrisa o una mano abierta,
agita desconcertado su cabeza.
Un economista no escucha la memoria
ni atiende al compás de los latidos.
No sabe buscar tanteando en silencio la belleza
en toda palpitación dichosamente tendida
a la luz, al viento, a la alegría.
Un economista aún busca con vehemencia
con qué moneda comprar la vida.
¿dependerá del economista, no?
Leí una vez que los físicos somos aquellas personas que ven en el rocío de la mañana solo H2O. Yo contesté que de eso nada. Que habrá físicos así, pero que otros nos emocionamos con ese rocío, como cualquier otro humano, y también con el proceso (científico) de la fotosíntesis o la creación hexagonal de los copos de nieve. Supongo que te refieres al «economista» neoliberal ¿?