Publicado: 21/04/30
Autor: Aurora Astigarraga
Idioma: ES
15 años en el camino del Descenso.
Nuestra revista cumple ya 15 años. Tres lustros en los que el mundo ha cambiado profundamente, sobre todo en lo que antes llamaban países desarrollados. Década y media en la que nuestras vidas se han transformado de manera irreversible.
Mi primer acercamiento a 15/15\15 fue durante su propia gestación: aunque como la mayoría de mi generación tenía un trabajo precario (sí, aún tenía un trabajo) y sobrevivía con ayuda de mis padres, quise echar una mano con unos pocos euros para fundar la revista. No es que por aquel entonces fuese muy consciente del tema del colapso civilizatorio ni se me había pasado por la cabeza aún que la crisis que vivíamos no acabaría nunca, aunque sí había leído algunas cosas sobre el Decrecimiento y me parecía un planteamiento mucho más razonable y sensato que el rumbo que llevaban las cosas. Si algo me animó a apoyar su financiamiento popular por medio una plataforma que se llamaba Verkami, y que era de las más importantes que en aquellos años servía para colectar fondos entre los que teníamos tarjeta de crédito, que éramos aún una parte considerable de l*s trabajador*s, fue que la revista se presentaba como un medio democrático, es decir: que no lo dirigiría ni los fundadores, ni una gran o pequeña empresa mediática, ni un partido político sino la propia gente que la iba a leer.
Yo me había comenzado a politizar pocos años antes, como tantos miles de jóvenes por toda España, en aquel famoso 15 de mayo de 2011: sí, yo también fui una indignada. Durante mi incipiente proceso de toma de conciencia política si había algo que me llamaba la atención, que me chocaba y preocupaba, era lo poco que se hablaba en las asambleas y en ciertos ámbitos y organizaciones que iban surgiendo en torno al llamado 15M (¡otro 15, ¿sería casual?), acerca del papel de los medios de comunicación en la construcción de una auténtica democracia. Poca gente parecía darse cuenta de que sin medios de comunicación controlados por l*s ciudadan*s, de poco servirían democracias participativas o incluso directas, o que los ciudadanos votásemos por Internet cada ley como proponían algunos, si al final la opinión pública estaba construida por poderes mediáticos oligopólicos. Sin embargo esta nueva revista se presentaba como un medio en manos de sus suscriptores. ¡Eso sí que sonaba diferente! Así que me decidí a apoyarlo y me convertí, con aquel sencillo gesto, en parte de 15/15\15, un hecho sin el que no se podrían entender los últimos 15 años de mi vida.
A partir de 2015 la revista comenzó a experimentar con fórmulas sencillas pero efectivas de democracia directa, haciendo uso principalmente de una Internet que por aquel entonces aún estaba al alcance de casi tod*s l*s ciudadan*s, y por tanto era un medio eficiente de conectar a las maś de 200 personas que participamos en su fundación desde los más diversos rincones del país. Me fui implicando cada vez más en los debates y decisiones que se tomaban en el foro, debatiendo acerca de los artículos que publicar, solicitando traducciones de materiales en inglés que me parecían interesantes, proponiendo reseñas y autor*s, poniendo en contacto con la revista iniciativas comunitarias poscapitalistas para difundirlas y ayudar a replicar sus experiencias transformadoras, etc. etc. Por descontado que tuvimos importantes problemas y obstáculos, pero precisamente el propio método asambleario nos permitió irlos autocorrigiendo. La crisis se profundizaba, la política a nivel local, europeo e internacional se convertía año tras año en un avispero más amenazador. Pero nosotr*s íbamos tejiendo en paralelo una nueva narración en común, un nuevo ideal compartido bajo premisas muy básicas: democracia política y económica, equilibrio con la biosfera, un decrecimiento feliz y que asegurase el futuro de las generaciones aún por venir y del resto de seres con los que compartíamos planeta... El triunfo de la sensatez y de los afectos.
Los ataques externos ya los conocemos todos, pues los hemos venido contando en los 30 números impresos (a dos por año) que hemos venido recopilando desde entonces. Al comienzo hubo muchas tensiones internas y nos costó desembarazarnos de cierto rancio criptocarlismo disfrazado de revolucionario, algo menos de lo que nos costó evitar inflitraciones de neonazis, ecofascistas y otras raleas. Después vendrías las amenazas gubernativas de cierre y los dos procesos judiciales farsa, que no lograron su objetivo de callarnos. Mientras tanto, cada una y uno de nosotr*s tenía que librar la batalla diaria por no naufragar en nuestros propios colapsos personales, familiares, laborales, de nuestras ciudades... pero sabíamos que siempre teníamos allí a nuestra familia extensa 15/15\15, en los foros, en los encuentros locales discentralizados y en las reuniones-fiesta de hermanamiento y convivencia que fuimos celebrando casi cada año (excepto en los momentos de más tensión política), pese al creciente esfuerzo que suponía desplazarse cientos de kilómetros para mucha gente. Decenas de nosotros nos fuimos incorporando a los proyectos que la propia revista nos iba contando y acompañando en su creación y consolidación: ecoaldeas, grupos de transición, centros de resiliencia, cooperativas integrales, cooperativas de consumo o de energía, huertas urbanas, icarias, centros de preservación ecocultural, permacomunas...
No podía imaginarme hace 15 años lo duro que sería el camino, las dificultades que tendríamos que superar especialmente nosotras las mujeres en esta caótica transición cultural, cómo cambiaría el panorama de nuestras ciudades y nuestros campos con la práctica desaparición del coche privado, cuántas cosas que dábamos por eternas en nuestra infancia y juventud desaparecerían en un abrir y cerrar de ojos de las manos abiertas de la Megamáquina industrial-consumista, ahora convertidas en puños cerrados y amenazadores... Pero tampoco podía imaginar cuántas puertas se nos iban a abrir a cada paso por este camino de descenso desde la Montaña, desde el Cénit de la Civilización, a una vida más digna y más humana, desembarazados ya de las superfluas y tóxicas necesidades creadas por el Capitalismo Petrolívoro. ...Y ahí estamos junt*s, todavía caminando.
Ilustración: Fractal orgánico (boceto), de Genádio Briga, inspirado por el logotipo de nuestra revista. El fractal representa la función de difusión e replicación de experiencias trasformadoras. Los números 15 inscritos en el triángulo central representan: el naranja, el flujo solar, soporte de la nueva civilización; el verde, la piel vegetal de Gaia; el azul, su sangre: el agua.
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